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XXXVI. Fotografías.




📌

Desde lo más alto, entre las nubes, cualquiera que se acercara a los límites del Olimpo podía ver el mundo a sus pies.

Una vista maravillosa.

Hades había pasado quince minutos observando a los humanos realizar sus actividades diarias, ajenos a lo que estaba por suceder muy pronto. Tan ignorantes. Tan inocentes. Pensó. Ellos no tenían ni la más mínima idea de que sus vidas no resultaban importantes para el gran soberano, Zeus.

— ¿Cómo está ella? — Una voz femenina lo sacó de sus pensamientos.

Hades, sin molestarse en verla, se encogió de hombros. — ¿Te importa?

— Sabes que sí... esa niña es importante para mí.

— ¿Lo suficiente como para apuñalarla por la espalda? — Tranquilo se giró y Afrodita bajó la mirada avergonzada. — Ella está bien. — Dijo. — Me he encargado de cuidarla.

— Cuidarla. — La bella mujer soltó una risa amarga. — No eres tan diferente a mí. — Respondió. — Tú también se la entregarás a Zeus.

El dios reprimió una risa. Si supieras. Volviendo su mirada al mundo mortal soltó un suspiro. — Tenemos diferentes intereses. Ella claramente es un peligro. — Mintió con tal naturalidad que logró enfurecer a Afrodita.

— Yo lo hice por su bien... tú lo haces por ambición. — La diosa lo señaló, tuvo que controlarse para no alzar la voz. — Piensas en ella como un cerdo para el matadero.

— Es suficiente. — La voz del varón hizo retroceder a Afrodita ligeramente intimidada. — No te atrevas a cuestionar mis acciones. — Hades sintió la presencia de alguien más acercarse, por lo que se vio con la obligación de girarse. No se había equivocado, tras Afrodita, la silueta de su hermano Zeus iba apareciendo.

— Siento la tardanza, Hades. Tuve un pequeño percance.

— No importa. — Dijo el dios. — Afrodita me brindo una agradable compañía, ¿no es así, bonita?

La diosa arrugó el entrecejo, ignorando a Hades pasó por su lado golpeando su hombro, sin molestarse en saludar o, en su defecto, despedirse del que era su gobernante.

— Siempre está de mal humor. — Comentó Zeus acostumbrado a la áspera actitud de la diosa. — Ella intentó hacer lo mismo que tú, pero falló tontamente.

— De algo así me enteré... — Hades miró el camino que había tomado Afrodita y después regresó su atención a su hermano. — ¿Y bien? ¿En qué puedo ayudarte?

Zeus mostró una sonrisa emocionada, lo cual era un mal presagio para Hades. — Ya está todo listo, estamos arreglando los últimos detalles. En dos días podremos dar marcha al plan.

Hades intentó verse feliz, rápidamente ocultó sus temblorosas manos en los bolsillos. Junto a Mina habían entrenado y visto cualquier probabilidad, pero todavía sentía que no estaba preparada. — Fantástico. — Respondió por fin. — Supongo que debo prepararme yo también.

— ¡Ponte guapo! — Zeus celebró golpeando el hombro de su hermano. — Es una ocasión especial, al fin nos vamos a deshacer de ella. No lo olvides. ¡A media noche! — Hizo recuerdo de la hora en la que todos sus hombres empezarían a moverse al lugar donde debería presentarse con Mina.

— Lo sé. — Hades acomodó el sombrero sobre su cabeza y asintió en señal de despedida. — Nos veremos pronto. — Dijo antes de desaparecer de los dominios de su hermano, dejando atrás una capa de humo.

•••

Mina se había vuelto experta en arreglárselas para no aburrirse cada vez que NaYeon trabajaba y estaba ausente. Si bien la extrañaba mucho, no se atrevía a pedirle más tiempo del que la coreana podía darle porque sabía muy bien que tanto ella como JiHyo eran las que sostenían ese hogar. Muchas veces había querido darle a su novia el dinero que Hades le proporcionaba, pero NaYeon se negaba a recibirlo. A Mina no le gustaba tener un ingreso fácil mientras la coreana trabajaba sin descanso y con un pago mínimo, por lo que muchas veces, en lugar de usarlo, lo guardaba, sacándolo solo en casos de emergencia, como cuando DaHyun necesitó más medicamentos, o cuando a NaYeon se le antojaba algo de comer.

Mina estiró su brazo libre alcanzando el control del televisor y lo apagó, su compañía se había quedado dormida hacía veinte minutos sobre su hombro. Lentamente fue moviéndose para dejar acostada sobre el sofá a DaHyun. Ahora que su compañera de juegos descansaba, necesitaba encontrar otra forma para pasar el tiempo.

Después de asegurarse que la pequeña estuviera cómoda, se levantó de su asiento para ir hasta su bolso, desde que NaYeon le enseñó a utilizar el regalo de Hades, siempre lo llevaba consigo. Y no le molestaba, tenía muchos buenos recuerdos allí guardados.

La primera foto, como dijo desde un comienzo, fue de NaYeon mientras daban un paseo. Ese día su novia lucía más hermosa que de costumbre por lo que, después de tomar atención a las explicaciones de la coreana sobre el uso de la cámara, Mina se arrodilló sobre el césped adoptando una extraña posición para tomarle una buena fotografía y NaYeon rió por su intento antes de sumirse en su papel de modelo.

"¡Hermosa! Oh, qué bonita Im NaYeon."

La segunda era, muy probablemente, su favorita. Había captado el momento exacto en el que NaYeon sonrió. Mientras su dedo presionaba el botón para poder tomarle esa foto, su corazón se aceleró como nunca, comprobándole que esa mujer podía tenerla a sus pies con una sola sonrisa. Sonrisa que para Mina era única entre todas.

"NaYeon... deja de ser tan bonita."

Otras más no eran obra propia, una tarde en la que se quedó dormida, al despertar encontró nuevas fotografías de NaYeon en la memoria.

Tampoco podía desmerecer otras fotos, le gustaban bastante las grupales. O donde JiHyo y DaHyun posaban como grandes súper modelos, definitivamente todas se habían ganado un lugar en su corazón.

Alguna vez, mientras esperaba a NaYeon, JiHyo le mostró el álbum familiar que con mucho cariño guardaban. Fue cuando Mina recordó la historia que Im le había contado sobre su novia.

Sin nada más que hacer, JiHyo se sentó al lado de Mina y colocó el álbum familiar sobre sus muslos.

— NaYeon de pequeña solía robarse las cámaras y la atención. — Contó con diversión mientras le mostraba las primeras páginas. — Verás más fotos de ella que mías o de DaHyun.

Mina sonrió al ver a una pequeña NaYeon, no había nada más adorable que esa niña sonriendo hacia la cámara.

Mientras JiHyo pasaba las fotos, iba contando las anécdotas de las mismas.

— Aquí Nay y yo íbamos a actuar. Se enojó mucho cuando le dieron el papel de árbol.

La japonesa no pudo reprimir su risa, jamás creyó que ver a NaYeon vestida de árbol, con los brazos cruzados y su rostro enfadado sería divertido. — Linda. — Murmuró. Después su mirada viajó a JiHyo quien lucía un lindo disfraz de mariposa. Muy contrario a su hermana mayor, ella estaba feliz. — Tus ojos... — Señaló. — Lucen-

— Raros, lo sé. — Admitió con vergüenza. — Solían molestarme mucho por eso.

Mina frunció el entrecejo. — Hermosos, iba a decir. — El rubor en las mejillas de JiHyo no pasó desapercibido y la japonesa se preguntó si estaba mal halagar a la rubia. — Inusuales.

— ¿Inusuales?

— Diferentes. Pero tú sabes, que sea "diferente" no lo hace malo. Por el contrario, lo hace especial.

La japonesa recibió un pequeño golpe en su brazo. — Gracias. — Dijo apenada. — NaYeon cuando intentó levantarme el ánimo lo hizo bajándole los pantalones a todos los niños que se burlaban de mis ojos.

— Se lo merecían. — Expresó. — Es más, debí ayudarla.

— Ya veo por qué le gustas tanto. — La primera en defender la relación que NaYeon y Mina tenían, era JiHyo. Esas dos definitivamente debían estar juntas y la rubia lo comprobaba una y otra vez a medida que el tiempo pasaba.

Mientras las páginas pasaban, nuevas historias se enteraba la japonesa, sin embargo, fue la última la que llamó más su atención.

— NaYeon todavía no sabe que puse esta foto aquí. — Se trataba de los señores Im, ambos lucían elegantes y felices mientras sonreían hacia la cámara.

— ¿Por qué no?

— Ese fue el día en el que papá y mamá murieron. — Explicó en voz baja, ligeramente desanimada. — Todos nos dirigíamos a la graduación de NaYeon.

Mina tragó saliva cuando sus dedos acariciaron la única foto que ocupaba la página. Básicamente, podía imaginarse el trágico escenario del accidente porque más de una vez había visto los recuerdos de NaYeon.

— Muchas veces se culpó, pero nadie podía saber que eso pasaría. El que se supone sería un día feliz para ella, fue todo lo contrario.

Su recuerdo fue interrumpido. Todavía con la cámara en mano, alzó la mirada ante la silueta que se iba formando frente a ella. Rápidamente tuvo que inclinarse para ver si DaHyun seguía dormida.

— ¿Qué haces aquí? — Cuestionó Mina en voz baja hacia el dios. — Si ella te hubiera visto....

— Pero no lo hizo. — Interrumpió. — Mina, necesito que hablemos. — Hades lucía nervioso e impaciente por lo que la joven tuvo que levantarse y guiarlo hacia la habitación de NaYeon y JiHyo para tener un poco más de privacidad.

— ¿Qué pasa?

— Sé que te dije que te avisaría con tiempo... pero las cosas se dieron así. — Tomando aire, Hades prosiguió. — Tenemos que irnos, debo darte unas últimas instrucciones, Zeus me ha dado dos días.

— ¿Qué? — La menor arrugó el entrecejo y dio un par de pasos hacia atrás. — No. — Dijo con determinación. — No me iré sin decir nada, se lo prometí a NaYeon. Además... también quería buscarte, necesito un favor.

— No lo entiendes, no puedes poner a esa muchacha por sobre todo.

— Se merece, al menos, que le avise.

— Bien. Toma lápiz y papel, déjale una carta. Lo que tú quieras, pero en una hora nos iremos.

— No lo haré. — Tal vez era la primera vez en la que se comportaba de esa forma, pero necesitaba más tiempo. Una persona que no cumplía sus promesas no debería poder hacerlas. Al menos eso es lo que pensaba. Y a NaYeon le había prometido más de una ocasión que no desaparecería de la nada de nuevo. — Dame hasta mañana.

— No lo comprendes.

— Por favor. — Pidió. — Si algo sale mal...

— Nada podría salir mal. En cuanto menos te lo esperes regresarás aquí y serás libre de hacer tu vida como te plazca.

— Estás muy confiado. No es tu vida la que está en juego. — Realmente no quería alzar la voz. Sus puños se apretaron en un pobre intento por calmarse.

El dios masajeó con su pulgar e índice el puente de su nariz. Calma. Pensó. No conseguían nada discutiendo por algo que tal vez no merecía su atención. — En la madrugada. — Negoció. — Si así lo quieres vendré por ti en la madrugada.

Mina le extendió su mano. — Bien... supongo que es suficiente tiempo.

Un poco más tranquilo indagó en el rostro de la menor, no había ni una pizca de miedo. A diferencia de él, Mina lucía más relajada al recibir la noticia. — ¿Qué favor necesitas de mi? — Preguntó un tanto curioso y con la única intención de relajar el ambiente.

— Que me lleves a un lugar.

— Puedo hacerlo... ¿ahora?

— No ahora, cuido de DaHyun.

El varón giró los ojos. — Sabes que te apoyo, pero debes respetar tu posición. No eres una niñera.

— Yo me ofrecí. — Mina decidió no decir más para evitar una innecesaria discusión. Se notaba que el dios estaba nervioso y no les convenía tener problemas antes del plan. — Ahora, si me disculpas, necesito volver.

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