Capítulo 25
—A mí también me resulta extraño — concuerdo subiendo las escaleras junto a Rebecka —, no tener pegado a Eros desde hace tantas horas me parece imposible... tal vez le haya pasado algo — sugiero pensando en las cosas que habrían podido pasarle precisamente a él.
—Si no fuera Eros de quién hablamos no dudaría en alguna tragedia, pero tratándose de él no lo creo.
—Entonces no me lo explico.
Damos la vuelta y continuamos subiendo las escaleras que ahora más que nunca me parecen eternas.
—Joder, ¿quieres darte prisa? No tengo todo tu maldito tiempo — una voz suena por encima del resto de cosas. Podrían equivocarme, pero creo que la voz es de quien hablábamos.
—Realmente... realmente me trajiste aquí para comer.
—Mueve el maldito culo, en un rato salimos por otra cosa.
—¿Es Eros? — pregunta Becka deteniéndose a media escalera.
—Parece.
—Diablos, eres un imbécil — se queja.
—Entonces sí es él — comprueba Becka.
Subimos un poco más y nos asomamos discretas.
—Esto es el puto colmo, Eros.
En el pasillo veo al chico, viene vestido de negro y está frente a la máquina de dulces junto con otra chica de cabello un poco claro. Nunca antes la había visto, incluso se ve bastante chica para estar aquí.
—Muévete ya — se queja el chico y ambos van rápido hacia las escaleras para subir el piso que falta.
—¿Quién carajos es ella? — pregunta Becka.
—No tengo idea. Pero iremos a investigarlo.
Subimos las escaleras corriendo para alcanzar al dios. Sin embargo apenas logro ver como entra a su habitación junto con la chica.
—¿Se la va a dar? — pregunta Becka casi con temor.
—No lo sé... — contesto dudosa —. Vamos.
Caminamos a paso rápido atravesando el pasillo, llegamos hasta la habitación del chico y literalmente pegamos la oreja a la puerta para oír.
—A mí ni me mires, yo no la traje aquí — escucho otra voz.
—Mira, imbécil, mis padres salieron de casa, me dejaron sola y preferí venir aquí — dice ella.
—Carajo, tienes la maldita casa sola, cualquiera habría hecho una puta fiesta, no venido a una maldita universidad.
—Pues me tienen aquí, y no pienso irme.
—¿Por qué no te llevaron con ellos?
—Mi padre fue a un congreso, y mi madre se fue con él. No quise ir, sabes que odio sus congresos.
—Y decidiste venir aquí.
—Ya está aquí, que puedes hacer — dice el otro chico.
—Regresarla a su casa.
—No pienso irme, cupido, eso tenlo en mente desde ahora.
—No te vaya a salir Freddy Kruger del armario.
—Y tú feliz de que eso pase.
—No me interesa en realidad.
—A ti nada te interesa, Eros.
—¿Y eso a ti qué te importa?
—Eres fastidioso.
—¿Saben qué? — pregunta el otro —. Me largo.
Rebecka piensa igual que yo y ambas nos echamos a correr al lado contrario.
—¿Quién es? — pregunta.
—No tengo idea, todo luce demasiado raro.
Ambas volvemos por donde veníamos, bajamos todas las escaleras de nuevo, y una vez abajo nos dirigimos a la cafetería más cercana.
Un secreto más, Eros. ¿Cuántos faltan?
—Hola, California — me saludan y nos detenemos instantáneamente.
—Hola — le saludo al chico. Eliot viene con pantalones deportivos negros, tenis negros y una playera de tirantes gris que le queda bastante grande a su de por sí gigantesco cuerpo. Su cabello da la impresión de estar húmedo, por lo que creo viene del gimnasio o algo parecido.
—¿Cómo estás?
—Bien, ¿y tú qué tal?
—Igual bien — acepta acomodándose la correa de la mochila en el hombro —. El otro día no te lo pude preguntar, pero, quería invitarte a salir...
La invitación me toma por sorpresa, pues no la esperaba de él.
—¿Quieres salir conmigo? — pregunto intentando comprenderlo bien.
—Así es — confirma —, si tú quieres, claro.
—Vaya... pues sí, está bien — acepto sin pensarlo demasiado.
—¿Estaría bien mañana?
—Por supuesto, está bien.
—Bien, pues... mañana nos vemos entonces.
—Te veo en el entrenamiento — acepto como despedida y los tres caminamos a lados contrarios.
—Una cita — habla Becka con una sonrisa de oreja a oreja —. Y no es con ninguno de los dioses.
—Si, si, ya cálmate — pido ante su emoción de que mi cita no tenga nada que ver con ellos. Últimamente me ha estado discutiendo que ya parece que estoy integrándome a su grupo, cosa que es imposible.
—Es que por favor, al fin vas a salir sin ninguno de ellos.
—Hablando de ellos, estábamos pensando en el nuevo secreto de Fenix — le recuerdo.
—¿Cuál?
—El de esa chica, Rebecka, acabas de verla hace menos de cinco minutos — contesto exasperada de que se le vayan las ideas de tal forma.
—Ah, es cierto, ¿quién coño era? Además, creo que debimos quedarnos por ahí para saber quién era el otro chico, las cosas están muy revueltas aún...
—Esto se suma al historial. Una cosa más por investigar, y me imagino que nos va a costar demasiado trabajo hallar respuestas.
—¿A ti? Por favor, te coges a Eros y seguro que suelta todo sin que se lo pidas.
—Hey, calma que no es tan fácil. Sabes que me tengo que ir con cuidado con esto.
—Pues no es como si estuvieras cuidándote demasiado en ello.
—Bueno, sé que hacer, a veces no puedes solo tener cuidado y debes tomar riesgos.
—Pues contigo se toman más riesgos que precauciones.
—Bien, ya basta. Dejemos ese tema por un lado para no recordarme lo irresponsable que soy.
La cafetería está a reventar, no sé en qué momento todos decidieron venir al mismo tiempo a la misma cafetería.
Tomo a Rebecka de la mano y me meto en el tumulto, ya que no hay nada de orden supongo que nadie me va a reclamar por "meterme" a esa fila inexistente que todos tienen aquí.
Logro llegar al frente y espero a que las personas que están siendo atendidas se quiten.
—Ya basta — oigo a alguien quejándose —, déjalo estar, yo lo pago — logro ubicar a Eros a unas personas de donde estoy. Está detrás de la chica de hace rato intentando entregarle unos billetes al chico que está en la ventanilla.
—Puedo pagarlo yo.
—Calla, ya lo estoy haciendo yo.
Decido moverme un poco de lugar, de modo que quedo un poco más cerca de ellos.
—Muévete, no querrás comer aquí entre todo este lío — continúa Eros intentando salir de aquí.
—¿Qué crees que intento hacer, imbécil?
—Si me dejaras ir enfrente ya nos habría sacado de aquí.
—Bien, Fenix, tú que lo puedes todo, sácanos de aquí.
—¿Acaso ves que puedo hacerlo?
La chica logra pasar unas cuantas personas y termina junto a mí, me volteo a mirarla como si mirase a cualquier otra persona.
Jamás la había visto, eso es seguro.
—Dios — pronuncia al mirarme —, ¿eres California?
La pregunta me toma por sorpresa, ¿debería saber quién soy?
Eros me mira y veo cómo se le pasan todos los colores por la cara.
—Sí... — acepto mirando a ambos.
—Joder, sí que eres bonita, pensé que era exageración cuando Eros lo decía.
—¿Eros lo dijo? — cuestiono mirándolo sorprendida.
—Así es, no le para la boca cuando habla de ti.
—Cállate ya — se queja éste —, y date prisa, tengo que irme ya y tienes que irte conmigo.
—Relájate, cupido, estoy hablando con ella — pide mirándolo por encima del hombro —. No pensé que fuera a conocerte — continúa diciéndome.
—Vaya, no tengo la menor idea de quién eres... — confieso haciendo una mueca —, ¿así que por qué no me lo dices?
—Claro, voy a presentarte — contesta Eros pasando por el lado de la chica y quedando de frente a mí —, California, esta entrometida que ves aquí es Artemis — presenta mirándola serio —. Mi hermana.
Hago mi mayor esfuerzo por ocultar mi cara de sorpresa por la noticia.
Su hermana.
Eros no es hijo único.
—Vaya... no sabía que tenías una hermana — admito.
—De hecho so...
—Somos dos — termina Eros zanjando el comentario de su hermana.
—Sí, lo somos — confirma ella —, aunque Eros en realidad es adoptado y quiere sentirse de la familia.
—Eso quisieras — dice él.
—Bueno, se parecen demasiado — admito mientras los observo, ambos tienen el mismo color de ojos, el cabello de Artemis es mucho más claro, pero el resto es muy parecido.
—Así es, nos parecemos. Ahora vámonos que tengo prisa — presiona a su hermana para que continúen el camino.
—Dame las llaves de tu habitación, no quiero ir contigo.
—Ni loco te dejo sola en mi habitación.
—Puede quedarse con nosotras — propongo al instante —, digo, no creo que quieras llevarla a tu asunto super importante, y creo menos que ella quiera ir contigo.
—Me quedo — decide muy contenta y se separa de su hermano poniéndose a mi lado.
—¿Estás segura que quieres quedártela? — pregunta él.
—Claro, tú vete, nosotras nos quedamos con ella.
—Largo, se te hace tarde — presiona Artemis.
—Haces alguna estupidez y de verdad te mato — amenaza —, en serio, Art, no quiero que hagas nada.
—Vete ya, ni que fuera como tú.
—Cuídala — me pide —, en serio, no sabes lo que es tenerla.
—Si he sobrevivido a ti, no creo que pase nada con tu hermana — aseguro.
Eros nos mira un momento antes de marcharse.
No suena mal quedarse con ella, se ve muy agradable, además de que posiblemente pueda conseguir información del dios.
—Gracias por salvarme de mi hermano — habla.
—No es nada, Eros es un poco absorbente a veces.
—Siempre.
—Y tú debes ser demasiado rebelde.
—Es de familia, llevamos el desastre en la sangre, por eso no quería que me quedara sola.
—¿Cuántos años tienes?
—Diecinueve, pero mi hermano no confía que pueda mantenerme sin hacer algo un día.
—¿Tanto has hecho?
—Me he liado con siete chicos en los últimos seis meses, eso es lo que más le puede.
Me quedo sorprendida ante sus palabras.
Diecinueve años y lleva un historial bastante largo. A mis veintiuno llevo solamente cuatro chicos.
—Vaya... eso de follarse a medio mundo es muy de ustedes.
—Tú lo has dicho — acepta —, un muy gran y terrible defecto.
(...)
—¿Entonces no es cierto?
—Hmm... la chica... bueno, ella estaba obsesionada con mi hermano, al principio sólo quería destruirlo, después de eso terminó por enamorarse de Eros, y al final se obsesionó con él. Mi hermano jamás ha sido de cosas serias, no le conozco ninguna novia, pero claro que le conozco muchas pasantes. Ya sabes, chicas a las que les agarra un cariño especial y se las coge un poco más de veces que al resto. Es todo. Y ella... ella quiso ser la primera, y obviamente no lo logró, así que se le hizo fácil culpar a mi hermano de violación. Eros lo sabía, sabía que iba a pasarle eso, ella lo amenazó, pero debes saber que mi hermano no funciona bajo amenazas, así que pasó.
Becka y yo intercambiamos miradas, de cierta forma sí creía la inocencia del chico, pero había una pequeña parte que no terminaba de creerlo.
—Entonces de verdad no lo hizo.
—No. Mira, Eros es un desastre, tiene antecedentes, probablemente muchos policías lo conocen... pero tiene sus propios límites aunque no lo parezca; se ha follado a muchas, pero igualmente yo sé que jamás violaría a alguien, él no... no es de esos, no podría hacerlo.
—Todos podemos...
—Técnicamente sí, pero él en realidad no. O dime, ¿alguna vez te obligó a tener sexo?
—Sólo lo hicimos una vez.
—¿Y en algún momento intentó obligarte?
—No... — admito recordando esas veces en las que estuvimos a punto y nunca tuvimos nada.
—No lo hace porque no es lo suyo, y aparte no quiere, no es así en realidad.
—¿Por qué?
—Pues, por muy capaces que seamos de hacer cualquier cosa, pienso que aún así habrá algo que sea como sea, no vamos a atrevernos a hacer. Eros, por muy cabrón que pueda ser, no fue educado de esa forma. Aunque suene un poco contrapunteado, él respeta a las mujeres, porque vamos, el sexo casual no es una falta de respeto. Así que ese tipo de conductas no son lo suyo.
—De acuerdo... — acepto analizándolo un poco.
—Solo puedo decirte que Eros da una impresión completamente diferente a cómo es. Aparte de su forma tan cruel de ser, creo que tiene sentimientos.
—Eso no lo sé — será muy increíble y todo, pero sus sentimientos no me constan.
—Suele ser muy duro, y enmascara todo, pero Eros... no es tan malo, es sólo que ha tenido que aprender a lidiar con la vida a su manera, es todo.
—Parece que no conoces a tu hermano.
—¿Por?
—Tiene de cabeza esta puta escuela, todos le tienen miedo, a él y a sus otros amigos, se la pasan haciendo lo que quieren cuando quieren, y nadie puede ponerles un alto.
—Bueno, no dije que no fuera un chico problema. Solo digo que en el fondo no es tan inhumano como parece, y también tiene sus puntos débiles.
¿Los tiene?
—¿Ah sí? — pregunto con claro interés.
—Todos los tenemos, California.
—Pero... hay personas que no parecen tenerlos, tu hermano es uno de ellos.
—Y tú otra, ¿no? Por eso mismo has levantado tanto interés en él, no sabe cómo detenerte, y tú no sabes cómo detenerlo a él.
—Sí, es cierto — acepto pensándolo un poco —, creo que sabes lo que intento hacer.
—Lo sé, Eros no es el único perspicaz aquí.
—Solo quiero detenerlo, no quiero más víctimas en sus juegos, realmente ni siquiera deseo lastimarlo a él, pero de ser necesario lo haré.
—Quieres ser la última.
Eso suena bastante peligroso, pero real de cierta forma.
—Si así tiene que ser, sí.
—Eres más noble de lo que pensé, te estás sacrificando por los demás.
—Quieres demasiado a tu hermano, lo sé... ¿Eros te importa tanto como para no decirme su punto débil?
—¿Quién dijo que Eros me importa?
—¿Entonces?
—Ares.
—¿Ares?
—Ares es el punto débil de mi hermano.
______________
Sigue leyendo. 💞
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro