Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 22

—Es hora, despierta — susurran en mi oído mientras me mueven con suavidad.

—¿Qué? — pregunto.

—Debemos irnos, son seis treinta, nos da tiempo de ir a la residencia a que te des un baño para ir a clases.

—Mierda — me quejo dándome la vuelta.

La luz que entra por la ventana es muy tenue, con lo poco que me he destapado siento el frío gélido de la mañana y estoy a punto de negarme a ir.

—¿A qué hora es literatura? — pregunto intentando recordarlo por mí misma, pero estoy tan dormida que ni siquiera recuerdo qué día es hoy.

—A las nueve.

—¿Son seis treinta?

—Sí.

—Tengo dos horas y media.

—Así es, pero tenemos biología a las ocho...

—Maldita sea... — me quejo pensando si debo algo de la materia —. Entregué el reporte la clase pasada, supongo que puedo faltar hoy...

—Bien, faltemos entonces a biología, pero aún así debes pararte ya, vayamos a que te cambies. Dejaré que te duermas luego de darte un baño, y mientras saldré por algo de comer.

—¿Y si no vamos hoy?

—Te esforzaste demasiado con el ensayo de literatura, debes entregarlo — se niega mientras literalmente me saca de la cama —. Ponte el vestido y las botas, vamos de una vez.

Le hago caso, tomo mi vestido y me lo pongo luego de quitarme su playera, me pongo las botas y amarro las agujetas como puedo.

No me siento para nada bien, estoy muy cansada, las piernas me matan a tal grado de casi no poder caminar del dolor.

Aunque no estoy con resaca ni nada parecido, no puedo ni con mi vida en estos momentos.

—Mi teléfono — recuerdo cuando voy a media escalera.

—Ya lo tengo, no dejas nada.

—Bien.

Termino de bajar y me sigo hacia la puerta sin detenerme, ya llevo vuelo y si dejo de caminar no querré volver a hacerlo.

—¿Te sientes demasiado mal? — pregunta abriéndome la puerta y ayudándome lo que resta del camino.

—Bastante — acepto comenzando a temblar del frío.

—Bien... veremos qué hacer, tal vez te ayude alguna pastilla...

—Puede ser.

Eros me abre la puerta de la camioneta y ayuda a subirme a ella, pues esta vez no puedo hacerlo por mí misma.

Me abrocho el cinturón y acomodo mi vestido mientras el chico entra. Está haciendo un frío del carajo y yo sólo quiero llegar a mi cama y dormirme lo que resta del día. Pero no puedo, necesito entrar mínimo a mi clase de literatura, esta semana en particular he entrado a menos clases que el resto del mes, y aunque me he puesto al corriente con los trabajos no puedo seguir faltando.

—Tengo que ir a biología — me informa una vez dentro de la camioneta —. No he entregado ninguno de los trabajos de la semana.

—Bien, sólo déjame en la residencia, no importa.

—Sólo iré a entregarlos y regresaré.

—No, entra a la clase, te veré en literatura

—Pero es viernes, ni siquiera haremos nada.

—Seguramente sí, toma apuntes por mí.

—Está bien — acepta no muy convencido —, voy por ti para ir a literatura.

—Nos vemos allá.

—Voy por ti.

—Está bien — acepto yo, de nada me sirve negarme, pues sé que ahí lo voy a tener de todas formas.

Oigo que mi teléfono comienza a sonar, lo busco en mi ropa pero recuerdo que él lo tiene.

—Creo que mamá osa va a comerse a medio campus hoy — comenta éste dándome el móvil.

"—¿Bueno?

—¿Dónde estás? —
pregunta sin siquiera saludarme.

No me digas que estás en la residencia.

—No me digas que tú no.

—¿Estás?

—¿Tú estás?

No sé si decirle que sí o decirle que no. Puede que ahora mismo esté en casa esperando su desayuno. O puede que esté fuera de mi habitación esperando que le abra la puerta... o peor aún, puede que incluso ya esté adentro.

—Casi — contesto mirando las calles de la ciudad.

¿Casi?

—Estoy a punto de llegar, ¿bien?

—Maldita sea — se queja
y oigo cómo se cierra la puerta de un auto.
Carajo, está ahí —. Confío
en que vas a estar aquí metida y siempre tienes
que salirme con esto.

—Hey, yo no quedé contigo en estar ahí, además, jamás te tomas la maldita molestia de avisarme por lo menos que irás al día siguiente, no puedo vivir en torno a ti o que vas a hacer una visita sorpresa.

—Perdóname, pensé que
te pagamos residencia
para que durmieras aquí
y no fuera. 

—Pues así es, pero esta es la maldita primera vez que no llego a dormir a mi habitación — lo sé, es mentira. Esta es la cuarta vez que no llego a mi habitación a dormir, pero ella no lo sabe y no tiene que saberlo.

Te quiero aquí ahora — sentencia.

—Estoy en cinco minutos.

—Estaré esperándote en tu habitación, no quiero que den las siete y tú no estés aquí.

—Ya voy — contesto fastidiada y le cuelgo el teléfono".

—Yo me volvería loco con una madre así — comenta Eros —, de verdad, eso de ser controlado no es lo mío, no lo soporto.

—Se nota. Y créeme, loca ya estoy. Es insoportable tener que aguantar su forma de ser y recibir sus órdenes aún cuando ya no tienen ningún puto derecho sobre mí.

—Creo que deberías de charlar con ella, ya eres bastante independiente como para que aún quiera obligarte a seguir órdenes.

—Mi madre es bastante controladora, aún cuando no tiene ningún derecho sobre algo o alguien.

—Sí, me he dado cuenta de ello, pero no me queda más que decirte que te compadezco, jamás he tenido ese problema.

—Tú ni padres has de tener.

—Puede ser — acepta riéndose.

—No entiendo que cosa hicieron tus padres para crear a un chico tan desapegado y cabrón como tú.

—No hicieron nada.

—Entonces no entiendo porque eres así.

—Por eso mismo, literalmente no hicieron nada.

De acuerdo, ya entendí el verdadero concepto de "no hicieron nada".

—Por lo que entiendo, creciste sin amor y sin alguien que te enseñara a tenerle por lo menos un poco de cariño a algo en la vida.

—No entenderías demasiado bien mi vida, pequeña.

¿Pequeña?

—¿Por qué no?

—Porque es complicada.

—Mi vida también ha sido complicada, y no creo que sea tan idiota como para no poder comprenderla.

—Esto es muy diferente, no te llamé idiota, es sólo que las cosas no son tan fáciles de comprender.

—¿Acaso hay un obvio oscuro secreto en la familia Fenix? — cuestiono mirándolo con interés.

Eros se voltea a mirarme sin decir nada, pero aceptando mis palabras.

¿Un secreto?

¿Qué cosa tan grande esconden los Fenix?

Entramos al aparcamiento entonces, Eros estaciona la camioneta en el lugar de siempre y se baja sin decir una sola palabra.

Yo me desabrocho el cinturón y abro la puerta mientras el chico viene a ayudarme a bajar.

—Te sentirás mejor en un rato — asegura dejándome en el piso con suavidad.

—Eso espero.

Aunque intento caminar por mí misma, Eros me tiene bien afianzada del brazo y yo me sostengo bien de él, pues realmente no puedo andar muy bien yo sola.

—Creo que debería haber un maldito elevador — comento cuando empezamos a subir las escaleras.

—Debería — acepta él —, pero aunque Umbra sea un instituto prestigioso, también es bastante antiguo, y antes no se estilaban los ascensores.

—Hagamos la propuesta de poner uno para cuando llegamos tomados, con resaca o drogados.

—Al consejo le encantará oír eso, ¿no te gustaría agregar algo más? Tal vez algo como cuando llegas muy cogida.

—Jódete.

—Deberíamos ingeniárnoslas... tal vez algo al estilo tarzán, tener nuestras propias lianas amarradas a la respectiva habitación.

—Es más fácil subir las escaleras, ¿te imaginas venir ebrio e intentar subir por una liana? No lo sé, con un poco de depresión y terminas ahorcado.

Eros suelta una carcajada por mi comentario y me río con él, termino de subir las escaleras y caminamos por el pasillo con más facilidad, aunque me agradaría decirle que me lleve a su habitación, pues no quiero ni ver como está mi madre en estos momentos.

—Pues aquí estamos — habla deteniéndose frente a mi habitación —. Suerte con tu madre.

—Voy a necesitarla.

La puerta se abre antes de que podamos decir algo más, mi madre aparece instantáneamente y no sé ni qué hacer.

—Y estabas con él — observa cruzándose de brazos y mirándonos molesta.

—Mejor vete, nos vemos después — le pido al chico para meterme de una vez y que mi madre no inicie un escándalo aquí afuera.

—Claro que se va a ir — acepta mi madre —, te dije que no te quería cerca de mi hija.

—Madre ya basta, ¡estoy harta de esto! No más decisiones sobre mí — decido muy segura de mí misma —. Te veo en un rato — le digo mas bajo al chico como despedida.

—Vengo por ti a las nueve — recuerda dándome un beso en la mejilla para despedirse.

—Vale.

—Ah no, vas a irte ahora mismo a clases — ordena mi madre.

—No tengo que entrar a biología — contesto pasándome por su lado para meterme a mi habitación ya.

—¿No tienes que entrar? O no quieres hacerlo, ¿se puede saber a cuántas clases has faltado tan sólo en esta semana?

—Da igual, esta clase no es importante.

—¿Qué planeas hacer de tu vida?

—¿De qué hablas?

—De todo esto, ¿qué pasó contigo? Desde que viniste aquí todo ha cambiado, no eres la misma, ya nada te interesa...

—Por favor, no empecemos con eso que sabes perfectamente que nada a cambiando.

—Tú sabes que todo cambia, tú has cambiado, y no me gustan tus amigos.

—No son mis amigos.

—¿Desde cuando California sale con personas que no son sus amigos?

—Nos llevamos bien, eso es todo.

—Se llevan bien — repite —, esto no está bien, ¿dime qué carajo piensas hacer de tu vida? Ni siquiera sabes qué estás haciendo aquí, no tienes la menor idea de lo que quieres estudiar, ¿cómo piensas terminar entonces?

—Viviendo abajo de un puente no lo creo.

—¿Entonces qué quieres hacer?

—Aún no lo sé, pero da igual, hay cientos de chicos en esta escuela que tampoco tienen una idea de lo que quieren estudiar.

—No lo creo.

—Pues yo sí.

—¿Y tu amiga también? Deberías de aprender de Rebecka y Gian, ellos ya saben lo que quieren hacer de sus vidas.

—¿Tú cómo sabes de Gian?

—Lo conocí hace unos minutos, Rebecka aún estaba aquí cuando yo llegué, se fue antes de que tú llegaras.

—Pues lo siento por no ser como ellos, lamentablemente esto es lo que hay, y si no te gusta entonces vete.

Doy la vuelta y entro al baño para darme una ducha de una vez, no deseo terminar peleándome con ella y espero que ya no esté para cuando vuelva a salir.

—Estoy harta de tus malditas actitudes rebeldes — una vez más me demuestra que le vale un carajo todo y no respeta el espacio personal ni privacidad de nadie.

—Quiero darme un puto baño a solas, ¿te importa? — pregunto metiéndome a la regadera.

—Yo quiero poder venir un día y encontrarte aquí metida, sin un acompañante, o no encontrarte porque estás en tus clases.

—Lo que yo quiero realmente es que me dejes en paz y no vengas, no tienes nada que hacer aquí.

Mi madre suelta un grito horrorizada y yo casi salgo de un brinco de donde estoy.

—¡¿Qué pasa?! — pregunto abriendo la puerta de la regadera.

—Dios mío, ¿qué hace eso aquí? — mi madre está sentada sobre el lavamanos mientras intenta quedar fuera del alcance de un perro.

Eso es un perro — contesto rodando los ojos —, se llama Cerbero, es nuestra mascota.

El cachorro está intentando olfatear a mi madre que sigue sobre el lavamanos.

—¿Qué hace un perro aquí adentro?

—Ya te lo dije, es nuestra mascota.

—¿Nuestra?

—No querrás saber la historia — me limito a decir recordando cómo es que llegó aquí.

—¿Tu rebeldía es tan grande que tienes un perro aquí adentro aún sabiendo que está prohibido?

—No es por rebeldía, Rebecka y Eros se lo encontraron y decidimos adoptarlo, esta semana me ha tocado tenerlo a mí, a partir del lunes se va con Eros y regresa el siguiente lunes.

—Espera un momento, ¿tú y ese chico la están haciendo de padres divorciados con un perro?

—Suena estúpido, pero así es.

—No puede ser. Largo, vete ya, anda — oigo que comienza a decirle al perro para que se vaya, e imagino que sigue en el lavamanos sin querer bajarse.

—No te come — informo —, puedes bajarte de ahí sin miedo.

—Los animales y yo no nos llevamos bien.

—Si no te das la oportunidad de convivir con uno obviamente no habrá química.

—No quiero mordidas ni ropa rota.

—Cerbero no muerde, puedes bajar, es un perro amigable.

—¿Nadie se ha dado cuenta que lo tienen aquí?

—No, es muy obediente y no hace ruido.

—No lo sé, California, no creo que este sea lugar para un perro... estar aquí encerrado todo el día no está bien para el pobre animal.

—No está encerrado todo el día, Eros pasa por el temprano para pasearlo un rato afuera, en las noches también solemos sacarlo.

—¿Y de verdad nadie los ha descubierto?

—Nadie.

—A ti te encanta meterte en problemas, si se enteran que tienes un perro seguramente lo sacan con todo y dueña.

—Ya veremos luego.

(...)

—¿Entonces cuál es el plan? — pregunto mientras guardo mis cosas en la mochila.

—Por lo mientras vamos a salir de aquí y vamos a ir a música un rato a terminar nuestra canción, y tal vez practiquemos un rato con los demás.

—Yo paso, no quiero ni respirar el mismo aire que Roxanne.

—Vamos, sólo ignórala, está molesta, es todo.

—¿Por qué estaría molesta? No me traga desde que puse un pie ahí y no he hecho nada para merecer su odio, porque eso siente por mí. Odio.

—Escucha, ella era la única chica en ese taller... y luego llegaste tú... está celosa realmente.

—Bueno, tal vez no debería de seguir yendo — admito colgándome la mochila en la espalda.

—¿Que? No me digas que eres capaz de abandonarnos solo por una chica.

—Realmente no.

—¿A dónde van? — pregunta Rebecka antes de que salgamos del salón.

—A música — contestamos al unísono —. ¿Vienes con nosotros? — continúo.

—No, he dejado mis cosas en la habitación, y por si no lo recuerdas tenemos lucha en cuarenta minutos.

—Bien, no lo recordaba — admito —, te veré allá en un rato.

—Está bien, nos vemos en el gimnasio — acepta y pasa entre ambos.

—¿Irás a lucha? — pregunta Eros mientras continuamos el camino hacia el pasillo.

—Tengo que.

—¿Tienes?

—Bueno, no, no tengo, pero creo que debo entrar, no lo hice la clase pasada.

—¿Puedo acompañarte?

—Claro

—Y después iremos a música.

—Está bien — acepto rodando los ojos.

—¿Crees que me dejen entrar?

—¿A dónde?

—A lucha contigo.

—¿Entrar? ¿Piensas entrar al entrenamiento?

—Sí, ¿por qué no?

—¿Tal vez porque jamás lo has hecho?

—¿Quien dice que no?

—Kick Boxing no es lo mismo que lucha libre, son muy diferentes.

—Ya lo sé, pero Ares lleva mucho tiempo haciéndolo y lo he visto pelear, además de que alguna vez me enseñó también.

—Siento que esto va a acabar mal...

Continúo caminando mientras esquivo a varias personas, pues las clases han acabado y todos están dispersos por el pasillo.

Un tipo que camina en dirección contraria a la mía termina por chocar contra mi hombro, me saca de balance y termino desviándome por la fuerza con la que me golpeó.

—Fíjate, idiota — se queja Eros sosteniéndome pero mirando hacia el tipo.

—¿Qué dijiste? — pregunta el
chico regresándose.

—Que te fijes, imbécil — repite Eros encarándolo.

Oh no, los golpes empezaron mucho antes de lo que pensé.

—¿Y qué si no quiero? — el chico está frente a nosotros cruzado de brazos, me dan ganas de empujarlo o darle un golpe, pero creo estúpido hacerlo así.

Eros comienza a reírse entonces, es una risa que más que cualquier otra cosa me da miedo.

—¿Quieres que lo hagamos por las malas? — pregunta cruzándose de brazos.

—Que miedo me das — se burla el chico zafando sus brazos. Sin que lo prevea, el muy imbécil me empuja y me voy para atrás.

Alguien me intercepta y me regresa a donde estaba, un segundo después veo que un rubio toma de la playera al que me empujó.

Me cuesta un momento entender las cosas. Eros le arrebata el chico al otro, y es ahí cuando noto que Ares apareció de la nada aquí.

Eros le suelta un puñetazo, el tipo se va para atrás y es Ares el que lo regresa arriba.

—Paren — les pido acercándome un poco pero guardando distancia para que no se les escape un golpe hacia mí —. ¡Ya basta!

Ambos se detienen. Ares sostiene al tipo y Eros le suelta el último golpe sin quitar la vista de mí.

—¡Eros! — reprocho molesta por no hacerme caso.

—Ya está — acepta alzando las manos.

Miro a Ares entonces, éste ve al tipo que aún sostiene y termina por dejarlo caer.

—Podía solo — aclara Eros caminando hacia mí junto con su amigo.

—Bueno, de nada.

—¿Lo van a dejar ahí tirado? — pregunto señalándolo.

—No pienso recogerlo — contesta Eros encogiéndose de hombros.

—Venía por ti — explica Ares saliéndose del tema.

—¿Por mí?

—Sí, ¿irás a clase hoy?

—Lo haré, pero antes voy por mi ropa, me he olvidado de la clase y no la he traído.

—Te acompaño.

—Eh, aquí estoy — recuerda Eros —, adelántate si quieres, te vemos allá.

—¿Me ven?

—Ah sí, ¿puedo tomar uno de tus uniformes?

—¿Tomar uno de...? ¿Vas a entrar?

—Sólo hoy, quiero acompañar a California un rato.

—Ah — exclama exasperado y rodando los ojos —. Como los demás días.

—¿Eso es un sí? — pregunta cuándo estamos a metros de él.

—Mejor pídeselo a California, te quedará mejor que el mío.

Eros sonríe por su respuesta y niega con la cabeza.

—Tomaré eso como un sí — contesta.

_______________
Siguiente actualización, viernes 5 de febrero. 💞

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro