Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 40

Entramos rápidamente hacia la parte vip del club.

Ares no me suelta y camina pegado a mí hasta que logramos pasar la entrada y las cosas se relajan de nuevo.

Los demás ya están reunidos en la barra, y en cuanto Eros nos mira su expresión cambia y me preparo para detenerlo.

—Basta — pido interponiéndome entre ambos chicos y reteniendo tanto como puedo al castaño.

—Eres un maldito — acusa sin hacerme a un lado.

—Vamos, cupido, el amor es una guerra y sabemos muy bien de esas dos cosas — responde Ares muy tranquilo e imagino que está sonriendo.

—Vete a la mierda.

—Ya cálmate, Eros — pide riéndose y el castaño termina rodeando una de mis muñecas y me mueve de donde estamos, llevándonos hacia donde están bailando.

Me cuesta un segundo guardar el equilibrio y moverme hacia donde el chico intenta llevarme.

—Hey, que te pasa — bramo intentando soltarme, pero jala más mi brazo y me pega a su cuerpo para encararme.

—Qué intentas hacer — ladra lo suficientemente cerca de mí como para besarme, pero el mismo movimiento me obliga a retroceder ya que esa no es su intención.

—¿De qué hablas, Eros? — interrogo bastante tranquila para la agresividad con la que está actuando.

—Sabes de lo que hablo, California, ¿qué supones que estás haciendo?

—No entiendo nada de lo que dices — confieso.

—¿Qué clase de jueguito te traes conmigo?

—¿Contigo? — cuestiono irónica y riéndome.

—Conmigo y con Ares — especifica y las cosas cambian.

—De verdad, Eros, no puedo comprender lo que dices, no me traigo ningún juego en su contra, no entiendo a qué viene eso...

—¿Por qué carajo te fuiste a tirar con él? — reclama como si estuviera en la posición de hacerlo.

—Tranquilo, cupido — ordeno un tanto más seria —. Si yo voy y me cojo a todos tus amigos, no es problema tuyo.

Eros vuelve a tirar de mi muñeca y termina con el poco espacio que había vuelto a existir entre ambos. Su agarre comienza a lastimarme y siento que esta siendo más agresivo de lo que pienso soportar.

—Suéltame — ordeno en un intento de liberarme, pero sólo consigo que me sostenga con más fuerza —. Te lo advierto, Eros, suéltame ya.

—Estás jugando con fuego, muñequita — susurra muy cerca de mi rostro —. Y te prometo que vas a quemarte.

—No intentes amenazarme, niño, soy más peligrosa de lo que puedes imaginar.

—Lo tengo en mente todo el tiempo.

Doy un jalón a mi brazo y no pone mas resistencia, me deja liberarme aunque no dejamos de mirarnos.

En un movimiento rápido, el chico se va contra mí, consiguiendo asustarme un fugaz momento hasta que sus labios me demuestran que no iba a golpearme y solo ha decidido besarme.

Tardo un segundo en retroceder ligeramente, pero el chico no está dispuesto a ser rechazado, por lo que no me deja en libertad.

Una de sus manos se va hacia mi nuca para sostenerme, y me besa con rudeza.

Mis manos se van a su pecho e intento empujarle, pero tiene más fuerza que yo, y aunque consigo separarle un poco, no tarda un solo segundo en eliminar el poco espacio creado.

No niego que me agradaría solo besarlo y dejar de alejarlo, pero igualmente no quiero darle el gusto, o por lo menos no tan rápido.

Cuando comprendo que no tengo forma de quitármelo de encima, me veo obligada a recurrir a una manera accesible para mi posición.

Le muerdo un labio sin medir fuerza y consigo sorprenderle y así empujarle y quedar liberada.

Siento una punzada fugas en el corazón cuando veo que una gota de sangre comienza a escurrirse por su labio.

Eros mira para abajo y se pasa un dedo sobre la herida.

Observa la sangre y vuelve a mirarme.

Aunque no me arrepiento como tal de haberle herido, me siento un poco culpable de haber llegado a tanto.

Pero él se lo buscó.

Vuelvo a acercarme más despacio, y esta vez no me retiene agresivo, me deja llegar a él sin tocarme y me acerco muy lentamente.

Paso la lengua sobre su labio abierto y limpio la poca sangre que comenzaba a salir.

—No me gusta la brusquedad injustificada — susurro.

—¿Por eso te gusta Ares? — pregunta rodeándome la cintura lentamente y sin ser brusco esta vez.

—No, Ares también es brusco.

—¿Y por qué no te gusto yo?

—No dije que no me gustaras.

El chico alza un poco las cejas sorprendido y sonríe por mi sinceridad.

—¿Entonces sí te gusto?

—Tal vez...

—¿Y cuál es la diferencia con Ares?

—Que él sabe cuando ser violento y cuando no. En cambio, tú eres muy idiota y no sabes tratar a una chica.

—¿Eso crees? — pregunta riendo.

—Eso has demostrado desde el primer momento en que cruzamos miradas.

—Eso es porque no me has dejado enseñarte lo malo que puede parecer Ares después de estar conmigo.

La primera y única vez que hemos estado juntos se viene a mi mente, dejándome casi sentir lo mismo que ese momento. Dejando muy claro que por más egocéntrico que suene, no está mintiendo ni se está elogiando de más.

—Sí, dejaré que me lo enseñes — acepto pícara acercándome a sus labios y besándole la comisura de estos —, pero no será hoy, cupido.

Y me alejo nuevamente, dejándole parado donde estaba, deseoso de hacer lo que no podrá.

No hoy, al menos.

(...)

Estoy sudando ligeramente mientras las tres estamos a punto de llegar al baño.

Sorprendentemente, el lugar está vacío, y mientras Becka entra a un cubículo, me voy a lavar las manos en un intento de refrescarme un poco.

Hera es la última en entrar, y sin que comprenda el motivo, se me cuelga en el cuello muy divertida y amigable.

Ríe mientras se mece con los brazos y me hace reír también sin explicación alguna.

—Eres tan divertida, California — confiesa sin el menor rastro de hipocresía o sarcasmo, más honesta de lo que me gustaría.

—No me digas.

—Sí te digo — confirma y se ríe nuevamente.

—¿De cuando acá te parezco divertida? — está muy ebria, eso me es lo suficientemente notorio. Y aunque yo no me quedo atrás, aún estoy bien como para ser la serena de la plática.

—Hmm, unos... cuarenta minutos... puede que más.

—No me digas.

—El tequila es malo, no tomes eso.

—Me queda demasiado claro.

—Pero va en serio, no eres tan desagradable como lo pensaba.

—Pues he de admitir que tampoco lo eres.

—Increíble, seremos buenas amigas — chilla feliz y me parto de risa.

Rebecka sale nuevamente y me mira con ojos preocupados de la plática que estoy teniendo con Hera.

—Claro, amigas.

—¿Alguna vez te has sentido fuera de lugar? — pregunta cambiando drásticamente de tema y expresión, lo que me asusta ligeramente.

—¿Fuera de lugar en qué sentido? — cuestiono para que sea más específica y pueda entender lo que quiere decir.

—Sí, como si de pronto te dieras cuenta que no perteneces al lugar en el que estás parada y has estado parada todo el tiempo.

—Pues... — no sé qué responder, aunque me creía serena, la pregunta y mi estado alcoholizado no logran congeniar —. Creo que... en alguna ocasión tal vez, pero no es algo que haya sentido a menudo.

—Yo lo he sentido toda mi vida — confiesa con frialdad y puedo sentir un poco de lástima.

—¿Quieres hablar de ello? — y no sé en qué momento me convertí en la confidente psicóloga de una de mis enemigos.

—Tengo una familia, pero jamás he sentido que la tengo. Siempre me he sentido sola, con gente que no es nada a mi alrededor. Como si mis padres me hubieran recogido de un bote de basura en la calle. O peor aún, como si alguien me hubiera dejado en una canasta fuera de su puerta y no tuvieran más opción que quedarse conmigo.

Y sí, siento una lástima por ella que jamás creí hubiera podido sentir.

Veo que los ojos comienzan a irritársele, y preveo prontas lágrimas.

—Desde que tengo uso de razón siento eso, he percibido las miradas frías de mis padres. Y la diferencia que tienen ellas al ver a mi hermana y a mí. Por eso, desde que conocí a mis chicos los he considerado mis hermanos. Mi familia. Eso son para mí. Mi familia sin importar qué no compartamos genes.

—¿Por que tus padres no te querrían? — no se me ocurre algo más que preguntar, no puedo entender como no podrían quererla y ya. Y si es cierto que no la quieren, ¿por qué la mantendrían de esta forma? Pagarle un colegio caro, lujos, todo, ¿solo porque sí?

—Eso mismo me he preguntado toda mi vida. ¿Por qué no me quieren?

—Bien, a veces los padres son así. Pero eso no significa que el mundo se acabe o toda tu familia te odie.

—Pues, todos lo hacen, y realmente no es que tenga mucha familia. Mi padre no tiene padres, su hermano y él nunca se ven, y mi madre solo tiene a la suya. Creo que mi abuela es la única en quererme — y sonríe un poco al pensarlo —. Pero la hermana de mi madre y su esposo me aborrecen.

—¿Por qué? — tal vez ya me estoy pasando de curiosa, pero de verdad me interesa saber porqué no la quieren.

—Mi tía me odia porque estoy enamorada.

Y por si fuera poca mi confusión anterior, me deja peor con la explicación.

—¿Por estar enamorada?

—Sí.

—¿Por qué le enojaría eso?

—Porque estoy enamorada de Zeus — admite soltando las lágrimas que ya había aguantado todo este tiempo, y aunque bien sabía que existía algo entre ellos dos, saber la seriedad de ese algo logra sorprenderme.

—B-bueno, ¿pero eso qué tiene de malo? — insisto intentando verme natural.

—Que Zeus es su hijo.

Y sí, más impresionada no puedo estar. Incluso creo que mi corazón se ha detenido por las noticias.

Rebecka me mira con los ojos casi desorbitados y no sé que hacer ahora.

—¿Estás enamorada de tu primo...? — inquiero con un hilo de voz.

—Como lo escuchas. Es una mierda, ¿no crees? A la vida no le bastó con darme el odio de mis padres, también me hizo enamorarme de alguien prohibido — y aunque no está en un mar de llanto ni sollozando como loca, sus lágrimas resbalan presurosas por sus mejillas mientras mira a un lugar diferente a donde estoy —. Soy una persona muy cerrada, muy difícil, muy inapetente ante cualquier cosa. Y estoy enamorada de alguien con quien no puedo ni podré estar nunca, y no hay forma de que simplemente ponga los ojos en alguien más y me enamore de nuevo. Estoy tan jodida.

—Comprendo lo que sientes, debe ser muy duro, pero no es el fin — y por si fuera poco ahora me encuentro angustiada por encontrar una solución al problema de la persona con la que me odiaba a muerte hace unas horas a—. ¿Qué más da si es tu primo? Suena un poco loco, pero si lo quieres y él a ti, entonces qué importa el resto.

—Ese es el problema. Ya no sé si me quiere.

—¿Por qué no lo sabes?

—Discutimos hace unos días... y las cosas no han vuelto a estar como antes, y parece que no volverán a estarlo más.

—No tengo idea por qué han peleado, pero es posible que el problema tenga una solución, y de ser así, pierde tu orgullo por una vez e intenta solucionar las cosas.

—Ya lo intenté muchas veces, pero a él parece no importarle y solo me hace a un lado, ¿puedes creerlo? ¿Perder más orgullo? Ya permití que me rechace dos veces, no puedo rebajarme tanto. Lo quiero, pero eso no significa que ponga en juego mi integridad y dignidad por alguien que no sabe valorarla.

No puedo negar que tiene un buen argumento que no pienso debatir por ninguna circunstancia. Si Zeus es lo suficientemente idiota como para no ver el esfuerzo e interés de la chica, entonces que se vaya a la mierda. Soy la más consciente de que Hera podría encontrar a cualquier otro tipo si así lo quisiera.

—Si no quiere ceder allá él, él se lo pierde, no tú.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro