
XXXV. Regalo.
Así mira NaYeon a Mina.
Este capítulo tuvo que ser publicado hace dos días pero su autora es una vaga.
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Nuevamente todas se encontraban sentadas en la parte trasera del bus que las acercaría a casa de YooJin.
Y después de hacer todo un berrinche, Jennie se ganó su lugar en el paseo hacia la casa de esa misteriosa anciana. Aunque su único objetivo era ver a Lisa de nuevo, no le molestaba pasar todo un día a lado de sus amigas.
Tzuyu, JiHyo, DaHyun, JeongYeon y Jennie -en ese orden- iban en apegadas en los últimos asientos, mientras que NaYeon y Mina se encontraban un poco más adelante en los lugares que solo dos personas podían ocupar.
—Solo mírenlas. —Señaló Jennie hacia la pareja, NaYeon había apoyado su cabeza sobre el hombro de su novia y de vez en cuando reía por las monerías que Mina hacía. — Debería ser ilegal que derramen azúcar por todo lado.
—Es como si comieras frente a un pobre. — Dijo JeongYeon cruzándose de brazos.
—Solo están celosas. — Comentó JiHyo.
—Por supuesto que no. ¿Celos de NaYeon? ¿Por tener a una ultra, mega, super novia? — Jennie alzó su índice queriendo continuar con su defensa, pero ninguna palabra salió de su boca. — Olvídalo. — Dijo arrugando la nariz, queriendo buscar otro tema de conversación. —¿Y como es que ella puede dormir en un lugar tan incomodó?
JiHyo dejó escapar una risita y se giró para ver a Tzuyu, solo para encontrarse a la taiwanesa con las manos entrelazadas sobre su abdomen, su cabeza hacia atrás y su boca ligeramente abierta mientras dormía.
—Deberían verla dormirse en clase. — Dijo JeongYeon, siendo la única que compartía horario con la morena. — A pesar de nunca prestar atención, es una de las mejores.
—¿Y qué hay de Mina? —Cuestionó Jennie de nuevo, nunca había escuchado hablar a NaYeon sobre lo que la japonesa estudiaba o hacía y, hasta ese momento, tampoco sentía curiosidad. —¿Es alguna clase de chica rica?
JiHyo quiso responder, pero, a decir verdad, tampoco tenía idea. Más allá de lo que su hermana le contaba, no sabía nada.
—Es una hechicera. — Dijo DaHyun que terminaba de acomodar todos sus juegos y juguetes en su mochila. — Ella sabe hacer trucos de magia. — Su comentario pasó desapercibido por las chicas, después de todo, solo era una niña que había sido atrapada por los encantos de Mina.
—¿Qué tipo de trucos? — Preguntó JiHyo mientras acariciaba el cabello de la menor.
—Es un secreto. — Respondió. — Cuando nos conocimos me enseñó sus poderes. — Las otras tres chicas miraron enternecidas a la menor cuando esta saltó de su asiento, y corrió hacia la pareja con una sonrisa emocionada.
— ¿Por qué no puedes aceptar que lloraste?
—Porque no lo hice. — Respondió Mina mientras jugaba con los dedos de la coreana intentando que esta desviara su atención.
—Es que no es malo...
—No digo que lo sea.
—¿Entonces aceptarás que lloraste? —NaYeon volvió a presionar, no se cansaría hasta tener la respuesta que quería.
—Que no.
—Amor, está bien, todos lloramos al ver a Hachiko esperar a su amo. — La coreana separó su cabeza del hombro de Mina y ocultó una sonrisa cuando la vio apretar sus labios.
—Era un buen perro. — Se lamentó la japonesa siendo ahora ella la que se inclinaba para esconder su rostro en el cuello de NaYeon. — Envejeció solito.
Y el drama de la japonesa pudo haber continuado, pero DaHyun llegó justo a tiempo para evitar que cayera en depresión. Mina automáticamente borró su expresión afligida y esbozó una sonrisa.
—Qué rápido cambian tus emociones. — Susurró NaYeon antes de prestar toda su atención a la menor. —¿Qué sucede cariño?
—Por allá son algo aburridas. — Se excuso DaHyun escuchando como las otras tres se quejaban a lo lejos. —¿Puedo quedarme con ustedes el resto del viaje?
—Eso depende. — Respondió Mina inclinándose hacia adelante. — ¿Quién es tu favorita? ¿NaYeon o yo? — Cuestionó ganándose un codazo por parte de la coreana en señal de protesta.
—Ahm... — Esa pregunta resultó ser muy seria y difícil para la menor. No deseaba hacer sentir mal a ninguna de las dos. —¡Ambas! — Respondió rápidamente.
—Lo tomaré. — Mina estiró sus brazos y dejó que la pequeña se sentara sobre sus piernas. — Dime, ¿qué preparaste en la mochila?
Ese tema sí que era de interés para la menor de las Im, por lo que, con gran emoción, se quitó la mochila de tigre que llevaba en su espalda y se la entregó a su hermana para que esta pudiera revisar el contenido.
Lo primero que NaYeon sacó fue una carpeta roja. Tanto ella como Mina sabían lo que contenía, eran los dibujos que DaHyun hacía para YooJin. A pesar de que la anciana no podía verlos, muy orgullosa siempre los colocaba en la puerta del refrigerador para que todos pudieran verlos cada vez que la visitaran. Unos cuántos juguetes, hojas y colores, y la lista terminaba. Ahora NaYeon comprendía por qué esa pequeña mochila estaba a punto de reventar cuando salieron de casa.
El resto del viaje Mina se encargó de abrir un serio debate que había quedado pendiente durante mucho tiempo. Elsa ya no era una princesa. A la coreana le tocó escuchar por varios minutos cómo su pequeña hermana y su novia daban su opinión al respecto, haciendo parecer que se trataba de un tema muy serio y de urgencia. No podía creer que esa misma chica era la más temida por algunos dioses. Si lo analizaba bien, hasta gracia podía dar, pero viendo que ahora la atención de Mina estaba puesta en un dibujo y no en ella, ni una sonrisa mostró.
Cuando el bus se detuvo en la última parada DaHyun fue la primera en bajar, siendo seguida por JeongYeon y Jennie que asumieron la responsabilidad de vigilarla mientras JiHyo se encargaba de despertar a Tzuyu. Por otro lado, Mina luchaba para librarse del cinturón de seguridad que NaYeon le había obligado a colocarse cuando partieron, y esta última solo reía por las muecas que su novia hacía.
JiHyo puso un mechón de cabello tras su oreja y se inclinó en dirección de Tzuyu para soplar sobre su rostro. Esperaba una reacción exagerada pero la taiwanesa, con gran tranquilidad, abrió los ojos mirándola fijamente, no parecía, pero estaba confundida, a su parecer solo había dormido cinco minutos y no toda la hora que duraba el viaje.
—Llegamos. — Dijo JiHyo con una sonrisa, algo cohibida ante la forma en la que la morena se le había quedado mirando. — Será mejor apresurarnos antes de que el conductor nos bote.
Tzuyu asintió y lentamente fue moviéndose sintiendo todos sus músculos entumecidos. — ¿Dormí todo el viaje?
—Así es... no puede ser. — JiHyo giró los ojos cuando, al caminar por el pasillo, se encontró con NaYeon y Mina intercambiando un par de besos. Había dejado de verlas por un minuto, solo uno. Escuchó a Tzuyu reírse tras ella. Apresurando el paso se acercó a la pareja y tomando la muñeca de su hermana las separó. — ¡Hora de irnos! — Gritó, ahora escuchando las quejas de la pareja. — Lamento mucho nuestra tardanza. — Se disculpó rápidamente con el conductor que amablemente había esperado a que sus últimas pasajeras abandonaran su vehículo.
—Eh, no le reclamen nada. — Defendió Tzuyu una vez fuera. — No es culpa de JiHyo que ustedes dos intercambien saliva cada vez que puedan.
—Y bueno, ¿con quién más puedo intercambiarla? — Replicó Mina ganándose las risas de su amiga y un golpe en cada brazo por parte de las Im. — Sonó mejor en mi cabeza. —Se excusó.
— Ya lo creo. Vamos.
Mina y NaYeon entrelazaron sus meñiques para caminar juntas, ya era toda una costumbre hacerlo. Mientras que Tzuyu y JiHyo les seguían el paso.
La caminata hasta la casa de YooJin no era larga, tomándoles solo diez minutos alcanzar a las demás.
Mina frunció el entrecejo cuando, al ingresar, miró a un hombre en traje sentado en el viejo sofá, cruzado de piernas y tomando un café.
— Por fin llegan. — Dijo él con una sonrisa.
— ¿No es...? — NaYeon susurró hacia su novia quien se limitó a asentir.
Mina no podía llamarlo por su nombre, sobretodo porque tenía a muchas personas que desconocían la identidad de Hades.
— Dice que es Dong Wook, un viejo amigo de abuelita. — Mencionó DaHyun una vez vio a sus hermanas ingresar.
— Mucho gusto en conocerlo señor. — JiHyo fue la primera en romper el silencio, haciendo una reverencia. Lo había visto ya una vez, cuando Mina se sintió mal y parecía enferma. Aunque su memoria, extrañamente, fallaba sobre ese noche, no pudo olvidar el rostro de ese hombre. Podían llamarla loca, pero le resultaba especial.
— El gusto es mío. — Respondió Hades para luego posar su atención en Mina y Tzuyu que lo miraban como si algo planeara. — Solo vine a saludar.
— ¿Se conocen? — Preguntó JiHyo.
— Sí, claro. Ya lo dijo Dubu, es amigo de YooJin. Ella nos presentó. — Mina mintió con tanta naturalidad que sorprendió a NaYeon. — Ahm... ¿Las demás están afuera?
DaHyun asintió. — Están acomodando la mesa afuera. Hoy hay mucha gente. ¡Mucha! — La pequeña imitó a la anciana logrando que algunos de los presentes sonrieran.
La japonesa se agachó y con su índice empujó la cabeza de la menor. — ¿Por qué no vas a ayudarlas? — Preguntó, queriendo encontrar la mejor excusa para quedarse a solas con el dios.
— Sería lo mejor. — Tzuyu opinó, la pequeña no tardó en ir a su lado para tomar su mano. — ¿JiHyo, NaYeon? ¿Vienen?
A las dos hermanas no les quedó más remedio que aceptar, de mala gana NaYeon soltó a su novia y acompañó a las demás hacia el patio trasero de la casa. No deseaba dejar a solas a Mina con ese hombre, pero tampoco quería verse como una entrometida. Gran dilema.
Mina esperó a que las demás desocuparan el pequeño salón para pedir una explicación. — ¿Qué haces aquí? — Preguntó en voz baja. — Se supone que a ti no te gusta aparecerte entre tanta gente.
— Yo nunca dije eso. — Casi ofendido el dios se defendió. — YooJin es una mujer muy amable, ella fue quien me invitó aquí.
— ¿Ella?
— No olvides quién estuvo cuidando de ella todos estos años.
— Lisa. — Respondió confiada.
— Porque yo se lo ordené. — Esta vez Mina se quedó en silencio aceptando esa verdad. — Dice que soy un hombre muy solitario y que me paso encerrado en mis bodegas. ¿Puedes creerlo? Llama bodega al Inframundo.
Mina sonrió, un poco más relajada. El tiempo que venia conociendo al dios, cada vez que lo veía aparecerse era para escuchar una mala noticia o ser llevada a otro lugar para entrenar. Ese día, al menos, no era nada de eso.
— Además... — Añadió Hades mientras se levantaba de su asiento y caminaba hasta la cocina que no estaba tan lejos, después de todo, esa casa seguía siendo muy pequeña. — Tengo algo para ti. — Abriendo uno de los cajones halló la caja que había escondido en su llegada unas horas atrás. La tomó y volvió al lado de la japonesa. — Ten.
Mina inspeccionó esa caja forrada en un papel con pingüinos. Si le preguntaban, era muy adorable. — ¿Y esto?
— Un regalo. — Dijo.
— ¿Merezco un regalo?
El dios sonrió. — Te dije que recompensaría tus duros entrenamientos. Y hace unas semanas me hablaste de querer esto. — Dio unas palmadas a la caja y alentó a la chica para abrirlo. — Me dijeron que era la mejor.
El sonido que se escuchó los próximos segundos era del papel siendo rasgado, aunque en un principio Mina intentó ser suave, la impaciencia le ganó. Sus párpados se ampliaron al leer el nombre en letras negras y grandes. — Una cámara. — Susurró.
— Así es. — Hades rascó su nuca sintiéndose nervioso, era el primer regalo que daba después de muchas décadas. — Espero le des un buen uso.
Mina apretó los labios ante el lindo detalle y después de colocar el paquete sobre la mesa de centro, abrazó al dios en agradecimiento. — Gracias. — Dijo conmovida y, muy en el fondo, sabía que no solo agradecía por el regalo, sino también por el cuidado que el dios le brindaba todo el tiempo.
Por otro lado, en el patio trasero, YooJin se encontraba rodeada de muchas jovencitas riendo y bromeando, contando algunas anécdotas.
Lisa era la única que se encontraba en silencio, después de acomodar la mesa y las sillas para cuando la hora de almorzar llegara, se sentó sobre el césped, intentando no quedarse dormida.
— ¿La chica misteriosa no duerme por las noches?
Esa voz. Lisa podía jurar que no había voz como la de Jennie, y no porque le gustara o algo parecido, sino por la confianza con la que se dirigía a ella. Se habían visto menos de cinco veces y la coreana la trataba como si fueran iguales. No era correcto.
— Más o menos. — Respondió bajando la mirada hasta el césped.
— La comida que me invitaste estuvo deliciosa. — Volvió a hablar, esta vez más bajo para que sólo Lisa pudiera escucharla. Era consciente de que podía estarse viendo desesperada en querer entablar una conversación con la rubia, pero sentía esa necesidad. Y no había nada peor para ella que estar buscando a alguien, cuando debía de ser lo contrario. — ¿Es tu favorita?
Lisa se lo pensó y terminó negando. — Toda. — Respondió. — Toda la comida coreana es deliciosa.
— Lo sabía. — Jennie golpeó su puño con la palma de su mano antes de señalarla. — No eres de aquí.
— Muy observadora.
— Ya. — La coreana golpeó ligeramente el hombro de la más alta con el propio. — Contigo es difícil saber cosas básicas como eso.
Lisa dejó ver una sonrisa al notar el mohín de la castaña. — ¿Qué hay de ti? — Aunque preguntaba solo para evitar hablar de sí misma, le agradó ver esa pizca de emoción en las facciones ajenas.
NaYeon, quien no había apartado su mirada de la puerta corrediza, trató de disimular cuando miró a Mina aparecerse después de unas minutos, iba con una caja bajo su brazo. Cuando la japonesa llegó a su lado no reparó en mirarla fijamente con los ojos entrecerrados.
— ¿Y eso? — Preguntó.
— Un regalo... te explicaré después. — Dijo. — Yo... ahm, todavía no sé mucho sobre esto, ¿me ayudas? No quisiera estropearla y tú eres mi genio.
Y aunque NaYeon quiso indagar más sobre ese regalo, no pudo resistirse a la forma en la que Mina había pedido su ayuda. Sin ni siquiera notarlo, sonrió, para luego alzarse en puntillas y besar rápidamente a su novia.
— Claro bebé. — Inspeccionando mejor la cámara, no pasó por desapercibida la marca. Costosa. Pensó. — ¿Ahora o...?
Mina se encogió de hombros.— Solo quiero que tú seas mi primera fotografía.
NaYeon debía ponerse un alto, y también uno a Mina o de lo contrario terminaría colgada a ella por varias horas besándola sin parar.
— Encontraremos un buen momento. — Susurró antes de pegarse al torso de la japonesa.
Unas horas después la comida estaba servida y todos en sus respectivos lugares. Desde una perspectiva ajena, parecía una gran familia reunida disfrutando del tiempo libre entre entretenidas conversaciones y bromas hacia NaYeon. Mina muchas veces tuvo que elegir entre defender a su novia o unirse a JeongYeon con las risas.
— Esto... esto es algo difícil... — Se quejó DaHyun intentando cortar la carne servida en su plato.
Lisa, que se encontraba a su lado, terminó de cortar su carne y acomodó los vegetales formando una carita feliz para así poder entregárselo a la pequeña.
— Ten, deja de gruñir. — Dijo en broma.
— ¡Lisa unnie es genial! — Y la única que celebró esas palabras fue Jennie.
— Aburridas. — Se quejó la coreana ganándose las burlas de sus amigas.
JiHyo había permanecido en silencio, observando a Mina y al hombre con detenimiento, dándose cuenta que, aunque no hablaban mucho, eran cercanos. Muchas veces había evitado cuestionar a su hermana sobre Mina, pero empezaba a creer que esa chica misteriosa, sin familia aparente, ocultaba más de lo que decía. —Y, señor, ¿cómo es que conoce a la señora YooJin? — Preguntó por fin, la curiosidad la estaba invadiendo y era incapaz de controlarla.
Mina alzó la mirada, obligándose a quedarse callada y esperando a la vez que el dios pudiera inventarse algo creíble.
Para su sorpresa, fue YooJin quien respondió.
— Es hijo de un viejo amigo. — La anciana tuvo que mentir, no se sentía orgullosa, pero sabía a la perfección que esas muchachas -a excepción de Tzuyu y NaYeon- permanecerían a salvo mientras menos supieran.— De hecho, creo que llegaste a conocer al padre de Mina, ¿no es así? — La mujer conocía la falsa historia que Mina había inventado para presentarse a los mortales, por lo que no dudó en usarlo a su favor.
— Oh, por supuesto. — Respondió Hades algo aturdido por la grandiosa habilidad de la anciana. — De hecho, llegamos a ser buenos amigos. Lo acompañé cuando Mina nació. — Esta vez se dirigió a la japonesa. — Un buen hombre.
Mina apretó los labios, aquello ya no era del todo una mentira.
— ¿Entonces usted vio a Mina unnie de bebé? — Preguntó DaHyun para luego llevarse un pedazo de carne a la boca.
— Sí. — Admitió. — Sus padres estaban felices de tenerla. Lamentablemente no pudieron pasar mucho tiempo al lado de su hija.
— Mina unnie es como yo. — Volvió a hablar ganándose la mirada de todos. — Tampoco pude disfrutar de mis papás. — Aunque su tono de voz fue descendiendo ante la tristeza que le causaba admitirlo, mostró una sonrisa. — Pero ahora parece que tengo una familia más grande. Y papá decía que la familia es para siempre.
Lisa acarició la cabeza de la pequeña y todos los demás sonrieron ante esa sinceridad, siendo JiHyo y NaYeon las más afectadas por esas palabras.
— Tu padre fue muy sabio. — Hades fue quien habló. Los ojos brillosos de DaHyun se posaron en su rostro.
— ¿Eso cree, señor?
— Claro que sí. Es para siempre, por eso es que tanto él, como tu madre te protegerán.
— ¿Como unos ángeles? — Cuestionó emocionada.
Hades era el primero en negar la existencia de esos seres alados, pero la expresión emocionada de la niña se lo impidió. Después de todo, solo era eso, una pequeña aferrada a la idea de que sus padres seguían con ella. El dios terminó sonriendo. — Sí, como unos ángeles. Ellos te cubren con sus alas y te dan su protección. — Tal vez esa frase la había sacado de una revista , pero le sirvió para ganarse una sonrisa por parte de DaHyun.
Las siguientes conversaciones fueron mucho más cómodas y alegres.
Ya para el atardecer, mientras todas descansaban en la sala, Mina y NaYeon habían decidido visitar a Tristán.
El caballo era feliz cuando su dueña pasaba tiempo con él.
— Siempre me imaginé a Hades de otra forma.
— Todos lo hacen. — Respondió la japonesa terminando de atar muy bien las correas de Tristán para que este pudiera estar quieto al menos unos minutos. El equino había intentado escapar cuatro veces con la única intención de que su dueña fuera por él. Según NaYeon, estaba celoso de ella. — ¿Entonces te agrada?
— Me gustó lo que le dijo a DaHyun. Fue muy amable.
Mina se dejó caer sobre la paja e invitó a su novia para que se sentara a su lado. — Es un buen hombre.
— Es el responsable de que tú entrenes como loca...— NaYeon se terminó sentando frente a la japonesa y entrecerró sus ojos. — Así que todavía está en duda.
— Dale algo de crédito. — Inclinándose hacia adelante Mina apoyó su frente sobre el hombro de la coreana. — Al menos me deja estar contigo.
— Qué amable. — Comentó con sarcasmo. — Pero se lo dejaré pasar. — Sus brazos rodearon a la japonesa y con su cuerpo empujó el de su novia para así terminar acostadas. — Esto es incómodo. — Dijo después de unos segundos.
Mina terminó dándole la razón. — En las películas se veía cómodo.
— Estamos en el lugar equivocado.
— Al menos lo intentamos. — Ambas se levantaron entre risas ante su ingenuo deseo de dormir sobre la paja. — Ven, regresemos a la casa.
— Nuestra idea romántica se echó a perder.
— Por hoy. — Dijo besando la frente de NaYeon. — Déjame pensar en algo más bonito para ti.
— Tú eres lo más bonito para mí.
Mina mordió su labio inferior, no sabía cuándo había empezado a amar tanto las cursilerías que podían decirse mutuamente. Sin tener una respuesta clara, y notoriamente avergonzada, besó la mejilla de NaYeon. Con su meñique entrelazado al de la coreana, ambas salieron del establo, no sin antes despedirse varias veces de Tristán.
— ¡Mina unnie! — La voz de DaHyun las recibió a unos metros. — ¡Tzuyu y Lisa me molestan!
La japonesa, antes de poder acercarse para poder poner en su lugar a esas dos, fue detenida por su novia.
— Me las traes, por favor. — Dijo. — Nadie se mete con mi hermanita.
— Uh. Qué atractiva te ves antes de asesinar a dos pobres chicas. — Mina fingió besarla pero antes de rozar sus labios, giró su rostro, aguantando la risa cuando la vio cerrar los ojos. — Ya vengo. — Susurró alejándose rápidamente.
— ¡Ahora serán tres, Myoui Mina!
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