Six
Una mano cálida subía y bajaba por su espalda. Se sentía tan maravillosamente, que temía que fuera un sueño, porque todos esos días habían sido como un sueño en donde iba y venía en ellos. Como si pisara nubes blanditas y esponjosas y se dejara caer.
Se acercó aún más a la fuente de esas caricias, apegándose hasta sentirse uno con ella y escuchó una risa ronca que lo hizo abrir los ojos.
Pestañeó un par de veces y fue que entendió. JiMin finalmente se dio cuenta que no había sido un sueño. Estaba entre los brazos del mismo Kim SeokJin... desnudo, ambos lo estaban.
--Se-señor Kim. Lo siento tanto...
--No, no lo sienta. Está bien. --el alfa le dedicó una cálida sonrisa.
--Yo creí que era un sueño.
--Yo también, hasta que desperté y lo tenía a usted entre mis brazos. La realidad era tan bonita como el sueño. --confesó el castaño y JiMin se sonrojó.
Nunca antes había estado tan cerca de un alfa como él. Se sentía tan extraño además de que el alfa había cambiado. Su piel, sus labios, su cuerpo, todo era muy diferente a lo que recordaba hace un par de días. Lucía mucho mejor.
--Hoy viene mi padre. --comentó el alfa sin dejar de acariciar al rubio. --Él espera que usted y yo hayamos...
--Lo sé, pero él no es quien para obligarlo. Vi cosas así muchas veces, ¿sabe? Padres que obligaban a sus hijos alfa vírgenes a tomar omegas, obligarlos a estar en ellos. Es horrible.
--Pero yo no soy virgen.
--Aún así señor, obligarlo no es lo mejor, doblega a su lobo y lo hace sentir inferior. Hágaselo saber.
SeokJin miró detenidamente el bonito rostro del omega. Acarició su rostro porque tocar la suave piel del omega se sentía bien, era lo correcto. JiMin había nacido para ser amado, retratado, adorado. JiMin era el omega más especial y diferente que había conocido. Su belleza física solo era reflejo de lo hermoso que era también por dentro. Su corazón noble, su humildad y su carácter lo hacían por lejos una verdadera joya.
Tomó entre sus dedos unos mechones rubios que tenía en el rostro y los quitó, despejando su rostro.
Park JiMin se sintió extraño y ya no podía culpar al celo. Su estómago vibró, pero no era de hambre. Era como si algo se hubiera arremolinado dentro de él. Como cosquillas, como electricidad. Una sensación nueva que no se había permitido sentir desde los diez años, cuando por primera vez sintió admiración por alguien más. Su mamá le explicó que así se sentía cuando te gustaba mucho alguien y supo lo que se sentía estar enamorado. Así se sentía, enamorado. Estaba enamorado de Kim SeokJin, prácticamente, su jefe o... su dueño.
La realización de todo esto le hizo poner los pies en la tierra. El rubio era prácticamente un esclavo, tenía dueño y una deuda que saldar, una deuda que jamás podría pagar.
--¿También lo siente? --la voz grave del alfa debido al sueño lo sacó de sus pensamientos abrumadores.
--¿... Sentir qué, señor? --JiMin trató de sonar desinteresado, en serio lo hizo, pero fracasó y el alfa sonrió ladino. Tomó su mano y la entrelazó con la de él en el aire y esa sensación de tener mariposas en el estómago regresó para volver a molestarlo.
--Eso. ¿Lo siente? Esos nervios en su estómago, yo sí lo siento. Ya había olvidado como se sentía, pero ahora es diferente, ya no soy un cachorro... --la voz calmada del alfa lo tranquilizó un poco.
--No me puedo dar ese lujo, señor. Tal vez usted sí, después de todo no tiene nada que perder.
SeokJin frunció el ceño.
--Usted no es una cosa, no es un objeto, señor Park. Solo quiero que sepa que mis sentimientos por usted son nobles. Jamás me aprovecharía de usted.
--Lo sé, señor, sé que sus sentimientos son nobles, pero, ¿qué puedo hacer con ellos? Su padre jamás permitirá que usted tenga algo conmigo, ambos lo sabemos. --le recordó con pesar. Su lobo entristecido, pues además, no fue anudado ni marcado, lo cual significaba que el celo fue en vano pues no habrían cachorros en su vientre.
--Mi padre hace mucho perdió el privilegio de controlar mi vida, Park JiMin. No soy un niño.
--Aún así. Él es poderoso y-
Un golpeteo en la puerta les interrumpió. JiMin se puso de pie de un salto y buscó algo de ropa para ponerse, al final se decidió por una bata, el alfa hizo lo mismo y luego abrió la puerta.
--Padre. Sabía que vendrías pronto.
--Sí, solo vine a corroborrar que todo estuviera bien por aquí. --El mayor le dio un vistazo a JiMin desde la puerta. El omega estaba sentado en la cama con la cabeza gacha, sus brazos entrelazados sobre su torso, buscando protección, sintiéndose vulnerable e insignificante.
--Tu primo lo quiere. Se lo llevaré la próxima semana. --soltó el mayor, apuntando con su mentón al omega rubio sentado como un ovillo sobre la cama.
--¿TaeMin? ¿Le llevarás a JiMin? --preguntó aturtido.
--Sí. Ya sabes cómo es él. Lo vió y le gustó. Solo será una semana, prometió tratarlo bien. --explicó con simpleza, dando a entender que no era para tanto. Un mero trámite.
--¡¿Estás jodido de la cabeza?! ¡No tocará a JiMin! --bramó el alfa menor, con ganar de agarrar del cuello a su progenitor.
El señor Kim miró a su hijo por un momento y luego sonrió.
--Así que estuvo bueno. Lo sabía. Le ví potencial apenas lo adquirí. Ya has compartido omegas antes con tu primo. Incluso en la misma habitación, ¿Cuál sería el problema ahora? --respondió aún calmado, mientras que a su hijo casi le salía humo por la nariz de la furia.
--El problema es que es JiMin, el omega que salvó mi vida, que lleva meses cuidando de mi, arriesgando su vida y se lo quieres entregar a ese hijo de puta. --espetó con molestia. Ya conocía a TaeMin y por lo mismo hace años que no compartía con él, pues si una pareja de cama le decía "no", SeokJin simplemente se detenía. Su primo no. Ni aunque le suplicaran.
--TaeMin es familia, Park es un desconocido.
--Es un desconocido que pudiendo ignorarme, eligió salvarme. ¿Le vas a pagar de esa manera?
--Fue comprado para esto, ¿o acaso te encaprichaste porque te supo apretar bien?
--¡No tuvimos sexo! --exclamó frustado. --Él sigue siendo virgen y lo seguirá siendo hasta que él así lo quiera.
El hombre entró a la habitación enojado y tomó del brazo al rubio de manera brusca.
--¿Es eso cierto? --exigió y el rubio soltó un quejido por el dolor en su brazo.
--S-sí, señor. --dijo entre sollozos.
--¡Suéltalo!
--Aaah, mierda. --el hombre se quitó el sombrero, peinó con los dedos de su mano libre su cabello y luego volvió a colocárselo. --Bien, hablaré con tu primo. Te recomiendo follarlo pronto o seré yo mismo quien lo haga, para eso fue comprado principalmente.
--Lo tocas y te rompo el cuello...
Su padre lo miró impresionado por un momento y luego relajó su semblante.
--Voy a obviar tu pequeña amenaza. Ya sabes lo que pienso de omegas como él.
--Papá, detente o en serio olvidaré que eres mi padre.
--Y yo que eres mi hijo. Te doy un mes para que lo hagas y por lo que veo, tenía razón, mejoraste mucho. Hasta maldices y amenazas fluido ahora.
--¡Lárgate! --bramó SeokJin.
El hombre dio una última mirada al omega quien lloraba en silencio y salió. SeokJin se acercó y cerró de un portazo.
El omega solo se dejó caer al suelo. Nunca se había detenido a pensar qué tan poco valía su vida, porque aunque lo compraron caro, seguía siendo un ser miserable en la tierra incluso desde su patético nacimiento. Debía recordarlo, era bueno comenzar pronto, pues lo había olvidado.
Se había esforzado tanto, meses sin dormir, estudiando, aprendiendo nuevos idiomas, resolviendo casos clínicos, tratando de superarse, ¿para qué? Para finalmente ser vendido como mercancía de lujo y entregado a otros alfas, quizás hasta cuándo.
--JiMin... --susurró el alfa al oler su amargura.
--¡No! No se involucre o será peor para mí. No solo estoy arriesgando mi futuro. Mi madre también corre peligro. --El limpió sus lágrimas con las mangas de su bata. --Estoy seguro de que más de la mitad de los negocios de su padre no son lícitos y además si usted hubiese muerto, de todas maneras me habrían entregado a su primo o a quien sea.
--Mi padre nunca había comprado un omega antes. Yo no logro entender por qué hace esto. Sé que no lo trajo aquí para... bueno, eso que dijo.
--Pero puede, por eso lo hace, como todo alfa retrógrado. Porque aquí hay alguien que quiso asesinar a su propio hijo bajo sus narices y todavía no sabe quién es. Así demuestra su poder sobre alguien más débil. No enfrente a su padre por mi, no vale la pena.
--Claro que la vale, Park JiMin. Claro que jodidamente la vale. --el alfa tomó sus manos aún atormentado. --Usted es valioso, para mí lo es, como ningún otro omega que haya conocido nunca. Haré lo que esté a mi alcance para cuidar de usted y protegerlo, aunque me tenga que enfrentar a mi propio padre.
JiMin lloró aún más. Cubrió con sus manos su rostro y sollozó con dolor.
--No llore. Venga. Démonos un buen baño. Se lo debo... Podríamos salir, con su madre, sacarla a comer y tal vez tomar un helado y pasear.
--No sea tan bueno, todo será más doloroso si lo es.
--Es que usted no comprende. Mi lobo nunca había querido tanto a un omega como a usted. Nunca, ni siquiera a mi última prometida. Por eso yo actúe así. Para mi y mi lobo solo eran cuerpos, fáciles de tomar y eliminar. Desechables. Ninguno se me fue negado y tampoco los busqué mucho, al contrario, ellos venían a mí y se entregaban, muchas veces esperando algo de mi que jamás podría darles, pero usted...
«A usted lo conocí en la inconsciencia. En la soledad. Cuando por mucho tiempo todo parecía oscuro. Lo primero que pude ver luego de mucho, mucho tiempo fue a un pequeño lobo blanco, quien acurrucó al mío y lo cuidó. Y luego desperté y ese lobo, el mismo que me ayudó a despertar estaba a mi lado. Era usted, es usted. --dijo con suavidad cada palabra.
Y JiMin lo besó, saboreando la sal de sus propias lágrimas en sus labios. Un beso corto, pero que les trajo algo de calma entre tanta tempestad.
--Tengo mucho miedo. --dijo en un puchero el rubio.
--Lo cuidaré.
--Y si me lastiman.
--Lo defenderé.
--Y si muero.
--Moriré con usted.
--Sea sensato. Por favor.
--¡JiMin! Hablo en serio. Me haré responsable de usted. Se lo juro. --el alfa besó sus manos con devoción. --Mi papá omega salvó a mi padre. Él le donó un riñón, apenas se conocían y él se enamoró. A el lo asesinaron. Murió en los brazos de mi padre.
--Lo siento tanto.
--Yo era un cachorro. Ese día los perdí a ambos. Sé que mi padre me salvó solo porque soy lo único que le recuerda a papá, sin embargo, mi padre jamás volvió a ser quien era. --Acarició las rosadas mejillas de omega y sonrió. --Escúcheme bien. Voy a hacer lo que sea necesario para cuidar de usted. No me importa enfrentarme a mi padre a mi primo o a quien sea. Se lo juro.
--Agradezco mucho su invitación, joven Kim. --expresó la señora Park con voz serena, casi un susurro.
--Oh, con JiMin lo habíamos planeado hace unos días, pero debía esperar la autorización de mi doctor. Ahora puedo salir y hacer mis cosas cotidianas de manera normal. Solo debo hacer un par de terapias y en unos cuantos meses volveré a caminar sin ayuda de estas cosas. --señaló sus muletas. Era eso o usar un bastón. Optó por lo primero, no quería usar un bastón, se sentiría un abuelo.
--Me alegro por usted, joven Kim. Mi hijo siempre me cuenta sobre usted. Incluso cuando estaba aún dormido lo hacía.
--Eomma... --dijo el omega avergonzado.
--Son solo verdades, hijo y me alegro que se tengan a ambos. A JiMin solo le falta un año para... --la mujer suspiró. Miró a su hijo y tomó su mano. --Hijo, hice todo lo posible.
--¿Eomma? ¿A... A qué te refieres?
--Ya no hay nada qué se pueda hacer. Los últimos estudios indicaron que tengo metástasis en el cerebro, en un pulmón, en mi páncreas e hígado. Me dieron solo tres meses, mi cachorro. --soltó la mujer de repente. SeokJin la miró asustado y luego dirigió su mirada al omega a su lado.
--No... eso no es cierto. Yo... pagué, pagué mucho dinero y ellos... --Su voz se quebró y un quejido liberó sus labios, pero se aclaró la garganta intentando controlar su miedo, aunque su aroma delataba su estado de ánimo. --Ellos dijeron que habían muchas probabilidades de que el tratamiento funcionara. No. Visitaremos otro médico, iremos por otra opinión. --Determinó, no obstante su madre negó con la cabeza.
--Cachorro, basta. Estoy cansada. No quiero. Ya no quiero seguir.
--¡No sabes lo que dices! --exclamó, su voz volviendo a romperse.
--Claro que lo sé. JiMin-ah, esto no es vida. Mi cuerpo ya no lo resiste. --su madre tomó su mano y la apretó con todas sus fuerzas. --¿Sabes cuántas drogas tuve que tomar solo para poder lucir bien hoy? ¿Me harás pasar por eso otra vez solo por tu egoísmo, cachorro mío?
--Eres todo lo que tengo. ¿Por qué quieres dejarme? No me dejes... --le rogó y SeokJin no pudo evitar soltar sus lágrimas también. No se esperaba eso, para nada. No después de lo que Park había hecho por ella. Por amor a ella. Y es que el también habría hecho lo mismo por su papá, el dulce omega que nunca dejó de contarle cuánto lo amaba.
--Tienes a tu alfa ahora. --dijo la mujer mirando con calidez al alfa.
--Él... él no...
--Lo seré. Señora Park, le prometo que siempre cuidaré de él.
--¡No! No se meta, señor Kim. No haga promesas, por favor... --Rogó desesperado.
--JiMin, bonito... --le llamó y el omega lo miró con súplica en sus ojos. --Yo no pude despedirme de papá. No pude decirle cuánto lo amaba. Y lo necesité, ¿sabe? Por la Luna que lo hice. Era apenas un cachorro, un niño. Usted ha podido disfrutar de su madre y ahora puede darle una despedida digna. Cuidar de ella los días que hagan falta. Aprovechar el tiempo. Hágalo.
JiMin sintió que moría de dolor. Su lobo aulló dentro de él. Su aroma lleno de amargura.
--No puedo. No... no puedo sin ti, eomma...
--Podrás. Podrás como siempre has podido con todo. Eres tan fuerte y valiente. Te admiro tanto. Debiste ser un alfa. --bromeó entre lágrimas ahogadas, mientras su hijo se aferraba a su cuerpo. --No permitas que nadie te pisotee, amor. Yo te cuidaré siempre desde las estrellas. --Prometió la mujer, besando sus cabellos dorados.
La mujer miró al alfa y con sus miradas ambos prometieron cuidar de él. Uno desde la tierra, el otro desde lugares desconocidos.
Park JiMin llegó a la casa Kim como un alma en pena. Odiaba ese lugar. Sus esfuerzos habían sido inútiles. Algunas personas, siempre que lo veían deambular por la gran mansión, lo miraban con recelo y hasta odio infundado y además estaba el señor Kim que no sabía qué quería de él. Sin embargo, aquella tarde cuando lo vieron llegar, deshecho en lágrimas e hipidos, con sus ojos rojos e hinchados y con su aroma amargo, nadie dijo nada. Nadie pensó nada. Él tampoco saludó cordial como solía hacerlo, a pesar de las miradas desaprobatorias. Simplemente, llegó a la habitación que aún compartía con el alfa entre tambaleos, abrió la puerta de su armario, acomodó un par de prendas de él y SeokJin y por primera vez hizo un nido.
El alfa no dijo nada, solo lo dejó hacer lo que su instinto le pedía y cuando lo vio hacerse un ovillito, cerró la puerta con cuidado.
Llegó hasta el despacho de su padre y golpeó la puerta antes de abrirla y entrar. Dejó las muletas a un lado y tomó asiento frente a él mientras este revisaba algunos documentos.
--¿Qué le pasó al chico? --preguntó con un puro cubano entre los dientes.
--Su madre. El tratamiento no funcionó. Le dieron tres meses de vida.
--Mierda. Lo siento.
--No. No lo haces. No lo sientes. --espetó entre dientes el menor de los alfas.
El hombre simplemente se encogió de hombros y prosiguió en lo suyo.
--Lo compraré. --dijo SeokJin luego de una pausa.
--Que cosa.
--Ninguna cosa. Te compraré a Park JiMin.
El hombre al fin alzó la vista, lo miró por un momento y luego sonrió ladino.
--No seas estúpido. --dijo negando.
--¿Cuánto pides por él? --insistió el menor.
--No sigas, SeokJin.
--Eres un hombre de negocios, ¿no? Entonces, ¿cuánto por el omega, padre? --reiteró.
--150.000 dólares, eso fue lo que me costó.
--Hecho. --aseveró sin dudar.
--No tienes esa cantidad. --dijo negando con la cabeza.
--Claro que la tengo.
--Yo mismo vacié tus cuentas, mocoso.
--Excepto una, padre. Papá siempre tan astuto. Tal vez él sabía que si algún día moría serías todo un hijo de puta con su propio hijo.
El alfa apretó sus puños y liberó un poco de sus feromonas amargas ante la mención de su primer amor, para luego suavizar su expresión y hasta sonreír.
--¿Y si tuviera una oferta mejor?
--¿A qué te refieres?
El hombre se puso en pie y rodeó el escritorio. Abrió la ventana y dejó entrar la brisa fría de la noche.
--Cuando conocí a Park JiMin me encontré con Dohyung. ¿Lo recuerdas? Eras muy amigo de su hijo menor. Bueno, resulta que está desesperado. Ningún omega quiere acercarse a su hijo, pero él es buen muchacho solo que...
--No puede engendrar. Es un secreto a voces, todo el mundo lo sabe.
SeokJin miró con recelo a su padre, quiso leerlo, pero jamás podría contra ese imponente hombre o eso es lo que pensaba.
--Así es. --Prosiguió el mayor, apagando el puro en el cenicero de cristal. --El chico sería una excelente opción para Park y viceversa. Te aseguro que solo te cobraré 50.000 dólares por su libertad, pero no tú. No quiero que mi hijo se enlace con un omega subastado en un burdel. Todo nuestro círculo tiene conocimiento de esto. Por el contrario, la señorita Kang está muy dispuesta a comprometerse contigo en matrimonio. Creo que es un buen trato.
--Maldito bastardo. --escupió SeokJin con rabia.
--Sé que lo quieres para ti, he visto como lo miras y por lo mismo lo he reconsiderado, cachorro. No es un mal omega, es solo que sus orígenes son dudosos. Quizás con quién se involucró su madre. De solo pensarlo me da repelús. Es la única oferta que te haré y recuperaré mi inversión. Dohyung me pagará 100.000 dólares y todo seguirá su curso. Piénsalo, hijo. --negoció el hombre de mayor experiencia.
SeokJin quería en serio golpear a su padre. Antes sentía admiración y respeto por él, hasta que descubrió muchos de sus negocios ilícitos y jamás quiso involucrarse, incluso su propio papá omega le hizo jurar al hombre que nunca metería a su hijo en esos negocios y él cumplió. SeokJin a pesar de todo, estudió y se capacitó. Y sólo estando a meses de casarse ocurrió lo del envenenamiento.
--Hablaré con Park. --dijo sopesando su realidad. No podía pensar egoístamente, lo hablaría con el omega, no podía dejarlo desamparado, aunque tuviera sentimientos por él rubio.
--Te daré una semana para que lo pienses. Mantenlo virgen. El precio dependerá de eso. Es lo único que pidió Jeon Dohyung para su hijo JungKook.
El alfa asintió y salió del lugar tomando sus muletas. Caminó envuelto en una nube negra y de alguna manera deseó no haber despertado nunca.
--¿Cómo ha estado, joven SeokJin? --una voz dulce lo sacó de sus cavilaciones.
--Oh, ChaeYi, hace mucho no te veía.
--Quise ir visitarlo, pero el chico rubio ese no me lo permitió. --expresó la omega con tristeza.
--JiMin solo hacía su trabajo...
--Está bien. Eso no importa. Qué gusto verlo de nuevo. --dijo sonriente. --Creí que... Tuvimos mucho miedo, ¿sabe? Me alegro que se haya recuperado. Espero verlo más seguido.
--Así será, Yi. Buenas noches.
--Buenas noches, señor, que descanse.
Continuó su camino hasta llegar a la habitación que compartía con Park y fue interceptado por la enfermera Im.
--Buenas noches, señor Kim.
--Buenas noches. --se detuvo. --Espere. Le quería agradecer por los supresores que nos dejó aquella noche. Fueron de mucha utilidad.
--¿Supresores?
--Sí. --SeokJin se rascó la nuca avergonzado. --Usted los deslizó por la puerta y bueno-
--Señor Kim, yo no lo hice. De hecho, esas noche tomé píldoras para dormir porque sufro de insomnio y por fin podría dormir una noche entera.
--Entonces, ¿Quién...?
--No lo sé, pero le puedo asegurar que no fui yo. Que descanse, señor.
--Igualmente, señorita Im.
SeokJin entró a su habitación y percibió la amargura en el ambiente que provenía desde el armario.
Abrió con mucho cuidado la puerta y lo vio, aún hecho un ovillito. Todavía sollozaba y él sintió su pecho y garganta doler.
--¿JiMinnie?
El mencionado alzó la vista y al reconocer al alfa extendió la mano. Al verlo así, tan frágil, tan destrozado él también se rompió un poco.
Dejó sus molestas muletas caer a un lado y entró y se acomodó como pudo dentro del armario hasta abrazarlo y apretarlo contra él.
--¿Confía en mí?
El omega suspiró contra su pecho y asintió. --Lo hago.
--Haré lo que sea para salvarlo, como usted hizo conmigo. Me aseguraré de que viva hasta el último día de su vida con una sonrisa en su bonito rostro. Eso se lo aseguro. --Juró.
Park JiMin lloró otro poquito hasta que finalmente se durmió.
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