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16


—¿Fue el día que Miya te vio solo en el skatepark? —preguntó Cherry  dejando ir un suspiro cuando Reki termino de contarle lo sucedido, encajando cada suceso ocurrido ahora con bastante facilidad y sintiendo en su pecho mucho dolor; porque odiar a Langa era imposible, después de todo en el corazón no se manda y el chico tenía todo el derecho a amar a quien deseara, muy a pesar de la herida involuntaria que le causo a Reki.

—Sí —dijo muy tímidamente Reki, completamente avergonzado.

Mirando en retrospectiva, ahora que había pasado varios meses desde que se distancio de Langa, le parecía tonto el dolor tan intenso que sintió. La enajenación sentimental a la que dejó caer. 

—Actúe como un estúpido y no importa como lo mire, nunca debí reaccionar así. Langa nunca dijo que me amara. Era yo quien se hizo ilusiones solo porque me daba su amistad. Se suponía que era su mejor amigo, era obvio que tenga su preferencia de una u otra manera, eso no quería decir que le gustara de manera romántica. Pero en ese momento me sentí usado, burlado y tan tonto que me encerré en mi dolor y me desquité con ustedes porque... me avergonzaba de mí mismo, de lo patético que soy, y porque...

—Porque nosotros te animamos a declararte —concluyó Kaoru con un suspiró cansado y un tanto avergonzado, porque él de verdad creyó que Langa amaba a Reki, aun lo creía.

—Lo lamento. De verdad. Nunca desee que las cosas terminaran así. Solo estaba furioso conmigo mismo, me odiaba porque pensaba; ahí va otra cosa que echó a perder. Soy tan patético que con tan poco me hice tantas ilusiones. ¿Cómo pude pensar que alguien tan genial podría...? Rayos, seguramente la chica que le gusta Langa es mil veces mejor que yo. Bonita, lista, amable, graciosa, con tanto de lo que presumir; delicada, femenina, en conclusión, tan maravillosa como él. Que podía ofrecerle yo en comparación, cuando ni siquiera he podido ganarme el respeto suficiente para que le importe mi corazón.

—Un momento, tú mereces respeto, admiración y cariño porque tienes muchas cosas buenas para brindar —intervino Kaoru porque ya estaba hartándose de escucharlo hablar mal de él mismo.

—Si claro —menosprecio Reki sus palabras para continuar. —Y me imaginaba que todo se iba a poner raro pues tú y Joe sabían de mis sentimientos e iba a tener que contarles porque no me había declarado y... —y comenzó a llorar otra vez.

—Tranquilo Reki, todos pasamos por desilusiones amorosas, no es el fin del mundo. Aún pueden ser amigos. Y en algún momento, porque tienes una grandiosa vida por delante, encontraras a la persona correcta —intentó consolarlo Cherry acunándolo de manera protectora, como deseaba en ese momento poder hacer mucho más.

—Es que no es por la desilusión, eso quizás lo hubiera podido manejar —gimoteo el chico mientras restregaba su rostro contra el pecho de Kaoru. —Es por el desengaño, lo traicionado que me hizo sentir, lo tan poca cosa que soy para él, para la única persona que me miró como si fuera algo. Estaba tan enojado, tan destrozado que lo único que pensé me haría sentir mejor era...

Kaoru jadeo al comprender y cerró aun más su abrazo. Oka les contó con tanto pesar la pelea, lo mal que encontró a Reki en ese callejón y como el pelirrojo había confesado que se sintió bien sentir dolor. Acaso él...

—Remplazar ese dolor por otro —concluyó Reki apretándole el corazón a Cherry al saber que sus deducciones eran correctas, pero permitiéndole seguir desahogándose. —Reté a Adam porque era el único que no tendría piedad conmigo. Si terminaba herido me prohibirían patinar, así que lo provoque buscando que hiciera alguno de sus trucos y...

—Y tendrías una excusa válida para dejar S y Crazy Rock.

Reki asintió a la deducción del calígrafo, sin expresar que realmente lo que deseaba era terminar lo peor que pudiera, lo mínimo que esperaba era una pierna rota, de ahí en adelante todo sería bienvenido.

—¿Pensabas dejar el skate?

—Por un tiempo. Me prometí pensarlo bien. La vez pasada mi depresión tuvo mucho que ver con el skate y continuar con él me obligaría a pasar tiempo con Langa y necesitaba distanciarme. Así que todo dependía de cómo me sintiera. Amo el skate, pero primero me quito a Natsu y ahora no hacía más que lastimarme tanto física como mental y psicológicamente. Estos meses lejos del skate han sido difíciles, recuerdo todo, como me sentía al darme cuenta de mi amnesia, el volver a conocerlos, el tiempo que pase con ustedes lejos de la patineta y la conclusión a la que llegue es que; me agrado más a mí mismo ahora. Me duele haber recordado mi tonto enamoramiento, pero también me siento afortunado porque me di cuenta que no soy solo un skater a su vista, soy mucho más. Me ven a mí, me quieren a mí, y creo que eso es suficiente. Mi temor más grande, el de perder su amistad al dejar de patinar se esfumó. Quiero seguir tu consejo y el de Joe y buscar lo que me hace realmente feliz. Amarme y aceptarme valorando en lo que soy realmente bueno, explotar mi potencial aun si este no tiene nada que ver con una patineta —dijo con timidez mirando hacía arriba a Kaoru como esperando su aprobación. Una vez que lo vio sonreírle respiró aliviado.

—¿Y la decisión que ya habías tomado, la que conversamos ayer...? —cuestionó aflojando el agarre ahora que Reki parecía más tranquilo. 

—Esa está en pie —afirmó Reki convencido. —Voy a ir a la universidad en Tokio, si aún deseas recomendar a este atolondrado adolescente.

Kaoru pestaño un par de veces antes de sujetar por el brazo a Reki y tirar de él nuevamente a un abrazo cariñoso y feliz, aliviado sería la palabra correcta.

—Siempre puedes contar con nosotros Reki. Siempre.

—Y no importa hacia donde vayas chico, estaremos aquí para cubrirte las espaldas —agregó Joe entrando a toda prisa por la puerta, apenas llegando a captar parte de la conversación antes de unirse al abrazo. sus enormes extremidades abarcaban perfectamente la esbelta figura de Kaoru y la casi pequeña presencia del pelirrojo.

La puerta se abrió una vez más y por ella entró Miya hecho un desastre jadeante, con el cabello desordenado y el sudor perlándole la frente.

—Reki —llamó asustado de lo que hubiera podido ocurrir.

La alarma que programaron en sus teléfonos por si necesitaban apoyo había sonado hacía casi media hora atrás, cuando estaba llegando a casa. Al ver que provenía del teléfono de Cherry, tanto Miya como Joe no dudaron en correr lo más rápido que pudieron a la tienda de Caligrafía mientras suplicaba que no fuera nada de gravedad.

—Reki —dijo Miya ahora más tranquilo al verlo entre los brazos de los mayores, a salvo y al parecer feliz.

—Miya —respondió soltándose para correr junto al niño y abrazarlo con fuerza. —Puedo recordarlo todo, todo... —y aunque las lágrimas volvieron, esta vez se sintieron menos pesadas, menos amargas, tal vez como una forma de purgar lo que le estaba haciendo daño. Una muy merecida y necesaria forma de acrisolar todo su ser.

Hinohara asintió con la cabeza una vez que terminó de tomar notas sobre la recuperación completa de los recuerdos de Reki. El hecho de que el boqueo desapareciera era una buena noticia, en especial porque al parecer no hubo consecuencias significativas y por lo tanto podía dar por finalizado el tratamiento. Pero tras un traumatismo tan fuerte las revisiones físicas serían completamente necesarias, aunque no con la misma frecuencia.

—Ahora solo voy a pedirte que regreses en un periodo no mayor a un año para las revisiones, por al menos dos años más. Me sentiré más tranquilo después de eso —dijo el médico satisfecho de ver al chico más cómodo en sus zapatos.

—Gracias doctor.

—Supongo que ya has notificado a tu familia y amigos de los cambios que deseas conservar y los hábitos que piensas retomar. Es conveniente que hables a fondo con ellos, porque lo que para ti puede ser hasta obvio tal vez para ellos no lo sea, y es mejor evitar discusiones o percances por actitudes o comentarios. —Reki asintió, sin duda eso lo tomaría muy en cuenta en especial con el tema del skate, el cual parece haber adquirido un tinte de tabú a su alrededor y lo que menos deseaba era midieran sus palabras a su alrededor.

—Lo haré —aseguró Reki con una actitud más relajada que Hinohara noto desde que entro a su consultorio esa tarde. Este Reki era completamente diferente al adolescente retraído y apagado que lo había estado visitando. A pesar de estar quieto, se notaba un brillo en su mirada, la energía vibrante que parecía querer salir disparada en todas direcciones. Tan brillante.

—Por otro lado, aún sigue en pie mi oferta del psicólogo —agregó entrelazando sus dedos y apoyando los codos sobre el escritorio. —La depreció anterior y el comportamiento autodestructivo podría sugerir otro tipo de mal, no estaría demás que lo tomaras como una opción, un apoyo a tu recuperación. Tal vez creas que la depresión debe forzosamente tener una fuente, una causa. Lo cual es completamente erróneo, lo único seguro es que se trata de una enfermedad progresiva y puede conducirte a un episodio del que puedes arrepentirte. Es como cualquier otro padecimiento, nace, se desarrolla y requiere un tratamiento, si no dejas que te ayuden, empeorara. Piensa que hasta la gripa más insignificante puede convertirse en otra cosa sin los cuidados adecuados.

Reki se mordió al labio, ciertamente e igual a lo que dijo Kaoru, tendía a vilipendiarse con mayor frecuencia de la normal, a no ver sus cualidades y eso debía cambiar porque su familia lo amaba y apoyaba, no tenía más que alabanzas a su persona; sus amigos lo apreciaban y querían, en la escuela sus calificaciones eran aceptables y cada cosa que hacía resultaba provechosa y agradable, entonces... ¿si tenía una vida tan grandiosa, tan llena de amor porque había momentos en que se sentía tan miserable?

—Solo piénsalo —ofreció Hinohara sin presionar demasiado.

Reki salió de hospital para caminar hacia el estacionamiento aun rumiando la propuesta de su medico. Ahí en una camioneta se encontraban discutiendo Joe y Cherry mientras Miya jugaba sin prestarles atención. Era una escena entrañable que calentaba su corazón muy a pesar de la falta de Langa.

Tenía que hablar con él aunque no estaba seguro de lo que diría o como debería comportarse. Aunque eso por ahora no importaba, no cuando Joe salía del auto preguntándole como le fue, si tenía hambre y Cherry abría la puerta trasera para que subiera junto a Miya quien dejaba su switch para prestarle completa atención. Los quería tanto y podía ver cuanto lo apreciaba, cuanto les importaba.

Cuando el auto arranco con rumbo a Sia la Luce para una comida temprana, Kaoru no dudo en entregarle una carta que Reki leyó con hambrienta devoción apenas ver el sello de la Tōdai.

—No lo puedo creer —jadeó Reki con la cara pálida que rápidamente cambio a roja antes de soltar un grito de pura alegría. —Estoy dentro, ESTOY DENTRO —exclamó abrazando a Miya con tanta emoción que termino por dejar fluir en un beso tronado en la mejilla del menor.

Joe y Cherry tenían una sonrisa que les abarcaba de oreja a oreja y Miya, a pesar de la leve tristeza que significaría dejar ir a Reki, también estaba feliz al ver que las cosas estaban funcionando para él.

Así que la comida se convirtió en una mini celebración, una que le recordó a Reki la falta de Langa. Estaba siendo egoísta acaparando a su familia de skater, pero es que necesitaba esa seguridad al menos un poco más, solo un poco más. Mañana a primera hora hablaría con Langa, se disculparía, volverían a ser amigos dentro de lo posible y llevaría en paz los últimos meses que le quedaban antes de graduarse y tal vez mudarse a Tokio. Había mucho que planear, como el lugar donde viviría, los gastos que todo eso implicaría, si debía buscar un trabajo de medio tiempo, lo cual con sus habilidades esperaba no tardaría en conseguir.

Distracciones que esperaba lo mantuvieran tan ocupado que no extrañaría su rutina S. 

Continuará...

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