Capítulo 14
—Estoy abierta a sugerencias — informa guardando sus cosas en la mochila.
—Querida, hay tantas cosas aquí adentro que no necesitas sugerencias — explica Ariana —, te dará tiempo de tomar clase en todos los talleres.
—Mi prima la exagerada — se burla Becka poniendo los ojos en blanco.
—¿A cuáles han entrado?
—Literatura y fotografía.
Literatura está dentro de la lista de asignaturas obligatorias. Y por supuesto que la prefiero mil veces antes que informática.
—¿Crees que necesite esto? — pregunto a la chica señalando mi mochila.
—Depende a donde vayas a entrar, pero te dejarán escribir en el móvil si no llevas libreta, así que supongo que no — niega.
Busco el número de casillero con la mirada, según veo esta cerca de donde estoy parada.
—Uy sí, pago colegiatura y tengo casillero — se burla Becka siguiéndome.
—No es mi culpa — me defiendo llegando al indicado y abriéndolo —. ¿Quieres meter tus cosas?
—Bueno, me agrada.
Dejo ambas mochilas dentro y vuelvo a cerrar el casillero con candado.
—Bien, pues las dejo — se despide Ariana —. Voy a mi taller, ya nos veremos luego.
Nos da un beso en la mejilla a ambas y se marcha por el pasillo deprisa
—¿Con qué quieres empezar? — cuestiona parándose frente a mí.
—¿Te parece ir a edificio de artes primero? — propongo.
—Suena mejor que estar aquí.
Damos la vuelta y caminamos fuera del edificio de ciencias, este lugar huele a una combinación de cosas espantosas. En primer lugar a cloro, con lo que supongo que limpian el piso. Afuera del salón que estábamos paradas olía a azufre, y ahora incluso siento que huele a vinagre.
—¿Solo a mí se me revolvió el estómago?
—No, también a mí — admite Rebecka caminando más rápido —. ¿Cómo pueden estar en este edificio tan tranquilos? Huele tan mal que van a provocar una explosión.
—No sabía que los olores también explotaban...
Ambas comenzamos a reírnos de camino al edificio de artes. No está muy retirado de aquí, y puedo verle desde donde vamos caminando.
Es un edificio pequeño considerando el resto, únicamente es de un piso, y es el más colorido de todo el campus.
Tiene murales pintados alrededor, éstos muestran todas las materias artísticas que hay, obviamente el más claro es pintura, puedo ver música, teatro, escultura, danza.
Alrededor del edifico hay jardines, repletos de flores coloridas y varios árboles de diferentes tamaños y formas.
Atravesamos la calle y corremos para permitirle el paso a un auto.
Desde que pongo un pie en la acera veo que está llena de manchas de pintura, obviamente es parte de la alocada decoración del lugar, y me agrada bastante.
Una manada de chicos salen del edificio poco antes de que lleguemos a la entrada, vienen cargando algo entre más o menos diez, así que ambas nos hacemos a un lado para dejarles pasar.
Poso la mano sobre el barandal de metal, pero le suelto enseguida cuando siento algo bajo mi piel.
Si no me equivoco son cuerdas de guitarra las que están envueltas alrededor del tubo, y algunas tienen colgando una pequeña cadena con una plaquita de metal.
Alexander M.G
1989
Eso dice la que he tomado, y el color de la cuerda es dorado a diferencia de las demás.
Subo las escaleras que parecen ser de piedra con grietas marcadas por todos lados.
Las puertas de cristal están abiertas de par en par, y veo que una cortina roja está amarrada a cada lado de la entrada, simulando el telón de los teatros.
—Tienes que admitirlo, se esforzaron en la decoración — comenta Becka mirando todo alrededor.
—Es el edifico más alegre de el campus, me gusta.
Adentro todos están corriendo, veo a varios con delantales blancos y negros, pero no de cocina. Están llenos de pinturas de colores. Hay un carrito perchero repleto de ropa que va a toda velocidad pasando entre todos. Veo también a algunos con vestuarios antiguos, un chico pasa junto a mí, trae puesta una falda colorida con estampados de flores, y mientras camina va dando vueltas, mostrando toda la tela de su vestuario.
La gente nos ha estado adentrando sin que nos diéramos cuenta, recibo varios empujones, aunque Becka ya casi llega al piso.
