Parte sin título 19
Langa entró al departamento arrastrando los pies, sentía atorado algo en el pecho que le impedía respirar y cada bocanada de aire entraba a sus pulmones como lava ardiente. La conversación con Adam fue por decir lo menos, reveladora. Ahora tras ver los videos muchas cosas estaban claras para él. Pero tener conocimiento del problema no quería decir que supiera como resolverlo, cuanto menos con el tiempo tan limitado; aunque debía admitir que la propuesta que le hizo Adam era maravillosa, ahora la cuestión era si es que si decidía aceptar, ¿Cómo se lo diría a su madre?
—Langa —llamó Nanako desde la cocina asustando al adolescente porque no se suponía que ella estuviera en casa a esa hora. —Tenemos que hablar —y esa frase pronosticaba una tarde menos que agradable.
Langa escuchó atentamente todo lo que ella tenía que decir, sobre todo lo de la conversación con Reki, asintiendo de vez en cuando intentando pensar cómo debía responder a todas sus inquietudes sin tener que revelar la existencia de Adam y su extraño fetiche de obsérvalo a través de cámaras en drones. Una vez ella concluyo fue el turno de Langa.
—No voy a volver a Canadá. —Esa era una verdad inamovible que deseaba dejar muy claro. —Sobre lo otro... —y desvió la mirada apenado antes de respirar profundo tomando valor. —No tengo a nadie allá.
Y Langa pudo ver como su madre comenzaba a considerar que Reki le había mentido, por eso se apresuró a agregar.
—Reki no te mintió, si dije todo eso.
—Langa —reprendió Nanako. —¿Que te pudo poseer para mentirle a ese niño? Reki de verdad se veía...
—Yo no le mentí, al menos no a él —se defendió Langa cortando de tajó el regaño que se avecinaba. —Yo... lo dije pensando en que de esa forma las chicas dejarían de confesarse; estaba, estoy cansado de rechazarlas una y otra vez; de tener que atenderlas cuando disponen, en la hora y lugar que a ellas les acomoda, como si fuera una obligación mía escucharlas, o incluso obedecer dicha petición dejando a Reki de lado como si no fuera él mucho más importante que todas ellas juntas, como si estuviera en segundo lugar cuando es siempre mi prioridad aunque él no lo sepa —dijo y un segundo después se arrepintió de aquel comentario tan mal intencionado, por muy verdadero que fuera o lo molesto que estuviera no tenía que hablar así. Con un suspiro cansado agrego, —lo que menos imagine es que Reki lo escucharía, que pensaría que jugué con sus sentimientos luego de haberlo... besado —dijo en apenas un susurró.
—¡¿Que tú qué?! —exclamó Nanako, porque al parecer tenía muy buen oído.
—A mi defensa diré que no lo recuerdo muy bien, —se apresuró a decir y era la verdad, si no fuera por los videos de Adam, (eso no quitaba que era espeluznante y amoral que espirara a un par de adolescentes) jamás habría creído que lo hizo. —Esa noche fue particularmente larga, estaba tan cansado, después de un reconfortante baño y envuelto en la tibieza de su cama... yo estaba más dormido que despierto... solo creí que se trataba de un sueño.
Nanako parecía verdaderamente horrorizada y Langa entendía muy bien por qué. Lo que había hecho inconscientemente fue horrible, lo que le hizo a Reki fue malvado. Langa se había observado a través de los videos a él y a Reki esa hermosa noche. La forma en que su cuerpo busco el calor del pelirrojo, la dulzura con la que Reki lo recibió acunándolo entre sus brazos mientras sus manos acariciaban sus cabellos. La mirada llena de cariño que le dirigió y el gesto tan deslumbrante que adquirió cuando embriagado, pleno de paz y satisfacción apenas toco sus labios con los suyos. Reki se veía tan feliz.
Y Langa no recordaba ese contacto que provoco tantas emociones en Reki.
Y tampoco pensó muy bien los problemas que acarrearía al mentir al día siguiente.
Él no tenía a nadie especial en Canadá, pero frente a esa chica lo aseguro sin problemas clavando sin él saberlo el primer puñal en el corazón de a quien amaba.
Que regresaría a casa. Reki era su hogar, su lugar seguro.
Y por último: No puedo hacerte eso. Estaría jugando con tus sentimientos y te respeto, y a todas las chicas que se me han confesado, lo suficiente para no usarlas o querer que salgan heridas.
Fue quizás lo peor que pudo haber dicho, porque Reki tenía problemas de autoestima y él acababa de golpear en el punto más frágil. Había declarado a viva voz que no lo apreciaba lo suficiente para respetarlo o siquiera evitarle el sufrimiento, porque por todos los Dioses, beso a Reki. Beso a Reki y luego dijo esa idiotez.
Langa había visto el rostro triste y devastado de Reki en el video cuando lo escuchó declarar tales cosas, la forma en la que corrió, el dolor en sus ojos que ya derramaban lágrimas. La forma en que huyó fue aún más desesperada que la de aquella noche lluviosa en que le aseguro que no eran una buena combinación. Langa estaba lastimando a Reki por segunda vez. Por eso comprendía que era normal que Reki lo odiara y lo quisiera lejos, Langa mismo se odiaba. Porque había estado amando a Reki prácticamente desde que se conocieron cuando lo deslumbro con su brillante felicidad, con su sonrisa cálida y la dulce y casi catártica presencia que le devolvieron de a poco la paz y las ganas de vivir.
—Pero... entonces que haces aquí —exigió saber Nanako, sus ojos mostraban angustia. —Ve con Reki-kun a explicar todo esto. Discúlpate con él.
—¿Y cómo se lo diría? Oye Reki, sabes me acabo de enterar que te accidentaste por despecho, pero ¿qué crees? Todo ha sido un mal entendido —comentó sarcástico Langa. —Ni el hecho de que me confiese va a valer de algo, él no va a creerme, porque conociéndolo va pensar que lo estoy diciendo para hacerlo sentir mejor, para evitar que caiga en ese hoyo negro en que su falta de autoestima lo ha hundido en el pasado. Y para rematar está poniendo distancia de por medio porque me quiere lejos. Si él cree que eso es lo mejor, tal vez, así sea.
—¿Pero y tú? ¿Langa, que quieres tú?
—Yo... yo lo quiero a él, mamá —lloró Langa amargamente porque ya había soportado tanto como pudo, no había llorado cuando Reki despertó en el hospital y no lo reconoció, tampoco la pérdida de su amigo porque pensó que volvería, que en cuanto recobrara la memoria todo estaría bien. Luego espero estúpidamente a que Reki se sintiera cómodo con su presencia, que se acoplara naturalmente, porque creía que ellos estaban hechos para estar juntos y mientras todo eso pasaba la soledad y el silencio nuevamente iban tomando espacio, control de su vida. El sol brillante que mantenía a raya la melancolía y la apatía se había ido dejándolo a merced de la oscuridad. Estaba asustado de perder lo único que lo ataba a la tierra, lo único que le daba felicidad, porque Reki era su felicidad.
—Langa —llamó Nanako también derramando lágrimas al ver a su hijo nuevamente devastado, tan perdido y triste como cuando Oliver los dejo. —Langa. Se que será difícil, pero si realmente quieres a Reki debes enfrentar y enmendar tus errores. Tal vez no te crea o te perdone en este instante, pero a él también le haces falta, sus ojos muestran cuanto te extraña y estoy segura que lo hará tarde o temprano. Pero si no luchas, si no le dices la verdad entonces vas a perderlo.
Langa asintió a todo, porque su madre tenía razón. Estaba postergando el momento por el miedo que sentía a enfrentar a Reki y escuchar que lo odiaba. O peor aún, que ya ni siquiera le importaba el tema. Porque tal vez fue eso lo que orillo a Reki a competir contra Adam, pero ahora dejó muy claro que había cambiado, y lo demostraba muy ampliamente con el hecho de abandonar eso que una vez fue la esencia misma de su alma, el skate.
Si Reki desecho el skate, que podía esperar Langa además del desprecio bien ganado.
—Langa, si llegara a pasar lo peor, siempre podemos volver a Canadá. No es necesario que...
Langa negó.
—Si pasa lo peor, voy a seguir a Reki a Tokio —afirmó Langa limpiándose las silenciosas lágrimas que aun rodaban por su mejilla. Y era cierto, fue unas de las ventajas de tener al poderoso Ainosuke Shindo de su lado.
Adam le había ofrecido un puesto dentro de su equipo de relaciones públicas mientras estudiaba dicha carrera, un lugar que podía conseguirle si movía un par de hilos en nada más y nada menos que la Tōdai.
Nanako se mordió el labio inferior con fuerza porque comenzaba a darse cuenta que a corto plazo se quedaría sola, pero eso no quería decir que se interpondría en el camino de su hijo. Por el contrario, ella sabía que de estar Oliver habría apoyado a Langa, por supuesto primero lo sermonearía sobre la honestidad y como es la base de toda relación. Por haber sido tan cobarde que prefirió mentir a declarar sus sentimientos por Reki, y Nanako tal vez podría hacerlo, pero a su parecer Langa ya estaba purgando el castigo más que merecido.
—Entonces si ya está todo decidido, vamos a ver a Reki-kun —dijo ella poniéndose de pie y tomando las llaves del coche.
—¿Ahora?
—Ahora —afirmó con la mirada fiera. —Entre más esperes, puede que se agrande el problema, o alguien quiera sacar ventaja.
Langa estuvo de acuerdo, así que siguió sin protestar a su madre.
Durante el trayecto Langa se mantuvo en silencio, sus ojos perdidos en algún punto de la carretera, la misma ruta que desde que llego a Okinawa se volvió prácticamente su día a día. El camino de su casa a la de Reki lo transitaria con los ojos cerrados. Guardaba cada paso con cariño en la memoria porque muchos de esos recorridos los realizo en compañía de quien Langa nombraría como su primer y único amor.
Y pensando en esa palabra es que una nueva idea cruzo por su cabeza. Su madre había aceptado demasiado bien, casi como si lo supiera dese siempre, que la persona dueña de su afecto era Reki, un chico.
—Mamá...
.
Reki tiene una sonrisa de oreja a oreja mientras sus ojos brillan con algo que Masae y Toshio pensaron tardaría mucho más en volver y toda esa alegría se debía a la maravillosa noticia que acaba de darle a su familia, más a sus hermanas y abuela, pues sus padres ya estaban enterados de sus planes y esto solo era una confirmación de lo conversado anteriormente con Sakurashiki Kaoru.
Por un instante Koyomi y su abuela parecieron apagarse, Masae lo entendía, a pesar lo grandioso que resultaba ser la admisión de Reki en la Tōdai, el hecho de que se iría flotaba en el aire. Pero solo fue eso, un momento que paso rápidamente para dar paso a celebrar la felicidad de Reki y sentir orgullo por el muchacho revoltoso que se estaba abriendo camino en la vida.
Koyomi abrazo a su hermano con fuerza, cerro los ojos para centrarse en su aroma, en la fuerza y firmeza de su cuerpo, en la varonil risa que retumbo en su pecho, porque pasaría un buen rato antes de que tuviera la oportunidad de volver a tenerlo de esa manera. Lo iba a extrañar, sin embargo prefería verlo mil veces volar, ser él mismo, buscar aquello que le daría sentido a su vida, ser libre. Amaba a Reki y por eso sabía que lo mejor era que se fuera, porque este pedazo de paraíso era demasiado pequeño para la deslumbrante y activa personalidad de su hermano.
—No dejes en mal a Kaoru-san —fue la frase que salió de sus labios y con la que le deseaba lo mejor.
—Daré lo mejor de mi —respondió apretando sus brazos sobre la delicada espalda de su linda hermana. —Así que cuídate y a las gemelas mientras no estoy.
Su abuela solo apretó sus mejillas recordando tiempos pasados cuando su niño con flores de hibisco en el cabello la seguía a todas partes. El torbellino rojo que su hija le dio por nieto siempre tuvo la cualidad de hacerla olvidar el mundo, de brindarle amor y paz.
—Te voy a extrañar.
Las gemelas a pesar de ser pequeñas entendieron que se iba, aunque realmente ellas no lograban comprender por cuanto tiempo y quizás era mejor así.
Toshio con el tema al fin confirmado y en la mesa no dudo en comentarle a su hijo que un amigo de la universidad le había ofrecido hospedar a Reki durante los días que tuviera que viajar a Tokio para buscar vivienda, así como comentarle que su hijo también estaba en la misma situación y que esperaba que si todo marchaba bien y ellos se caían en gracias quizás podrían terminar rentando juntos.
A Reki no le parecía mala idea, en especial porque no conocía a nadie allá y no deseaba abusar de las bondades de Cherry muy a pesar de ser él mismo quien se ofreció a hablar con algunos conocidos para que le hicieran un descuento en las rentas.
El próximo fin de semana sería su primera visita a la gran ciudad para entregar sus documentos en la universidad y de paso ir viendo algunos lugares de precio accesible.
Toshio al ver que su oferta fue bien recibida se animó a contarle sobre este amigo, como es que se conocieron de manera poco agradable tras un mal entendido y sobre la amable persona con la que termino casado. Puntualizando qué si bien no se habían visto en años, mantuvieron contacto y casi estaba seguro que su hijo Ryota Kise era agradable y muy buen muchacho, además de ostentar una beca muy merecida como atleta de alto rendimiento.
—Tal vez puedas probar algún otro deporte —dijo con cierto miedo Toshio.
Reki meneo la cabeza, un poco enternecido por el tono de su padre, ellos se estaban esforzando mucho para hacerlo sentir amado, aceptado.
—¿Que deporte practica? —preguntó para incentivarlo a continuar.
—Basquetbol, pero sería genial que probaras natación, sé que el futbol no te gusta, pero que tal, no se... tenis, o beisbol, arquería, voleibol, aunque creo que sería muy tarde para el taekwondo.
—¡Ey! Con los reflejos, fuerza y flexibilidad de mi hermano, estoy segura que podría hacer cualquier deporte muy fácilmente —se ufanó Koyomi cruzándose de brazos con un semblante tan engreído que Reki se sintió ruborizar de pies a cabeza por la inquebrantable confianza y desmedido orgullo que aquella simple declaración hizo patentes.
Eran cosas como esas las que hacían a Reki preguntarse la razón de sus inseguridades. Es decir, no existía en su vida una sola persona que dudara de su capacidad para lograr cualquier meta que se propusiera, entonces es natural que Reki no encuentre de donde provienen esas voces que le susurran cosas tan horribles que a veces y solo a veces piensa que podría gritar para acallarlas o tal vez silenciarlas durmiendo para siempre.
Reki niega con la cabeza, cada vez que ese último pensamiento se desliza, se aferra con fuerza a la sonrisa de Koyomi, al consuelo de los brazos de su madre, a las risas y llamados de las gemelas, a la muy discreta mirada de orgullo de su padre y a las caricias tiernas de su abuela. Ellos son los que con su amor incondicional alejan esos fantasmas, los que sin saberlo lo mantienen a salvo.
—Cuando vaya a la universidad también vas a buscarme un compañero de cuarto? —preguntó Koyomi y Toshio parece sentir diferentes sentimientos en apenas segundos.
—Tu no vas a tener compañero de cuarto —declaró tartamudeando con indignación el patriarca de la casa Kyan. —Reki va a cuidarte y vivirán juntos. Te llamare todos los días para saber que no estas saliendo con algún delincuente.
—¡Papá! —exclama ella.
Reki sonríe, es maravilloso el escándalo que su familia logra, lo hace sentir tan cálido esas pequeñas disputas que nunca van del todo en serio. Iba a extrañar eso, pero por Dios, estaba feliz de salir de la isla, de ver la gran ciudad, de tener la oportunidad de conocer y experimentar por sí mismo lo que era la vida.
Su pequeña maleta estaba casi completa, y su corazón aleteaba ansioso cada vez que la miraba, apenas en unos días haría su primer viaje a Tokio y tenía los nervios de punta. Una parte de él estaba asustada, mientras que la otra apenas podía esperar. Estas personas siempre serían importantes, eran su familia, su lugar seguro; así que podía permitirse explorar sin miedo, con la firme seguridad de que no importaba que tan mal fueran las cosas, podría volver en cualquier momento.
Joe y Cherry casualmente irían también por esos días a Tokio, Cherry por un supuesto trabajo que duraría apenas dos días y Joe con la excusa de necesitar tiempo para él y como buen amigo se ofreció como acompañante del calígrafo.
De cualquier forma, Reki se alegraba de no hacer esta primera incursión solo, de contar con su compañía, con su protección.
—¿Y ya entregaste el aviso en la escuela? —Toshio pareció haber recordado que nunca firmo ningún consentimiento.
—Sí, lo firme y entregue yo —contesto Masae muy orgullosa de pavonearse como una muy responsable tutora.
Koyomi sonrió con malicia y su pequeña boca iba a soltar un comentario astuto a su despistado padre cuando el timbre de la casa resonó en la estancia.
Toshio miró a Masae como preguntando si esperaba visitas, ella comprendió muy bien y negó con la cabeza.
—Voy a abrir —se ofreció Reki levantándose de su lugar sin prisas.
Sus pasos eran tranquilos y firmes, totalmente dueño y complacido con su espacio, cómodo con lo que era en ese momento él, como si al fin estuviera terminando de encajar en su propia piel. Era uno de esos momentos placenteros, cuando estas a gusto y feliz con todo aquello que te rodea porque parece ser que el futuro será uno bueno y brillante igual al presente. Compuso una sonrisa amable preparándose para recibir a las visitas inesperadas porque debía ser hospitalario tal como se lo repetía su abuela desde que tenía uso de razón.
Sus ojos se agrandaron y su mandíbula prácticamente cayó de golpe al ver quien estaba tras la puerta.
—Langa...
Ahí parados sin saber cómo reaccionar estaban los Hasegawa. Madre e hijo lo miraban como intentando adivinar si iba a permitirles la entrada o por el contrario les pediría cortésmente que se retiraran. Y como al parecer este momento incomodo era demasiado para que los adolescentes lo superaran, Nanako tuvo que intervenir.
—Buenas noches Reki-kun, tienes un minuto, Langa puede que tenga un par de cosas que aclarar.
Reki bajó la mirada y se mordió los labios. Hablar con Langa podría derivar en varios resultados y no todos eran agradables. Pero estaba bien, este capitulo de su vida debía cerrarse si pensaba volver a empezar. No pude continuar si sigue arrastrando cosas. Aunque de lo que estaba seguro era de que sin importar lo que dijera se aferraría a lo que tenía ahora, a sus decisiones y el futuro que él elegido lejos de Okinawa.
—Hablemos Langa...
N. A.
Aun estoy considerando una segunda parte. Pero es eso, solo una posibilidad.
Gracias por leer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro