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PARTE 1

Todo empezó cuando tenía ocho años.

No había pasado más de un mes que los cumplió cuando su padre alfa se fue de la casa, abandonandolos por un amante escondido que tenía en algún lugar.

Sinceramente, Jungkook no recordaba mucho de esa situación pese a su edad. Tal vez los había bloqueado de su mente sin saberlo, quien sabe. Sin embargo, fue capaz de comprender la razón por la que escuchaba a Taehyung llorar en secreto. Y con cada día que pasaba el refrigerador se iba quedando vacío, el hambre gruñía en sus tripas y el agua potable se acababa.

No paso mucho para que Taehyung consiguiera trabajo en algún bar restaurante de Seúl. Aunque ya tenían un poco de dinero a la semana para comer dos veces al día, no siempre alcanzaba lo suficiente. Las horas extras fueron un tipo de bendición y maldición. Su padre omega también comenzó a llegar más noche, tan cansado y hambriento.

En esos momentos, Jungkook no se comportó como un buen hijo. En esos momentos, eran tan desagradecido que a veces quisiera volver al pasado y darse a si mismo un golpe en la cabeza.

Y es que, a pesar de no compartir un lazo sanguíneo con su papá omega, este se encargó de darle lo necesario, siempre protegiéndolo y alimentandolo como si fuera su propio cachorro, a pesar de solo haberlo conocido por apenas tres años.

Realmente fue un niño travieso y rebelde. Sin ninguna figura alfa paterna que le pusiera un autoritario alto, no supo medir los límites que no debía sobrepasar. Sin restricciones combinado con los daños internos que le dejo su padre, se dejó llevar, y las peleas con sus compañeros eran diarias. Raspones, golpes y cicatrices cubrían su piel.

Al menos dos días a la semana, solo cuando algún profesor se enteraba, Taehyung tenía que asistir a dirección. Estresado y agotado, recibía los regaños y críticas del director por la conducta de su hijo.

Y por más malo que se portará, su papá omega nunca le levantó la mano. Sereno y con un sonrisa, al llegar a casa le explicaba el por qué no debía portarse mal con los demás, incluso si sabía que Jungkook no seguiría sus consejos.

— Mi hermoso cachorro... — Murmuraba besando su frente o sus cabellos, provocando revoltosas mariposas en el estómago de Jungkook al recibir afecto, que a su edad, lo avergonzaba.

Los abrazos después de ello eran su parte favorita. El cuerpo de su papá lo envolvía. Y el rostro del alfa quedaba tan cerca de su cuello que era fácil olfatear el dulce olor del omega.

Esa etapa de maldad infantil no duró mucho. Conforme pasaron los meses, el alfa dentro de el estaba más feliz de complacer las peticiones de Taehyung que de pelear con sus compañeros. Queriendo verlo sonreír, olerle feliz.

En realidad, Jungkook no sabe cuál etapa fue peor.

Esa o la que siguió después de esa.

Un día lluvioso, se sentía tan solo que el alfa de once años decidió que prefería dormir en la cama de Taehyung y no en la de el. El omega, que siempre estaba demasiado cansado del trabajo para ser ese ejemplo de autoridad que necesitaba Jungkook, simplemente lo dejaba hacer.

Tal vez esa fue una de las tantas razones que desencadenó la cuestionable conducta que tomó el pequeño alfa a partir de ahí.

La falta del NO.

Taehyung simplemente no era capaz de decirle que no. No cuando el cachorro lo miraba con esos gigantes ojos redondos, siempre pidiendo por un SI.

Cuando Jungkook quería dormir arriba del omega, Taehyung apenas lograba decir algo en balbuceos adormilados. Apenas consciente del delgado cuerpo del pequeño alfa subir por su estómago y descansar la cabeza pelinegra en su pecho.

Algunas veces, cuando el omega estaba profundamente dormido, la curiosidad dominante despertaba en Jungkook. Por haber conseguido lo que quería, dormir con el, sus pequeñas manos toqueteaban el cuerpo de Taehyung sin ninguna mala intención más allá de querer dominarle, de decirle "te tengo, te gané". Inocentes instintos de alfa que iban despertando poco a poco, conforme se acercaba la madurez en el.

De tener un padre alfa que lo guiará en eso, habría satisfecho esa curiosidad en otras actividades impuestas por el que debía ser el alfa de la familia. Actividades tan fáciles de hacer para calmar ese instinto como juegos de carreras, saltos, u otras cosas que le dieran la emoción de ganar algo para aliviar su necesidad de tener algo suyo o haber sido el dominante.

Ese tipo de cosas que los padres alfas debían enseñarle a sus hijos. Pero ni Taehyung ni Jungkook tenían idea de cómo. El trabajo consumía tanto a Taehyung como para buscar en internet como criar a un alfa debidamente.

Tal cosa se volvió una costumbre que no tardó mucho para que Taehyung descubriera las constantes libertades que el joven alfa se tomaba con el.

Fue una noche en medio del sueño que comenzó a sentir cosquillas en sus piernas, como caricias que cepillaba su piel de gallina.

Al abrir los ojos con pereza, se topo con su hijastro al lado de su cadera derecha, y ambas manos tocando sus muslos. La mirada infantil atenta a la carne que lograba atrapar entre sus dedos.

— ¿Que haces, Gguk?

El alfa le contempló con los ojos en grande, sorprendido. Detuvo sus caricias unos segundos, más no pareciendo arrepentido. Entonces sonrió, encogiéndose de hombros sin responder, pues el pequeño ni siquiera sabía la respuesta.

— Deja de hacer eso — Susurró somnoliento el mayor. — Acuéstate a mi lado y duerme.

Frunció el ceño, Jungkook no parecía contento con la orden. Sin hacer caso y sintiendo la necesidad de darle a entender al omega que el era el que mandaba, se movió sobre el, pasando sus piernas delgadas a cada lado de la cintura de Taehyung.

— Jungkook, no... — Trató el omega de alejarlo, queriendo dormir cómodamente, pero el pequeño estiró su mano para tomar la mandíbula de Taehyung y la empujó a un lado, dejándole la vista libre del bonito cuello de su papá.

Jungkook no entendía la razón por la que ver el cuello desnudo del omega le gustaba tanto, pero no escarbo en la razón. Enterró su diminuta nariz en el y aspiro como le gustaba. El dulce olor del omega calmó su descontento, tranquilizandolo al instante.

Sin querer esforzarse en apartarlo, Taehyung le dejo dormir de esa forma, ignorando los dientes que rascaban inconcientemente su piel. Así pasaron muchas otras noches más.

Con catorce años recién cumplidos, los compañeros de Jungkook comenzaron a presentarse o bien, si ya tenían un rango desde nacimiento como el, les llegaba su primer celo.

Las feromonas de sus compañeros ya maduros sexualmente no le afectaban directamente, pero al estar cada vez más cerca de esa etapa, los aromas que apenas distinguía molestaban su nariz. Se pasaba la mayor parte del tiempo arrugando la nariz en la escuela.

Intentaba combatir esos olores con el suyo, pero al no presentarse su celo aún, su aroma seguía siendo el mismo que el de un cachorro. Leche.

Y eso no era nada contra los demás. su aroma era eclipsado rápidamente. El alfa en el se molestaba siempre que sus compañeros, oficialmente alfas, se burlaban rodeándolo con esos aromas amargos. Para Jungkook era imposible defenderse contra esos indirectos ataques infantiles.

Por lo que al llegar a casa, su instinto lo obligaba a marcar su territorio. Cuando su papá llegaba a casa, pasaba lo mismo. El omega vivía impregnado del aroma a leche con la que su cachorro marcaba su hogar.

Una gran señal de que su celo estaba acercándose con lentitud. Más ninguno se dio cuenta.

Taehyung no lo sabía. Desde pequeño vivió en una familia tradicional donde el omega dependía totalmente del alfa, así que tan cultos como eran, nunca se le explico los cambios de la adolescencia o lo que el experimentaría, lo que provocó que su primer celo fuera un desastre. Memorias que odiaba recordar a sus veinticinco años.

Tres años después de terminar la preparatoria, lo emparejaron con Jeon Mingui, un alfa de veintisiete, quien ya tenía una cría de otro omega en secreto, pero el chico murió a los tres años de que el alfa se casó con Taehyung y finalmente, con nada más que descaro, Mingui decidió revelarle tal cosa de golpe.

El omega castaño no tuvo el corazón de negarle una familia al pequeño Jeon. Con el tiempo, no hacía falta decir que ese matrimonio fracasó. Pero la relación de el con el cachorro que consideró su hijo, se fortaleció.

Ajeno a la señales de madurez, Taehyung no se molestó en preguntarle a Jungkook por qué siempre que llegaba a casa se colgaba a el como un koala. El aroma a leche parecía querer marcarlo tanto como podía. Tampoco se quejo, pensando que era normal a su edad.

Por las noches, también hubo otro imperceptible cambio. Ahora el pequeño alfa prefería dormir sin camisa ante el verano insoportable. Poco después de su preferencia al dormir, decidió que también quería que Taehyung durmiera de la misma forma.

Jungkook no respondió cuando el omega le preguntó entre divertido y dormido el por qué, concentrándose en quitarle el camisón de dormir.

De esa forma se la pasaba cuando Taehyung estaba en casa. Tan pegado a el que el mayor le llama garrapata en broma.

Por supuesto que, mientras más crecía, se desenvolvía en la sociedad. Su hobbie era jugar fútbol, y como al terminar sus deberes no tenía con quién distraerse, empezó a salir a la cancha del parque a unas cuadras de su casa. Fue ahí donde conoció a sus, en ese entonces, amigos.

Una tarde en ese mismo lugar, sus amigos quienes eran alfas de dos a tres años mayores que el, le llamaron entre risas. Al llegar, le mostraron cosas que nadie a esa edad debía ver.

Por primera vez, con quince años, Jungkook vió pornografía.

En la pantalla del celular que tenía su amigo beta sonriente, se reproducía un vídeo donde se miraban dos hombres desnudos besándose. El joven alfa quiso irse murmurando que no quería ver tal cosa, pero sus amigos no lo dejaron, tratando de convencerlo con excusas tontas.

— Un alfa de verdad ve esto, Jeon. No seas gallina. ¿O tienes miedo?

No queriendo mostrarse débil ante los grandes, el menor terminó aceptando.

El vídeo pornográfico mostró a un omega de rodillas, exponiendo su trasero al lente de la cámara. Jungkook vió un agujero brillante en medio de ese trasero. Observo con los ojos abiertos de par en par la forma en la que el alfa sacaba la misma cosa que el tenía ahí abajo. Miró como el hombre en el vídeo tomaba esa parte de su cuerpo y lo dejaba caer dentro de agujero brilloso del omega brutalmente.

El omega soltaba sonidos que revolvía el estómago del pelinegro.

— ¿Ves eso, Jeon?, así luce una puta necesitada. Así suena un omega que necesita un buen pene. Maldición —Gimió uno de sus amigos a su lado.— Mi padre dijo que cuando cumpla dieciocho va a llevarme a un prostíbulo para que joda al omega más caliente del lugar. Jodeeer, mira ese trasero, como una puta listo para recibir un nudo — Carcajea ante la cara perturbada de Jungkook.— Siempre que veas un omega así, métele la polla, Jungkookie, verás como lo disfruta. Pero bueno, ¿sabes que es una polla al menos? — Riendo, empujó con uno de sus hombros al más joven.

Al final del bochornoso vídeo, los pantalones de Jungkook apretaban con incomodidad. No siendo que carajos le estaba ocurriendo, simplemente se fue corriendo al baño cuando lo dejaron ir. Paso al menos una hora sentado en el retrete hasta que sus calzoncillos ya no lastimaron su... Pene.

Esa tarde, fue el inicio de muchas otras contaminando su mente. Tantas obscenidades que nunca debió escuchar. No de es forma.

Las primeras noches, había ignorado a su papá, tan avergonzado de haber visto lo que vio, temiendo un poco de que esté se enterará de tal cosa.

Jungkook finalmente le dijo que esa noche dormiría en su propia habitación, pero Taehyung, extrañado ante las actitudes secas de su hijo, le pidió que durmiera con el, pues ya estaba acostumbrado a tener otra presencia en su cama.

Aunque el joven alfa debatió internamente, se acostó aún lado de su padre, poniendo distancia entre ellos.

Más no sirvió. Al contemplar a Taehyung dormido, sin camisa más que unos shorts cortos de dormir, recreaba en su mente aquel vídeo.

El trasero del omega castaño era rendondo, notó tragando saliva. Esponjoso como el del vídeo. También lleno de carne. Tal vez igual que sus piernas. ¿Se sentiría igual?, pensó curioso.

Su mente ya expuesta a ese tipo de cosas estaba algo quebrantada. No luchó contra las ganas de tocar el trasero de su bonito papá como tocaba sus piernas. Lentamente bajo la cinturilla de los shorts para no despertar al omega. El trasero hinchado lucía tan suave que acarició fascinado siendo lo único que hizo.

Se preguntó si Taehyung tendría el mismo agujero que el omega del vídeo.

Con los días, las caricias aumentaron solo un poco. Una que otra vez sus dedos tocaban la línea que dividía ambas mejillas, colándose bajo la pijama del omega.

Cuando despertaban por la mañana, Taehyung notaba la mano extendida de su hijastro contra su trasero. En su mente, le restaba importancia pensando que no era más que un inocente accidente al dormir.

Pero evidentemente, llegó un momento en el que al fin, el omega le prestó la suficiente atención para notar tales comportamientos que estaban lejos de ser inocentes.

Se encontraba en la ducha, disfrutando del agua fría luego de una larga jornada de trabajo. Desnudo bajo la regadera, estaba terminando de quitar el champú de su pelo cuando la puerta del baño se abrió, asustandolo.

— ¿Jungkook?, ¿eres tú? — Interrogó apagando la ducha. Corriendo la cortina, asomó su cabeza, topandose con su hijo de pie a unos metros.

— Tengo que bañarme también, papá — Respondió con voz fría. El omega rió por la que pensó que era una broma para asustarlo, pero al verle bajar sus boxers, frunció el ceño confuso.

— Cariño, espera a que terminé. Si me hubieras dicho que tenías prisa, yo...

— No, está bien, papá.

— Espera, Jungkook, no...

Desnudo de arriba para abajo y mirando al suelo, Jungkook avanzó los cortos centímetros que los separaban y se metió a la regadera junto a Taehyung. Consternado, el omega balbuceo.

— Gukkie, ¡estoy desnudo!, ¿por qué no...

— Eres mi papá, ¿no puedo verte desnudo?

Los ojos de Jungkook estaban fijos en el cuerpo del omega. Dos botones hechos bolita en su pecho lucían lindos y parados. Relamiendose los labios, su corazón palpitaba irregularmente. Su padre olía demasiado bien.

Su papá era un omega hermoso.

Pero Taehyung corto su increíble vista al tomar la toalla y salir en cuestión de segundos de la regadera.

— No vuelvas hacer eso, cariño.

La próxima vez que tomó un baño, el mayor se aseguró de ponerle seguro al pomo.

Apretando los puños, Jungkook no estaba contento con tal cosa.

El tenía todo el derecho de ver lo que quisiera de su omega, fue lo que pensó.

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