—¿A dónde vamos? — interroga sofocada y desorientada.
La tomo de los hombros y la voy empujando hasta llegar al muro fuera de todo peligro.
—Tienes que aprender a moverte aquí adentro — advierto mirando todo de lejos —. Nadie va a preocuparse por ti si te tiran y te pisotean, todos tienen prisa.
—¿Por qué? — cuestiona dudosa.
—Porque el arte es espontáneo y no te da tiempo para gastar.
—Bueno... caminemos y veamos que nos encontramos...
—Pegada a la pared — le recomiendo para que no reciba más empujones o algo incluso peor.
Becka me sostiene de la mano y toma la delantera lo más pegada al muro que puede.
Sobre todo el ruido de gritos, ordenes, risas y apuros, oigo una canción bastante conocida.
Money's too tight (Simply Red) lleva varios segundos de haber iniciado. La melodía suena exactamente igual, lo único diferente y que me hace saber que no la están poniendo en un radio es la voz del cantante. No suena mal, de hecho canta excelente, pero no es para nada parecida a la original.
Veo una puerta a unos pasos de donde estoy, está cerrada pero tiene una ventana perfecta para que mire por lo menos de pasada.
Giro la cara y veo dentro, mis pies dejan de caminar entonces y mi mano se suelta de mi amiga.
—¿Qué pasa? — pregunta regresando sus pasos.
—Mira adentro — susurro.
Becka frunce el ceño y se aproxima dudosa, por su tamaño sus ojos apenas rebasan el límite de la ventana.
—¿Es Eros?
—¿Puedes creerlo?
—Vaya... no sabía que cantara así... bueno, no sabía que cantara.
—Entremos — decido.
—¿Qué? ¿No estarás pensando...?
—Así es, vamos.
—Pero yo...
Interrumpo a Becka cuando le tomo de la mano y abro la puerta.
Asomo la cabeza y miro dentro en espera de que alguien me haga caso.
—Hola — saluda un hombre muy sonriente.
—Hola... — correspondo sonriéndole de oreja a oreja.
—Pasa, por favor — anima señalando el lugar.
Termino de abrir la puerta y entro sin soltar a Becka.
Oigo que el grupo se calla y no quiero ni ver la expresión del dios.
—¿Qué las trae por aquí? — pregunta el hombre.
—Pues, estamos probando para elegir un taller — explico, aunque realmente es mentira.
—Fabulosos, díganme, ¿saben tocar algún instrumento?
—Claro, toco la guitarra, batería y también canto un poco — afirmo.
—Yo sé tocar el piano... — responde Becka insegura y haciendo una mueca.
Espero que no sea una mentira.
—Excelente, bienvenidas al taller de música, espero que sea lo que esperan y lo suficiente para conservarlas aquí dentro. Soy el profesor Alexander.
—Gracias, soy California, un gusto — estrecho la mano del profesor aún sonriéndole.
—Yo soy Rebecka — se presenta ella aún insegura.
—Un gusto, Rebecka, siéntete tranquila aquí adentro, aunque veas a todos rebeldes nadie va a hacerte daño.
—Sí, claro — acepta con una risita nerviosa.
Yo también lo haría; sobre todo porque Eros es el más inofensivo.
—Pero vengan, conozcan al grupo completo — pide guiándonos hacia adentro del lugar —. Él es la más grande estrella del lugar, Eros Fenix — nos presenta al chico que comienza a bajar de su pequeño escenario.
Le veo tenso, y comienzo a disfrutarlo.
—Un gusto — digo estrechando la mano del chico fingiendo que no lo conozco —. California Kendrick.
Por primera vez le veo nervioso, está tremendamente tenso y tiene la mandíbula trabada.
¿Me enteré de algo que no debía?
—Sí, un gusto — acepta serio.
—Ella es Roxanne, mi chica estrella, cómo pueden ver no hay muchas mujeres aquí adentro... ustedes son las segundas — nos susurra para enfatizar el hecho de que Roxanne era la única.
—Hola — le saludo con calma. La chica me muestra lo pesada que es alzando la cejas con fastidio.
—Un gusto, soy Brooks — se adelanta a presentarse otro chico pasando entre Eros y Roxanne —. Baterista.
—Un gusto — acepto estrechándole la mano y sonriéndole.
—Yo soy River — se presenta otro —. Aunque lo crean innecesario toco el bajo.
—Es muy necesario — admito.
—Yo soy Tennessee, toco el teclado.
—Hola — le saludo también.
Vaya, todos me parecen muy agradables con sus dos claras excepciones.
—Aún faltan más, pero como es la primer semana faltan demasiados — explica el profesor.
—Claro, entiendo. Pero por favor, continúen, no queríamos interrumpirles — pido esperando escuchar a Fenix con más claridad.
—Sí, gracias — acepta Roxanne con acidez y me da la espalda para volver al escenario.
—¿Por qué no lo haces tú? — propone Eros cruzándose de brazos y mirándonos como si hubiese tenido la mejor idea de su vida.
—Para nada, yo acabo de llegar, además no quiero interrumpir — niego con un poco de nervios.
—Claro que no, este lugar es de todos y no es una interrupción. Además, pienso que sería increíble ver que tan buena eres — insiste.
Bien, lo acepto, acaba de regresarme el golpe tan rápido como de costumbre.
—No, no, de verdad...
—Es una buena idea — apoya el profesor chasqueando los dedos—. ¿Por qué no subes y cantas un poco? Quiero ver que tal lo haces.
—Ven, California, sube — llama Brooks desde atrás de la batería.
Por lo menos creo que acabo de hacer un amigo.
Le doy una mirada asesina a Eros y camino hacia el grupo, River me da la mano y me ayuda a subir junto con ellos, y al instante sin que nadie se lo pidiera, Roxanne abandona a la banda también.
—¿Qué canción tienes en mente? — pregunta Tennessee juntándose a mí y a River.
—No lo sé... — dudo buscando alguna canción en la que no pueda fallar.
—¿Te sabes Venus? — pregunta Tennessee.
—¿De bananarama?
—Sí, ¿la sabes?
—¡Por supuesto!
Justo lo que necesitaba.
—Bueno, ¿Te parece iniciar con esa?
—Claro.
Eros se acerca a donde estamos, le veo una sonrisa victoriosa y maliciosa mientras me mira directamente a mí.
—Tómala — pide dándome su guitarra —. Por favor, quiero ver qué tan ágiles son tus manos.
De verdad voy a tomarme eso como una frase cualquiera y no una vulgar.
Tomo la guitarra y la cuelgo de mi hombro, sin ganas recibo la plumilla que el dios me ofrece y me acomodo detrás de uno de los micrófonos.
—Empieza — susurra River.
Aún no quito la mirada de Eros, y él tampoco ha desviado la suya de mis ojos.
Respiro profundo y me preparo para dar inicio a la canción; sé que fue mi idea venir y entrar aquí, pero no me esperaba terminar cantando en mi "primer clase".
Por lo menos sé que algo le incomodó a Eros. No sé qué, pero sí estoy segura que lo saqué de su zona de tranquilidad, y eso significa algo.
Comienzo a tocar la guitarra, y al cabo de unos segundos más los demás instrumentos me acompañan. Trago saliva un momento antes de empezar a cantar, e intento sonar tan tranquila como puedo, tanto en voz como en guitarra.
Eros me observa a pocos metros de distancia, su expresión es de aprobación mientras asiente ligeramente.
Esta me la pagas.
Esta y todas las que me has hecho y piensas hacerme, Fenix.
(...)
—Fabuloso, Florida — admira Eros —. Me sorprendes, quién iba a pensar que esa boca no solo servía para soltarme insultos.
—Pregúntale a tu amigo Ares para qué más sirve — contraataco muy sonriente, logrando que la satisfacción se borre del rostro de Eros.
—Sí, Ares...
—Aún es temprano, aprovecharé el tiempo para ir y probar más cosas, cuídate — me despido sin dejar de sonreírle. Me inclino hacia él y le planto un beso en la comisura de los labios.
Me engancho al brazo de Becka y nos conduzco con cuidado hacia la salida. El pasillo sigue vuelto loco; veo a un par de chicos montados sobre el carrito de la ropa mientras van a toda velocidad hacia el teatro, el de atrás va impulsando, y el de enfrente dirigiendo la trayectoria a la que van.
—¿Viste eso? — pregunta una vez que estamos fuera.
—¿A los locos del carrito?
—Sí — acepta riéndose conmigo—. Bien, me ha gustado todo, incluso los locos con carros de ropa. Pero por el momento creo conveniente ir a un lugar más tranquilo... ¿qué sigue?
—¿Dónde son los deportes?
—¿Cuál de todos?
Lo pienso por un largo momento, no tengo muchas ganas de correr demasiado.
—Tal vez lucha libre.
—Es broma, ¿no?
—¿Me ves con cara de bromas? Claro que no, es real.
—Tú estás loca, no llevas ni dos semanas y ya quieres ser molida por Umbra. Eso está muy mal.
—Vamos, me viste pelear con Hera, no me digas que no me crees capaz de entrar por lo menos una vez a lucha.
—Pero es diferente... con Hera fue a golpes literalmente, aquí se trata de hacer llaves, y esas cosas, no es kick boxing.
—Buena idea, seguiremos con ese después.
—Sí, estás loca — confirma.
—Anda ya, llévame.
—Ni pienses que voy a entrar.
—Claro que no, de loca te dejaba hacerlo, casi te hacen papilla en el pasillo de artes.
—Muy bien, supongo que será divertido ver cómo te hacen puré a ti.
Cambiamos de dirección entonces, los edificios de talleres y deportes están en el mismo sector, alejados del resto de facultades.
El edificio es bastante grande, su color es gris, y lo único que le caracteriza es un logo.
En la parte de arriba de las grandes puertas hay dos brazos flexionados y con el puño cerrado frente a frente, en medio de estos y en diagonal hay una pesa.
—Debo admitir que encanta este lugar — comenta cuando atravesamos la entrada —. Mientras entras puedo disfrutar de la vista.
—Por supuesto que sí — acepto dándole una mirada rápida a los chicos que están esparcidos por el pasillo mientras entran o salen de diferentes sitios.
Ambas entramos a uno de los gimnasios, el lugar es bastante grande y el piso es de madera clara, aunque en el centro del lugar hay metros de un extraño material azul, igual a los tapetes de yoga pero gigantesco.
—¿Quieren entrar? — encuesta un chico parándose frente a nosotras.
Es gigantesco, lleno de músculo y sin una gota de grasa en el cuerpo. Trae puesto un uniforme rojo con negro de una pieza, le llega a medio muslo y es de tirantes largos.
—Ella — se apresura a hablar Rebecka mientras me señala y se hace a un lado.
—Increíble... — opina mirando los uniformes que tiene en las manos —. Ten, espero que te quede, es talla chica — explica dándome dos piezas y dedicándome una sonrisa amable —. Los vestidores están allá, el izquierdo es el de chicas.
—Gracias — contesto regresándole la sonrisa y yendo hacia dónde me indicó.
—Tienen vestidores de chicas, eso significa que debe haber alguna en el grupo — susurra Becka emparejándome.
—Bueno, supongo que no es una escuela machista y pusieron vestidores para ambos por si alguna mujer deseaba entrar — sugiero encogiéndome de hombros.
—Pues... el chico no parecía muy sorprendido de vernos llegar, eso significa que hay mujeres dentro.
—¿Por qué?
—Porque si no las hubiera se asombraría de ver que una llega y acepta entrar, no lo sé... yo lo haría.
—Sí... tal vez tengas razón.
—O tal vez es que ya lleva sus años aquí, y Umbra le ha asombrado tanto que ya nada puede sorprenderle.
—Esa opción también es viable.
Los vestidores permanecen completamente vacíos, sin embargo están limpios y en buenas condiciones.
Me siento en la larga banca y empiezo a quitarme los zapatos para poder retirarme los jeans. Becka desdobla el uniforme y lo mira atenta.
—Me gusta, se te verá bien — asegura poniéndolo a mi lado —. Y la playera igual, ¡mira esto! — dice volteándola para que mire —. ¡Un fantasmita! — exclama con ternura.
—¿Por qué hay un fantasma en el logro de la playera? — ¿cuestiono?
—¿No lo sabes? Somos los "fantasmas" de Umbra — explica encogiéndose de hombros y poniendo la playera junto a la otra prenda.
—Muy ingenioso. ¿Qué hay en las sombras? Fantasmas.
—Sí, así es.
Me quito la chamarra y la dejo con el resto de mi ropa, tomo la playera roja y me la pongo luego de observarla bien.
—Te recomiendo abrocharte el sostén tan ajustado como puedas, no creo que sea cómodo sufrir una accidente con eso.
—Sí, sería muy vergonzoso — admito metiendo las manos debajo de la playera para abrocharlo en el primer seguro.
Me pongo el resto del uniforme y acomodo la licra con ayuda de Becka. Todo me ha quedado a la perfección, es como tener puesta una segunda piel.
Me anudo los zapatos para que queden más ajustados, y oculto las agujetas para no tener ningún incidente con ellas. Amarro mi cabello tan apretado como puedo en una coleta, y una vez lista nos aproximamos a salir.
Rebecka se lleva mi ropa, ambas nos separamos luego de caminar por la duela, ella se va hacia las gradas y yo me quedo con el resto, aunque conservando mi distancia.
—¿Lista? — consulta el chico que me dio el uniforme.
—Lista — acepto sonriéndole. El tipo parece demasiado amigable, se para junto a mí y mira todo con atención.
—Eres muy valiente, no es muy común recibir a chicas aquí adentro — comenta mirándome.
—Lo supongo, normalmente las mujeres somos más cuidadosas con eso de nuestra vida.
—Así es — acepta dejando escapar una sonora carcajada —. Aunque también son bastante rudas. En esta escuela las mujeres son muy valientes, y veo que no eres la excepción.
—Supongo que no.
—Veo caras nuevas — denota un hombre acercándose a todos. Trae un uniforme igual al nuestro, es un poco más alto que yo, pero tiene un cuerpo escultural digno de un luchador —. Cómo pueden darse cuenta, los que pertenecen al equipo tienen puesta una playera negra, a diferencia de los nuevos, que portan una roja. Esa es nuestra manera de identificarlos y ser lo más cautelosos posible con ustedes. Les explicaré qué tienen que hacer — el hombre camina un poco hasta quedar dentro de la parte blanda azul, todos le seguimos también conservando espacio para verle —. Todo su entrenamiento tiene que ser aquí adentro — explica señalando el lugar donde está parado —. Tendrán únicamente a un contrincante, y lo único que tienen que hacer es derribarlo. No pueden morder, no pueden golpear, ni pelear sucio, es simplemente forcejeo por ahora, si llegan al piso pierden. Fácil, ¿no? Veamos qué tanto lo es. ¿Quién de mis chicos quiere hacer una demostración? — todos se quedan callados viéndose entre sí, el entrenador pasea la mirada sobre sus chicos hasta detenerse sobre el que está junto a mí. Le sonríe y comienza a asentir para que pase al frente —. ¿Quién peleará con Eliot?
Nuevamente todos se quedan callados. No sé, pero eso de que nadie se ofrezca los hace parecen cobardes sin importar sus cuerpos musculosos.
—Yo lo haré — se ofrece una voz y veo que alza la mano mientras camina. Ya que está al otro lado de donde me encuentro no logro ver quien es, pues todos los demás me estorban.
El hombre sonríe con satisfacción mientras se hace a un lado y abandona el espacio.
—Perfecto — acepta —. Ares y Eliot, esa sí es una verdadera lucha de titanes.
¿Ares?
Doy un paso al frente y lo miro.
Siento que el color abandona mi rostro cuando ubico al rubio, he estado evitándolo desde el domingo, incluso cuando tenemos clases en común.
Instintivamente todos nos hacemos para atrás, aunque confío en que realmente no se salgan del lugar, nadie quiere arriesgarse a que esta sea la excepción.
El maestro sopla un silbato y ambos chicos se agachan ligeramentey empiezan a caminar de lado mientras se miden para atacar.
Ares se lanza primero, ambos se abrazan y comienzan a forcejear en un intento de tirarse, sin embargo ninguno de los dos lo logra.
—Una vez que tienen a su presa el secreto está en no soltarla — explica el entrenador.
—¿Y quién es la presa? — suelto sin pensarlo. Él me mira con peculiar interés.
—Esa es una increíble pregunta — observa caminando hacia dónde me encuentro —. En cuanto te lanzas al contrincante lo haces tu presa, pero también te haces la suya.
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Paso a desearle un feliz cumpleaños a MichelleRuiz_1501 ❤️
Siguiente actualización, Martes 19 de enero. 💕
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