Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 19

Me tomo un ligero y muy minúsculo descanso totalmente superficial.

A partir de que Eros y yo hemos hecho las paces, he tenido que fingir aún más, aunque esta vez es específicamente sobre el olvido de mis planes.

Ahora nos llevamos realmente bien, sin tener una amistad completamente hipócrita como lo era al inicio de todo, aunque claro, debo aclarar que sé perfectamente que ni él ha dejado a un lado sus planes, ni yo los míos. Eso me es obvio, sólo es parte del plan para poder ganar algo que yo no estoy dispuesta a perder.

Pero ahora no le aborrezco como solía hacerlo hace algunas semanas, me he permitido conocerle por muy superficial que pueda ser en realidad. Y hasta yo me he sorprendido al notar que acaba siendo agradable y no propiamente el tipo de maldito que me había hecho a la idea por su fama de malo.

Claro que lo más probable es que lo agradable sea solamente una máscara, esa que oculta al Eros real.

Real, macabro y despiadado.

Pero mientras el finge demostrarme su bondad, yo finjo enseñarle lo frágil y vulnerable que soy.

La camioneta entra al cajón de una sola intención y frena precipitadamente. Eros baja al instante y le miro desde la entrada del edificio.

—¿Lo conseguiste? — investigo sin moverme mientras camina hacia mí y se quita los lentes oscuros.

—Tuve que atravesar la ciudad en media hora solo por ti — responde afirmativamente y se detiene enfrente.

—Que gran sacrificio, tendré que tomarlo en cuenta.

Fenix sonríe y me tiende la mano para que ponerme de pie.

—Nada que no volvería a hacer — contesta encogiéndose de hombros —. Creí que no te encontraría aquí.

—La verdad no pensaba irme a clases, sólo me gusta que te sientas presionado — admito con diversión. 

—Gracias, me gusta la adrenalina.

Comenzamos a subir las escaleras en silencio, y el ruido tan nulo del entorno nos hace ir callados también. Pues ahora todos están en sus clases y aunque no puedo estar segura de que somos los únicos aquí, es lo más probable.

Nadie que no sea alumno está en el edificio, nunca entran los directivos ni nada por el estilo, sólo un par de veces a la semana algunos conserjes vienen a hacer la limpieza, pero en realidad no hay nadie que pudiese decirnos algo por no estar en clase, además de que así estuviese aquí el decano, no podría reprochar nada en realidad.

Entramos al pasillo F y caminamos sin prisa.

—¿Tu habitación o la mía? — pregunta Eros cuando estamos cerca de la mía.

Lo pienso por un momento, y aunque hay algo que pone en duda mi idea de entrar a mi habitación, prefiero hacerlo y así no terminar topándome con alguno de los otros dioses después.

—La mía — acepto caminando los pasos que faltan a la puerta, y abro rápidamente.

Eros entra y vuelvo a cerrar la puerta, ambos nos sentamos en mi cama dejando espacio entre sí, donde coloca la mochila que traía colgando de un hombro y la abre.

—Bien, traje lo que prometí — habla metiendo la mano al bolso y saca una botella sin abrir de brandy.

—Hablabas en serio — señalo tomando la botella de la cama.

—Siempre hablo en serio — confirma sacando más cosas de la mochila —. Cuando iba de camino pensé: California quiere fumar hierba, pero seguramente no tiene una mierda donde fumarla — explica —. Así que aún con la media hora que me diste para atravesar la ciudad de ida y vuelta, conseguí cosas extra.

—No me digas, que iniciativo.

—Precavido — corrige y saca un bong de cristal de la mochila. Es completamente transparente, pero con un efecto tornasol —. También traje estas cosas... — agrega entregándomelas directamente en las manos mientras busca algo más.

Es un paquete nuevo de sábanas, y un par de pipas.

—Muy precavido — admiro dejando las cosas a mi lado.

Saca una bolsa de plástico de buen tamaño con cerradura hermética, me la entrega y cierra su mochila para dejarla en el piso de una vez.

—¿Qué gané por la misión perfectamente completada? — averigua mirándome.

—Hmm, ¿qué es lo que quieres? — inquiero viéndolo también.

—Vaya... qué podrá ser...

—No intentes propasarte — advierto. 

Sé perfectamente cómo es Fenix y la facilidad que tiene para chantajear a los demás.

—Un beso — decide.

—¿Un beso?

—Sí, un beso.

Me quedo pensando un momento en su petición.

—Bien — accedo alzando los hombros y me inclino hacia él, le beso la punta de la nariz y vuelvo a mi lugar.

El chico se ríe por lo que ha recibido y yo me limito a mirarle.

—No así — niega.

—Bueno, no especificaste qué clase de beso querías, ha sido culpa tuya, te di lo que pediste.

—Ah, no, eso es trampa.

—No fue una trampa, fue justo, sólo pediste un beso, no dijiste dónde lo querías.

—Bien. Dado que acabo de traerte una botella de brandy, marihuana y unos obsequios, creo que bien podría pedir un beso por cada cosa.

Ahí está el chantaje como tanto lo preví.

—Vaya, que rápido te cobraste los "obsequios".

—No es un precio alto, ni siquiera es algo gravoso.

—No voy a besarte, Eros.

—¿Por que no? Ya lo has hecho antes.

—Lo sé, pero no volverá a pasar — determino.

Aunque estoy completamente consciente de que no será así, y solo quiero hacerme un poco del rogar.

—¿Por qué no? — interroga.

—Porque no.

—Exactamente, ¿por qué no?

—Hmm...

—Ni siquiera tienes razones — se queja ante mis pensamientos y se cruza de brazos como un pequeño berrinchudo.

Le planto un rápido beso en los labios para que cierre la boca de una vez, y me separo enseguida.

—Bien, pero aún te faltan cinco para saldar tu deuda — aclara.

—Por supuesto — digo sin creer que hablara en serio con la cantidad.

—Quiero un buen beso, no sólo lo que intentas darme. Soy universitario, no niño de maternal.

Río ante la idea que da, intento visualizar a Eros siendo un pequeño niño, pero simplemente no puedo hacerlo.

—Veremos — pienso —. Gánate tus besos.

—¿Ganármelos? ¿Mi excelente logro de media hora no es suficiente para ello?

—Bien, ganados los tienes, sólo te falta convencerme para dártelos.

(...)

Aún cuando hemos abierto la ventana antes de comenzar fumar, la habitación completa está sumergida en el humo que da la impresión de ser neblina como en las noches frías.

Hemos puesto música con el volumen alto, pues aún cuando nuestros compañeros de piso en un par de horas lleguen, dudo que alguien piense o se atreva en reclamar por el ruido.

Eros da la última calada al porro que tiene entre los dedos y tira el filtro en dirección al cesto de basura, atinando exitosamente por segunda ocasión.

Pone el brazo sobre mí y con la mano me acaricia el abdomen y la cintura.

Lo miro un momento sin la menor intención de detenerle, y en realidad no sé por qué le estoy viendo.

Tiene los ojos irritados y las pupilas ligeramente dilatadas, su expresión es relajada y divertida, y me analiza mientras lo observo.

Seguramente tengo los ojos igual que él, y siento que llevo una sonrisa en el rostro que no puedo quitar.

La piel desnuda de mi brazo está pegada a la fría pared, sin embargo me parece relajante la temperatura mientras del otro lado tengo al chico dándome calor.

—Tienes unos lindos ojos rojos — comenta sin quitarme la vista de encima.

—Creí que tenía los ojos verdes — admito en un transe mientras intento estar segura de que eran de ese color, y mi mente me convence que son rojos.

—Sí, también verdes — confirma y me da gracia notar que ambos estamos hablando extremadamente lento sin notarlo.

—Tus ojos también son verdes — denoto.

—Así es.

Le observo a detalle sin darme cuenta, acerco una mano a él y le toco la mejilla con la punta de los dedos, recorro su mandíbula y bajo por el cuello hacia su pecho.

El chico baja la vista a donde le acaricio y vuelve a mirarme a la cara.

Al parecer no le molesta en lo absoluto lo que hago, y tampoco se ve con la intención de detenerme.

Mueve la mano que tenía descansando sobre mi abdomen y me toma de la cintura, tira ligeramente para ponerme sobre mi costado de frente a él, y una vez que estamos más cerca se inclina a besarme.

Le sostengo suavemente del cuello mientras siento sus dedos moverse sobre mi cintura apretándola y acercándome hacia él aún más.

De una forma ilógica parecemos coordinarnos, pues me acerco más como lo quiere, subo una pierna a él mientras baja la mano por mi muslo, y acaba cambiándonos de posición, quedando recostado en la cama y dejándome encima.

Esta vez me sostiene con ambas manos, y me hace mover la cadera hacia enfrente y atrás lenta y frenéticamente.

Logro sentir como el metal que le atraviesa la lengua roza la mía en repetidas ocaciones, sin embargo no es algo que me moleste o me genere repulsión, incluso me gusta.

Podría pensar que estamos cerca de tener sexo, es lo más predecible en la situación, sin embargo, una corazonada me hace sentir que eso no pasará y no son como tal las intenciones de ninguno de nosotros.

Oigo un pequeño sonido bajo la música, un momento después mi cerebro registra el ruido de la puerta y recuerdo por fin que tengo una compañera de habitación.

Ambos nos separamos al instante y miramos hacia la salida sin movernos.

Siento mi vista nublarse y los efectos bajo los que estoy se convierten en todo lo contrario al bienestar en el que me tenían.

—¡California! — el grito de mi madre me taladra los tímpanos y estoy tan asustada que ni siquiera sé qué es lo que debo hacer.

Logro reaccionar luego de un transe total, bajo de la cama rápidamente y aunque quiero hacer algo mi miente sigue completamente bloqueada.

—¿Qué estás haciendo aquí? — pregunto nerviosa sin haber encontrado algo mejor por decir.

—Vine a buscarte — repone cerrando la puerta de golpe —. ¿Qué es ese olor? — cuestiona haciendo una mueca y agitando una mano para alejar el humo de donde está —. ¿Están fumando marihuana?

—¿Por qué sigues viniendo sin avisar? — reclamo molesta —. Si quisiera verte en cualquier momento me habría quedado en casa contigo.

—Tengo el derecho de venir a este lugar las veces que quiera, y lo menos que espero es encontrarte sola, sobria, o en clases.

—No tienes ningún maldito derecho, déjame en paz de una vez, no necesito que vengas cuando quieras.

—Pues no podrás impedirlo.

—Bien — zanjo sin dar más quejas.

Pues para hacer algo no hace falta decírselo.

—¿Y tú qué haces aquí? — le ladra a Eros que ya está de pie atrás de mí.

—Sólo pasaba el rato con California.

—¿Un rato? No sabía que venía a la universidad a aprender a follar chicos — no sé realmente si sentirme avergonzada, molesta, o triste.

Quizá reírme sea mejor.

—No vengo a aprender a tener sexo, eso lo sé hacer desde hace varios años — contraataco dejándola con boca abierta —. Vete — susurro rápidamente a Eros —. Te veré en la biblioteca.

Fenix no objeta, se pone la chaqueta rápidamente y esquiva a mi madre para salir sin decir más.

Quisiera salir corriendo detrás del chico, pero no tengo la valentía suficiente para salir en ropa interior y solo con una playera encima.

—¿Cómo te atreves a hacer estas cosas? — comienza a reclamar mi madre mientras se acerca a donde estoy.

Recojo mis jeans del piso y me los pongo de un salto, tomo el par de tenis más próximos y los coloco antes de que llegue a mí.

—Ya estoy harta de esto, madre — determino enfrentándola.

—Yo también, no quiero que sigas con esto.

—¿Seguir con qué? Tú no puedes seguir con esto, ¡déjame en paz de una vez! Tengo veintiún años, ¡veintiuno! No necesito tu maldita supervisión, necesito que me dejes como lo hacías antes cuando realmente no te importaba. Pero sigues aquí porque ya no tienes a mi padre para hacerle la vida una mierda como antes, y yo soy la que más cerca te queda para eso. Pero no, si él lo permitió tantos años es problema suyo, yo no voy a permitirlo.

—¿Qué harás? ¿Llamar a tu padre? — cuestiona dando justamente con lo que planeaba hacer.

Pero lo suponga o no, lo haré de todas formas.

—¿Te asusta que lo haga?

—No le tengo miedo a tu padre.

—Pues se lo tendrás — aseguro —. Te has encargado de lastimarme estos últimos meses porque necesitas desquitarte con alguien, porque estás frustrada y quieres frustrarme a mí también. Pero ya no voy a permitirlo, si es mi padre quien tiene que detenerte, ten por seguro que lo hará. Hiciste que dejara de quererte como lo hacía, no creas que va a tentarse el corazón cuando sepa que intentas lastimarme a mí.

Paso por su lado y salgo corriendo de mi habitación cuando la escucho llamarme y sus tacones se mueven ruidosos sobre el piso.

No me detengo, atravieso el pasillo y bajo las escaleras tan rápido como puedo, casi resbalando en varias ocaciones, pero prefiriendo caer y morir antes que quedarme a escuchar a mi madre.

_______________
Siguiente actualización, viernes 29 de enero. 💘

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro