9
—¿Qué es exactamente lo que recordaste? —preguntó Hinohara mirando de frente a Reki con bolígrafo en mano y un gesto apacible, como si buscara hacerle saber que no llevaba prisa y estaba complemente dispuesto a esperar a que estuviera listo.
Reki respiró profundo, sentado en el sofá sujetó la mano de Miya con fuerza mientras bajaba la cabeza y comenzaba recitar toda la serie de menosprecios, entre los cuales el menor pudo distinguir las que él mismo pronuncio en su momento.
Aquellos sin talento deberían quedarse fuera.
Miya estaba muy arrepentido de haberlas pronunciado porque sólo hasta ahora venía a darse cuenta del verdadero efecto, de la herida que le causo a una de las personas más importantes de su vida, y... lo llamaba LIMO.
—Yo... sé que estoy mal —lloró Reki, —que no debí comportarme así con él, pero... al recordar todo eso de golpe sentí que el mundo se cerraba a mi alrededor. Langa no tiene la culpa de ser mejor que yo, no tiene ninguna responsabilidad de lo inútil y patético que puedo llegar a ser. Ni tengo derecho a hacerlo sentir mal por ser un Limo sin talento, una basura que no vale nada.
—Reki —nombraron Cherry, Joe y Miya.
Hinohara golpeó con su cuaderno de notas el escritorio logrando que cualquier protesta muriera antes de ser pronunciada; se puso de pie al tiempo en que les sugería de manera enérgica a los tres acompañantes que salieran. Necesitaba hablar a solas con su paciente. Una vez que abandonaron el consultorio, el doctor reanudo la terapia.
—Reki, ¿has tendió antes de recordar todo lo que me contaste, sentimientos de autodesprecio o depresión? —cuestionó el médico con tono medido.
Reki lo considero un par de segundos antes de asentir con la cabeza.
—¿Exactamente cuándo?
—No estoy muy seguro, creo que todo el tiempo, solo que menos intenso. Como una pequeña espina que te molesta constantemente, pero que no duele del todo hasta que se entierra en la piel.
—¿Y en este preciso instante, crees que todo lo que dijiste de ti mismo es cierto?
—No lo sé... —dijo con demasiada vacilación, siendo obvio para el doctor que la respuesta era un rotundo sí.
—Pues podrías pensarlo desde la perspectiva de que tienes allá afuera a tres amigos muy preocupados por ti. Que por lo que me contaste, basto una llamada para que corrieran a tu lado. Si valieras nada, ellos no te apreciarían tanto.
Reki miró al hombre de bata, parpadeo un par de veces antes de abrir la boca sin lograr que la protesta que pensaba dar se emitiera.
—Reki. Desde antes que despertaras tu familia y amigos han estado aquí. Incluso el señor Sakurayashiki vino a verme un par de veces para saber cómo iban las cuentas del hospital.
—¿Kaoru-san hizo eso? —decir que estaba sorprendido era poco.
—Sí, y no fue el único. El niño también vino a verme cuando tus dolores de cabeza comenzaron a aumentar, quería saber si era normal y si podía hacer algo para aminorarlos.
—Miya...
—El señor Nanjo se presentó acompañando a tu madre en varias ocasiones como apoyo emocional.
—Mi madre dijo que estaba bien, que no necesitaba preocuparme —murmuró Reki apretando las manos en puño. —Pero sospechaba que estaba desahogando sus preocupaciones con alguien más. Papá esta casi todo el tiempo esta fuera porque es agente de turismo, así que siempre la ha tenido difícil para criar a cuatro niños.
—Ella me dijo que eres un hermano mayor excepcional, cuidas de tus hermanas con esmero y las proteges. Esta muy orgullosa de ti.
Reki ya no pudo más, se soltó a llorar amargamente, saber todo eso le apretó el corazón de una manera que jamás había sentido. Era reconfortante y al mismo tiempo revelador y gratificante saber que todos sus esfuerzos eran valorados, que todo lo que hacía servía para alguien.
—Reki, puedes dejar ir esos recuerdos, tal vez una parte de ti aun piensa que pueden ser verdad que no mereces lo que tienes, pero la realidad es que eres especial e irremplazable para muchas personas.
Hinohara dejó que Reki se desahogara, que llorara por las palabras hirientes que una vez escuchó, por la presión a la que él mismo se sometió al buscar destacar cuando en realidad él ya era grande a los ojos de quienes lo amaban. Luego cuando recobro parte la calma que esa marabunta de puñales psicológicos le robo, abrió la puerta y permitió que Joe, Cherry y Miya terminara por ahuyentar esos horribles fantasmas con su cariño y preocupación.
—Gracias Doctor Hinohara —dijo Reki estando listo para salir del consultorio con un poco más de calma en el corazón.
—Reki —nombró Hinohara. —Ten en cuenta que puede que otro episodio como este se presente, y en ese caso espero que llames a tus amigos o familia para que te apoyen, porque según entiendo, estos recuerdos no son recientes, ni la aparente causa de tu pérdida de memoria.
Cherry y Joe comprendieron por donde iba el razonamiento del médico. Y Miya lo entendió al hacer memoria de en qué momento se situaban aquellos insultos, que eran nada más ni nada menos que de la primera pelea de Langa y Reki.
Así que fue por eso que ya no iba a S, se dijo Miya sintiéndose fatal al recordar como cuando Reki regresó prácticamente le suplicó perdón por romper su promesa, y Miya se lo dio solo después de obligarlo a hacer una serie de tareas sin saber que él era en parte responsable de todo el infierno que Reki pasó.
—Puede que lo siguiente que recuerdes sea aún más doloroso, porque será lo que te empujó a... —y Hinojara no termino la frase, pero tampoco lo necesitaba porque todos sabían la palabra que dejó en el aire sin ser pronunciada. Un instante después continuo. —Así que mantente en contacto constante, pero lo más importante, habla con tu familia. Ellos merecen saber lo que te hiere, porque dejarlos a oscuras solo lograra lastimarlos y apartarlos.
—Le prometo hacerlo Doctor.
—Bien, entonces ya puedes irte.
Cuando salieron de hospital Reki se sentía más ligero, con un peso menos en el corazón.
—¿Hablaras con Langa de todo esto? —se atrevió a preguntar Joe, su tono era manso y hasta un tanto tímido, pero en su mirada Reki podía leer perfectamente una leve esperanza.
—Voy a disculparme por lo que dije —aceptó Reki. —Pero no puedo volver a ser... su amigo. No mientras aun me sienta así. Yo... primero tengo que aprender a quererme y valorarme un poco más, porque de otro modo...
—No es envidia Reki —afirmó Kaoru colocando su mano derecha sobre el hombro de su niño rojo. —Tú nunca sentirás envidia, es más como aspirar a igualar a alguien que admiras, y eso no tiene nada de malo si lo encausas en la dirección correcta. No está mal desear mejorar, siempre y cuando lo hagas a tu ritmo, lo disfrutes y te haga feliz.
—Pero... llegue a pensar que no tenía talento —resopló el pelirrojo con dolor.
Ante esa frase Joe resopló una risita que intentó tragarse, pero al ver que podía malinterpretarse rápidamente se explicó.
—Lo siento, es que me hizo gracia que negaras tener talento cuando Miya y yo ni en un millón de años lograríamos pintar algo como lo que nos mostraste. Es decir, el talento lo encuentras según a donde y como lo mires. Kaoru puede ser bueno con el pincel, pero es un desastre en la cocina. No por eso diría que no tiene talento. Las habilidades de cada uno nos hacen especiales, y tu Kyan Reki estas lleno de talento, solo que te cuesta verlo porque te enfocas, o te enfocabas en una sola cosa.
—El skate —jadeó Reki al comprender la raíz de su problema.
—No estoy diciendo que fueras malo, pero la verdad y siendo realistas estabas compitiendo en desventaja —afirmó Joe con una enorme sonrisa y las manos en las caderas.
—El gorila descerebrado por primera vez tiene razón —apoyó Kaoru. —Kojiro y yo llevamos el tiempo que tienes de vida sobre una tabla, sino es que un poco más.
—Yo tengo entrenadores, asesores y hasta asistencia médica profesional desde los siete años para una mejora eficiente y constante de mis habilidades —se sumó Miya un poco apenado de reconocer que jugaba en ventaja frente a Reki y nunca lo había pensado hasta ahora.
—Y por lo que sabemos Langa lleva entrenando desde los dos años bajo la supervisión de un profesional. Su padre era una figura de snowboard reconocida de Canadá. Y tú empezaste a los trece años y aprendiste todo lo que sabias por cuenta propia, no solo en cuanto a trucos, sino a la construcción y mecánica de las patinetas. Eso por sí solo es impresionante —declaró Kaoru con la mayor sinceridad posible.
—Así que, si medimos el talento, no por donde estas ahora, sino por el tiempo, esfuerzo, dedicación y ventajas, eres entre todos el más talentoso —concluyó Joe.
Reki no podía creer lo que ese hombre estaba diciendo, no del todo, pero su corazón en este momento sentía tanto cariño y agradecimiento por sus palabras que no dudo en abrazarlo con fuerza y luego a Cherry y por último a Miya, y mientras lo hacía se prometió que cada vez que sintiera a ese monstruo susurrándole sus defectos pensaría en esa tarde-noche, cuando escucho los más bellos cumplidos a su persona.
—Gracias...
Reki dio un suspiro cansado, más como una forma de dejar ir su nerviosismo. Le había asegurado a Cherry, Joe y Miya que se disculparía con Langa, pero de decirlo a hacerlo distaba mucho. Reki reconocía que estuvo mal en hablarle de ese modo, en haberle dicho cosas hirientes, pero esperaba que al menos Hasegawa entendiera que fue una reacción normal, normal para alguien que acaba de recordar sus complejos y menosprecios.
Durante el día pudo notar el ánimo decaído del canadiense, por lo que, a pesar de haber planeado su conversación para la hora de la salida, Reki se vio acercándose al muchacho de cabello azul apenas el timbre que anunciando el receso sonaba.
—Podemos hablar —solicitó tímidamente, manteniendo en su cabeza la idea de una probable negativa, por la cual no lo culparía.
Langa solo asintió con la cabeza antes de ponerse de pie y seguir a Reki al techo.
Caminaron en completo silencio, Langa debatiéndose con las miles de probabilidades para esa conversación y Reki sin decidirse cómo iniciar su disculpa.
Una vez fuera y con cierto alivio al ver que no había nadie más ocupando el espacio, Reki se aclaró la garganta antes de comenzar.
—Quiero disculparme por lo que dije, yo... en ese momento solo estaba actuando según mis impulsos y no me detuve a pensar en nada más. Nunca debí haberte hablado en ese tono ni dicho aquellas palabras —concluyo inclinándose pronunciadamente para dar mayor énfasis a su disculpa.
Langa asintió con la cabeza, sus ojos observaban buscando algún tipo de gesto que delatara que el viejo Reki estaba de vuelta, pero ahí no había nada, no sudaderas, no banda para la cabeza, no skate.
—Yo tampoco fui muy considerado cuando te arrastré por la fuerza al salón.
—Aun así, fue más un colapso por toda la marabunta de recuerdos que me golpearon, que por ti —se apresuró a decir elevando el cuerpo, porque no quería terminar escuchando las disculpas del otro muchacho cuando él se sentía tan culpable.
—Eso quiere decir que... —jadeó esperanzado Langa de que al menos ahora pudieran retomar su vida, volver a ser quienes eran.
Reki negó con la cabeza.
—Fueron solo retazos, y malos, muy malos recuerdos —confesó el pelirrojo yendo a sentarse junto al barandal de protección, más que sentarse se deslizo de una manera triste mientras dejaba que su cabeza descansara sobre sus brazos que soportaban todo el peso sobre las rodillas. —Yo... después de todo lo que mi familia y algunos amigos me contaron era, soy... yo no podía creer que me sintiera tan poca cosa. Ese sentimiento de frustración y desprecio estaban asociados a ti y eso fue lo que me hizo hablar. En realidad, no tengo nada en contra tuya. Es decir, ni siquiera te conozco lo suficiente. solo es algo aquí dentro —y apretó palma de la mano sobre su pecho con fuerza, como queriendo ejemplificar con esa acción el dolor que lo constreñía.
—Pero sí nos conocemos —afirmó Langa tomando el lugar al lado derecho de Reki, procurando mantener una distancia respetuosa.
—Tal vez mi anterior yo te conocía, y como dijiste, fueron mejores amigos, pero yo... no recuerdo nada de eso. Lo peor es que siento incomodidad al estar cerca de ti. Mi terapeuta me aconsejo hablar contigo, pero... no estoy del todo seguro si esto esté ayudando. No puedo devolverte a tu amigo, y hasta ahora tengo motivos sobrados para no querer regresar a ser el de antes, y mientras más recuerdo más me aterra recuperar mi memoria.
—¿Tan malos fueron esos recuerdos?
Reki con pena y una sonrisa triste le contó uno que otro fragmento de su memoria recién recuperada. Langa escuchó atentamente sorprendiéndose y maldiciendo que fuera precisamente esa pelea lo que volviera.
—Después de todo eso, hablamos y volvimos a ser amigos —dijo con una pizca de desesperación Langa.
Reki negó una vez más con la cabeza.
—No lo recuerdo.
—Podríamos intentar volver a ser amigos, no como antes, sino... solo llevarnos bien —ofreció Langa verdaderamente esperanzado, desesperado por mantener aunque solo sea un poco de Reki en su vida.
Reki pareció pensarlo, luego aceptó, más que nada por el remordimiento del maltrato a este chico que lo único que hacía era ser amable.
—Podemos iniciar por ahí —aceptó sonriendo amablemente Reki aunque por dentro, por dentro algo le gritaba que huyera, que si se quedaba se iba a arrepentir.
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