Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 60

A pesar del dolor que persiste en mi corazón por la muerte de Uriah, he comenzado a sobrellevarlo y me alegra saber que no fue en vano y conseguimos nuestro propósito.

Ahora los dioses se destruirán solos.

Podré continuar con mi vida tranquila, sin tener que meterme en más problemas, y pudiendo actuar como cualquier otra persona normal.

Y seré una espectadora.

Eliot regresa a la mesa, pone un café frente a mí y me planta un beso antes de sentarse enfrente.

—Gracias — digo.

—No es nada, ¿cómo te sientes?

—Mejor — acepto suspirando —. Gracias por preguntar.

—No tienes que agradecer cada cosa que hago por ti — habla —. No lo hago con esa intención, sino porque quiero y te quiero.

—Lo sé, es solo... creo que luego de que todo pasó soy más agradecida con la gente que me apoya.

—Entiendo, puedo comprender lo que sientes.

—Por eso agradezco tanto tu compañía, tu apoyo, todo.

—Y jamás va a cambiar.

La silla de mi lado es jalada violentamente y alguien se sienta ahí.

—¿Artemis? — pregunto confundida de verla aquí. 

—No tengo demasiado tiempo — explica —. Necesito tu ayuda.

—Pues claro... dime — acepto contagiándome de sus nervios.

—Sé que acabaste con esto, con el tema de Olympus, con todo. Y... ganaste — confirma como lo había creído —. Pero tu guerra quedó atrás, ahora comenzó una nueva.

—Conseguí lo que quise y me costó demasiado.

—Lo sé, pero... y si... ¿si te digo que las cosas no terminaron?

La sensación nauseabunda que ya no había atacado mi estómago regresa.

—¿Y eso qué?

—California, tú... conseguiste técnicamente la separación que querías, pero...

—Destruí el Olimpo, es lo que quería.

—No, California, no lo destruiste — el esclarecimiento me da dolor de cabeza —. Solo lo dividiste.

—Lo dividí para que se destruya por si solo.

—Es que las cosas no resultan así — niega y noto que se le quiebra la voz.

—¿Por qué no?

—Mi hermano... provocó algo muy peligroso con la muerte de Uriah... — dice en voz tan baja que apenas y consigo escucharla —. Cuando yo te aconsejé separarlos no tenía idea de que en el transcurso de las cosas iba a suceder eso. Jamás creí que Eros fuera capaz de tener esos alcances, y ahora tener al Olimpo separado es lo peor que puede pasar.

—No entiendo nada.

—Mi hermano cree que tiene una guerra que pelear contra Ares, cuando la única que importa ahora es la guerra contra Ashes.

—Pero Ashes...

—Uriah Murió — interrumpe —. Su líder murió, pero Ashes vive. Y no va a dejar de hacerlo hasta que no consiga una venganza.

Comienzo a comprender su angustia, pero aunque quisiera no puedo sentir compasión por su hermano y sus amigos.

—Lo entiendo, pero creo que ese ya no es mi problema.

—Te equivocas — contradice.

—¿Perdón?

—Creen que tienes que ver en su muerte.

—Yo no hice nada.

—Ellos creen que sí.

—Ya no me interesa, sé que no tuve que ver en ello.

—California, por favor — ruega al darse cuenta que no pienso hacer nada por ello —. Mi familia está en riesgo, yo estoy en riesgo. Pueden haber más muertes, sé que no es justo lo que te pido, pero por favor, ayúdame.

—¿Y yo como voy a ayudarte?

—Eros no puede ganar esto.

—¿Qué cosa?

—La pelea en contra de Ares.

—¿Y yo que puedo hacer con eso? Yo era su enemiga, de todos en realidad. ¿Cómo se supone que voy a ayudarte? Incluso me sorprende que ahora tú estés dentro de esto.

—Únete a nosotros.

—No, Artemis, yo estoy fuera de todo esto, lo siento.

—Eres mi única esperanza...

—Es difícil comprender que a veces la esperanza se acaba, lo siento.

Me pongo de pie y Eliot se para de la silla al instante para seguirme.

Sé que puedo verme cruel al no ayudarla, pero nadie se ha puesto a ver lo cruel que acabó todo para mí.

No consigo avanzar demasiados pasos, alguien más se interpone en mi camino y no es accidental.

—¿Crees que lo lograste? — Hera me encara y me toma por sorpresa el repentino cambio.

—¿Qué quieres?

—No vas a lograr vencernos, esto no se ha acabado.

—Conseguí lo que quería, ustedes se vencerán solos, eso ya no es mi problema.

—No cantes victoria, no has ganado y jamás lo vas a hacer. Lograste separarnos, conseguiste manipular bien a Ares, pero pronto abrirá los ojos.

—¿Manipular a Ares? — pregunto y suelto una carcajada —. Yo jamás manipulé a Ares, intenté hacerlo con Eros, pero mira, a fin de cuentas no fue necesario. Si Ares ha iniciado una nueva guerra en contra de cupido no es por mi culpa, es por el odio que ambos se tienen y se han tenido siempre.

—Tú no sabes nada.

—No necesito saberlo, las cosas son de esa forma.

—Voy a destruirte — amenaza mirándome a los ojos —. Esto no ha terminado para ti, y no tienes ninguna victoria, no me interesa la guerra de los demás, yo voy a terminarte. Voy a terminar con lo que tú iniciaste.

—No me vengas con amenazas.

—Cuídate muy bien la espalda, ya no estás segura en este mundo — la chica da la vuelta y desaparece.

Se marcha enfurecida y me quedo quieta intentando comprender lo que acaba de pasar.

—California — llama Artemis —. Estás en la guerra otra vez, ven con nosotros, sola no estarás segura.

—No estás sola — susurra Eliot junto a mí —. No voy a dejarte sola.

—California...

—No lo sé, Artemis, no lo sé.

(...)

Rebecka entra a la habitación un poco apurada, pero yo continúo jugando con la pelota de tenis aventándola al techo.

—Hola — saluda.

—Hola.

—¿Y tú novio?

—Salió por algo de comer.

—Ah, entiendo — acepta quitándose la chamarra —. ¿De verdad son novios? Digo, aún no me creo que hayas aceptado serlo.

—Sí, lo somos — confirmo —. Se suponía que lo haríamos cuando al fin acabara con todo.

—Que bien, me gusta que estés con Eliot. Es un buen tipo.

—Sí, lo es.

—¿Todo bien?

—Tuve... unos encuentros un poco extraños.

—¿De?

—Artemis me pidió ayuda, dice que la muerte de Uriah provocó cosas malas para todos, y que sus amigos querrán cobrar venganza por ello. 

—¿Y por qué quiere ayuda?

—¿Recuerdas que hace unos días cuando volví tuve un enfrentamiento con Eros?

—Sí, lo recuerdo.

—Bueno, ahora que Olympus se separó... creo que habrá problemas.

—¿No lo sabíamos ya?

—Sí, pero según Artemis las cosas son peores de como pensamos.

—¿Y?

—Hera me amenazó.

—¿Amenazarte? ¿Con qué?

—Solo dijo que iba a destruirme, no dijo más, es todo. Artemis me dijo que no estaría segura con ello, me pidió que me uniese a ellos.

—¿Y lo harás?

—No lo sé, creí que todo había terminado al fin, y ahora... otra vez.

—¿Por qué no hablas con Ares? Tal vez pueda ayudarte con algo...

—Ares... — menciono pensándolo bien —. Vuelvo en un momento.

Me paro de la cama y voy hasta la salida sin decir más, cruzo el pasillo y toco la puerta de enfrente.

No hay respuesta.

Vuelvo a tocar un poco más fuerte, quizá no me han escuchado.

—No están — informa una voz varonil, y cuando doy la vuelta me encuentro al rubio de ojos azules.

—¿Sabes algo?

—Ambos se marcharon con Hermes — explica Angus parándose frente a mí.

—¿Salieron?

—No, California, se marcharon literalmente. Ya no viven aquí.

—¿Qué? — inquiero sorprendida —. ¿Se fueron?

—Dejaron sus cosas, pero por el momento se fueron. Ya sabes, estamos en guerra y vivir en el mismo piso no era buena idea.

—¿A dónde se han ido?

—¿Recuerdas la casa de Ares? Donde fue la fiesta de Halloween.

—Sí, lo recuerdo.

—Ahí están, Ares, Hades, Hermes y Artemis también — informa.

—¿Viven ahí? ¿Acaso los padres de Ares no le toman importancia?

—Sus padres no viven ahí, es casa de Ares, no de su familia.

—Espera — pido alzando una mano —. Déjame ver si estoy entendiéndote. ¿Me dices que esa casa es de Ares? ¿Solo suya? ¿Sin papás?

—Sí, eso mismo.

—¿Se han ido a vivir allá entonces?

—Sí.

—¿Y ya? ¿Eros no se ha vuelto loco por su hermana?

—¿Por qué lo haría?

—¿Porque su hermana menor está viviendo bajo el mismo techo de su actual enemigo junto con otros dos tipos?

—Ah... no lo sabes, ¿cierto?

—¿Saber qué?

—Hmm, nada — decide luego de mirarme pensativo.

—¿Nada? ¿Hay algo que deba saber?

—No, definitivamente no.

—Hey, habla ya.

—No puedo revelar secretos de ese tipo, lo siento. Si quieres ver a Ares, ya sabes dónde buscarlo.

Angus vuelve a su habitación y se encierra ahí sin revelarme nada, y dejándome con la gran duda.

¿Qué secreto hay referente a ello?

—¿California? — Eliot viene llegando.

—Llegaste.

—¿Todo bien?

—Sí, sólo estaba hablando con alguien, pero se ha ido.

—¿Pasó algo?

—No, no, para nada — niego quitándole importancia, Eliot no puede saber que he salido a buscar a Ares, se suponía que había dejado el tema a un lado ya —. Entremos.

Regreso a la habitación, Eliot pone la comida sobre mi cama y yo intento dejar de pensar por un momento en cosas que ya ni siquiera debía de meterme.

Prendo la tv para hacer el ambiente más relajado y ayudarme a distraer mi mente en los momentos de silencio.

Becka sale del baño y la veo muy lista para marcharse.

—¿Saldrás? — pregunto.

—Sí, volveré en la noche.

—¿Tienes una cita? — pregunta Eliot sorprendido.

—No, voy a salir con Gian — explica y nos desilusiona a ambos.

—Si no consigues una cita pronto lo haré yo — sentencio.

—Quizá tome tu palabra — se acerca a darme un beso en la mejilla de despedida —. Adiós, Eliot.

—Cuídate, Becka — responde con una sonrisa y nos quedamos solos segundos más tarde.

—Me ilusionaría si supiera que podría pasar algo con Gian — comento sentándome frente al chico.

—Ya encontrará a alguien.

—Espero.

Abro la caja de pizza y tomo una rebanada.

—Te veo diferente — observa.

—¿Diferente?

—Sí, te ves mejor. Más animada, recuperada. Tu rostro ya no luce sombrío como antes. Incluso tienes un brillo muy lindo en los ojos, creo que no lo había visto antes, o al menos no desde hace demasiado.

—Me siento mejor — acepto sin decir que es muy posible que me sienta mejor por las nuevas noticias e incógnitas de los dioses.

—Me agrada verte así.

—Lo sé, espero que no tengas que verme mal de nuevo.

—Me encargaré de que no sea así.

Mientras continuamos comiendo en silencio recibo un mensaje. Y aunque planeaba mirarlo desde las notificaciones e ignorarlo, termino entrando a leerlo.

"—No me has olvidado, ¿verdad?

Desconocido".

Por un momento se me quita el hambre, ya ni siquiera recordaba al acosador secreto, y como si fuera poco todo lo que ha ocurrido hoy, se le ha dado la gana regresar.

Ignoro el mensaje y continúo comiendo, no dejaré que nada ataque mi estabilidad emocional por hoy.

"—Sé que intentas ignorarme, pero estoy detrás de ti en todo momento. Ni siquiera tu sombra te será fiel, cuídate la espalda".

Pierdo la estabilidad por un momento y alcanzo a sentir una mezcla de ira y nervios en mi pecho, pero recupero el control rápidamente y termino apagando el móvil y aventándolo al mueble de mi lado.

—¿Todo bien? — pregunta el chico.

—No quiero usar el móvil hoy — miento y no doy más explicaciones al respecto.

—Bien, no lo hagamos entonces — acepta y veo que también apaga el suyo antes de arrojarlo junto al mío.

Sonrío por el detalle y tomo una papa frita mientras me recuerdo que al menos por este día, debo mantenerme serena y sin dejar que nada me afecte.

Así es, tuve que recurrir a un puto mantra con el cual inicio el día y repito cada que mi promesa se ve afligida.

Solo por hoy.

Dicen que funciona y tenía que probarlo.

—¿Qué quieres hacer hoy? — pregunta —. Podemos salir si quieres; ha comenzado a llover cuando venía de regreso, pero podríamos tomar un taxi.

—No quiero salir — niego —. Me gustaría más quedarme aquí, ¿te parece?

—Claro, me gusta la idea.

—De acuerdo.

Los minutos pasan con tranquilidad, presto atención al programa de televisión aunque no entiendo un carajo de el.

Quito las cajas y cosas de la cama una vez que hemos terminado, y Eliot me abraza en cuanto vuelvo.

Ambos terminamos recostados de esa forma, y me niego a separarme de él por un buen rato, pues me hace sentir segura y tranquila, y ahora más que nunca necesito esas dos cosas en mi vida.

Meto una mano bajo su chaqueta, pues comienzo a sentir frío, e inconscientemente termino metiéndola bajo la playera.

Siento que el chico se estremece por mi tacto, y acabo acariciándole la espalda.

Se pone tenso, puedo sentir sus músculos más que cuando está relajado. 

—¿Ocurre algo? — pregunto.

—Me pone un poco nervioso que me toques — admite, y comienzo a sacar la mano de su ropa —. No, continúa, me gusta.

Hago lo que pide y sigo acariciándole, él pone una mano sobre mi cadera, y luego de apretar un pocome jala hacia sí para tenerme más cerca.

—¿Te excita que te toque la espalda? — interrogo con picardía.

—Lo siento... — se disculpa por ello —. Aún no puedo controlarlo...

El rostro de Eliot está apenado, y de cierta forma me molesta, pues no debería pedirme disculpas por ello.

Le doy un beso intentando quitarle de la mente esas ideas, adoptamos una nueva postura y termino encima suyo sin dejar de besarlo.

Me quito la chaqueta y la arrojo al suelo mientras ya comienzo a mover la cadera sobre él.

Me deshago de la playera también sin recordar que no llevo puesto sostén, y la cara del chico casi me hace reír aquí mismo.

Parece tan inocente que incluso siento un poco de remordimiento de tener sexo con él. 

Se endereza rápidamente para quitarse la chamarra y playera también, y cuando me recuesto encima de su dorso siento un escalofrío provocado por el tacto cálido de nuestras pieles.

El resto de nuestra ropa desaparece de nuestros cuerpos rápidamente, y ambos parecemos estar necesitados porque me penetre.

—Carajo — suspira una vez que lo ha hecho, y termina de acomodarse entre mis piernas antes de continuar. 

Aunque está recargado sobre sus brazos, es imposible no sentir su peso sobre mí, y me gusta.

Guardo tanto silencio como me es posible, pues no sería buena idea que cualquier persona afuera nos escuchara.

Nos besamos en un intento de mantener silenciados los gemidos que no podemos guardar.

Le muerdo un labio suavemente, consiguiendo a cambio un gruñido que me eriza la piel.

Eliot me abandona, se endereza ligeramente y luego me hace girarme sobre la cama.

Pega el pecho a mi espalda una vez que me vuelve a penetrar.

En la posición en la que estoy me es más imposible quedarme callada, y tengo que meter la cara entre las almohadas para silenciar mi voz.

—No lo hagas — pide el chico —. Me gusta escucharte.

Acepto aún cuando hacer demasiado ruido es peligroso para ambos, pero intento hacer el menor posible.

Eliot aumenta la velocidad de los movimientos de su cadera, haciéndome imposible lo que quería.

Logro escuchar un ruido sobre nuestras respiraciones y agitación, y aunque hubiera querido hacer algo, era imposible evitarlo.

La puerta se abre.

Espero ver a Rebecka de vuelta, pero no es así.

De nuevo, no es así.

—¡Ay, Dios! — mi madre se rapa los ojos y por un momento no sabe qué hacer hasta que consigue cerrar la puerta para que nadie más vea.

—Joder — musito recargando la cabeza sobre la almohada.

—¡Qué estás haciendo! — cuestiona enloquecida mirándome y volviendo a cubrirse los ojos.

—Claramente, siendo follada por un luchador de Umbra — respondo —. Por si querías detalles.

Eliot se ríe ligeramente y baja la cabeza hasta ponerla sobre mi espalda.

—¡¿Estás loca?! — regaña.

—¿Loca en qué sentido?

—¡En todos!

—Pues... creo que no, sólo en algunos...

—¡California! — se queja por mi manera tan cínica de responder.

—¿Sí?

—No... no puede ser, salgan de la cama ahora — ordena sin querer mirarnos aún.

—¿Podrías darte la vuelta? Creo que sería incómodo que vieras desnudo a alguno de los dos.

Mi madre no dice nada y da la vuelta.

Eliot se separara de mí y ambos comenzamos a vestirnos rápidamente.

Nos ponemos pantalones y yo la sudadera antes de volver a hablar.

—Ya puedes voltear.

Mi madre da la vuelta y abre la boca para comenzar con el sermón.

Pero las palabras no salen y sus ojos se abren un poco al ver a Eliot sin playera.

—¿Es en serio lo del luchador? — pregunta.

—Sí, no pensarás que estábamos jugando a tener una pelea de lucha libre en mi cama.

—Basta — interrumpe ante la idea —. ¿Por qué haces eso aquí adentro? Estás en la universidad, paguen un hotel y vayan a tener sexo ahí.

—No lo había pensado — respondo.

—Al menos no eres ninguno de los niños que juegan a ser dioses — comenta —. ¿Cuál es tu nombre?

—Soy Eliot — responde él.

—Bien, Eliot, pareces ser un buen chico.

—Mamá... — comienzo acercándome un poco —. Eliot es mi novio.

—¿Tu novio? — pregunta impresionada.

—Sí.

—Vaya... pues... un gusto.

—¿No vas a soltarle ninguna amenaza? — inquiero sorprendida.

—No, él me parece un buen chico para estar contigo, no tengo por qué amenazarlo — explica —. Yo... ¿sabes? Los dejaré solos, solo he venido porque creí que aún seguías mal, pero... creo que ya no.

________________
Sigue leyendo. 🖤

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro