Capítulo 55
Camino de vuelta a donde dejé a Becka, el vaso que llevo en la mano está lleno y lo cuido para que ningún ebrio vaya a tirarlo en el camino.
Cuando encuentro a mi amiga veo a Eros frente a ella.
—Volví — informo sin mirar al chico —. Hubiera tardado menos si un ebrio no hubiera tirado mi primer trago cuando venía de camino — miento para ser escuchada por Eros y no pregunté dónde estaba.
—Creí que habías dejado sola a tu amiga — menciona.
—Solo entré por algo de tomar, no creí que fuera necesario que sobreviviera todo el camino a la cocina por mí — respondo.
—¿Recuerdas que tenemos una apuesta pendiente?
—No pensarás cobrar el reto por Hera.
—No hablo de esa apuesta.
—¿Entonces?
—¿Los tatuajes?
—Oh — ya ni siquiera lo recordaba. Creo que esperaba que él tampoco.
—Es hora de cumplir.
—¿Disculpa? Estamos en medio de una fiesta de Halloween, no pienso salir vestida así solo a tatuarme tu nombre.
—Eso es lo mejor, pequeña, no tenemos que salir.
—¿Qué?
—Ven conmigo.
Y sin una respuesta por mi parte me lleva de vuelta a la casa.
—¿Qué se supone que haces?
—Te llevo al jardín trasero... — explica.
—¿A qué me llevas ahí?
—Ya verás.
¿Es necesario tanto misterio siempre?
Estoy ansiosa por salir al otro lado, pero igualmente me gustaría huir y evitar sea lo que sea que me espera al cruzar la puerta.
En cuanto volvemos a salir, el ambiente cambia drásticamente. La música es diferente, hay una alberca iluminada con personas dentro, mesas con juegos como en la fiesta de Uriah, y tantas cosas como sean posibles.
—Estamos listos — informa Eros y desvío la mirada del entorno para ver a lo que se refiere.
—¿Estás loco? Estás loco — confirmo —. No voy a tatuarme.
—¿Por qué no? ¿Quien rechaza un tatuaje gratis?
—¡Estamos en medio de una fiesta!
—No tengas miedo, son profesionales y no hay riesgo alguno.
—No voy a desnudarme para tatuarme conforme a lo que apostamos.
—No te preocupes, en la pierna está bien.
No puedo negarme, tengo una apuesta por cumplir y lo tendré que hacer tarde o temprano.
—No puedo creer que me orilles a tomar desiciones tan estúpidas — me quejo sentándome en una de las sillas acolchonadas.
—No te quejes, princesa, el tatuaje más grande me tocó a mí — recuerda sentándose en la otra silla, pues hay dos tatuadores.
—¿Lista? — pregunta el chico mientras alista todo.
—Ahora menos que nunca — confieso arrepintiéndome de haber hecho una apuesta tan estúpida.
El chico se ríe y me enseña una libreta con el asqueroso nombre de Eros escrito varías veces con diferente tipografía.
—Elige una.
Observo detenidamente uno a uno hasta elegir la letra más delicada.
El chico pone la plantilla en el espacio que hay donde las medias que cubren mis piernas están rotas.
Quito la mirada de mi pierna cuando el primer pinchazo va a suceder y miro a Eros.
Está acostado totalmente, tiene los ojos cerrados y el chico ya le está tatuando el cuello.
No me creo que esté haciendo esto con más valor y decisión que yo.
Mi tatuaje se podrá ocultar con unos jeans o falda larga. El suyo sólo con un cuello alto o una bufanda, y no veo a Eros usando ninguna de esas dos cosas nunca.
El dolor es bastante soportable, casi no lo siento y me es más incómodo el vibrar de la máquina.
—¿Qué estás haciendo? — pregunta Becka asustada.
—Una estupidez más — contesto y el chico que está tatuándome vuelve a reírse.
—¿O sea?
—Un tatuaje — especifico —. Con el nombre del idiota de a un lado que se está tatuando el mío.
—Sin arrepentimientos, preciosa — comenta con una sonrisa y sin abrir los ojos aún.
—Arrepentida estoy de haberte conocido.
(...)
Como suele ser común en las fiestas donde asistimos los dioses y yo, ahora estoy con ellos como si fuera una más de sus amigos.
Rebecka me llama conservando la distancia, por lo que me retiro del círculo que formamos y voy con ella.
—¿Todo bien? — pregunto.
—Ya es algo tarde — explica y miro rápidamente el móvil.
Apenas pasan de las doce por unos minutos.
—Tal vez un poco...
—Ya quiero irme...
—Ah, entiendo... — ¿en verdad va a sacarme de una fiesta de Halloween a las doce?
—Sé que debes quedarte — agrega rápidamente —. No te pido que nos vayamos, yo voy a irme con mi prima, ha venido en auto y nos iremos con otras personas.
—Pero no es muy bueno de mi parte dejarte ir sola...
—No iré sola. Es seguro, y tú tienes que quedarte — repite sin molestia alguna —. Ya conseguiste acercarte a ellos, no vas a desperdiciar tu oportunidad por mí. Solo quería avisarte para que estuvieras tranquila.
—¿Estás segura?
—Completamente, ahora regresa con ellos, y no vayas a marcharte sola.
—No te preocupes por ello.
—Bien, nos veremos mañana.
Me da un abrazo y se marcha junto a su prima.
Yo le veo irse y regreso a donde estaba hace un momento.
Los seis chicos me abren paso para reintegrarme y no hacen preguntas.
Hera regresa con tres vasos en las manos, le da uno a Eros, otro a Ares y se queda con el último.
—¿Y Rebecka? — pregunta Ares.
—Se acaba de ir, estaba cansada.
—¿Va sola?
—Para nada, se fue con su prima y otros amigos.
—De acuerdo.
Veo que Artemis se frota los brazos con frío, y aunque supongo que la noche lo es no lo siento a pesar de mi carencia de ropa.
Ares la jala suavemente de un brazo y termina abrazándole.
Miro discreta a Eros en busca de una mínima señal de molestia, pero ni siquiera parece notar que su amigo está abrazando a su hermana.
Aunque me resulta extraño dejo de lado el tema, si cupido no le presta atención, supongo que no hay nada que pensar.
—¿Lista para cumplir con tu reto, California? — pregunta Hera y la atención se centra en mí.
—Supongo — respondo encogiéndome de hombros.
Que mala noche, todos se están cobrando los retos que he perdido.
—¿Que tan segura estás de cumplir lo que te pida? — pregunta mirándome seria pero directamente.
—Si me sentí segura de tatuarme el nombre de la bestia que tengo a un lado, creo que nada sería peor.
Sonríe ligeramente y se acerca unos pasos a mí. Extiende una mano y agita los dedos para que la tome.
Hago lo que quiere y retira el brazo, pero acerca el puño cerrado del otro. Dejándome ver que va a darme algo.
No comprendo la situación, pero hago lo que quiere.
Algo pequeño cae en la palma de mi mano y no soy la única en fijar la vista para ver lo que es.
—¿Qué es esto? — pregunto.
—¿No es obvio?
—Sé que es una pastilla, me refiero a qué contiene.
—Es una anfetamina.
Trago saliva con trabajo y cierro el puño.
—¿Y cuál es el punto?
—Que te la tomes, no te la di para que estudiaras sus compuestos químicos, genio.
Y reiría si no fuera la que tiene que tomársela.
—¿Quieres drogarme?
—¿Si quisiera drogarte para qué dártela de frente? Podría meterla en un trago y ni siquiera te darías cuenta.
—¿Y cuál es el punto de que la tome?
—Me divierte ver a las personas drogadas, comúnmente son muy divertidas y hacen cosas muy estúpidas. Además, creo que podríamos entendernos mejor, estando en tus cinco sentidos eres muy limitada conmigo.
—¿No querrás matarme de una forma fácil e inventar luego que era una drogadicta y mi muerte se veía venir?
—No soy una asesina, California. Y si quisiera matarte lo haría de una forma más divertida, no con una anfetamina.
Me paso una mano por el rostro mientras pienso si animarme o no.
—¿Dónde carajo conseguiste una anfetamina? — pregunta Eros cruzándose de brazos.
—Le pedí una a Uriah — y escuchar su nombre me deja helada por dentro.
—¿Por qué a Uriah?
—Ese bastardo jamás sale a la calle sin una encima. Mucho menos lo haría si va a una fiesta.
¿Uriah con anfetaminas...?
¿Qué carajo hace él con ello?
¿Acaso tengo que descubrir secretos de alguien más?
—Es un imbécil — suelta Eros con cierto tono molesto.
—Es un lindo imbécil — dice ella con voz más dulce —. Ni siquiera me cobró la pastilla.
—No me digas — responde cupido con sarcasmo y mirándola —. ¿Cambiaste una mamada por una anfetamina?
—Pues así como lo odias no es un maldito cerdo como tú — brama —. Le bastó un beso para dármela.
Aunque en realidad no estoy en posición, siento que me hierve la sangre con sus palabras.
Posiblemente sólo porque vienen de ella.
Le quito el vaso de la mano a Eros y me echo la pastilla a la boca antes de darle un trago largo.
Tanto él como Ares me miran con los ojos abiertos y con ganas de impedir algo que ya no puede impedirse.
El resto me miran sonrientes y con diversión.
