four
Jennie se encontraba siendo revisada por un doctor.
Ella había dicho que se encontraba bien, pero Lisa insistió en que le hagan estudios para ver si no tenía un hueso roto o algo que necesitará medicación, pero el doctor le dijo que estaba bien y que solo era golpes superficiales.
No era nada de que preocuparse.
— ¿Por qué lo hiciste? — Preguntó con curiosidad Jennie. Estaba siendo acompañada a su casa por Lisa.
— ¿Me creerías si te digo que cuando te escuché así, aterrada, solo tuve ganas de protegerte. — Lisa miró de reojo a Jennie, quien la miraba con curiosidad.
Jennie se encogió de hombros.
— Supongo que sí. — Sonrió en su interior. — Cómo algún día seré tu Omega...
Solo lo dijo para molestar a la más alta, algo que claramente funcionó.
— No te burles. — Pidió Lisa, mientras que se detenía en la entrada de la casa de Jennie — Y serás mía... algún día.
Jennie rodó los ojos, divertida.
—No puedo esperar a que ese momento llegue— Comentó Jennie con sarcasmo, sacándole una sonrisa a la más alta.
— Ni yo. — Vió como Jennie se iba alejando de ella, acercándose cada vez más a su casa, cuando algo en ella la hizo reír —: Oye ¿No preferirías ir a dormir a mi casa? Esto no parece seguro.
— Nada es seguro para ti. — se acercó a la castaña. — Pero sí, acepto la propuesta.
Caminaron y caminaron, hasta que, a lo lejos, Jennie pudo visualizar una mansión que supuso que era la "casa" de Lisa.
No preguntó ni dijo nada cuando, al entrar a la enorme mansión, pudo ver toda la elegancia que el lugar emanaba con tan sólo echarle una hojeada.
Cuando entró por completo (seguida de Lisa) pudo ver algunos cuadros que cuando Lisa era bebé, y le dio risa al ver aquellas orejas especiales que la alfa tenía cuando apenas era una tierna e indefensa bebé.
Lisa iba a decir algo, pero un grito desde las escaleras hizo que cualquier sonido entre ellas dos se callara.
— ¡¿Dónde habías estado, Alfa mal nacida de mierda?! ¡Al menos avisa si vas a salir! ¡Si no hubiera sido por...! — Rosé se detuvo al ver a la pequeña Omega parada en la sala, viéndola con total diversión. La cara de Rosé cambio de enojo a perversión. — ¿Así que al fin tus planes de conquistar a Jennie funcionaron?
— Algo así. — Respondió vagamente Lisa, quien se acercó a Jennie por detrás y posó sus manos en sus hombros. — Jennie está es mi mejor amiga, Rosé. Rosé está es Jennie.
— Pues más que tu mejor amiga parece tu madre. — Comentó Jennie con deje burlón.
Lisa suspiró.
— Lo sé, pero no le puedo quitar de la cabeza que ya soy adulta y mayor que ella.
— Te estoy escuchando Lalisa Manobal. — Alzó la voz Rosé, haciendo reír a la única Omega de la sala.
— Te pareces a Jisoo unnie. — Le acusó Lisa, para después dirigirse exclusivamente a Jennie — ¿Tienes hambre?
— No, no tengo hambre. — Jennie esbozó una sonrisa. — Lo único que tengo es sueño.
›Pues vaya elección para de tiempo dormir. Después de todo lo que pasó‹
Pensó Lisa, mientras conducía a Jennie a escaleras arriba, no sin antes darle una mirada acusadora a Rosé, quien sonrió divertida y musitó: "que tengan una linda noche"
— Que lindo es tu hogar. — Comentó Jennie quien no podía dejar de mirar aquí y allá.
— Gracias, supongo.
— ¿Cómo te hiciste una alfa tan importante en el mundo? — Aquella pregunta desconcertó a la más alta, pero aún así trató de responder lo más atinado posible.
— Mi padre trabajaba en la industria más grande toda Corea del Sur. — Comenzó a explicar, tratando de que su explica sonara decente. — Se hizo dueño de esa compañía en poco tiempo... Sólo porque era el empleado favorito del ex dueño. — Lisa sonrió con ironía. Y pensar que ahora vivía así porque su padre era el favorito de alguien. Cuando el verdadero dueño de la compañía murió le dejo todo su imperio a mi padre, ya que aquel señor no tenía hijos a quién heredarles ese gran negocio. A poco tiempo mi padre se convirtió en el dueño legítimo de la compañía y, un par de años después, se enamoró de una Omega y se unió ella: ahí es donde salgo yo.
Lisa se detuvo para contemplar la sonrisa tierna que se le había dibujado en el rostro a Jennie.
— Crecí cómo cualquier otra niña pero, cuando cumplí los quince tuve mi primer celo. Al principio fue horrible, doloroso, pero tenía mi propio método para hacer que el dolor desapareciera cuando duraba aquel primer celo: y era leer. La lectura me ayudó mucho cuando entraba en celo... Y lo siguo haciendo. Después de aquel primer celo se defino que yo era una Alfa y, por consiguiente, el orgullo de la familia, a los dieciocho años mi padre murió, dejándome la compañía a mi nombre, pero yo no sabía que hacer. Mi madre agonizaba la pérdida de su Alfa y yo no sabía qué hacer con aquella empresa. Ente mi madre y yo salimos adelante y, de un momento para otro, alcé la compañía y luego me volví una de las Alfas más famosas de toda Corea del Sur.
Jennie solo asintió
Se sentía un poco especial porque Lisa le había contado por su propia cuenta una parte de su vida.
Eso significaba que Lisa tenía confianza en ella.
— ¿Y tu madre? — Preguntó una curiosa Jennie entrando a la habitación a la que Lisa le abrió la puerta.
— Es una de las omegas más famosas del país entero... Y me atrevería a decir que es famosa hasta fuera del país.
Jennie se sentó sobre la cama, haciéndole señas a Lisa para que se sentara a su lado.
— Pues debo decirte que tu madre es uno de mis modelos a seguir. — Miró a Lisa a los ojos. — No muchos omegas consiguen un lugar alto en la sociedad.
— Lo sé y es lo que quiero cambiar — Ante la mirada de desconcierto total que Jennie le proporcionaba la Alfa decidió explicarse — Tienes que prometerme que no dirás nada de lo que diga a continuación, se supone que es sumamente secreto.
— Lo prometo.
— Estoy haciendo un proyecto para que los omegas también sean importantes en la sociedad, así como ser empresarios, famosos, o al menos que tengan un trabajo decente, no como algunos omegas que se prostituyen en las calles por dinero.
Jennie asintió. A ella también le parecía que los Omegas fueran algo más que simples personas de compañía.
El reloj de aquella habitación sonó, dando a entender que ya era medianoche.
— Bueno Jennie — Lisa juntó sus palmas —, Es hora de dormir. Cualquier cosa que quieras dímelo, estaré aquí para ti.
Jennie se acercó al rostro de Lisa, para después depositarle un casto beso en la mejilla, haciéndole imposible el ocultar un sonrojo adorable.
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