8
Reki entró corriendo a la clase un segundo antes de que él maestro cerrara la puerta. No porque se le hubiera hecho tarde, sino porque lo había planeado de esa manera para evitar que su compañero del asiento de al lado intentara infructuosamente iniciar una conversación.
No le había mentido a Miya cuando dijo que le incomodaba, incluso se atrevería a asegurar que sufría de pequeños ataques de pánico, pero odiaba hacer sentir mal al chico extranjero, aún más porque él sabía lo mucho que dolía ser rechazado. Por eso a pesar de todo intentaba sonreírle y actuar como lo haría con cualquier otro de sus compañeros.
Había hablado de eso también con su madre y con el doctor Hinohara, este último le aconsejo hacerle caso a su sentir y mantener cierta distancia hasta que consiguiera la suficiente confianza o pensará estar listo para preguntar directamente por su antigua relación, si es que existía alguna.
Pero eso de estar preparado era algo que Reki consideraba no iba a pasar, porque el sentimiento en lugar de disminuir como paso con la desconfianza que sentía hacia Sakurayashiki-san y Nanjo-san, iba en aumento. Lo bueno era que estaban cursando su último año y después iría a la universidad. Una idea que lo tranquilizaba porque iba a comenzar de nuevo, nada de viejos conocidos, nadie olvidado que te mirara con reproche o anhelo.
—Kyan sempai —llamo una niña. Su cabello negro brillante le caía de manera hermosa sobre la espalda. —Oh, sé que no nos conocemos, pero el maestro Tanaka me envió a para confirmar su asistencia.
Reki soltó un gemido, no recordaba nada de eso, y su rostro debió cantar su confusión porque ella rápidamente agrego.
—Del taller de Artes. Prometió ayudarnos para la demostración frente al Miembro de la Junta Distrital —dijo para hacer un rápido resumen de lo sucedido hacia dos días, cuándo se anunció un corte de presupuesto a menos que demostraran tener un Da Vinci entre los miembros del club.
—Ah, sí, ya recuerdo, ahí estaré —respondió Reki rascándose la nuca y mostrando una sonrisa incomoda.
La verdad es que no creía tener la suficiente habilidad para convencer al Miembro de la junta, pero los del taller estaban casi aterrados de dibujar frente al hombre y ser los responsables de su negativa, y por lo tanto del cierre del club. Su nombre había salido gracias a que Haruna Makio, su amiga de la infancia y compañera de clase estaba en ese taller.
Por supuesto Makio no tuvo reparo en tomar una de sus libretas y mostrársela entre miles de alabanzas y elogios al profesor Tanaka, quien casi suplicó hiciera la demostración.
Reki acepto ayudar, porque en realidad no tenía nada mejor que hacer y porque Makio adoraba el taller.
Así que ahora debía pensar en que dibujar para el visitante.
Las horas pasaron volando y para horror de Reki estaba a nada tener que ponerse a dibujar frente a un completo desconocido que pensaba no solo juzgar su arte, sino que basado en eso decidiría si la escuela ameritaba el subsidio para el taller de Artes.
Las manos le temblaban y los nervios lo estaban comiendo vivo. Por eso acudió a la única persona que podía brindarle un poco de seguridad. Saco su teléfono y marcó.
—Miya...
Langa no lo podía creer, la escuela entera parecía bullir con la noticia de la demostración de Reki. Según los miembros del taller, Reki iba a pintar un mural. Langa sinceramente dudaba de eso, porque Reki si bien era muy dado a mostrar los dibujos de su cuaderno y los bocetos de alguna idea para sus tablas, nunca mostro los mejores, aquellos que eran suyos, a los que ponía mayor interés y dedicación. Esos solo eran para los ojos de Langa, o fueron para sus ojos.
Estaba pensando en eso cuando vio a Reki levantarse de su asiento y conociéndolo como lo conocía noto de inmediato la duda y el temor en su mirada. Tal vez este era el mejor momento para hacerle un cumplido, asegurarle que no tenía nada que temer porque su talento era fenomenal. Con esa idea se puso de pie con toda la intensión de seguirlo, y entonces lo escucho.
—Miya...
Reki no estaba acudiendo a él, había buscado a Miya. ¿Desde cuándo esos dos estaban en contacto? ¿Por qué Miya no le había mencionado nada? ¿Acaso Reki había regresado a Crazy Rock sin que él lo supiera? ¿Joe y Cherry sabrían de esto?
El nombre del niño en la boca de Reki fue una bomba que le hizo estremecer y perderse el resto de la conversación, hecho del que se percató solo cuando se dio cuenta que Reki estaba caminando de regreso después de haber concluido la llamada.
Para cuando Makio entro corriendo al salón al final de la última clase, Reki se veía más tranquilo y confiado. Ambos salieron de ahí rumbo al muro lateral de los salones. La pared que daba a las canchas era la más grande y también la que mantenía la pintura en mejor estado. Era un lienzo en blanco dispuesto para que Kyan Reki se expresara.
A favor de la demostración se habían dispuesto varias sillas y colocado un pequeño andamio para facilitarle dibujar desde la parte más alta. El director, el del Comité, el encargado del taller de Artes y varios de los miembros del club ya estaban ocupando sus lugares, y los que quedaban vacantes rápidamente se llenaron porque venían siguiendo a Reki y Makio.
Reki respiró profundo mientras se colocaba el overol blanco que los del club le facilitaron para evitar ensuciar su uniforme. El director hizo una rápida introducción sobre la demostración y lo importante que era impulsar el talento joven a su cuidado, además de lo orgulloso que se sentía de poder dar una muestra del mismo.
Reki caminó directamente al muro, subió al andamio y casi discretamente saco una brocha de entre sus ropas, todo sin prestarle atención a la perorata del hombre. Langa jadeo al reconocer que dicha brocha era en realidad un pincel de tamaño considerable, uno que solo había visto en el estudio de Cherry.
Uno tras otro, los pincelazos fueron tomando forma, gruesos, delgados, atropellados, casi frenéticos. Reki parecía al principio solo estar garabateando al azar, una impresion muy lejos de la realidad.
—¡¿Está usando la técnica Sumi-e (sumie)?! —exclamó asombrado el Hombre del Comité con los ojos abiertos a más no poder.
Langa no dudo ni un segundo en googlear la palabra para saber porque se mostraba tan sorprendido. A los poco segundos su pantalla arrojo lo siguiente: La pintura japonesa Sumi-e es una técnica ancestral de dibujo oriental. Aunque pertenezca a la pintura japonesa, tiene su origen en China durante la dinastía Tang (618-908) y los monjes budistas, quienes la llevaron a Japón. Allí, fue rebautizada por los japoneses por Sumi-e. Sumi, que significa tinta y /o pintura. Esta técnica artística monocromática se centra en el uso de la tinta como elemento principal. El Sumi-e consiste en una pintura naturalista que representa los elementos en su forma más esencial.
Y eso era exactamente lo que Reki estaba haciendo, porque en menos de media hora tenían frente a sus ojos una hermosa laguna en donde jucos crecían enmarcando de manera primorosa a dos garzas, una emprendiendo el vuelo y la otra bebiendo agua.
Simplemente les robo el aliento porque nadie entendía como lo había hecho, Reki solo necesito un pincel y un poco de pintura negra para crear algo maravilloso.
Obviamente el Miembro del Comité quedo más que fascinado y se deshacía en halagos mientras les aseguraba que su subsidio para las artes estaba garantizado.
Y mientras Langa observaba la deslumbrante pintura pudo reconocer de inmediato la influencia de Cherry. Igual a Miya, Cherry sin duda había estado pasando tiempo con Reki, y eso le dolía porque no comprendía como ellos, ellos que no compartían ningún tipo de vínculo con Reki parecía haber vuelto a ser parte de su vida, en cambio él...
Con el miedo y la desesperación corriendo por sus venas, Langa hizo lo único que sabía hacer mejor que nadie, ser honesto y enfrentarse a la situación de frente. Con paso decidido se propuso buscar a Reki y no parar hasta tenerlo en frente. No tuvo que ir muy lejos porque Makio como fan histérica abrazaba al pelirrojo y lo felicitaba, ella y todos los del Club que le suplicaban que se uniera oficialmente al Taller de Artes.
—Lo siento, pero tengo las tardes ocupadas —respondió Reki con una sonrisa tímida.
Makio fue la primera en verle, más nunca llegó ni a imaginar que Langa tomaría por la muñeca a Reki para tirar de él lejos de toda esa multitud que sinceramente le desagradaba en más de un nivel.
—Necesitamos hablar —dijo apretando su agarre cuando sintió el tirón como un intento de soltarse por parte de Reki.
Sin disminuir la marcha lo llevó hasta el salón de clases que para entonces estaba ya completamente vacío.
—Se que no me recuerdas, pero antes... desde que me mude a Okinawa tu y yo éramos mejores amigos, y quiero recuperar eso. Te extraño —dijo con los ojos luminosos, deseoso de obtener una respuesta afirmativa.
Reki boqueo como pez fuera del agua, su corazón latía tan rápido como las alas de un colibrí, estaba asustado y lo único que deseaba era salir corriendo, le dolía el pecho y todo su cuerpo se estremecía. En su cabeza suplicaba que lo soltara, que lo dejar ir.
—Reki... yo de verdad te necesito, has sido para mí un faro, me salvaste del silencio y la soledad y...
—¿Cuál es mi color favorito? —preguntó Reki dando un paso atrás apenas sentir que Langa suavizaba su agarre.
—¿Qué?
—¿Cuál es mi color favorito? Si éramos mejores amigos, supongo que debes saber mucho de mí.
—El amarillo.
—¿Cómo se llaman los miembros de mi familia?
—Esto es ridículo.
—¿Lo es? —preguntó Reki entrecerrando los ojos. Miya si bien no los conocía en persona, sabía los nombres de su familia.
Langa suspiró antes de recitar los nombres de su madre y hermanas.
—Te falto mi abuela Akane y mi padre Toshio. ¿Cuál es mi postre favorito?
—Reki, nosotros casi todo el día hablábamos de skate, patinábamos del alba al ocaso y por la noche...
—¿Y durante todo ese tiempo nunca te intereso conocerme?
—Yo te conocía Reki, podía saber cuándo estabas triste, pensativo, cansado o solo aburrido.
—¿Entonces tú puedes decirme porque pase de ser un torbellino de alegría según algunos, a una plasta deprimida que pensó que suicidarse retando a un maniaco era buena idea? —preguntó casi un grito desesperado por comprender, por entender que falló en su vida.
Langa parpadeo sin saber que responder porque no lo sabía. Reki se había alejado de él sin dar una explicación. Al menos la última vez sabía que la molestia de su amigo se debía a su promesa rota, pero esta vez... la verdad estaba a oscuras, no lograba pensar en nada.
—Si fueras mi mejor amigo lo sabrías. Si fueras tan solo mi amigo te habría preocupado lo suficiente para preguntar lo que...
—Yo estaba preocupado por ti... —espetó Langa sujetando la mano de Reki temiendo que fuera a huir.
Contrario a ello Reki dejó ir un grito de dolor al tiempo en que se sujetaba la cabeza. Miles de imágenes asaltaron su cabeza como una avalancha de información que se enterraban en su psique igual a ajugas punzantes que le sangraban el alma. La imagen de Langa estallo en su cabeza y con ella miles de voces.
Aquellos sin talento deberían quedarse fuera.
Esa es sin duda la voz de Miya, reconoció Reki.
Sabes que la gente te llama, el que no es Langa.
No es suficiente, para nada suficiente.
Nadie se fija en ti.
¿Quién es el pelirrojo que siempre está junto a Snow?
Un rarito, no lo tomes en cuenta.
Gracias por traer a Langa. Langa es grandioso.
Esa estrella es inalcanzable, al menos para mí.
¿Me falta esfuerzo, talento?
Me estoy quedado atrás.
Lo siento Reki.
¡No te disculpes! Porque eso solo significa que vas a romper tu promesa.
Ya es suficiente... Estoy asustado. Tu y Adam no son como yo.
Yo no puedo seguir. Tu y yo ya no somos una buena combinación.
—Reki —gimió Langa intentando sujetarlo para que no fuera a desplomarse sobre alguna banca o cayera directamente al suelo golpeándose la cabeza nuevamente.
Reki empujó a Langa, sus ojos eran dos puñales que se le clavaron en el pecho a Langa debido al odio y desprecio que expresaban. Todo lo que acababa de ver, de recordar, lo herían profundamente porque ahora entendía la razón por la que se sentía mal a su alrededor. ¿Cómo había sido tan tonto? ¿Sí era tan poca cosa porque insistía? Langa y él no podían ni debían estar juntos porque no eran iguales.
Porque Reki solo era un lastre del que Langa debería deshacerse. Todo ese desprecio y conmiseración le hacían sentir tan patético, porque si bien no estaban al mismo nivel, estaba seguro que tenía otras cualidades que tal vez podrían ser apreciadas lejos de la sombra del gran Snow.
Pero para eso...
—No vuelvas a acercarte a mí —advirtió con la respiración agitada y el cuerpo apunto de desplomarse sin fuerza.
—Reki...
—Lárgate, no te quiero ver —gritó desplomándose en el suelo, las lágrimas bajaban por sus mejillas sin que pudiera detenerlas, estaba destrozado. Quería desaparecer de la faz de la tierra, volver a olvidar ese sentimiento de sentirse insuficiente, inútil, tan poca cosa frente a todos los que le rodeaban.
—Déjame ayudarte...
—No te acerques Hasegawa —gruñó Reki elevando la mano en forma de advertencia mientras imágenes de un callejón sucio y una palea perdida terminaba por mostrarle en un último coletazo lo lamentable que realmente era, lo poco que valía, el despojo de ser humano que podría llegar a ser. —No me hables, no me mires, no te quiero cerca.
Cherry, Joe, Miya habían hecho hasta lo imposible por volver a ser parte de su vida, demostrándole que les importaba no como skater, sino como persona, solo por ser Kyan Reki, igual a como dijo su padre. En cambio, Langa... a pesar de toda su autocompasión Reki podía decir que no deseaba ser el trampolín de nadie, no quería ser el plato de segunda mesa. Hacer verse aún mejor a Langa por ser comparado con él.
Langa sintió que el mundo se desmoronaba frente a sus ojos, nunca pensó ver tal desdén en la mirada que anteriormente brillaba con el sol.
Reki vio salir del aula a Langa con la cabeza baja, pero por ahora tenía un problema aún más grande, sus piernas se negaban a sostenerlo, quería salir de ahí y correr a casa, encerrarse en su cuarto mientras se cubría con las mantas y esperaba a que él mundo, la vida olvidaran que existía.
—Habría sido mejor no recordar nada —se dijo mientras sacaba su celular para marcarle a la única persona que deseaba ver. —Miya... estoy en la escuela, podrías venir ¿Por favor? —confiaba que para cuando el niño llegara él habría recobrado parte su temple y podría andar, solo deseaba sentir que le importaba a alguien. Deseaba sentirse menos una escoria y más un ser humano.
Miya llegó en menos de treinta minutos a la escuela de Reki, detrás de él Cherry y Joe caminaban siguiendo al niño, apenas un par de pasos detrás después de haber estacionado el auto del primero.
—Reki —gritó Miya al ver al adolescente saliendo por la puerta principal y corrió a su encuentro totalmente angustiado pues lucia triste, con los ojos hinchados y muy decaído. Sin lugar a dudas había estado llorando.
—Miya —gimió Reki sintiendo un gran alivio y aferrándose al chico con todas sus fuerzas.
—Reki —llamarón al unisonó Cherry y Joe haciendo que Reki al fin notara su presencia.
—Pero... que...
—¿Te has hecho daño? —cuestiono Cherry. —Carla escanea a Reki en busca de golpes o lesiones.
—Si alguien te ha insultado o molestado —amenazó Joe elevando el puño en un tono medio en broma, aunque por la seriedad de su mirada Reki juraría que lo estaba diciendo muy enserio.
—No ha sido nada de eso —se apresuró a decir Reki. —Yo... —y se mordió el labio inferior.
Reki había estado pensando en invitar a Cherry para que viera su mural, mostrarle el resultado del tiempo invertido en él y ver el orgullo en su mirada, pues el calígrafo elogio en más de una vez sus trazos limpios e imaginación, pero ahora no estaba tan seguro, porque tal vez solo era su antiguo yo anhelando ser reconocido, deseando demostrar que valía algo. Y ese pensamiento le hizo soltar varias lágrimas que alarmaron a los tres que lo miraban.
—Yo, lo siento —se disculpó, para inmediatamente después sujetar a Cherry y Miya por las manos y tirar de ellos al interior del plantel.
Miya casi jadeo de la impresión y Cherry parecía haberse quedado sin palabras cuando posaron la mirada en el hermoso mural estilo Sumi-e, por supuesto el ojo experto de Cherry podía ver las líneas sobrantes, las que habían sido corregidas en el último momento o hasta las que tuvieron que ser engrosadas para disimular ángulos que fueron mal trazados, pero para ser el primer dibujo a gran escala era simplemente prodigioso.
Cuando Reki se presentó en su estudio un par de días después de su primera conversación sintió un enorme alivio, pero por sobre todo felicidad. Reki se había ganado su aprecio en más de una forma por eso puso todo de su parte para tratar de enseñarle lo que le interesaba, recordando siempre felicitarlo por sus pequeños grandes logros. No fue sorpresa para Kaoru su facilidad para cualquier tipo de pintura, tampoco que comprendiera de manera casi natural el funcionamiento de Carla, lo que si fue toda una revelación para él fue el hecho de que Reki parecía más feliz y menos agobiado mientras le ayudaba, haciendo pequeños trabajos que con gusto Cherry remuneraba con agrado.
Al principio Reki intento negarse, pero Cherry lo convenció al mostrarle la cantidad a cobrar por cada encargo. Por ahora Reki no tenía la experiencia para diseñar, porque las reglas caligráficas eran estrictas, pero con el tiempo no cabía ninguna duda de que podría aspirar a mucho.
Aunque claro, como siempre Reki iba más allá de las expectativas, y muestra de eso era ese impresionante mural.
—Simplemente sublime —alabó Kaoru con el abanico desplegado frente a su rosto, Miya y Kojiro no podían estar más de acuerdo.
—Gracias —susurró Reki apreciando como su pecho comenzaba a relajarse, como un condenado que espera el veredicto del juez en cuyas manos descansa su vida.
—Reki, esto tiene algo que ver con... —insinuó Miya tan perspicaz como siempre.
—No —tajó Reki con firmeza. —Es... se trata de Hasegawa.
Los tres se miraron entre ellos.
—Miya, cuando te llame deseaba pedirte que me acompañaras a ver al doctor Hinohara, tengo instrucciones de informarle cada que recupero algún recuerdo.
—Entonces... —Joe no sabía si estar emocionado o temeroso de sea lo que sea que recordó, porque antes del accidente Reki no pasaba por un buen momento.
—No todo, solo fueron chispazos. Trozos de... —y guardo silencio. —Necesito ir con el doctor Hinohara, pero no creo poder hacerlo solo, por eso...
—Vamos —indico Miya apretando la mano de Reki.
—Si estás bien con eso, también quisiéramos acompañarte —solicito Cherry.
Reki lo pensó apenas dos segundos antes de aceptar, luego Joe lo condujo a todos al auto.
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro