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21


ωμέγα φεγγάρι


—Los caminos han sido obstruidos por la nieve. La primera nevada de este año se adelantó, no teníamos previsto que esto sucediera.

JinHoo frunció los labios desesperado. —Envíen ayuda al pueblo, las personas necesitarán apoyo para retirar la nieve. Si es posible preparen insumos para repartir.— El marqués reverenció profundamente al alpha para después salir del salón en donde el rey terminaba de atender una junta importante.

El alpha viró los ojos hostigando y tomó entre sus manos la copa de vino a medio tomar, dio un gran trago y suspiró cuando el licor le picó la garganta.

—Si la tormenta sigue así no podrás ir a Seúl a firmar el tratado que tenías entre manos.— Suho le habló de espaldas, viendo la nieve caer por los largos ventanales.

—Lo sé, tendré que esperar a que esto se calme para poder ir, sería peligroso atravesar la montaña con este clima.

Suho asintió vagamente y volteó su cuerpo al alpha que revisaba documentos entre sus manos. —¿Ya hablaste con YoonGi sobre lo que me dijiste anoche?— JinHoo tensó los hombros visiblemente, dejó de prestar atención a lo que hacía sólo para poder posar correctamente sus orbes azulados sobre Suho. Desvío su mirada y frunció los hombros.

—No, aún no. Esperaba poder hablar con él después del almuerzo.— Suho tomó asiento al lado del rey, prendió su pipa y aspiró el tabaco mientras repasaba los papeles tendidos sobre la extensión de la mesa.

—Uhm... ha pasado un tiempo desde que vinieron ¿no crees?— JinHoo dejó caer su peso de lleno en la silla en la que reposaba, chasqueó la lengua y negó con la cabeza.

—Desde que asumí el reino no les he visto. Sólo atinan a mandar cartas cuando se acuerdan de que tienen hijos.— Suho siseó burlón y sonrió con la pipa entre labios.

—Apuesto que tú madre viene para recordarte lo tanto que quiere nietos y tu padre probablemente venga a reprenderte por algo.

—Sabes que no pienso tener hijos antes de los 26, soy muy joven como para criar niños.

—¿Qué harías si SeulGi-ssi termina embarazada antes de tus planes?— JinHoo recargó su cabeza en el respaldo y sonrió apenas.

—No lo sé, sería decisión de ella si desea tenerlo o no. Yo la apoyaría en lo que decidiera.—Suho sólo le miró con el rostro relajado.

—Apuesto que YoonGi tendrá hijos más rápido que tú. Siempre dice que le gustaría formar una familia.

JinHoo asintió conforme. Y es que era verdad, el alpha recordaba que desde niños YoonGi siempre decía querer formar una familia, le recordaba jugando torpemente con su viejo juguete de tela mientras gritaba que aquel trapucho era su hijo.

Una sirvienta entró tímidamente, con la mirada gacha, atinando solo a avisar que el almuerzo estaba listo antes de volver a salir en silencio. Suho se levantó de la tosca silla y tomó del hombro al otro alpha.

—Vamos.

Ambos alphas caminaron lentamente por los pasillos hasta llegar al comedor, los sirvientes les atendieron en silencio y JinHoo casi se queja al no visualizar a su esposa sentada, sin embargo acalló al verle entrar tan elegante como siempre. Sentado a la cabeza de la mesa frunció las cejas al ver un lugar desocupado.

Llamó a una sirvienta y preguntó por su hermano. —No sé nada de él mi señor, pero no se preocupe, en seguida mandaré a buscarle su majestad.— Y como si le hubiera invocado, YoonGi cruzó las pesadas puertas del comedor con los pómulos altos algo sonrojados. Reverenció apenas y con una boba sonrisa plantada en su rostro tomó asiento en la larga mesa, para después servirse y comenzar a comer en silencio con la mirada gacha.

Todos lo vieron algo confundidos, SeulGi miró a su alpha y tocó por debajo de la mesa su pierna, tratando de captar su atención. JinHoo le miró y la omega movió los labios en silencio.

El alpha entrecerró los ojos tratando de entender la pequeña oración, y cuando pareció captar el mensaje, alzó las cejas y sus delgados labios se entreabrieron.

Ah, YoonGi.

El almuerzo fue relativamente ameno, entre pequeñas platicas y comentarios sueltos terminaron sus alimentos. YoonGi parecía desesperado por terminar de almorzar y salir del comedor, sin embargo cuando se disponía a levantarse de la mesa su hermano le detuvo.

—YoonGi-yah, acompáñame a mi estudio. Tengo que hablar contigo de algo importante.

Mierda.

El azabache mordió su labio impaciente y maldijo dentro de sí mismo, joder acaba de perder su oportunidad para-

—Apresúrate es importante y tengo una reunión con un ministro en breve.— YoonGi parpadeó aturdido, miró a SeulGi y ella le sonrió levemente, le asintió con la cabeza. Esperaba que no fuera nada malo, con algo de nerviosismo siguió a su hermano mayor por los pasillos cuando por fin hubieron dejado el comedor. Fue hasta que llegaron al estudio privado de JinHoo que suspiró fuerte.

El mayor cerró la puerta con pestillo, caminó a paso lento al grande escritorio y tomó entre sus dedos unos papeles que después fueron extendidos a YoonGi, él los tomó dudoso y pidiendo permiso sólo con la mirada a su mayor comenzó a revisarles.

Dios.

Su garganta se cerró cuando pasó del primer párrafo, hacia tanto que no recibían algún escrito de sus progenitores. Siguió leyendo en silencio, apreciando el texto y las palabras que al leerlas le supieron agridulces.

"Iremos pronto a visitarles."

Eso no era bueno. Subió su mirada angustiada a su hermano que le veía escéptico, pasó su lengua por sus labios y habló con una voz que sonó extraña. —¿Cuándo vendrán?

JinHoo frunció los hombros y viró los ojos, con el ceño tenso pareció meditar sus palabras antes de hablar. —Probablemente vengan tan pronto termine la tormenta. La casa de descanso está relativamente cerca, no me sorprendería si les vemos por aquí en 2 días.

YoonGi tensó notablemente los hombros. —No sé por qué de la nada quieren venir. Papá es hostil y reacio con nosotros, y aunque mamá siempre se preocupe por nosotros se deja someter por su esposo.— JinHoo habló mientras se recargaba en el filo del escritorio.

YoonGi asintió conforme. —Puede que vengan a presionarte por tener desendencia, después de todo llevas casado bastante tiempo y aún no has tenido hijos.

Joder, JinHoo estaba harto de hablar del mismo tema.

—Y en cuanto a mi... probablemente sólo pasen a ignorarme.

El menor de los Min suspiró algo abrumado. Realmente la relación con su padre no era la mejor.

—No digas eso. Sea a lo que sea que vengan tenemos que ser amables y recibirlos, son nuestros padres.

Y decir que YoonGi no estaba nervioso sería mentir, porque joder, toda la mañana se pasó pensando e indagando en sus recuerdos y en el porqué sus padres vendrían.

Ahí, entrenando a las orillas del castillo con su espada en mano se dio cuenta que realmente no era tan astuto como creía, tal vez podía esquivar algún golpe o pelear, sin embargo no podía enfrentarse a su padre o a ciertas cosas que le ponían ansioso.

—Si sigues entrenando así te dolerán los músculos, deja eso y ve a descansar.— La voz de MinSeo se escuchó a sus espaldas cuando de un solo movimiento partió un pedazo de madera algo grueso.

YoonGi bufó y apartó su melena húmeda por el sudor de su rostro, humedeció sus labios y arrojó al suelo la espada. Miró a MinSeo serio y casi amagó quejarse cuando la mujer le molestó, como siempre hacia.

—Ve a bañarte, apestas a sudor.

—Iré después de que recoja esto.— El alpha señaló el desastre a su alrededor y MinSeo chasqueó la lengua.

—Mandaré a alguien a que recoja, tú ve a bañarte.— YoonGi frunció los labios y con la cabeza ladeada trató de analizar las facciones de la mayor.

—¿Por qué tanto empeño porque tome un baño?— La mujer se rió fuerte y negó con la cabeza.

—Dudo que quieras ir a ver al omega apestando a sudor.

Mierda, lo había olvidado.

—A veces me arrepiento de decirte todo.

MinSeo viró los ojos para después empujar levemente por la espalda al alpha que terminaba de quitarse su protección.

—Si no fuera por mi lo habrías olvidado por completo. Anda ve, apresúrate y deja de estarte quejando.

Dios, hasta apenas caía en cuenta de lo que iba a suceder a continuación. Su corazón brincó emocionado en su pecho y sus orbes grisáceos brillaron emocionados.

Realmente no quería admitir que era meloso ni mucho menos, justificaba y ocultaba su cursilería diciéndose que habían pasado un par de días de su celo y aún seguía algo sensible.

YoonGi en el momento que pudo, volvió a disculparse con JiMin sosteniendo un regalo algo bobo, para después darle una profunda reverencia; admitía que tenía ese mal hábito de pedir perdón por todo. Y por el contrario de lo que pensó, JiMin también se disculpó, le escuchó en silencio y sorpresivamente no se alejo de él, por el contrario parecía buscar cualquier momento para ser lindo.

No sabía si su mente le jugaba sucio, porque a veces llegaba a pensar que el omega era coqueto con él, sin embargo al segundo siguiente desechaba esa idea y se aferraba al pensamiento de sólo lo hacía por ser amable.

Sacó el aire de sus pulmones y con una sonrisa boba en sus labios le hizo caso a MinSeo. Casi se sintió correr a su habitación demasiado emocionado.

Y es que oh, el bonito omega había propuesto verse para que el alpha le enseñará a tocar el piano, porque curiosamente un día antes se habían "encontrado" en uno de los patios. No perdiendo tiempo en hablar amenamente bajo algunos ojos curiosos de la servidumbre.

Simplemente no era común ver a alguien de la realeza ser tan amable y cercano a un plebeyo...

Se sorprendió un poco cuando se atrapó a sí mismo tratando de lucir bien frente al espejo. Porque después de tomar un baño relativamente rápido y de elegir sus prendas, trataba de peinar su azabache y lacio cabello que caía como cascada por su frente. Bufó algo desesperado cuando su cabello volvió a caer en su rostro y con la lengua entre dientes en forma de concentración, acogió entre sus manos los mechones de cabello rebelde.

Después de varios intentos, terminó medianamente peinado, bueno, al menos no lucía tan mal a su parecer. Suspiró algo nervioso y con los labios apelmazados tratando de controlar sus emociones salió de su habitación.

Cuando llegó al patio lateral en donde habían acordado verse para no ser vistos por tantos, maldijo bajo ante el frío, joder. Estaba nevando con fuerza, las fuentes y el piso estaban cubiertos por una gran capa de nieve, y él ahí estaba parado con una simple capa.

Sabía que sólo estarían ahí, ante el frío unos instantes antes de volver a la calidad del interior, sin embargo el frío que sentía estando ahí parado esperando por el omega era imposible de ignorar. Frotó sus manos y perdió su mirada gris entre el panorama.

Tenía un poquito de miedo.

—Perdón por demorar su majestad, estaba ayudando en la cocina y hasta apenas pude salir.— YoonGi posó su mirada en el omega que habló mientras caminaba rápidamente con las manos ocupadas, Dios se veía tan bonito con los pómulos sonrojados por el gélido clima.

JiMin reverenció ante YoonGi y le sonrió alto cuando el alpha le halagó por lo bien que se veía. Y fue hasta que el omega y él volvieron al interior del castillo por otra entrada que notó a JiMin cargar con una pequeña canasta cubierta por un pedazo de tela.

JiMin atrapó al alpha mirado curioso la canasta y sonrió levemente cuando al hablar los ojos pequeños del hombre brillaron, justo como si albergara cientos de estrellas en su interior.

—Ah, hice una tarta de manzana.— JiMin balanceó levemente la canasta, para después alzarle poquito, el omega sonrió levemente y YoonGi subió sus cejas algo asombrado.

—¿Por eso tardaste?— JiMin asintió poquito y formó un mohín en sus esponjosos labios.

—Uhm, también demoré por lavar las papas. Tenía que terminar el trabajo que había comenzado.

YoonGi asintió en silencio mientras continuaban caminando a la par. —No tenias que hacerlo, sabes que no te corresponde trabajar aquí. Este castillo es tu residencia no es tu lugar de trabajo.

Algo dentro de JiMin se contrajo poquito ante las palabras del alpha. —Me gusta ayudar... siento que trabajando y cooperando soy recompensado por la vida.

YoonGi le vio profundamente por unos segundos, permitiendo que sus orbes grises se bañaran de la pura esencia del omega. Cayendo en cuenta que aquel joven era completamente diferente él, y a pesar de que era más que claro que más de una clase social les separaba, YoonGi sentía que sus valores eran más que distintos.

Él nunca había tenido que trabajar, fregar o limpiar algo, había nacido en cuna de oro y siempre le hacían todo, desde prepararle su desayuno hasta limpiar el desastre que llegaba a hacer. Lo único que tenía que hacer era ser relativamente refinado, bajar la cabeza y estudiar, ese era su deber. Seguir un protocolo correctamente para evitar que todos le miraran y señalaran.

Y en cambio JiMin... él se veía tan ajeno, YoonGi admitía que no sabía mucho de la vida del omega, pero por lo poco que sabía y comprendía es que antes de todo el desastre vivía una vida relativamente tranquila a las afueras de Seúl trabajando en el campo.

Eran tan distintos que asustaba; mientras uno recibía baños entre pétalos de rosa el otro buscaba no morir de hambre trabajando arduamente.

Sus miradas conectaron unos segundos antes de que JiMin apartara su rostro un tanto nervioso. Simplemente no podía mantenerle la mirada sin sentir cosas.

JiMin a los ojos de YoonGi lucía tan libre que le resultaba aditivo.

Y después de unos instantes, se encontraron ahí sentados sobre el taburete frente al piano susurrando bajito, con YoonGi mostrándole cómo tocar a JiMin. El azabache admitía que era un tanto extraño el hecho de que en esa misma sala en donde habían tenido contacto la primera vez, ahora se encontrarán susurrando bajito y sonriendo bobamente.

—Esta tecla es sol.— Los dedos de YoonGi se extendían por las teclas del piano, apretándolas bajo su tacto para que el omega pudiera distinguir su sonido. Los ojos pequeños de JiMin brillaron emocionados, con algo de timidez trató de seguir los mismos movimientos del alpha.

YoonGi sonrió bonito cuando JiMin pudo identificar todas las teclas en un tiempo bastante corto. —Te enseñaré a leer partituras, es bastante sencillo.

El azabache se levantó del taburete y caminó a una especie de librero de donde tomó una compilación de hojas. Volteó su mirada cuando escuchó al omega hablar.

—¿Desde cuándo sabe tocar el piano?— YoonGi hojeó las partituras entre sus manos mientras volvía a dirigirse al taburete en donde aún permanecía el omega sentado.

—Comencé desde que era niño. Desde que tengo memoria me recuerdo tocando este piano.— JiMin miró las manos huesudas del alpha colocar las hojas de la partitura en la tapa del piano, para después ver a los largos falanges recorrer las teclas del piano, acariciandoles por encima.

—Mi madre solía tocarme para calmarme, recuerdo que me sentaba en aquel diván y le veía tocar suavemente para mi.— YoonGi señaló con la cabeza el diván al lado del piano y sonrió levemente. —Un día simplemente comenzó a enseñarme el arte de la música y no pude evitar enamorarme de este viejo piano.

JiMin miró el perfil del alpha, viéndole sonreír levemente mientras seguía hablando del piano frente a ellos. Suspiró bajito cuando YoonGi giró su rostro levemente hacia él, viendo a los ojos gatunos lucir brillantes ante la anécdota.

YoonGi mentiría si no dijera que se sentía libre y ameno con JiMin, porque extrañamente encontraba un confort que no había experimentado con nadie. Era un calor particular que le hacia contraerse alegre.

Cuando su pálida mano cubrió a la más pequeña por sobre las teclas juró que ese pequeño tacto se sintió más que correcto, el contacto le resultaba tan embriagante y sublime... más bien, todo JiMin le resultaba embriagante.

Después de vagamente aprender a tocar el piano, el castaño se vio sumido en una horrible necesidad de complacer al hombre que estaba sentado a su lado. Como si su instinto le gritara que le agradeciera al alpha por ser tan dulce con él. Dios.

Oh, YoonGi sintió mariposas revolotear en su estomago cuando el omega con rostro colorado propuso comer la tarta que había preparado anteriormente. Y ¿Cómo negarse al encanto ajeno?

Realmente se sorprendió cuando vio al castaño sacar con sumo cuidado de la canasta aquel postre horneado, después le siguieron pequeños platos de porcelana y unas cucharas de plata. El pecho de YoonGi se calentó cuando cayó en cuenta de que el bonito omega había preparado todo eso para que ellos dos lo disfrutaran.

—Se ve muy bueno.— vociferó el alpha cuando el omega cortó pequeñas rebanadas, dejando que el rico aroma de las manzanas dulces llegara a las fauces del hombre. JiMin volvió a sonreír por enésima vez en el día cuando recibió halagos de sus habilidades en la cocina.

Y definitivamente YoonGi confirmó que el sabor era exquisito cuando le probó bajo la atenta mirada del omega que le veía escéptico en busca de una reacción. Sintió a sus papilas gustativas explotar ante el sabor dulce y hogareño, joder, era probablemente la mejor tarta que había probado en toda su miserable vida.

—Es demanda buena. Podría decirte que es la mejor tarta que he comido jamás.— YoonGi mientras comía y compartía un tipo diferente de intimidad con el omega, se preguntó cuándo era que había caído cautivado por el chico risueño delante de él.

Porque joder, sentía que le conocía desde hace mucho, justo como si supiera todo de él. Afirmaba que era la primera vez que sentía esa especie de conexión... era algo indescriptible.

Creía que le podía sentir de una u otra forma, su lobo reaccionaba agraciadamente cuando el contrario estaba cerca, y eso nunca le había sucedido.

¿Qué era esto?


Con una vela alumbrando su camino en ese oscuro y tortuoso lugar que desconocía en lo absoluto;respiró profundo para tratar de calmarse, y cuando sus manos dejaron de temblar tanto se dio un poco de valor de seguir caminando lentamente. Sus pies descalzos se deslizaron por sobre la alfombra que acolchonaba el ruido de sus pasos.

Joder, era más de media noche y él andaba deambulando por los pasillos buscando ese particular sonido. Paró en seco cuando volvió a escuchar un suave tintineo provenir detrás de una gran puerta.

Con algo de inseguridad tomó el picaporte bajo su mano y lo giró, haciendo que la pesada madera rechinara un poco ante el poco uso. Le abrió lentamente, dejando el espacio necesario para que su cuerpo delgado pudiera deslizarse dentro.

Cuando estuvo dentro de aquel espacio, alumbró con la poca luz que le daba la vela a medio acabar el espacio, divisando apenas cientos de libros y estantes. Había llegado a la biblioteca del castillo.

Con la boca entreabierta miró los cientos de libros ser expuestos, brincó en su lugar cuando volvió a escuchar ese pequeño tintineo similar al de una campana, alumbró a su izquierda, justo donde su instinto le decía que se hallaba el sonido.

Un nudo se instauró en su garganta impidiéndole respirar correctamente ante el miedo que experimentó, y es que estar solo en medio de una biblioteca enorme que desconocía en lo absoluto a mitad de la noche le ponía los pelos de punta. Tragó fuerte y en un momento de valentía caminó hacia el sonido que nuevamente se dejó escuchar en medio de la soledad.

JiMin sintió el sonido de su corazón bombeando fuerte en su pecho cuando no encontró nada en el pasillo en donde juraba que le había escuchado. Mordió su regordete labio y con algo de miedo volvió por el mismo pasillo. Deteniéndose cuando divisó a la luz lunar fugarse por entre los estantes y escaleras infinitas.

Y como si se tratara de una melodía, el sonido de la campana volvió a sus oídos, volviéndose un poco más fuerte. Juró que las piernas le temblaban por los nervios que sentía, y no ayudó mucho el que por arte de magia se cayera de un estante un libro grueso de tapa azulada.

Con la mano en su pecho ante el terror se quedó quieto al ver a la luz lunar alcanzar a acariciar con los suaves rayos de luz la tapa del libro aún tirado en el suelo. El tintineo y la curiosidad le demandaron recoger y revisar el libro.

Y con una lentitud abrumadora lo hizo, se hincó en el suelo y con su diestra recogió lentamente el libro. Sus cejas se fruncieron confundidas al ver el título del libro, con algo de incertidumbre dejó al porta velas al lado suyo y con manos temblorosas abrió las hojas del pesado tomo.

Las primeras paginas estaban llenas de mapas y cosas que no entendía, pero después de pasar un par de hojas se topó con una ilustración que le resultó tan familiar que dolió.

"Ve a buscarle."

—JiMinnie, despierta.— Se quejó cuando le volvieron a zarandear para que despertara, entreabrió los orbes y frunció su ceño ante la luz.

—Uhmp...— Taemin viró los ojos cuando el omega se sentó en el colchón y se talló fuerte los ojos tratando de apartar sus lagañas mañaneras. —Cámbiate y alístate, me ayudadas en algo importante.

JiMin asintió medio dormido y cuando despertó por completo ya se hallaba solo en su habitación alistándose para hacer no sé qué.

Mientras se peinaba reconoció un sentimiento extraño en su pecho, como si sintiera que estuviera olvidando algo importante. Sintió a su dedo arder levemente bajo la argolla que reposaba en su dedo y frunció las cejas confundido, se removió el anillo y abrió los ojos cuando sintió a sus recuerdos bañarle la conciencia como si se tratara de un balde de agua helada.

Se quedó tieso y boqueó cuando recordó nítidamente su sueño.

Mierda.

Se levantó del taburete del tocador rápidamente y con los ojos desorbitados reflexionó su sueño. ¿Podría significar algo?

—JiMinnie, apúrate, ya debemos de ir.

Tal vez después podría darle un hilo más correcto a su sueño misterioso...

No saben lo feliz que me ponen los comentarios y votos que dejan, AHHH los amo.

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