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Capítulo 12

—Temo que este no es buen lugar para follar — susurro mientras Eros está pegado a mi cuello.

—No hay nadie — protesta.

—De igual forma, en cualquier momento podría entrar alguien por esa puerta, después de todo es el baño.

—Mierda — se queja despegándose entonces. Logro mirar cómo ve a todas partes ciertamente desesperado, como si buscase algo.

Yo por otra parte agradezco la oscuridad del lugar y los tonos rojos de la luz, pues no se nota mi piel ruborizada por el sofoco del momento.

—Ven — pide tomándome de la muñeca y tirando de ella para que me baje de los lavamanos y le siga para afuera del lugar.

Me apresuro a bajar el vestido antes de estar fuera por completo, me resulta casi cómica la urgencia del chico por salir del baño y llevarme a donde sea sólo para tirar conmigo.

El lugar está más lleno que cuando recién llegamos, la música aún más fuerte que al principio, y por la hora todos los presentes ya están pasados de copas y bailan hasta en el rincón más recóndito.

Eros se queda parado en medio de gente bailando, haciendo que nos empujen mientras nos quedamos esperando algo.

Luego de un largo rato el chico reacciona de golpe, comienza a caminar dándome un tirón en el brazo y casi arrastrándome hacia quien sabe dónde.

Después de pasar por cientos de empujones por fin salimos de la zona más cargada de personas, llegando a las escaleras flotantes y transparentes que suben a la sección roja.

Pienso en poner resistencia cuando lo veo muy seguro de querer subir, sin embargo me contengo, en gran parte el alcohol me ayuda a no actuar arrebatadamente y pensar un poco las cosas; y no es que esté muy tomada, aunque sí lo suficiente como para estarme metiendo tan precipitadamente con Eros.

Cuando reacciono ya estoy subiendo los últimos escalones, el chico se adelanta a abrir una cortina y sostenerla cediéndome el paso.

La parte consciente de mí me grita que soy una estúpida y si no regreso por las escaleras ahora mismo la voy a pagar cara. Pero la parte relajada y alcoholizada simplemente dice que me relaje y me deje llevar.

Y cómo físicamente también estoy alcoholizada, le hago caso a ésta última.

Me paso un poco insegura, pues siempre me ha puesto de nervios el cambio tan repentino de iluminación de el resto del lugar a esta habitación en particular.

El ruido tan arrullador de la música me aturde, pues parece estar muy bajo, sin embargo es más fuerte de lo que podría parecer, tanto que cuando toso para aclararme la garganta no me oigo.

Dejo que Eros me conduzca por el sitio, esquivo todos los sillones de la sala lounge y choco ligeramente con él cuando se frena frente a una de las piezas privadas que está vacía.

—Quédate aquí, vuelvo en un momento — me habla al oído mientras me hace sentarme.

Me limito a asentir, aunque estoy segura que ni siquiera puede verme. Yo logro vislumbrar su silueta salir del lugar y recorrer las cortinas rojas para que nadie más vaya a entrar.

Se preguntarán cómo es que sé que son rojas, y la respuesta es que yo las elegí junto con Ashton cuando decidió abrir la sección.

Me acomodo mejor en el asiento y respiro profundo en un intento de calmarme, ni siquiera me había dado cuenta que el corazón está latiéndome como loco.

Comienzo a sentir un calor bochornoso y nuevamente me siento sofocada aquí dentro.

Mientras intento relajarme y estabilizar todo lo acelerado de mi cuerpo, siento que el lugar donde estoy sentada vibra. Doy un brinquito e instantáneamente miro hacia los lados en busca de algo.

Una luz más brillante que todo aquí adentro llama mi atención, hay un teléfono junto a mí.

¿Alguien olvidó su móvil aquí adentro?

Ciertamente curiosa lo alzo de donde está, el fondo de pantalla es un paisaje, un bosque brumoso con una frase escrita en medio: "It's your fucking nightmare".

Tiene la notificación de un mensaje, y cuando leo el nombre Ares me percato que el móvil es de Eros y no de alguien que lo dejó olvidado aquí.

Aunque tengo la intención de regresarlo a donde estaba termino haciendo un esfuerzo por leer el recado. Las letras se empalman y las veo borrosas, tengo que acercarme el teléfono a la cara para poder leer lo que dice.

"—¿Dónde carajo estás?"

Me dispongo a regresar el teléfono a donde estaba, sin embargo vuelve a vibrar en mis manos antes de que logre separarlo siquiera de mi cara.

"—Te estoy hablando, imbécil. No te hagas que ya sé que leíste el mensaje anterior — me asusto al leerlo, el alcohol me juega chueco haciéndome creer que Ares puede saber que el mensaje fue leído sólo con que yo lo haya visto desde las notificaciones —. Ya sé que estás con California, Rebecka la está buscando, ¿qué se supone que estás haciendo?

Decido dejar el teléfono donde lo encontré antes de que Eros regrese y me descubra fisgoneando sus cosas.

Me siento más relajada a pesar de que sé que ya me están buscando. Después de todo dudo que alguien nos encuentre por aquí.

—Volví — avisa en voz alta en cuanto pasa de las cortinas —. Toma.

Me entrega un vaso y se regresa para encender las luces de aquí adentro. Éstas son parecidas a las del baño, sólo que son de un rojo un poco más intenso y acompañado de más luces neón. Por supuesto que esto es mejor que estar a oscuras por completo, eso no lo niego.

—¿Qué es esto? — pregunto en cuanto al trago.

—Tómalo, te gustará.

—No intentes drogarme, Eros.

—No tiene nada más que alcohol, yo no necesito drogar a nadie para tener sexo, ya lo verás, lo harás conmigo sin dudarlo un momento.

—Si eso fuera cierto te hubiera rogado porque me follaras en el baño, no te engañes, Fenix.

—Tu forma tan recta de ser no te permitía tener sexo con alguien en un sanitario, no intentes engañarme.

—No te engaño. Realmente no me interesa meterme contigo.

Eso es... cierto. En algunas partes.

—No te creo — suelta.

—No eres tú el que me interesa.

—¿Entonces quién es?

—Tu amigo Ares me gusta, se me hace... interesante — la verdad es cierto que algo en él me llama la atención, sin embargo sólo se lo estoy diciendo para ver su reacción.

—No me digas — observa cruzándose de brazos.

—Es la verdad.

—¿Entonces qué haces aquí conmigo?

Buen punto, esa fue una increíble pregunta.

—El hecho de que me guste tu amigo no significa que no me pueda divertir contigo — me tomo de un solo trago la bebida, dejo el vaso sobre la mesa de centro y me acomodo en el asiento al tiempo que miro con picardía al chico.

Eros me sostiene la mirada, al cabo de unos segundos comienza a esbozar una sonrisa y se toma la bebida de la misma forma que yo.

—¿Disfrutas provocarme? — cuestiona jalándomele de un brazo para que me ponga de pie con él.

—Ha sido divertido — admito recordando la forma en la que puso su atención sobre mí mientras bailaba

—Lo fue, me gusta verte bailar.

—Así es como atrapo a mis presas.

—Con que soy la presa...

—Es bastante obvio.

Luego de sonreír se inclina hacia mí para besarme de nuevo; aunque me resulta extraño lo acepto y no me retiro. Aún no comprendo en qué momento decidí cambiar el rumbo de las cosas para llegar a esto, lo peor del caso es que sé perfectamente que estoy jugando con fuego y sólo me queda esperar la quemadura en caso de que no logre quemarlo a él primero.

Una canción rompe con la música melódica de aquí adentro, The negative one (slipknot) nos interrumpe con el volumen estridente del teléfono de Eros.

Sin ganas se separa de mí y toma el móvil de donde estaba, le veo vacilar unos segundos, tal vez con la esperanza de que la otra persona cuelgue antes de que se decida a contestar. Sin embargo se ve obligado a tomar la llamada luego de un largo momento.

"—¿Qué quieres? — pregunta fastidiado.

¿Quieres decirme dónde está? — oigo la voz de Ares al otro lado del teléfono.

Qué te importa dónde estoy, estoy ocupado.

—No estoy preguntando dónde estás tú, estoy preguntando dónde está ella.

—Viene siendo lo mismo — responde luego de estudiarme con la mirada.

No me hagas buscarte, idiota.

—No me salgas con estupideces, ¿de cuándo acá te importa lo que haga? — Eros comienza a caminar, impidiéndome escuchar la respuesta de su amigo. Veo cómo comienza a sacar algo de uno de sus bolsillos, y luego de notar que es un cigarro doy la vuelta y me aproximo a la salida".

Estoy segura que el dios aún ni se percata que le he abandonado, sin embargo planeo volver luego de pedirme algo para tomar.

—¿Qué haces aquí? — oigo la voz de alguien junto a mí.

—Ni siquiera yo sé eso — explico al reconocer a James.

—Ashton me contó sobre tus nuevos amigos.

—Ni loca me haría amiga de ellos, todo va de acuerdo al plan.

—¿Qué te ofrezco? — pregunta el barman parándose frente a mí.

—Dame una botella de cualquier cosa que tengas — pido luego de intentar recordar el nombre de alguna bebida sin tener éxito.

—¿Así que estás con alguno de ellos allá adentro? — continúa Jimmy.

—Así es.

—¿Será con nuestro Dios de la guerra?

—Creo que más bien me estoy tirando flechas con cupido.

—Interesante, quieres ir con lo fuerte.

—Así es.

Si tengo suerte, supongo que atacar al más fuerte terminará las cosas de manera más efectiva.

—Pensé que irías sobre Ares primero.

—Supongo que él es punto y aparte, no parece ser como Eros ni sus demás amigos, creo que es el más serio y pensante de los siete.

—Eso me suena a que ya lo conoces.

—Desayuné con él hoy. Creo que he empezado a notar grietas en su Olimpo.

—Suena bien.

—Sí. Sólo falta dar el primer golpe para que comience a desmoronarse.

—¿Y crees que follando con él vas a golpearlo?

—Por supuesto que no, no es el punto.

—O sea que sólo es por gusto.

—Tampoco, te lo diría, pero creo que ya se me subieron bastante los tragos como para poder recordarlo.

El barman pone una botella frente a mí y se retira sin más, luego de observarla un poco la recojo y me pongo de pie.

—Suerte — oigo desear a mi primo.

—Creo que la necesitaré — admito un segundo antes de caminar de vuelta a la pieza en la que dejé solo a Fenix.

Entro en silencio, aunque sé que no podría escucharme de todas formas. Lo busco con la mirada cuando no lo veo de pie, estoy a punto de creer que se ha ido cuando veo su figura sentada.

Tiene las piernas extendidas, la cabeza recargada sobre el muro y uno de los brazos debajo de la nuca. En la mano libre sostiene el cigarro encendido y permanece quieto con los ojos cerrados.

—¿Qué voy a hacer contigo, pequeña? — le oigo suspirar mientras me acerco a él. No creo que se haya dado cuenta de que he regresado, así que supongo que está pensando en voz alta.

Cuando estoy a poco de él un olor a marihuana entra por mis fosas nasales, observo con detenimiento el cigarrillo que sostiene, y me doy cuenta que no es de tabaco como había pensado.

—Darme un poco tal vez — propongo al tiempo que me siento a su lado.

—Volviste — observa abriendo los ojos un poco exaltado —. Pensé que te habías marchado.

—Salí por algo de tomar mientras tu amigo te regañaba.

—A mí nadie me regaña, lo mandé a la mierda, de todas formas él es el que no sabe dónde estamos.

—Muy inteligente.

—Supongo que no tan idiota como él — repone dándome el porro —. ¿Qué es?

—¿Qué es qué? — pregunto luego de darle una calada.

—Lo que trajiste.

—Ah, es una buena pregunta, no lo sé.

Eros me quita la botella de las manos y la observa pensativo.

—Es tequila — informa mientras le quitan la tapa para darle un trago.

—De todas las cosas que pudieron darme tenía que ser tequila — me quejo mirándolo atentamente mientras bebe de la botella.

—Tómalo, no creo que le halles demasiado sabor justo ahora — inquiere pasándome la botella.

Luego de pensarlo un poco termino bebiendo, a estas alturas todo el alcohol sabe igual.

Además de que ya estoy mareándome por culpa de lo que acabo de fumar.

—No me siento bien — informo yéndome de lado, de forma que termino recostada sobre sus piernas.

