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Capítulo dos

El día que decidió formar una familia con esa hermosa e inteligente mujer, se había prometido a sí misma que le daría el mundo entero.

Era una meta poco realista considerando la situación de ambas. Fue demasiado difícil construir una cabaña donde dormir, lejos del pueblo donde cualquier persona podría hacerles daño. Fue difícil conseguir más alimentos de los que tenían en el huerto atrás de la pequeña cabaña. Fue difícil incluso conseguir ropa, fue difícil conseguir cosas tan básicas que cualquier pueblerino, por muy pobre que sea, poseía.

Pero lo estaban manejando, lo estaban haciendo funcionar. No importaba si todo el mundo estaba en contra de ellas, porque al final del día, se tenían la una a la otra.

Y llámenla una bebé, pero Hansung realmente sentía que tenía el mundo de su lado si Jibeom estaba a su lado.

Y cuando Jibeom quedó embarazada, le había dicho a Hansung que no tenía que darle el mundo entero, porque para ella, Hansung era su mundo.

Y cuando BeomGyu nació, cuando el llanto del bebé se estrelló con los gemidos doloridos de Jibeom, el corazón de Hansung se rompió. Sus ojos se humedecieron de emoción, el pequeño en sus manos era tan diminuto pero lloraba tan fuerte, sus pulmones asegurándole que esa voz dominaría el mundo algún día. La cabaña, fría y aislada, se llenó del eco de su primer aliento.

Hansung no sabía cómo contener su propia angustia mientras Jibeom luchaba con las contracciones finales. No sabía cómo calmar la mirada de dolor en los ojos de su amada mientras empujaba con cada fibra de su ser. Y tampoco sabía cómo manejar el miedo de que algo pudiera salir mal sin ayuda médica. Pero tenía que ser fuerte. Por su omega. Por su hijo.

Las manos de Hansung temblaban mientras limpiaba al recién nacido con un paño húmedo. Cada tanto, dejaba besos suaves en la frente sudorosa de Jibeom, quien yacía completamente derrotada, su cuerpo exhausto después de horas de trabajo de parto sin ningún analgésico. Los gemidos de Jibeom se mezclaban con el goteo constante del agua y el llanto insistente de BeomGyu, creando una sinfonía de vida en medio de la soledad de la cabaña.

Y en algún momento, el pequeño bárbaro BeomGyu dejó de llorar, tal vez cansado de poner de los nervios a su mami. Jibeom lo puso sobre su pecho, sorprendida de lo pequeño pero gordito que era su hijo. Sintió el calor del pequeño cuerpo contra el suyo, una conexión indescriptible que le hizo olvidar, aunque solo fuera por un momento, todo el dolor que había soportado para traerlo al mundo.

Para traerlo a este horrible mundo.

—Lo hiciste muy bien, amor.

La voz de Hansung fue suficiente para hacerla llorar de nuevo. Tenía miedo, demasiado. No sabía cómo lograría tener leche suficiente para este pequeño glotón si ella no podía alimentarse bien teniendo en cuenta lo limitado que era su almacén. No sabía qué ropa le pondría cuando el pequeño creciera más; en los primeros meses los bebés crecían demasiado rápido. Y luego, ¿cómo podría costear las necesidades de su hijo en una sociedad que las rechazaba? ¿Cómo encontraría a alguien dispuesto a cuidar de BeomGyu cuando ella no pudiera estar cerca?

Llevarlo a la escuela parecía una tarea imposible también. ¿Quién podría matricularlo sin que se lo negaran por ser hijo de brujas? ¿Cómo protegería a su hijo del acoso y las burlas, de los otros niños que lo llamarían monstruo y de los padres que exigirían su expulsión? ¿Qué haría cuando los maestros lo trataran de manera injusta o cuando la administración se negara a ayudarlo?

Y, Dios, por favor, Dios, ¿cómo manejaría las noches en las que BeomGyu volviera a casa llorando, preguntando por qué todos lo odiaban?

¿Y si algún día los aldeanos encontraban su hogar? ¿A dónde irían entonces?

¿Qué pasaría si algún día BeomGyu, con toda la inocencia de un niño, intentara hacer amigos y fuera rechazado una y otra vez? ¿Cómo lidiarían con su corazón roto cuando descubriera que el mundo era injusto y cruel simplemente por ser quien era? ¿Cómo explicarían las miradas de odio y los susurros a sus espaldas cuando caminaran por el mercado, cuando intentaran vivir una vida lo más normal posible?

Y mientras pensaba en todo esto, la imagen de BeomGyu creciendo en soledad, sintiéndose siempre fuera de lugar, siempre temiendo por su seguridad, la abrumaba. No sabía cómo enfrentaría los días en los que el pequeño les preguntara por qué eran diferentes, por qué la gente los trataba con tanto desprecio. No sabía cómo encontraría las palabras para consolarlo cuando sintiera que el mundo estaba en su contra.

Cada uno de estos pensamientos la golpeaba como una ola de rabia, arrastrándola más y más en el mar de la incertidumbre y el miedo. Jibeom no sabía cómo ocultar la tristeza en sus ojos cuando pensaba en el futuro. No sabía cómo le explicaría a BeomGyu que sería diferente a los demás niños, que su vida estaría marcada por prejuicios y desafíos que no merecía.

Pero en ese momento, todo eso debía ser distante. Lo único que importaba era la pequeña criatura en sus brazos, su hijo. Hansung se inclinó para besar suavemente la cabeza del bebé, sus labios temblorosos al tocar la piel delicada. Jibeom, a pesar de su agotamiento, sonrió al ver lo torpe que actuaba Hansung, casi le recordaba a la primera vez que se dieron un beso en la mejilla.

—Lo haremos bien, Jibeom. Te lo prometo —susurró Hansung, sus palabras llenas de una determinación feroz a pesar de las temblorosas manos que intentaba ocultar.

Jibeom asintió, aunque las lágrimas seguían cayendo. Sabía que el camino por delante no sería fácil. Sabía que enfrentarían desafíos inimaginables. Pero también sabía que no estaban solas. Tenían una a la otra y, ahora, tenían a BeomGyu.

Los primeros días después del nacimiento fueron un torbellino de emociones. Hansung hizo todo lo posible para mantener la cabaña cálida y segura, mientras Jibeom luchaba por recuperarse y aprender a amamantar. El llanto de BeomGyu nunca las dejaba.

Había momentos de puro terror, como cuando BeomGyu se atragantó durante una de sus primeras tomas, su pequeño rostro poniéndose rojo mientras Hansung y Jibeom intentaban desesperadamente calmarlo. Había momentos de agotamiento absoluto, cuando Jibeom sentía que no podía seguir adelante, sus fuerzas flaqueando mientras su cuerpo seguía adaptándose a su nuevo rol de madre.

Pero también había momentos de pura felicidad. Momentos en los que BeomGyu dormía plácidamente en los brazos de Hansung, su pequeña mano aferrándose a uno de sus dedos. Momentos en los que Jibeom observaba a su hijo y sentía una ola de amor tan poderosa que parecía que su corazón iba a explotar.

Y cuando BeomGyu, un pequeño llorón de dos meses, sonrió por primera vez al mirar sus rostros, Jibeom y Hansung se hicieron una promesa.

No permitirían que BeomGyu sufra, no permitirían que el mundo estuviera en contra de BeomGyu.

De la manera más egoísta y codiciosa, le entregarían el mundo entero a su hijo.

Entonces, actualmente, BeomGyu supone que el mundo entero del que hablaba su madre era este: un omega que lo hostiga con un aroma extremadamente dulce, que lo mira con suficiente rencor pero con la necesidad primitiva. El mundo, su mundo, es SooBin. Y el poseer el mundo entero, significa poseer a SooBin y volverlo su omega.

Casi debe aguantar las náuseas.

Antes, cuando tenía trece años y se había presentado como un alfa, no entendía por qué no podía sentir ningún cariño por SooBin. SooBin era frágil y en ese momento era más pequeño que el alfa. SooBin también poseía una personalidad dulce y aroma suave, siempre necesitando la atención de BeomGyu encima suyo, siempre buscando la aprobación del alfa.

Pero en lugar de desatar algún instinto protector en BeomGyu, solo lo irritaba más y más.

¿Había algo mal en él?

¿Por qué no podía actuar como un futuro rey alfa y proteger a su futuro omega?

¿Por qué no podía dejar de pensar en ese pueblerino con ojitos de ciervo?

¿Qué era lo que lo atraía tanto de esos ojos grandes y llenos de ambición?

¿Por qué cada vez que miraba a SooBin solo veía expectativas y obligaciones, mientras que cuando pensaba en el pueblerino sentía una libertad inexplicable? ¿Qué le impedía sentirse orgulloso de su futuro omega, de la posición que ocuparía a su lado? ¿Por qué su corazón latía descontroladamente cuando recordaba el tímido sonrojo del pueblerino al mirarlo?

¿Por qué, en medio de sus pensamientos sobre el reino y sus deberes, su mente siempre volvía a ese lugar humilde? ¿Por qué no podía sacarse de la cabeza esos momentos furtivos de miradas compartidas con ese lejano castaño, como si fueran secretos solo suyos? ¿Qué lo hacía dudar de todo lo que se suponía debía ser y hacer?

¿Por qué no podía simplemente ser el alfa que todos esperaban? ¿Por qué, en vez de sentir la carga del trono, sentía un vacío que solo llenaba con pensamientos anhelantes de ese omega? ¿Qué había en esos ojos de ciervo que lo hacía cuestionar su propio corazón?

¿Por qué no podía amar a SooBin como debía? ¿Por qué, a pesar de todos los intentos de ser el alfa perfecto, se sentía atrapado, anhelando algo más, algo diferente? ¿Qué demonios estaba mal con él, que no podía aceptar su destino sin reservas?

¿Por qué no podía ser un buen alfa?

—N-no sé qué hacer-

—¡Solo márcame y vete!

La mirada de SooBin está vidriosa, casi parece estar perdiendo la conciencia sobre sí mismo, su cuerpo caliente a niveles abrasantes. Si BeomGyu fuera un buen alfa, estaría babeando por la idea de follar al omega y llenarlo de sus crías. Este celo no es tan diferente de los anteriores, como había predicho YeonJun. SooBin sigue oliendo a vainilla, extremadamente hostigante, su presencia sigue siendo una mezcla embriagadora de necesidad y repulsión, una dualidad que solo un omega en celo que lo odia tanto podría manifestar.

Cuando recién recibía sus primeros calores y BeomGyu estaba obligado a pasarlos con él (porque el señorito SooBin era demasiado joven para los alfas de apoyo), SooBin solía mirarlo con deseo, sus ojos brillaban con una lujuria inocente. Lloraba para que lo tocara, y cualquier roce lo convertía en un desastre necesitado. Era como un ángel de rodillas a los pies de BeomGyu, con la voz quebrada en gemidos desesperados, una súplica continua por alivio.

Pero con el paso del tiempo y el constante rechazo del alfa, las cosas cambiaron. El claro desinterés de BeomGyu y sus repetidos rechazos hacia los esfuerzos de SooBin por agradarle, lo transformaron. SooBin dejó de mirarlo con esa mezcla de adoración y deseo. En lugar de eso, sus ojos adquirieron un brillo frío. La necesidad seguía ahí, pero ahora estaba teñida de resentimiento.

Con el tiempo, SooBin dejó de desear ser el mejor omega para BeomGyu y comenzó a desear ser su peor pesadilla. Cada rechazo, cada desplante, alimentaba su odio. Y ahora, en medio de este celo que los unirá, esa mezcla de necesidad y odio lo hace aún más irresistible y aterrador. BeomGyu, ciego a todo menos a su propio orgullo, no puede ver el peligro que se cierne sobre él. SooBin ha cambiado, y esa transformación es lo que lo hace tan intensamente atractivo y peligroso.

—Lo haremos bien —murmuró el alfa entre dientes, tratando de sonar firme y tranquilizador.

Pero esa solo es una promesa vacía, una que SooBin debe de aceptar a la fuerza, a pesar de que preferiría morir. Supone que este es el destino que le ha tocado, con el alfa que le han asignado.

Y BeomGyu supone que este es su mundo y por el que sus madres lucharon.


Nota de autora:

El próximo capítulo tendrá tal vez un poco de contenido delicado a base del rechazo hacia el tacto, ambos están obligados a ese deber pero no hace que se sienta menos terrible.

Espero que les esté gustando NO ES TAN PESADO les prometo que habrán momentos bonitos oki denle tiempo a la historia 😿

¿Debería de cambiar el ship principal a algo más general? O sea es YeonBin pero la historia de BeomGyu es igual de importante y también habrá enfoque en él 😿 equis eso

Y voten que ya tengo los caps medio escritos pero debo comprobar que una cierta cantidad está al día con la historia para actualizar, jiju, YA SALGO DE EXAMENES FINALES (aún no comienzan pero técnicamente ya estamos terminándolos). Baaaai los veo pronto muak

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