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Capítulo 52

Estoy un poco ansiosa mientras el ascensor se acerca a su destino.

Los dos chicos están detrás de mí, y cuando las puertas se abren soy la primera en salir.

Me asomo casi lentamente, como si mis padres fueran a atacarme el cualquier momento.

—¿Hola? — hablo al no ver a nadie dentro.

Mi padre sale a la luz y me abraza con ternura.

—¿Cómo estás, pequeña? Tiene tanto que no te veo.

—Bien — consigo responder —. Un poco aplastada.

—Lo siento...

—No importa.

—¿Son tus amigos?

—Sí, son Uriah y Russ — presento haciéndome a un lado y dejando que se acerque a ellos.

—Un gusto — Uriah es el primero en estrechar la mano de mi padre.

—Te quedan bien los tatuajes — observa.

—Gracias...

—Está bien aprovechar la juventud, a mi edad esas cosas ya no se pueden hacer.

—La edad es lo de menos — opina Russ —, lo importante son las ganas.

—Puede ser.

Unas manos me toman los hombros y pego un brinco asustada.

—Creí que no vendrías — comenta mi madre en cuanto la miro.

—¿Por qué no lo haría?

—No lo sé.

—Estoy un poco confundida de que mi padre esté aquí...

—Hola, chicos — saluda al par evadiendo mi observación —. ¿Cómo se llaman?

—Soy Russ.

—Yo soy Uriah.

—Uriah — repite —, es un lindo nombre... ¿Uriah qué?

Quisiera poder darle una mínima señal al chico para que no responda o invente un apellido, pero me es imposible hacerlo.

—Uriah Queen.

Lo ha dicho y es tarde para hacer algo, mi madre va a investigarlo hasta el tuétano y seguramente tendré problemas en un futuro cercano.

—Pónganse cómodos. ¿Quieren algo de tomar?

—¿Les gusta el whisky? — pregunta mi padre —. Acaban de traer uno delicioso.

—Claro, gracias — responde Uriah por ambos.

—No alcoholices a los niños, Vikram — se queja mi madre.

—Has perdido tu título de adulto en este día — se burla Russ de Uriah.

—Respeta a tus mayores, niño — responde.

—¿Cuántos años tienen? — pregunta mamá.

—Yo tengo veintidós — responde Russ —. Y Uriah veinticinco.

Tengo que ocultar mi sorpresa ante la edad del chico.

Creí que tenía la misma edad de los dioses, pero ha resultado ser dos años más grande.

Escucho el timbrazo del horno y mi madre sale corriendo a la cocina.

—Serviré las bebidas — informa mi padre —. ¿California?

—¿Sí?

—¿Qué quieres tomar?

—Lo mismo que ustedes — decido rápidamente sin pensarlo.

Da la vuelta y se dirige al bar dejándonos solos nuevamente.

—Bueno, al menos no han parecido odiarme — menciona Uriah.

—Mi padre no odia a nadie — explico —. Mi madre investiga a las personas antes de odiarlas. Y dentro de unos días veremos si te odia o no.

(...)

Cuando abro los ojos lo primero que hago es mirar el reloj. Me predispongo a salir volando de la cama, pero apenas van a dar las nueve y puedo relajarme.

Me paro de la cama y voy al ropero en busca de algo de ropa que dejé al irme de casa.

Consigo unos jeans negros, y una playera blanca con mangas negras, enfrente tiene el nombre y logo de nirvana.

Me pongo los tenis que traía puestos ayer y voy al baño a arreglarme un poco antes de salir.

Cepillo mi cabello, me lavo la cara y cepillo mis dientes.

Salgo tranquilamente de la habitación, atravieso la parte superior del departamento y bajo las escaleras hasta poder llegar al comedor.

Todos están sentados ya, a pesar de ser temprano, he sido la última en bajar.

—Buenos días, cariño — saluda mi padre y todos me miran.

—Buenos días — respondo y me siento en el lugar junto a Uriah.

El desayuno está servido en platos al centro de la mesa.

—¿Pasaste una buena noche? — pregunta mi madre mientras me sirve jugo de naranja.

—Sí, gracias.

—Claro, dormir aquí no se compara a dormir en una residencia universitaria.

Ruedo los ojos por su comentario e intento no responder, pero me es imposible.

—No pienso volver aquí, me gusta mi cama heredada de las generaciones anteriores.

Mi madre hace una mueca pero no responde.

—¿Al menos vas a quedarte hoy también?

—No — niego en cuando trago lo que tenía en la boca —. Es Halloween, madre, ¿quién se quedaría encerrado en casa hoy? Además, quedé de regresar a tiempo con Rebecka, quiere ir a la feria de Halloween del campus, y más tarde tenemos una fiesta. Me costó bastante conseguir que fuera, no voy a dejarla plantada ahora.

—Entiendo.

—¿Creen que podrían llevarme a Umbra? — les pregunto a los chicos.

—¿No van en Umbra también? — cuestiona mi madre.

—Sí, pero tienen algo que hacer, no van para allá ahora — explico sin el menor rastro de nervios.

—Claro, podemos pasar a dejarte, nos queda de camino — responde Russ.

—Gracias.

—¿Ya tienes un disfraz? — indaga mamá.

—Así es — confirmo.

—¿Cuál es?

—Seré una conejita Playboy.

Mi madre se atraganta con el jugo y yo tengo que reprimir mis ganas de reír.

—¿Qué?

—Becka lo eligió, yo quería disfrazarme de diabla, pero eso iba a ser demasiado irrespetuoso para la religión de mi amiga — explico.

—¿Y ser una conejita Playboy no?

—Madre, quería disfrazarse como Cady de chicas pesadas.

—No — niega mi padre dándole una mordida a un panqué —. Está en Umbra, eso sería un suicidio social por el resto de su vida.

—Eso mismo dije.

—¿Qué dicen? — se queja mamá.

—Estar en Umbra es muy complicado — explica mi padre —. Es una supervivencia constante, donde solo el más cruel gana y una pequeña equivocación puede echar a perder tu vida.

—No lo creo.

—Dice la verdad — confirmo —. Estuve a punto de agarrarme a golpes con Fenix por robarme un chocolate.

Uriah me mira y casi comienzo a reír.

—Eso mismo — acepta papá —. Si no marcas límites desde el principio, mueres.

—¿Metiste a mi hija a un colegio así?

—Escucha, California tiene la vida resuelta, haga lo que haga a fin de cuentas se queda con la empresa y todos los negocios que he hecho. Pero si consigue terminar la universidad ahí habrá aprendido todo lo necesario para la vida. En Umbra no es tan importante aprender de la enseñanza académica, lo que importa es la enseñanza de vida que te da. Porque vamos si tu familia puede pagar la colegiatura más alta significa que tienes un empleo y riqueza asegurado.

—Debió ir al colegio Clarack con sus primos.

—El colegio Clarack es para gente débil.

—Yo estudie ahí — le recuerda.

—Gracias por tener la idea hasta ahora, debiste decidir eso antes de que me inscribieran en Umbra — me quejo, pues esa era la universidad en donde quería estudiar.

—Tu padre se aferró en que estuvieras en la misma universidad que él — recuerda.

—Me lo agradecerás después — menciona él.

Si es que salgo de lo que estoy metida.

Si es así, quizá lo agradezca, si consigo terminar con lo que empecé seguro podré lograr cualquier cosa después.

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