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Capítulo 48

He hecho un reto un poco estúpido con Uriah.

Y digo estúpido porque incluso sé que perderé.

Elijo una de las bebidas en lata y la destapo mientras el chico toma otra.

—¿Lista? — pregunta.

—¿Para perder? Me hago a la idea.

Sonríe y niega por mis palabras.

—Uno — comienza a contar —, dos... tres.

Y en cuanto menciona el tres, ambos nos llevamos la bebida a la boca.

El punto de nuestra apuesta es saber quién terminará de beber completamente el líquido primero.

Y aunque soy bastante rápida en hacerlo, algo me dice que Uriah es más rápido que cualquier ser en el mundo.

Él gana tal como lo pensé, pero yo acabo un segundo después y no me siento tan desafortunada.

—Soy menos rápido de lo que creíste — apunta.

—Más bien soy más rápida de lo que pensé.

Russ aparece nuevamente a nuestro lado, viene agitado y jala ligeramente a Uriah.

—Vayamos adentro, jugaremos verdad o reto — y va rápidamente hacia la casa.

Ambos le seguimos sin duda alguna y entramos sin ir tan apurados como él.

Dejo que Uriah me conduzca al lugar donde van a jugar y llegamos a una estancia un poco pequeña pero libre de personas bailando y volviéndose locas. Solo con los que jugarán, según creo.

—Estamos todos — informa una chica con el cabello teñido de verde en las puntas —. Uriah, ¿quieres elegir primero? — propone ofreciendo una bote de plástico con pelotas de pin pong blancas que tienen un número pintado.

Él observa un segundo los numero hasta elegir el ocho.

La chica se pone frente a mí y tomo el número seis.

El resto de personas van tomando una bola conforme es su turno, y ella toma una bolsa de tela negra en cuanto todos tienen número.

—Recuerden bien su número — pide —, todos van a meterlos a la bolsa para que podamos comenzar.

Y dadas las primeras indicaciones, deposito mi pelota en el saco negro.

—¿Número uno y quince? — pregunta. Russ y otro tipo alzan la mano y se acercan — bien, comiencen.

Ambos se paran frente a frente y agitan los puños cerrados.

Al parecer juegan piedra, papel o tijera para decidir algo.

Sueltan una carcajada cuando ambos tiran tijera, y vuelven a intentarlo por segunda vez.

—Bien, comienza Russ — informa la teñida cuando él gana.

—De acuerdo, Jack... — habla éste mientras piensa —. Besa a Garret en el cuello. Pero imagina que es una linda chica a la que estás a punto de llevarte a la cama.

—Vamos, Russ...

—Anda, no tenemos toda la noche — presiona —, tienen que ser cinco segundos, apresúrate y hazlo ya.

El chico se rinde y hace lo que dice. Va con el tipo que tiene al lado y él solamente se ríe mientras tiene que ser besado.

Una vez que el reto ha terminado, Jack saca otra de bola del bolso.

—Trece — dice en voz alta el número.

—Yo — la chica que sostiene el bolso alza la mano.

—Verdad o reto, Maggie.

—Verdad — decide ella.

—¿Has tenido sexo con dos chicos al mismo tiempo?

—Sí — afirma luego de reírse de la pregunta.

La chica mete la mano al bolso luego de que todas las pelotas están dentro y saca una más.

—Ocho — lee el número.

—Yo — Uriah alza la mano.

—¿Verdad o reto, Uriah?

—Verdad.

—¿Por qué te término Mónica?

—Ella no me terminó, yo la terminé — corrige —. Encontré a Mónica en su casa acostándose con otro tipo.

Todos lucen sorprendidos, pero ninguno parece burlarse mínimamente de ello.

—¿Y sabes quien era? — pregunta Maggie.

—Eros Fenix.

—Es un bastardo — musita ella con bastante molestia.

—Pero da igual, no tendría porqué sentirme ofendido. No yo.

Maggie acerca la bolsa y Uriah mete la mano.

—Uno.

—Joder — se queja Russ —, intenta ser un poco bueno.

—Verdad o reto.

—Verdad.

—Si tuvieras que follarte a Jack, o dejarte follar por mí, ¿qué elegirías?

Russ abre la boca para responder, pero se queda callado pensando bien.

—Mierda... prefiero un reto.

—Te reto a que elijas una de esas dos cosas.

—Bien, creo que continuaré con la verdad... vaya, esto es...

—Vamos, Russ, decide con cuál te verás menos gay y habla ya — presiona Maggie.

—Definitivamente decido a Jack, sería un total suicidio dejar que Uriah me cogiera.

—Igualmente no lo haría, pero quería escuchar tus inclinaciones — comenta Uriah regresando la pelota para que su amigo tome otra.

—Seis — menciona y me siento ligeramente nerviosa.

—Yo.

—No intentes propasarte o en verdad voy a golpearte — advierte Uriah al chico.

—¿Verdad o reto, California?

¿Qué será peor?

—Verdad. 

—¿Con cuantos chicos te has liado?

—¿No pudiste preguntar algo más rápido de contestar?

Pienso rápidamente en la cifra para responder.

—Cinco.

Tomo una pelota más.

—Trece — menciono y Maggie alza la mano.

—Elijo reto — se adelanta a mi pregunta.

—Besa a cualquiera de los jugadores por cinco segundos.

Maggie parece pensarlo un segundo y asiente antes de elegir.

El afortunado es Russ, no se ve sorprendido cuando ella se acerca y la recibe muy bien.

Regreso la bola al saco y ella mete la mano para sacar otra.

Maggie ve el número, pero no lo dice en voz alta, sólo me lo enseña para que comprenda que he vuelto a salir.

—¿Qué eliges, pequeña?

—Reto — decido a sabiendas de que es una pésima idea ya que acabo de ponerle un reto a ella.

—Hmm... — y parece pensarlo, quizá porque no sabe que decir, o tal vez porque quiere torturarme antes de hacerlo —. Durante treinta segundos — comienza dándole lentitud a sus palabras — tendrás que besar a... — y consigue ponerme los nervios de punta —. A Uriah.

Mi corazón se acelera, prefiero besarlo a él que a cualquier desconocido del juego, pero hacerlo me pone nerviosa.

—Bien — acepto acomodándome el cabello detrás de las orejas y dejando libre mi rostro.

Giro hacia Uriah y me sonríe con dulzura, sonrío por nervios y termino de acercarme a él.

El chico me toma de la cintura con suavidad y termina de acercarme a él, aunque me alza un poco del piso cuando nota la realidad de nuestra diferencia de estatura.

No cuento los segundos, supongo que alguien más lo está haciendo aunque no me molestaría que no fuera así.

Pero preferiría no tener a otras trece personas mirándonos ahora.

—Bien, ya es suficiente — informa y nos separamos un momento después.

(...)

Luego de media hora más de juego, muchos decidieron abandonarlo porque no fueron capaces de soportar más.

No es mi caso.

Ni el de Uriah, Russ, Maggie, Jack, Garret y una chica llamada Lisa.

Para este momento, no podría adivinar qué es peor, elegir reto o verdad.

Porque cada jugada uno resulta ser peor que el otro.

—Uriah... — nombra Russ mientras piensa seriamente el reto que impondrá.

—Vamos, Russ, no lo pienses demasiado y sé cruel conmigo de una vez — presiona.

—Yo sé — comienza acercándose a él —, porque de verdad, lo sé, que no necesitas que los jugadores te vean para cumplir un reto. Eres muy honesto.

—¿A qué vamos con eso?

—Ve a tu habitación con California — dice.

—Bien — acepta encogiéndose de hombros por la simpleza de reto.

—Y pórtate como un caballero.

—Siempre me comporto así.

—Sabes de lo que hablo.

Uriah abre los ojos por la especificación que al parecer solo ellos dos comprenden.

—Ve ya — apura —, la noche aún es larga para lo que decidan hacer.

Uriah me toma de la mano y me hace caminar con él lejos del lugar.

Y aunque no comprendo lo que se supone debe hacer, le sigo sin pedir explicaciones.

Después de todo podré pedírselas cuando estemos solos.

Debo admitir que la duda comienza a incomodarme conforme subimos las escaleras, y miles de ideas llegan a mi mente en un intento de prepararme para cualquier cosa que sea la que está en apuesta.

Entramos a su habitación y la música se aísla lo suficiente para escucharse pero no intervenir en una plática.

—¿Qué se supone que debes hacer?

—Acepté el reto porque Russ no iba a darse por vencido y podría elegir algo terrible de negarme. Y siempre que acepto un reto lo cumplo, me vean los demás o no.

—¿Eso significa?

—Que esta vez no lo cumpliré a menos que estés de acuerdo.

—¿Qué tienes que hacer? — pregunto suponiendo que Russ le ha pedido que tengamos sexo.

Uriah parece pensar si debe decírmelo o mejor no decir nada.

—¿Acaso te ha pedido que follemos? — pregunto tras su silencio.

—Sí, lo hizo.

Siento cosquilleo en el vientre y al instante en las mejillas.

—¿Y simplemente lo harías porque Russ te lo pidió?

—No — niega dándome esperanzas de que no desea hacerlo —, sino porque no me desagradaría hacerlo contigo y Russ me ha retado creyendo que me haría un favor.

—¿No te desagradaría...? — inquiero adoptando una expresión falsamente sorprendida.

—¿Sonaría mal de mi parte si digo que me gustaría hacerlo?

—Creo que puedo intentar no escucharlo de esa forma.

—Vamos, Barbie, no vas a decirme que jamás alguien lo ha hecho contigo.

—No dije eso — niego alejando el recuerdo del fin de semana pasado en el auto de Ares.

—No vas a decirme entonces que te gusta guardar un recato.

Y esa simple palabra me pone la ira a flor de piel.

—El recato para las mujeres es una forma de control asqueroso.

—Y machista, ¿no es así?

—Sí... — afirmo confundida de que un mismo hombre lo haya dicho con naturalidad y sin que parezca pesarle.

—Entonces no seas recatada como si debieses serlo. Solo di sí o no por cuenta propia, no por lo que las personas digan que está bien o no.

Y últimamente me he acostumbrado a actuar con más naturalidad en situaciones del tipo. Sin embargo, Uriah posee algo que no me permite ser natural del todo, y me obliga a pensar meticulosamente en lo que voy a hacer a cada segundo.

Posiblemente sea originado por mi falsa identidad de un principio y aún no termino de asimilar que puedo ser yo con libertad y sin temor.

—¿Alguno de los chicos con los que has tenido sexo te ha hecho daño? — pregunta luego de mi silencio de observaciones mentales.

Y la pregunta me deja pensando. No en un intento por recordar si ha ocurrido, sino, recordando las formas en las que pasó.

—¿Eso importa?

—A mí me importa, de ser así buscaré al bastardo para romperle la cabeza.

—No quiero sangre.

—Eso es un sí.

—Fue hace demasiado, ¿qué importa ya?

—Importa porque ahora tienes inseguridades que ocultas muy bien con gente superficial. Y yo no soy superficial.

—No oculto nada...

—¿Entonces por qué parece costarte trabajo tomar una decisión ahora?

—Porque aún no termino de asimilar que ya no estoy enmascarada contigo.

—¿Qué hubiera hecho Alana en esta situación?

—Quizá buscar la forma de huir de esto por las altas probabilidades de ser descubierta en caso de quedarse.

—¿Y California qué haría?

Dejo escapar un largo suspiro antes de contestar eso.

—Quedarse a follar contigo por lo tentadora e irresistible oportunidad que es.

Hago sonreír Uriah con mi confesión y siento una ligera vergüenza acompañada de mi voz interna llamándome zorra descarada.

Posiblemente lo sea, pero no es algo que me apene en realidad.

—¿Y la California que está al volante ahora mismo que elige? — exacto, en realidad, mi persona es por dentro un ser con múltiples facetas que toman el control a su gusto y no actúan iguales unas que otras —. Quiero que sepas que si dices que no todo va a estar bien y no tendré problema con ello. No quiero que te sientas forzada a nada.

Retrocedo hacia la puerta de espalda a ella, doy pasos un poco lentos pero seguros.

Pongo la mano sobre la perilla y presiono el seguro para no sufrir ninguna clase de accidente después.

Regreso los pasos hacia donde estaba y sigo hasta llegar a Uriah.

Me recibe tranquilo, poniendo las manos en mi cadera y dejándome estar pegada a él.

Gracias a los pocos centímetros que me brindan los tacones, consigo alcanzar el cuello del chico y le beso lentamente.

—¿Es un sí? — pregunta bajando la vista para mirarme.

—Si fuera un no estarías solo aquí adentro.

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