Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 39

El teléfono vuelve a sonar, y esta vez Ares no lo arroja a otra parte.

Mira la pantalla un segundo y respira profundo antes de responder

—¿Qué pasa, cupido? — habla.

¿Dónde estás? — logro escuchar que pregunta.

—Por ahí, ¿pasa algo? — evade la pregunta, y aunque su intención era escucharse normal, su respiración aún es muy inestable.

¿Qué carajo estás haciendo? — salta violento y si no estuviera hablando a través de un teléfono estaría comenzando a preocuparme.

—Estoy ocupado, ¿hablabas para algo importante o podemos vernos después?

¡Estás con ella! — brama tan fuerte que parece que el teléfono tiene el altavoz prendido.

—Descubrimiento de último momento, creí que no te darías cuenta cuando salimos juntos de la cafetería — su sarcasmo me parece muy divertido tomando en cuenta que el que siempre lo usa en su contra es Eros.

¡Sabes de lo que hablo! ¡Estás follándote a California! — y aunque soy la más consciente de ello, casi me asusto de lo que dice.

—Vamos, cupido, estaba consiguiendo que gimiera mi nombre, si no tienes nada más interesante por decir vete a la mierda y nos vemos después.

Saca la verga de ella ahora mismo o voy a cortarte las bolas — sentencia y casi me tomo en serio la amenaza.

—Vamos, Eros — intervengo acercándome al móvil y volviendo a mover la cadera un poco lento —. Sé que no eres de esos tipos egoístas, si te comportas tal vez te enseñe lo que hice con tu amigo.

Río por mi comentario y le beso el cuello a Ares mientras acelero el ritmo de mis movimientos.

El chico gime un momento antes de colgar la llamada con Eros, y puedo imaginarme que ya está que echa lumbre para este momento.

—Le hemos hecho pasar un mal rato — ríe el rubio.

—Eso creo.

—¿Por qué decidiste aliarte a mí esta vez? ¿Ya crees una buena idea ser de mi equipo?

—No te confundas, guerrero, las cosas siguen como antes y la guerra sigue en pie. Quiero acabar con Eros tanto como quiere acabar conmigo. Y quiero joderte tanto como quieres joderme a mí, pero si podemos divertirnos mientras nos matamos, lo aprovecharé.

—Ríndete — pide tranquilo.

—Jamás.

—Haré que te rindas tarde o temprano, hazlo de una vez.

—No voy a rendirme, si quieres detenerme tendrás que acabar conmigo como los enemigos que somos. Porque jamás voy a dejarlos ganar sin pelear antes. 

—No hagas esto más difícil, California, abre los ojos de una vez. No es conveniente que sigas adelante. Estás sola, sola contra todos nosotros, las cosas van a acabar mal.

—¿Tienen miedo de perder, Ares? — cuestiono deteniéndome, pero acercándome a su rostro.

—Es posible — y casi dejo que la sorpresa se apodere de mi rostro —. Pero no todos lo tienen. Yo tengo miedo.

—¿Y por qué tú tendrías miedo?

—Porque no quiero que te hagan daño.

Y su rostro deja de parecer amenazante. Toma una ligera expresión triste y deja de mirarme.

—Ya basta de tus malditos engaños — bramo con voz fuerte y le tomo del rostro para que me mire a los ojos —. Lo sé todo, Ares, no vas a engañarme. Crees que me has engañado antes, que he caído en tus mentiras y juegos, pero el único que ha caído eres tú. Estoy un paso adelante, puedes dudarlo cuanto quieras, pero siempre estoy un paso adelante, sé su siguiente jugada siempre, solo tengo que fingir que me toman por sorpresa. Así que ya basta, deja de mentir. No te interesa que algo me ocurra, no te importa si alguno de ustedes me daña. Solo quieres que deje esto para quedar libre junto con tus amigos. Y eso no va a pasar.

—¿Crees que no lo sé? — y nuevamente me desconcierta —. ¿Crees que no sé qué te has dado cuenta de mis últimas tiradas? Sé lo inteligente que eres, por eso mismo no esperaría menos por tu parte. Sé que hay uno de nosotros que comenzó a ayudarte, alguien que decidió hacerla de traidor y ayudarte a destruirnos, pero aún no sé quién fue, y lo peor del caso es que por más que quiero dudar de Eros, sé que no es el culpable que busco.

—¿Por qué estás tan seguro de lo que dices?

Ares sonríe y me preocupa lo que está pasando por su mente ahora mismo.

—Te ves muy bien de rubia, pequeña. Aunque si soy honesto, me gusta más tu cabello oscuro.

Un vuelco ataca mi corazón y no sé cómo salir de este tema en el cual no debí haberme metido.

—¿De qué hablas?

—Sabes de lo que estoy hablando — acusa con voz seria y más fuerte, tomando la misma postura que inicialmente yo había tomado en su contra —. Jamás habrías descubierto nuestro secreto, nunca habrías siquiera imaginado que hacíamos fiestas clandestinas al otro lado de la ciudad por tu propia cuenta, y la única forma de saberlo era que alguno de nosotros te lo dijera.

Su teoría es... casi cierta, pero no del todo.

—Pues te equivocas.

—Pruébalo — reta acercándose aún más a mi rostro.

—Es cierto que me enteré por uno de ustedes — confirmo —, pero no de la forma que piensas. Ninguno me lo dijo, no hay tal traidor — y claro que miento al decir que no hay traidores, pero tampoco iba a echar de cabeza a Angus —. Seguí a uno de ustedes un día, me enteré que tendrían una charla fuera de Umbra, y creí que eso significaba algo serio, pues no querían que nadie se enterase, así que decidí seguirlos. Fue así como lo descubrí, nadie me lo dijo, yo los espié y ninguno se dio cuenta de ello.

Ares se queda callado, tal parece que no esperaba que admitiera las cosas ni como sucedieron en realidad.

—Dame una razón por la cual no debería desenmascararte con los demás.

—No hay razones, deberías ir y decírselos.

Ares se queda callado sin quitar la mirada de mí, lo que no me pone nerviosa pero me deja pensando también.

—No voy a decírselo a nadie — niega y me confunde la decisión —. Guardaré el secreto.

—¿Por que lo harías?

—Por muchas razones.

—¿Cómo cuál?

—Hipocresía.

—¿Eso que significa?

—Se suponía que acordamos ser honestos entre nosotros mismos, no volver a guárdanos secretos ni nada por el estilo. Pero a pesar de jurarlo sé que algunos siguen sin decir cosas. Además, hay dos bandos en Olympus cuando se suponía éramos uno solo.

—¿Y eso qué?

—Que hay secretos en Olympus que no todos nosotros sabemos. Así que, la California rubia ahora será nuestro secreto.

—¿Unas simples cosas ocultas son suficientes para que decidas guardarme un secreto?

—No es sólo eso, California.

—¿Entonces?

—No quiero que te hagan daño.

—¿O sea?

—Sé que no vas a detenerte, así que si está en mis manos que salgas ilesa de esto, voy a hacer lo que sea.

—Ustedes tampoco se detendrían.

—Lo haríamos.

—No es cierto, si yo dejo esto ustedes aprovecharían eso para acabar de joderme.

—No es así, si decides dejar esto lo dejaremos también. Solo hazlo, detén tus planes en nuestra contra y te aseguro que detendremos los nuestros en tu contra. Te lo prometo, si paras pararemos también.

—No, Ares, no voy a detenerme.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro