five
Había pasado una semana exactamente cuando Jennie y Lisa habían hablado y, para serles sinceros, Lisa quería que aquella noche se repitiera.
Pero no quería presionar a la Omega: lo que quería Lisa era formar una relación poco a poco, sin incomodar o presionar a la dulce chica que estaba un poco obsesionada.
Fue al trabajo de Jennie, ya que había pasado toda una semana sin verla, ya que Jennie se encontraba remoledando o, más bien, reparando su casa después de la pelea que dió lugar ahí.
Pero cuando llegó al trabajo de Jennie le dijieron que la chica se había ausentado los dos días anteriores, por lo que era su tercer día sin ir al trabajo; y ninguno de los del trabajo quisieron decirle que era lo que le pasaba a la Omega.
Se fue enfadada de aquel lugar, ya diría que hechando humo por las orejas y se dirigió a la casa de la chica, ya que pensó que, si no había ido al trabajo, como no tenía otro lugar a donde ir, estaba en su casa, probablemente descansando.
Y, si no estaba ahí, tomaría cartas en el asunto y reportaría la desaparición de la Omega a la policía.
En verdad Jennie significaba mucho para ella.
Una llamada le hizo detenerse mientras se dirigía a la casa de la Omega.
— ¿Diga? ¿Lalisa? — Hacia años que no escuchaba aquella voz. Era una voz femenina, cargada de dulzura y cariño hacia Lisa.
Su madre la había llamado.
— ¿Madre? — Simplemente no lo podía creer.
Su madre se había ido a Tokyo, Japón, para hacer que la compañía creciese, además que se estaba tomando unas vacaciones un tanto largas.
Lisa se sorprendió al oír la voz de su hermosa madre después de casi cuatro años de que ella se había ido a Tokyo, pero más le sorprendía que la voz de su madre se escuchara igual, solo que con un poco más de amor impregnado en su tono.
Su madre sonrió desde el otro lado.
— Bebé... oh, mi bebé — Lisa había extrañado que la llamara así — Bebé, ¿cómo estás? ¿cómo está yendo tu negocio?
— Estoy bien, madre. Todo por aquí va bien–Lisa sonrió.
— Me alegro, mucho mi niña. — Guardó silencio durante unos segundos, para después preguntarle a su hija —: ¿Ya conseguiste alguna Omega?
Cómo pensaba, Lisa, su madre le iba a preguntar si ya tenía pareja.
Y estaba preparada para decirle la respuesta.
— Desafortunadamente, no. No he hallado a la indicada. — Soltó Lisa, escuchando un susurro de su madre diciendo "ay Lalisa" Agregó, antes de que su madre le regañara por no haber encontrado a una Omega. —: Pero últimamente... he estado algo obsesionada con una Omega. Es tan linda y tan.. Adorable. Deberías verla, madre, se atreve a contestarme mal como si no fuera alguien famosa.
— No la dejes ir — Le ordenó su madre, tratando de sonar mal. — Estoy casi segura de que es la indicada.
— Yo también pienso lo mismo, pero estoy casi segura que me odia.
— Gánatela — Respondió como si fuera la respuesta de todo — Gánatela con acciones.
— Le di la lista de sus acosadores y los denunció — Le dijo Lisa como si le hubiese contado a su madre la historia completa — Desde entonces se comporta más amable conmigo... además de que la defendí de un Alfa agresivo.
— Estoy casi segura de que se muere por ti.. Yo también soy Omega ¿Lo recuerdas?
— Lo tengo muy presente, madre
— Hija me gustaría continuar con esta charla pero debo irme — Se sincero su madre — Cuando regrese a Seúl la quiero conocer.
Después de que Lisa se despidió de su madre, ella fue la que colgó. Le parecía una falta de respeto que su propia hija colgara primero.
Escuchar aquella charla la relajo un poco y escuchaba las palabras de su madre una y otra vez.
"Estoy casi segura que se muere por ti"
Si aquello era verdad ¿Por qué Jennie se alejaba de Lisa cuando la alfa se le acercaba?
Pero luego recordó lo de aquella vez que Lisa llevó a la Omega a su hogar y charlaron, hasta Jennie le dió un beso y, en ningún momento de aquella conversación, Jennie se había retirado de dónde Lisa estaba; hasta la había besado, y su sonrojo adorable parecía significar algo más.
La verdad era que los sentimientos indefinidos de Jennie la hacían sentir extraña.
Comenzó de nuevo su marcha hacia la casa de Jennie, ahora un poco más tranquila, pero seguía algo inquieta por lo que podía pasar si Jennie no estaba en su casa.
Caminó y Caminó hasta que llegó a la casa de la Omega, la cuál tenía las cortinas corridas y no se veía ninguna luz de ninguna procedencia dentro de la casa.
Era como si nadie estuviera ahí.
Se acercó a la puerta principal y trató de abrirla, pero nada, estaban cerradas con llave.
Se le ocurrió una gran idea.
Sabía que lo que iba a hacer a continuar podía ser considerado allanamiento a morada, pero poco le importaba si se trataba de su Jennie.
Sacó un clip de su saco y lo desdobló hasta hacer una fina línea de alambre, para luego introducirla en la cerradura y moverla en movimientos circulares para que el candado cediera; en poco tiempo el candado cedió.
La cerradura se abrió con un ¡click! para luego darle paso a la alfa al hogar de la Omega.
Cerró la puerta detrás de sí y se encaminó dentro de la casa de Jennie, viendo todo por si faltaba algo en la casa.
No vio ninguna anomalía en aquella sala por lo que se dispuso a subir las escaleras.
Con lentitud subió cada escalón, tratando de no hacer ruido por si escuchaba un ruido fuera de lo normal.
Lo único que encontró de raro fueron sonidos indicentes procedentes de la habitación de Jennie.
Se encaminó a la puerta y, cómo estaba ligeramente abierta, vio nada más ni nada menos que a Jennie mientras... Se masturbaba.
Pero no era lo que encontraba raro sino...
— Lal-isa..— Gemía la Omega mientras mantenía sus ojos completamente cerrados.
A sus fosas nasales le llegó un aroma dulce y, después de eso quiso aventarse sobre Jennie como si se tratara de su presa.
Ya sabía porque había faltado a su trabajo. Jennie estaba en celo, y lo único que hacía para "saciar" su sed de sexo era hacerse pajas pensando en Lisa.
Iba a irse a casa, actuar como si no hubiera pasado nada y dejar que Jennie se satisfaciera por sí misma; pero la pequeña Omega no lo permitió.
— Se que estás ahí Lisa — Dijo con la voz llena de exitación — No trates de irte y fingir como si no hubiera pasado nada.
Lisa no sabía que hacer. Por una parte quería hacerle el amor a Jennie, pero la otra parte decía una y otra vez que la chica no se encontraba en sí, que sólo se dejaba llevar por la lujuria; pero no pensó en eso cuando Jennie se le acercó y comenzó a acariciar su pene por encima de la ropa.
A Lisa se le escapó un gruñido de exitación.
Tanto tiempo había esperado para aquello, pero sabía que estaba mal
Tenía que parar o pasaría algo malo después.
El movimiento de la mano de Jennie no cesó, es más, se intensificó, metiendo la malo entre el pantalón de la más alta.
Lisa no hacía nada, solo estaba disfrutando de lo que Jennie le hacia, pero luchaba por no hacer suya a aquella chica en esa habitación.
Los labios de Jennie de acercaron al oído de la más alta, sin dejar de mover la mano dentro de los pantalones ajenos.
— Quiero que me hagas el amor. — Le susurró en el oído con una voz que no era propia de Jennie. Era más propia de algún acompañante, pero no de Jennie.
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