—Relájate. Mira, toma esto — veo que se pone el cigarro en los labios y comienza a buscarse algo en los bolsillos. Luego de un segundo me entrega algo en las manos.

—Voy a golpearte cuando esté en condiciones — sentencio al ver que me ha dado un chocolate.

—Veremos si te quedan ganas de hacerlo — contesta luego de reírse de mi amenaza.

(...)

—¿Quieres dejar de regañarme? — reprocho al sentir que la cabeza me palpita con cada una de sus palabras.

—Bien... — acepta respirando profundo en un intento de calmarse —. ¿Cómo te sientes?

—Siento que estoy en movimiento — admito y comienzo a reírme.

—Estamos en el auto — recuerda Ares con seriedad.

—Cierto.

Creo que mis condiciones son más deplorables de lo que pensé.

—¿Qué estabas pensando? La marihuana y el tequila no se llevan.

—Por favor, si nos referimos a eso, la marihuana no se lleva con ningún licor.

—¿Por qué insisten en fumarla así entonces?

—¿Insisten?

—Todos los que fuman y beben al mismo tiempo.

—Yo que sé, es divertido.

Ahora mismo siento que estoy flotando y muy animada.

—¿Estar como idiota es divertido?

—Si no estuviera como idiota ahora mismo me tomaría eso como un insulto.

—Me refiero a no estar en tus cinco sentidos.

—Es divertido, después de todo a veces te hartas de la realidad, ¿no crees?

—Bueno, sí, lo es. Lo siento...

—¿Por qué lo sientes?

—Por hablarte así... estaba molesto y no debías pagarlas.

—No, te entiendo, es molesto tener que sacar a un borracho drogado de un bar, estabas en tu derecho de molestarte.

—Es que no estoy en mi derecho porque no fue ese motivo por lo que me molesté.

Eso me causa mucha curiosidad, suena sospechoso.

—¿Entonces? — consulto.

—No importa.

—¡Diablos!

—¿Qué pasa? — pregunta alarmado.

—¡Me han robado los pantalones!

Ares suelta una carcajada, y por mi estado termino riéndome con él.

—No te robaron nada — niega.

—Claro que sí, ¡no están!

—Traes puesto un vestido.

—Ah, es cierto.

Nuevamente se echa a reír, y yo me siento un poco estúpida por las cosas que estoy diciendo.

—¿Dónde está Becka? — interrogo alterada al recordarla.

—Va con Eros en su auto, Angus los lleva — notifica calmado.

—Eros es un idiota.

—Ni me digas, mañana hablaremos.

—No le hagas nada, no tiene la culpa de que me haya puesto así — le excuso como si debiese importarme si tienen problemas.

O peor aún, como si no me conviniese que los tuvieran.

—Claro que la tiene, si la marihuana era de él. Además, eso de intentar propasarse contigo mientras estabas en ese estado es una estupidez.

Me quedo callada, realmente yo fui la que provocó al chico, y desde que comencé a bailar sabía muy bien hacia donde iban las cosas.

Luego de mi silencio Ares no agrega nada, conduce tranquilo y callado, y después de un par de minutos opta por encender el radio.

Oigo una canción conocida, sin embargo la cambia antes de que pueda identificar cuál es, y salta varias hasta detenerse en Bellyache (Billie Eilish).

Lo observo pensativa entonces, cada vez me doy cuenta que es el más agradable de todos.

También es cierto que es en parte el más serio, porque aunque eso pensé de Eros, me he dado cuenta que fuera de sus fotos va riéndose de todo y de todos a donde vaya.

—¿Te sientes bien? — examino cuando veo que agita un poco la cabeza.

—Sí, es sólo que comienzo a marearme un poco.

—¿Y eso por qué?

—Antes de ir a buscarte alguien me hizo tomar media botella de whisky, y creo que ya está surtiendo efecto.

—¿Quieres parar?

—No, estamos casi llegando a Umbra.

—Bueno... — me enderezo en el asiento y miro por la ventanilla.

Es cierto, estamos a pocas cuadras de llegar.

—Soy un irresponsable.

—¿Por? — cuestiono con gracia.

—Sabía que tenía que manejar de vuelta y aún así decidí beberme medio bar, eso es de idiotas.

—Más que fumar hierba.

—Sí — acepta riéndose —. Más.

—Calma, creo que nos pasa a cualquiera. Yo choqué el Mercedes de mi padre ebria.

El recuerdo me causa gracia al reproducirse en mi mente.

—Si yo chocara el Mercedes de mi padre me mataría si es quedase vivo — comenta el rubio.

—Bueno, papá se preocupó más por mí que por su auto, así que luego de salir del hospital me compró un carro para que no volviera a chocar el suyo.

—¿Y ya? ¿No hubo castigos ni nada?

—Sólo me dio un sermón del alcohol, pero ha decir verdad no me quedaron ganas de hacer estupideces. Mi madre por otro lado se volvió loca y comenzó a gritarme histérica en la habitación del hospital.

—Eros se cayó una vez de una moto — me cuenta —. Se hizo mierda la pierna derecha.

—¿Iba tomado?

—No, sólo estaba en carreras, el problema fue que no sabíamos que hacer. Ya sabes, es ilegal estar metido en carreras.

—¿Y qué pasó?

—Hera llamó a papi Fenix para que fuera por su hijo.

—¿Y luego?

—Le dio los primeros auxilios en cuanto llegó, luego lo llevó al hospital y creo que entró a quirófano con él, la verdad ni siquiera lo recuerdo, me fui a casa a dormir.

Y me echo a reír tras el comentario final.

—¿Bromeas? — inquieto.

—Oye, su padre iba a operarlo, ¿qué querías que hiciera yo?

—¿Su padre?

—Es cirujano. Cirujano plástico más bien, pero bueno, puede operar cualquier cosa, después de todo Eros estaba bastante bien, pidió una cerveza mientras estaba tirado en el piso.

—Nunca me deja de sorprender.

—Es un idiota divertido.

Me doy cuenta que el auto comienza a zigzaguear cuando estamos entrando al campus, Ares está tambaleándose un poco y noto que se le están subiendo los tragos rápidamente.

—¿Cómo te sientes? — interrogo un poco tensa al notar que va casi rozando los carros estacionados.

—Justo a tiempo para terminar de llegar — admite al tiempo que se inclina sobre el volante para ver mejor el camino.

—Me doy cuenta.

—¿Eros viene atrás? — pregunta.

—Hmm... no — niego una vez que miro por los espejos y no veo a nadie.

—Dónde se metieron.

—Tal vez ya llegaron, o puede ser que pasaron por algo de cenar.

—Mientras no sea Rebecka a la que cene...

—Hey, no digas eso... — ordeno preocupada.

No puede ser que haya dejado a mi amiga con ese depravado, soy una estúpida.

—No creo que sea capaz, además, Becka no es su tipo.

—¿Acaso es selectivo con lo que va a cogerse?

—¿Eros? ¡Por supuesto que sí! Y Becka no es su tipo, de eso estoy seguro.

—Bueno, creo que eso me pone más tranquila. 

—Mira, ya llegaron — confirma al ver la camioneta estacionada.

Espero a que aparque el auto junto a la camioneta, los demás ya deben estar incluso dormidos, pues no veo que nadie esté arriba de ésta aún.

Al momento que intenta introducirse en el cajón termina golpeando la Jeep de su amigo.

—Joder — masculla.

—Bien, espera, me siento mejor, creo que puedo hacerlo por ti — me ofrezco dándome cuenta que Ares cada vez está en peor estado.

—Para nada, todavía estoy bien.

—No lo creo, ya te ves mal...

—Espera — pide echándose en reversa de una forma tremendamente rápida, tanto que creo que va a estrellarse ahora con los autos de atrás.

Se endereza y nuevamente intenta meter el carro. Esta vez lo hace más lento y mirando ambos lados para no pegarle a ninguno de los dos coches.

—¿Ves? — pregunta una vez que ha apagado el motor —. Todavía estoy bien.

—De acuerdo...

Saber que ya hemos regresado a Umbra me deja tranquila, pues por muy ebrios que podamos ponernos en los siguientes minutos, ya no hay peligro, no podemos chocar un auto, ser detenidos por la policía, ni nada parecido y posible.

—¿Estás de acuerdo con lo que dicen sobre que cuándo uno está ebrio todo es válido? — interroga.

—Más o menos, supongo que cosas banales e irrelevantes sí. Pero no un asesinato por ejemplo.

—Claro, nada malo.

—Sí, supongo que sí — afirmo.

No sé a qué se debe la pregunta.

—Bueno, pues estoy oficialmente ebrio — informa mientras se desabrocha el cinturón.

—Y yo oficialmente drogada.

—Te lo creo — acepta con gracia.

—Lo estoy.

—En fin, dado que estoy ebrio  aplicaré la sabia frase de todo es válido.

—Genial, ¿qué haremos? — averiguo con cierta emoción de hacer alguna estupidez de la cual mañana hasta me avergüence.

Ares se inclina hacia mí besándome y tomándome por sorpresa.

Como es mi costumbre, acepto el acto sin siquiera pensarlo. Percibo un sabor a whisky y cigarrillos, estoy segura que es él, aunque seguramente yo también tengo sabor a tequila.

Siento las manos del rubio en mi cintura, al instante me anima a acercarme y dirigirme hasta su regazo.

Quisiera decir que esto también es parte del plan, pero no lo es y me está agradando demasiado.

Me acaricia la espalda con la punta de los dedos, bajando por la cadera hasta encontrar mis muslos. Puedo jurar que quisiera infiltrarse por debajo del vestido, sin embargo éste es sumamente entallado, y debido a la posición en la que me encuentro está tan apretado a mis piernas que podría romperse en cualquier instante.

La boca del rubio abandona la mía, bajando por la comisura de mis labios en dirección a la barbilla.

Se detiene al llegar a mi cuello, llenándolo de húmedos y apasionados besos que me erizan la piel.

Tras continuar camino abajo llega a mi pecho, tira de la tela del vestido para que el escote rebele más y besa mi piel desnuda, dejando un camino de besos de vuelta a mis labios.

Quisiera tocarlo también, me gustaría poder acariciar sus músculos con la punta de los dedos, pero aquí adentro no hay nada de espacio como para conseguirlo, de milagro nos podemos besar y estar tan cerca.

Si el alcohol me tenía aletargada, esto me ha dejado sin el menor control de mi mente o cuerpo, estoy sumergida en el momento.

Sólo soy consciente de Ares, la música, y yo. No hay nada más que eso.

Al instante un ruido me saca del entorno y ambos nos separamos abruptamente al escuchar que algo ha golpeado la ventanilla.

—¡No pueden hacer eso aquí! — uno de los vigilantes del campus está asomado afuera del auto, da algunas palmadas al cristal y mantiene la luz de una linterna dirigida a nosotros.

Ambos nos echamos a reír, lo siento estirarse por las llaves y luego abre la puerta para que bajemos.

Tras un par de segundos yodo se vuelve un lío, estamos demasiado ebrios como para mantenernos en pie, y el simple hecho de intentar bajar juntos por el mismo lado del auto ha sido una terrible idea.

Los tacones hacen que sienta que estoy en zancos y pierdo el equilibro a pesar del agarre del chico.

La parte "buena" es que ni siquiera me logro enderezar lo suficiente cuando comienzo a caer. Ares me sostiene con ambas manos e intenta levantarme, sin embargo lo único que logramos es ir al suelo los dos.

Nos reírnos otra vez, el guardia está reclamando algo, pero sinceramente no logro entender ni una sola palabra de lo que dice, lo único que puedo oír son risas.

No entiendo cómo consigue levantarse, creo que le responde algo al hombre antes de inclinarse para recogerme del suelo.

—¿Te encuentras bien? — interroga arrastrando un poco las palabras.

—No lo sé — admito intentando no reír, pero fracaso y nos seguimos hacia adentro del edificio haciendo ruido a más no poder.

Vamos tambaleándonos, yo por culpa de las zapatillas en su mayoría, sin embargo no puedo quitármelas por la correa que me envuelve el tobillo.

Empezamos a subir las escaleras en un abrir y cerrar de ojos, voy sosteniéndome del barandal y Ares va con una mano sobre el muro al otro lado.

Creo que se nos hace más fácil subir escaleras que caminar en plano.

—Shhh — le callo poniendo un dedo sobre mis labios.

—Sí sí, shhh — acepta repitiendo el gesto, pero terminamos riéndonos como idiotas.

No quiero hacer ruido por respeto a los chicos que ya están durmiendo, pero de verdad es algo imposible, por más que quiero callarme no puedo, mi cabeza solo me da la orden de reír aunque no haya nada gracioso o divertido.

—¿¡Dónde está mi zapato!? — oigo la voz de alguien. A decir verdad creo que está en una situación parecida a la nuestra.

Escucho varias risas más, no quiero pensarlo, pero creo que los otros siete están en el pasillo haciendo su propio desastre.

Me doy cuenta que hemos llegado, intento recordar cuando subimos tantas escaleras, pero ni siquiera recuerdo como vengo vestida.

—¡Ares! — grita Hades con entusiasmo, como si viera a su amigo luego de mucho —. ¡Tu amigo se cayó!

Miro al piso y veo un bulto tirado, si no me equivoco es Eros ese bulto.

Becka sale de nuestra habitación, se ha quitado el vestido y creo que trae la pijama puesta. Veo como se agacha hacia el chico y comienza a jalonearlo para ponerlo de pie.

—Que ya está — se queja —. No me jales, ya voy.

Una vez que se pone de pie comienza a tambalearse junto con Rebecka. Ambos se abrazan y dan tres pasos hacia el frente y otros dos de reversa. Eso hasta que terminan metiéndose a la habitación y no vuelven a salir.

—¿Dónde duermo? — cuestiona Hermes desorientado.

—Dormimos allá — contesta Hades señalando la habitación continua a la mía.

—¡Pero si tú ni duermes conmigo! — se queja cruzando los brazos.

—Claro que sí.

—Claro que no.

—¿Entonces quien duerme contigo?

Hermes se queda con la boca abierta mientras intenta recordar el nombre de esa persona.

—No lo sé, pero tú no.

A fin de cuentas los presentes se van hacia diferentes habitaciones. Hermes y Hades se meten a la misma, Angus se va a la que creo que es de Eros, y los demás desaparecen antes de que pueda ver a dónde se meten.

Comienzo a caminar junto con Ares, entramos a mi habitación en silencio, cerramos la puerta y me adelanto a irme hacia mi cama.

En el camino algo se enreda en mis pies, intento recuperar el paso y liberarme, pero termino yéndome de bruces, lo bueno es que caigo sobre la cama sin lastimarme con nada.

Maldigo mentalmente a mis zapatos y los desenredo de la chamarra que pisé.

Miro en dirección a la cama de Becka, se ha quedado dormida, y junto a ella está Eros perdido en sueños.

Me quito los zapatos con un poco de dificultad, Ares se acerca a mí mientras se quita la playera y se desabrocha los jeans.

Después de todo creo que continuaremos con lo que dejamos pendiente en su auto.

Empujo las zapatillas hacia abajo de la cama, jalo el vestido torpemente hasta lograr pasarlo por encima de mi cabeza y quitármelo por completo, y sin pensarlo lo echo junto con el resto de ropa de todos los presentes.

—¿No tienes frío? — cuestiona en susurros.

—Un poco — afirmo frotándome los brazos.

—¿Sólo te cubres con eso? — pregunta señalando hacia la cama.

—Sí, no tengo otra cosa — acepto recordando por primera vez en la semana que llevo aquí, que nunca se me pasó por la cabeza traer alguna cobija conmigo.

Y lo peor del caso es que he estado tan distraída con mis planes que ni siquiera había notado el frío.

—Vuelvo en un segundo, espera.

Ares desaparece antes de que pueda poner objeción, deja la puerta entreabierta y se va sin playera.

Luego de pensarlo un segundo me pongo de pie y comienzo a destender la cama para poder acostarnos y cubrirnos con las delgadas cobijas que tengo.

En menos de diez segundos de estar en completo silencio, una pesadez me invade, haciendo que sienta que la cama está jalándome literalmente.

La puerta se vuelve a abrir, Ares aparece con algo grande entre las manos, sin embargo estoy tan perdida que no le hallo forma ni nada parecido hasta que no me la echa encima. El chico me ayuda a acomodar la cobija sobre la cama y yo termino de arreglarla junto con el resto sábanas.

Luego de quitarse los zapatos se inclina hacia nuestro pequeño escritorio y apaga la lámpara que apenas e ilumina la habitación.

Decido acostarme y taparme mientras oigo que el chico está quitándose los pantalones.

Siento un ligero sueño, sin embargo no quiero dormir, la noche ha sido bastante divertida, pero aún no se termina, no para nosotros por lo menos.

Entra a la cama, su calor me relaja y despierta al momento de que nuestras pieles se rozan.

Nuevamente nos besamos, aunque esta vez me siento más cómoda, no hay ningún vestido que me aprisione y me siento libre.

Ares también lo nota, pues no tarda ni un minuto en acariciar mi cuerpo semidesnudo. Lo siento desabrocharme el sostén, y luego de quitármelo oigo que lo tira al suelo.

Sus manos me recorren juguetonas, me acaricia el abdomen hasta subir por mi pecho, lo masajea con suavidad y vuelve a bajar haciendo el mismo recorrido.

Gimo en su boca cuando siento que desliza una de las manos por debajo de mis bragas, sus dedos se pasean tranquilos, sin embargo la sensación me obliga a tensar las piernas.

Los mueve con lentitud, provocándome cosquillas y alivio al mismo tiempo.

—Ares... — susurro en su boca.

—Shh — me calla con dulzura y besa mi frente.

Siento una satisfacción tan fuerte que termino encajándole las uñas en la espalda, en respuesta gime con voz ronca haciendo que me den escalofríos.

Estoy a nada de perder la razón.

Como si me leyese la mente se detiene, pero solamente para bajar mi bragas y quitármelas antes de ponerse sobre mí.

Se acomoda a horcajadas adelante, posa los labios en mi frente al tiempo que se sostiene con un brazo y con el otro envuelve su erección para penetrarme.

—Joder — musito e intento no gemir ni hacer ruido. Aunque los otros dos estén dormidos no quiero que vayan a despertarse.

—Mírame — pide con voz profunda.

Le obedezco y lo miro directamente a los ojos, sin embargo las sensaciones son tan fuertes que no puedo evitar cerrarlos y apretar la mandíbula.

—Mírame, California — ordena tomándome suavemente la cara con la mano —. Mírame.

Respiro profundo en un intento de neutralizar mis emociones, abro los ojos y le vuelvo a mirar, me muerdo el labio para controlarme y no dejar de verle ni soltar un gemido.

—Maldita sea — se queja ahora cerrando los ojos él.

Qué extraño, creo que le excita que lo mire.

Luego de unos segundos comienza a embestirme con más fuerza, haciendo que ya no pueda contenerme y termine gimoteando un poco.

Y lo peor es que mis quejidos provocan que lo haga más fuerte.

Acabo arañándole la espalda, cosa que me doy cuenta también le gusta, pues le oigo maldecir por lo bajo y de repente se le sale mi nombre de los labios.

Estamos haciendo demasiado ruido y no puedo evitar dar vistazos a la cama de a lado para asegurarme de que siguen dormidos.

Sé que probablemente ningún ruido los despierte, terminaron muy tomados y ni parecen respirar. Pero de alguna forma esto me resulta ligeramente incómodo.

Estoy follando con uno de los que al principio consideré mi enemigo, en una habitación donde mi amiga y compañera está durmiendo, y lo peor es que también está el chico con el que casi follo hace un par de horas y con el que pensaba empezar mi plan.

—California — gimotea sin aliento.

—Ares — respondo en un suspiro.

—Por favor — ruega con ansias.

No tengo ni siquiera que esperar a que termine la frase, sé perfectamente lo que va a pedirme. Así que me muerdo el labio con fuerza y lo miro fijamente. Su expresión es tan mórbida que me resulta erótica y tremendamente sexy.

Lo siento salir de mí, y un momento después algo tibio se esparce sobre mi abdomen.

Ambos terminamos jadeando, puedo oír su corazón palpitar con fuerza y siento el mío latir en sintonía con el suyo.

—Me gustas — susurra acercándose para besarme —. De verdad, me gustas.

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La siguiente actualización será el viernes 15 de enero  🙆🏻‍♀️🖤

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