Capítulo 21
Nadie nos voltea a ver cuando salimos de armario, todos están jugando cartas muy callados y concentrados.
A mí me cuesta trabajo andar bien, pues las piernas me tiemblan y necesito sentarme antes de que no me pueda mantener en pie y me vaya al piso.
—Me voy — anuncia Hades tirando su última carta.
—Cuenten — pide Hera —, quienes hayan tenido más puntos siguen.
Me siento a mirar las cartas de todos, no sé qué están jugando, pues no veo que hayan hecho algún juego y las cartas están apiladas en un solo montón.
—Diez — avisa Hermes.
—Veinticinco — habla Zeus.
—Cinco — dice Hera mostrando también sus cartas.
—Diez — responde Angus.
—Treinta — suspira Ares.
—Igual treinta... — habla Becka con voz temblorosa.
—Fabuloso, Ares y Rebecka — anuncia Hera muy contenta.
Ambos chicos se paran, Becka va nerviosa y con miedo, Ares simplemente se conserva serio mientras guía a mi amiga al armario.
Bueno, estoy segura que Becka no corre peligro, conozco a Ares, seguramente se pondrá a charlar con ella.
—Bien, barájalas — me pide la chica juntando las cartas.
—¿Qué estamos jugando? — pregunto aceptando la baraja.
—Esto es fácil, tienes que dar siete cartas, pones una de muestra y todos tenemos que tirar carta con la misma figura, para hacer un cambio de figura puedes hacerlo con un comodín, que en este caso es cualquier carta con el número siete; si tiras un dos es castigo para el que esté al lado derecho, el castigo es robar dos cartas y no tirar en una ronda.
—Bien... — suena un poco complicado, pero creo es bastante fácil, sólo es cuestión de tirar y robar cartas.
—También puedes cambiar figura tirando el mismo número de la última carta tirada —. Agrega Hermes.
—Creo que ya entendí — acepto extendiendo la baraja a Hades que está junto a mí, para que parta.
El chico saca la carta de muestra y pone el resto a un lado. Mientras comienzo a repartir a todos.
—¿Creen que se tire a Rebecka? — pregunta Zeus.
—No lo creo, Ares no es de esos — contesta Hera.
—Y Rebecka menos — continúa Eros —. Seguramente Ares le sacará platica de algo para que no esté tan nerviosa.
—Además de que no es ella quien le gusta — continúa Hades mirándome.
Termino de repartir y recojo mis cartas, las acomodo por figura, y el comodín y castigo los separo dejándolos al principio.
Hades tira, y los demás siguen sin detenerse ni un poco hasta que Hera tiene que robar, sin embargo sale la carta correcta y tira.
—¿Ya vamos a empezar? — cuestiona Eros robando dos cartas, pues le han tirado un dos.
Dado que no tengo más corazones, termino tirando el dos que tengo, castigando a Hades.
—Creo que eso es un sí — responde éste robando sus dos cartas.
El juego continúa con rapidez, hay varios castigos más, sin embargo ninguno me toca a mí y termino yéndome con mi comodín.
La alarma suena mientras todos cuentan sus puntos, Hera se para para avisarle a los chicos, sin embargo en el primer golpe a la puerta, ésta se abre.
Rebecka sale con la cara roja como un tomate, le veo mas nerviosa de como entró. Ares sale tranquilo, no hay señal de que nada haya pasado, aunque la expresión de Becka me confunde un poco.
—Zeus con Hera — anuncia Angus, y ambos se paran de la mesa.
Hades toma la baraja y comienza a revolverla mientras todos toman sus asientos y se acomodan.
Miro a Rebecka y le alzo la cejas ligeramente para preguntar que ha ocurrido, ella niega con la cabeza y me relajo.
Oigo el ruido de un golpe, luego se escucha como Hera comienza a quejarse y todos terminamos riéndonos por lo bajo para que ellos no nos escuchen.
—Ellos ya saben a lo que van — comenta Angus con una sonrisa en la cara mientras recibe sus cartas.
Le doy un trago a mi vaso y miro con atención las cartas que van soltando.
Preparo la que voy a poner, sin embargo Eros suelta un dos y termino quedándome con más cartas.
—Que rencoroso — me quejo.
—Tenía que soltarlo en algún momento, y que mejor que al principio.
Hermes tira un dos, Angus se queda sin tirar y Rebecka tira otro dos cambiando de figura.
—Para no romper con el número — comenta Eros, y el muy maldito baja otro dos.
—Jódete — reprocho tomando nuevamente mi par de cartas.
El juego continúa, Rebecka no pierde la oportunidad y vuelve a castigar a Ares, éste termina riéndose y acomoda todas sus cartas sin la menor señal de molestia.
Yo por fin logro tirar una, y para vengarme un poco castigo a Hades aunque no me ha hecho nada.
Angus cambia de figura, y veo que Rebecka esboza una sonrisa y tira su última carta.
Bajo las cartas y las pongo sobre la mesa, ni siquiera me tomo la molestia de contarlas, pues sé que soy la más alta después de Ares que no logró bajar nada en el juego.
En cuanto la alarma suena Eros se para de la mesa y va a pasos largos hasta el armario.
—El tiempo acabó — grita y da los siete golpes seguidos.
—Cabrón — se queja Hera saliendo mientras se acomoda la playera.
—Como si te importara.
—¿Y quienes son los siguientes?
—California y yo — contesta Ares poniéndose de pie.
No sé cómo evitar esto, ya es suficiente con haber tenido que entrar con Eros, creo que después de esto no pienso volver a jugar ninguna otra ronda.
Me paro de la silla no muy convencida, Eros y Ares están en pleno duelo de miradas cuando llego junto a ellos.
—Prometo ser silencioso — le susurra a Eros antes de tomarme de la muñeca y llevarme de vuelta al armario.—. Pensé que estabas en guerra con Eros — comenta una vez que nos hemos encerrado.
—Bueno, pues tal vez... — no sé muy bien qué responder, porque es cierto, hace un mes estábamos en pleno combate, y ahora todo parece estar muy bien.
—¿Ya te convenció de que es una buena persona?
—No, Eros no ha intentado convencerme de nada.
—Claro que no, no tiene que intentar convencerte, obviamente no va a decírtelo con palabras, sería muy sospechoso hacerlo.
—Escucha, no sé qué ocurra realmente con tu amigo, pero no he bajado la guardia de todas formas.
—Eros no es de fiar.
—No lo sé — me limito a contestarle. En un principio yo tampoco creía que Eros fuera de fiar, sin embargo en este momento comienzo a dudar sobre ello.
—¿De verdad lo dudas?
—Es sólo que no lo sé, quise darme la oportunidad de conocerle antes de seguir plenamente con las cosas.
—Eros te gusta, ¿cierto?
—No — me apresuro a negar ante tal idea —. Eros no me gusta, ¿por que habría de hacerlo?
—No lo sé, es sólo que así parece, has estado saliendo con él casi a diario, faltan a clases; Roxanne me contó que tú y Eros se están separando del grupo y están trabajando en una canción aparte.
—Roxanne se puede ir a la mierda, no ha hecho más que hablar mal de mí y contradecir cualquier cosa que tenga que ver conmigo.
—Y para colmo, Eros cambió tres de sus clases para que coincidieran con tu horario — continúa.
—Bueno, eso no fue elección mía, créeme que me sorprendió demasiado toparme con Eros en mis clases.
—Entró a literatura, California, ¡a literatura! Eros nunca en su vida a tocado un libro.
—Escucha, creo que no conoces lo suficiente a Eros, tu amigo ha leído demasiados libros, está a nada de exentar literatura.
—¿Y tú sí lo conoces?
—Pues... no demasiado...
—Eros sólo es superficial, conoces de él lo que quiere que conozcas, no más.
—Claramente, pero eso no lo hace superficial, todos somos iguales, conocemos de una persona sólo lo que quiere que conozcamos.
—¿Y por qué no me dejas conocerte a ti?
—¿Qué?
—Yo no soy como Eros, no soy un mentiroso, no soy superficial, lo sabes.
—¿Y a qué viene eso?
—A que ya no soporto verte más con él.
—Estás... ¿celoso? — no me lo puedo creer. Sé que existe una rivalidad entre ambos, sin embargo no puedo creer que yo sea la causante de algún sentimiento por parte de ninguno.
—No son celos...
—¿Entonces qué son?
—No se como explicártelo, pero no puedo verte con él, no te mereces sus mentiras.
—Ni siquiera estoy recibiendo nada por su parte.
Ares da un paso hacia mí y me toma de la barbilla para que lo mire, siento que quiere besarme, pero ladeo la cabeza para impedirlo.
—¿Qué hiciste con Rebecka? — pregunto con curiosidad y en un intento de matar el tiempo restante.
—¿Celos? — pregunta con la sombra de una sonrisa.
—¿Por qué habría de sentirlos? Rebecka es mi amiga y tú y yo no somos nada como para que sienta algo.
—La traté bien — asegura tranquilo —. Fui el primer beso de tu amiga, así que creo que estuvo bien, no hice más que eso.
—Bien.
—Pero contigo puedo hacer más — susurra y me besa sin darme tiempo de esquivarle otra vez.
—No creo que sea una buena idea — niego intentando hacerme a un lado.
—¿Por qué no? — cuestiona pegándome a él y alzándome el vestido de la parte trasera —. Carajo, no llevas ropa interior.
—La llevaba hace media hora.
—Entiendo... — murmura recorriendo mi piel desnuda con ambas manos —. Entonces quiero que me digas quién es mejor.
Ares me empuja suavemente y termino de nuevo contra la pared.
—No lo hagas — pido mientras nos besamos. No creo que esto sea una buena idea, jamás he tenido sexo con dos chicos diferentes en la misma noche, aún cuando apenas y son unos cuantos minutos nada más.
—No digas nada — pide besándome violento y obligándome a dar la vuelta para darle la espalda.
—Ares... — le nombro en un intento de que se detenga.
—No lo haré — niega como si hubiese escuchado lo que pensaba.
No sé cómo salir de esto, por un lado no quiero irme, no es la primera vez que hago esto con Ares, sin embargo no me siento tan cómoda en estas circunstancias.
Entra en mí y termino con la frente pegada al muro, siento que mis piernas están temblando y mis rodillas en cualquier momento se van a doblar.
—No puedo más — me quejo respirando tan profundo como mis pulmones me lo permiten.
Ares sigue en lo suyo, y yo más que otra cosa me centro en luchar por seguir en pie.
—Para ya — pido.
—¿De verdad quieres que pare? — pregunta sin detenerse ni un poco.
—Para — repito muy segura de mis palabras —, detente, Ares, ahora — ordeno con voz un poco más fuerte.
Por fin me hace caso, se despega de mí y me quedo como estoy mientras intento recuperarme.
Oigo la puerta abrirse con violencia, doy la vuelta y recargo la espalda en el muro mientras veo como Eros saca a Ares con agresividad.
—¿Qué carajo te pasa? ¿Lo hiciste a la fuerza?
—No hice nada a la fuerza — contesta Ares liberándose del agarre de su amigo.
—Esto se acabó — zanja Eros empujando al rubio y caminando hacia donde estoy —. ¿Estás bien? — pregunta intentando abrazarme.
—Lo estoy — acepto sosteniéndome de él para comenzar a caminar.
—Vamos arriba, te daré algo de ropa para que te cambies y duermas aquí.
—Tal vez debería volver a Umbra.
—De eso nada, no te ves bien, creo que debes quedarte aquí.
—Creo que deberíamos irnos — propone Rebecka parándose de la silla y corriendo hacia mí.
—No, quédense y mañana tempranos nos vamos de regreso a Umbra — pide Eros sin soltarme.
—No pienso quedarme aquí — se niega Becka.
—Creo que me quedaré, no me siento capaz de volver — confieso en voz baja.
—Puedo llevarte — se ofrece Hermes para ir de vuelta con Becka —. Yo también quiero irme — admite mirando un poco molesto a sus amigos.
—¿Estás segura de que quieres quedarte? — pregunta ella.
—Estaré bien.
—Bien, entonces vámonos — acepta la ayuda de Hermes acercándose a él.
—Y tú, ¿por qué no te largas también? — le ladra agresivo cupido a Ares.
Éste lo mira con expresión asesina y termina saliendo de la casa sin decir palabra y hecho una furia.
—Cuídate — pide Becka abrazándome —. Si necesitas algo llámame, por favor.
—Estoy bien, no pasa nada.
—Voy a cuidarla bien, no tienes de qué preocuparte — asegura Eros, cosa que por la expresión de Becka, no le causa ninguna seguridad.
—Te veo mañana... sé que no te sientes muy bien, pero recuerda que tenemos que entregar el ensayo de literatura...
—Lo sé, llegaré a tiempo.
—La llevaré a clases, no te preocupes — interviene Eros.
—Eso espero, Eros — zanja molesta antes de darme un beso en la mejilla y marcharse.
—Vamos arriba — pide comenzando a caminar lento para que no tenga que apresurarme —. ¿Quieres que te cargue?
—No, yo puedo.
—Te ves muy mal...
—No me siento bien... — confieso deteniéndome.
Realmente no me siento para nada bien. No sé qué ha pasado, me siento bastante mareada y débil, el cuerpo me pesa y casi podría pensar que me he bebido una botella completa de una sola intención.
Pero no ha sido así, a duras penas me acabé el trago que me ofreció Hera en cuanto llegué.
—Te llevaré arriba — decide y termina cargándome.
Recargo la cabeza en su pecho y dejo que me lleve; tal vez esto es cuestión de mi estado de ánimo. Esta última semana no he dormido casi nada, entre trabajos que tengo por entregar, y salidas nocturnas con Eros se me han ido las noches enteras.
Tal vez debí hacerle caso a Rebecka con no salir hoy, seguramente por mi necedad ahora estoy sufriendo las consecuencias.
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Siguiente actualización, Martes 02 de febrero. 💕
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