Como toque extra, alcanzo a ver que Uriah camina a poca distancia de nosotros aunque ni él ni yo prestamos atención del otro.
—Pues vamos a agradecerle a ese tal Uriah la amabilidad que tuvo para darte la anfetamina que acabo de tragarme — hablo en voz fuerte pero animada.
Uriah se voltea a mirarme, y tenemos un corto contacto visual del que nadie se percata.
Las luces del lugar se oscurecen, cambian a tonos azules y morados y escucho el comienzo de The 6th Gates (D-Devils), una canción peligrosa para el poco tiempo que me queda de sobriedad.
—¿Lo ven? Apenas la tomó y ya está entusiasta — ríe Hera.
Claramente las personas presentes comienzan a tornarse un poco locas con la canción, y pronto no hay nadie tranquilo en el lugar, todos están gritando y bailando.
Y Hera decide que no seamos los únicos fuera de ello.
Nos adentramos con el resto de personas, el calor se hace presente y aunque aún es muy pronto para sentir un efecto de la pastilla, el ambiente de todos los que me rodean me hace querer divertirme.
A pesar de que he estado aquí por algunas horas puedo decir que la noche recién comienza.
El Dj se encarga de animar aún más la fiesta, mantiene a todos los presentes gritando, saltando y bailando.
Humo se esparce por el piso, flota entre nosotros y se ve entre las luces al subir.
Uriah se ha perdido de mi vista de nuevo y en realidad no deseo verle cerca.
De hecho, es hora de tomar la decisión de siempre cuando estoy en una fiesta.
Haré a un lado a todas las personas que no sean las presentes, y mi atención será totalmente para la fiesta y los dioses.
Como enemigos o tal vez como amigos.
Como el destino lo decida en este momento.
Siento que mi corazón comienza a acelerarse un poco más de lo que estaba con mis movimientos.
Y aún cuando respiro y dejo de moverme tanto su ritmo no disminuye.
Incluso siento que la taquicardia hace un eco en mi pecho, y conforme los segundos pasan puedo sentir mis pulsaciones en la mayor parte del cuerpo.
La música me suena diferente, y casi puedo escuchar cada sonido de la canción sin mezclarlos.
Un calor sofocante me envuelve y mi energía está al tope, me encuentro demasiado feliz como para poder molestarme por algo. Y mientras bailamos comienzo a reírme con Ares.
Su pecho se hincha cada que inhala, y sube y baja más rápido de lo normal.
Eros está moviéndose para todos lados, bailando, gritando, riéndose como nunca le había visto reír antes en ninguna fiesta.
Luce tan agitado como su amigo y tanto como me siento yo.
Sus mejillas se ven sonrojadas y puedo notar que su pecho brilla por el sudor.
A pesar de que todos los que estamos aquí estamos bailando, los dos chicos comienzan a bailar juntos. Hay un espacio entre los dos, pero es notorio que lo hacen juntos.
Siento un cosquilleo constante en el estómago, mi cuerpo solo quiere moverse y no dejar de hacerlo. La música no me deja escuchar nada más que eso, y por imposible que se escuche puedo sentir como mis emociones se mueven al ritmo de la canción.
Me cuesta trabajo fijar la vista en un solo punto, más porque cada que lo intento todo mi entorno da vueltas, y en realidad me siento muy mareada.
Por momentos me pierdo, dejo de ser consciente unos cuantos segundos, e inexplicablemente luego me doy cuenta de ello y regreso al mundo.
En uno de esos tantos momentos perdidos termino junto a Hera, bailamos juntas y logro tener una conexión muy extraña con ella.
Y sé que no soy la única en sentirlo.
No sé qué provoca esto, pero por más que quiero que mi cuerpo recuerde el odio y la repulsión que siento por ella no lo consigo.
Veo a la chica como si fuera mi amiga de toda la vida, y nos divertimos. Lo hacemos de verdad.
Es como si por ahora fuéramos personas diferentes, personas que pueden sentir cosas positivas por la otra.
Ares y Eros vuelven a aparecer en mi campo de visión. Cuando noto un par de botellas de licor en sus manos caigo en cuenta de que mi sentido del tiempo está alterado y han pasado incluso diez minutos desde que los miraba bailar.
Hera está cantando la canción, los dos chicos abren las botellas y tiran las tapas al piso en señal de no necesitarlas más, lo que significa que beberán todo.
Ares tiene ron blanco y Eros vodka.
Mientras el mar de gente que nos rodea termina juntándonos más, acabo moviéndome junto al rubio, incluso le toco en repetidas ocaciones. Y la botella de ron cambia de su mano a la de Hera.
Bebe por largos segundos, y sin pensarlo acerca la boquilla a mis labios.
No dudo un solo segundo y acepto beber también.
Eros pasa entre los dos chicos y llega a donde estoy, se pone detrás de mí y me hace integrarme aún más al grupo que a pesar del baile y las personas sigue formado en casi un círculo.
Me pego al cuerpo del chico, continúo bailando y a él parece no molestarle mi baile, incluso pone una mano en mi cintura e intenta acercarme un poco más a él.
Me siento completamente eufórica.
Intercambio mirada con Ares y termina acercándose también, dejándome aprisionada entre su cuerpo y el de Eros, pero ambos dándome la libertad suficiente para continuar moviéndome al ritmo de la música.
Puedo sentir la agitación de los tres, el pecho de Eros rozándome la espalda cada pocos segundos, y el de Ares frente a mí, luciendo tan agitado que siento su excitación emanar de su cuerpo.
Poso una de las manos sobre su piel desnuda, y me estremezco al sentir lo caliente que se encuentra.
Bebe de la botella, consiguiendo vaciarla hasta la mitad de un par de tragos, y en cuanto la boquilla se despega de sus labios él le suple con los míos.
Me besa deteniéndome de la nuca y ni siquiera pienso un solo segundo en rechazarlo.
Puedo detectar el sabor al ron, y a pesar de que todo su cuerpo está caliente sus labios permanece fríos.
Eros me une más a él y sufro de un escalofrío cuando su boca se va sobre mi cuello.
Nuestro baile termina, y aunque todos alrededor siguen con ello nosotros tres no continuamos. La poca distancia que existía entre los cuerpos de cada uno se ve eliminada. Solo siento los movimientos de cadera que hacen coordinados contra mi cuerpo, y en los cuales también participo.
Me preocuparía por ser vista en esta posición si no fuera consciente de la cantidad de gente que hay a mi alrededor, y que a su vez provoca que nadie pueda poner atención en una persona que no sea ella misma.
Eros hace a un lado al rubio y toma su lugar, me besa con premura, como si hubiera estado esperando con inquietud que terminara mi beso con Ares.
El chico está agitado y se mueve con tanto vigor que acaba dejándome más acelerada de lo que ya estaba.
El Dj interrumpe la música un momento, oigo que dice algo al micrófono, pero ninguno de los tres presta atención y tras pocos segundos de espera, la música continúa con más volumen del que tenía antes de verse interrumpida.
A pesar de ello, los gritos del público consiguen escucharse perfectamente y como si fuera posible la fiesta se magnifica.
Eros se despega de mis labios, da una mirada al entorno y me toma de la mano, le hace una seña al rubio con la cabeza y toma la delantera para salir de la multitud, dejándome a salvo entre ambos.
El camino se me hace eterno y comienzo a sofocarme más de lo que estaba al bailar, los saltos y el baile sincronizado del resto de personas no nos permiten caminar con fluidez, y aunque el ambiente es tan animado como para provocarme ganas de unirme, también deseo poder salir y recuperar un poco de espacio personal.
Nuevamente pierdo la consciencia parcialmente, y para cuando me recupero ya estoy fuera de la aglomeración y camino aún de la mano con el dios la poca distancia que hay libre a la casa.
El cambio de temperatura se siente en cuando cruzo la puerta, y aunque no siento frío se me eriza la piel.
Subimos las escaleras rápidamente, y aunque todo sigue a oscuras no parecemos necesitar luz.
Una vez que llegamos al piso de arriba, Eros gira a la derecha, abre la puerta de la única habitación de este lado del piso y entramos.
Aún aquí adentro, la única luz prendida es de color rojo, y ver teñido el ambiente de dicho color me hace sentir de un modo muy extraño.
Alcanzo a escuchar que la puerta se cierra a mi espalda, y quito la mirada del chico para verla.
Ares está ahí parado, a un paso de distancia de la entrada y a un metro de mí.
Se mira agitado a pesar de que está completamente quieto, pero igual a nosotros dos la respiración le traiciona.
Aunque no comprendo como lo hago, consigo ver sus ojos con tanta claridad como si lo tuviera enfrente, y noto que sus pupilas se han dilatado notoriamente.
Intercambiamos miradas los tres, comunicándonos de esa forma sin necesitar palabras, y entramos en una sintonía escalofriante, donde casi sabemos lo que el otro quiere solo con mirarlo.
Ambos me ven directamente sin moverse, sólo esperando mi autorización.
Mi pulso rápido de por sí se acelera más cuando intento decidir a que lado ir.
En un abrir y cerrar de ojos estoy llegando frente a Eros, quien me recibe delicado a pesar de su euforia.
Ataca mi cuello con besos y mordidas suaves que me estremecen.
Ares aparece junto a nosotros, y mientras su amigo continúa con las mordidas, él se encarga de mis labios.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro