12
Reki dio vuelta para quedar frente a las gradas, pero en lugar de subir para gozar de la vista de los diferentes campos de entrenamiento, se inclinó hasta dar con un hueco bien disimulado por el que logró colarse bajo las gradas. Era su pequeño escondite, su lugar seguro. Con delicadeza abrió su caja de almuerzo y se dispuso a comer en paz, lejos de todo y de todos, de las responsabilidades, de las expectativas, sin presiones...
Masticaba lentamente, sus ojos al frente como si estuviera contemplando una buena película, ahí sin prisas o miradas indiscretas Reki por fin podía olvidarse de todo. De las tontas gruyas de origami que tenía que hacer, del festival y el kimono que Kaouru-san había insistido en preparar para él apenas enterarse del proyecto de su grupo. El escándalo que Koyomi y su madre armaron cuando vieron la prenda. El rubor en el rostro de su padre y de Nanjo-san cuando se enteraron. Las burlas de Miya diciendo que sin falta asistiría al festival solo para comprar tiempo con la virginal...
Reki negó con la cabeza, esto estaba mal. En cuanto vio el kimono debió rehusarse en redondo a usarlo, porque él había dicho YUKATA, fue muy puntual cuando pidió y la prenda, sin embargo, lo que puso en sus manos fue un Kimono de lo más elegante, nunca, jamás debió ceder a la petición de Kaoru-san. A él no podía importarle menos que si no lo usaba, la tela jamás viera la luz del día de nuevo. Era un traje humillante y punto. Pero contrario a ello simplemente se vio cediendo al chantaje y termino prometiendo usarlo porque quería agradecerle a Kaoru-san todas sus atenciones, aun cuando en alguna parte de su cabeza no paraba de preguntarse si el antiguo Reki habría aceptado feliz, o al menos sin remilgos por la sola recompensa de hacer feliz a las personas que le importaban. Tenía curiosidad por saber si los festivales para su anterior yo eran todos tan ocupados, demandantes y cansados como este estaba resultando ser para él. Y luego estaban las propuestas de los diferentes clubs. ¿Si estaba a nada de graduarse que sentido tenía unirse? O ¿Por qué si al parecer siempre fue bueno en carpintería, pintura, dibujo y otras actividades, hasta ahora le ofrecían un puesto?
Su memoria musculas hizo la mayor parte del trabajo desde que se decidió a probar todo aquello en lo que su madre aseguraba era bueno, con el pasar de los días solo fue cuestión de valor y un poco de practica para ir recobrando sus habilidades casi por arte de magia. Él mismo estaba maravillado de lo que podía hacer, lograr.
Pero dejando eso de lado con un suspiro, lo último que alcanzo su cabeza fue.
—Espero que al menos se me vea bien —murmuró Reki con un gesto desagradable pues de estar pensando ya había terminado de comer y ni cuenta se dio, la comida había pasado por su boca sin dejar ningún tipo de regusto.
Con parsimonia se levantó para deshacer el trayecto de nuevo al salón de clases, aún faltaba la mitad del día y las horas extras para la preparación del festival.
Una vez de regreso se preparó para poner atención porque no podía depender de Kaoru-san y sus amigos para siempre. Cuando tenía un examen delante deseaba recordar y comprobar que era tan inteligente como sus amigos y familia decían que era. Por ahora lo único que podía hacer era intentar calzar las clases de Kaoru-san y los apuntes de Makio y Kotaro con las lecciones actuales.
Sus padres se la pasaban repitiendo una y otra vez que no había ningún problema con que repitiera el año, que incluso tomarse un sabático era aceptable debido a las circunstancias. Pero simplemente Reki no se sentía bien dejándose vencer. Debía al menos intentarlo, porque el costo monetario de recursar un periodo sería monumental. Solo la matricula era un gasto a tener en cuenta.
—¿Puedo saber en dónde te metiste Kyan-kun? Te estuve buscando durante todo el almuerzo —reclamó Sayaka con los brazos cruzados frente al pecho.
—Lo lamento —se disculpó Reki sintiéndose realmente mal por haberla dejado plantada. —Lo olvide.
Una simple frase que pareció herir profundamente a la chica que sin pensarlo dos veces simplemente dio media vuelta para regresar a su lugar al frente. Reki quería hacer algo para compensarla, sin embargo, pensándolo bien tal vez fue mejor de esa manera, el festival era pasado mañana y no estaba interesado en pasar tiempo con nadie en específico.
Las clases terminaron y Reki salió a prisa hacia el taller de carpintería, la madera para los stands faltantes había llegado y él era el más diestro y el que menos miedo le tenía a la sierra.
Tras terminar de medir y cortar, los demás integrantes del club iniciaron su tarea de semi-ensamblado, porque el acabado lo haría cada salón dependiendo del producto que pensaban ofrecer y la ubicación que se les asigno para el festival.
Su siguiente parada era el taller de arte pues estaban a cargo de la decoración de la entrada principal, y el profesor había solicitado que les ayudara con el mensaje para el letrero de apertura. Si bien Kaoru-san había elogiado sus trazos, Reki aún sentía que no estaba a la altura. Pero las miradas luminosas, esperanzadas de todos le hizo prometer que lo dibujaría.
Las palabras esfuerzo y gloria escritas con una muy cuidada caligrafía hizo aplaudir a sus compañeros de emoción. Reki al mirar su trabajo no entendía bien la razón, si lo hubiera hecho Kaoru-san entonces si merecería una ovación, pero a él...
Eran las ocho menos siete cuando Reki se paró frente a su taquilla de calzado prácticamente arrastrando los pies hasta ahí. Estaba cansado tanto anímica como físicamente. Miya le había mostrado un par de videos de hace apenas unos meses atrás, y en todos ellos el Reki de antes parecía tener energía de sobra, en comparación al de ahora que siempre lucia cansado y triste.
—Reki —nombraron a su espalda.
Reki dio un sobresalto girándose de inmediato para encontrarse con Langa. El canadiense parecía seriamente sorprendido de verlo aún ahí.
—Pensé que te habías ido hace mucho —comentó mientras tomaba sus zapatos del casillero.
—Tenía algunas cosas pendientes con el club de carpintería y arte —respondió mecánicamente encogiendo los hombros para restarle importancia.
—Hoy en día siempre pareces ocupado —reprochó Langa, un segundo después se arrepintió de haber dicho semejante cosa. —Es que antes... pasábamos la mayor parte del tiempo en el skatepark.
—Entonces... ¿Antes no estaba ocupado? —preguntó Reki seriamente asombrado ante el dato. —Es decir... pareciera que todos esperan algo de mí, pensé que siempre fue de esa manera.
Langa inclinó la cabeza, achino los ojos y torció la boca.
—¿Quién te dijo eso?
—Pues Kotaro y Makio me contaron que siempre estaba dispuesto a ayudar.
—Esa parte es cierta —porque era verdad muy a pesar de querer darle contra a los disque amigos de Reki.
—Así que cuando comenzaron a pedirme cosas pensé que era normal que aceptara. Es decir... es bueno tener amigos, y ayudar —concluyó Reki como si fuera lo más obvio del mundo.
—Es bueno si tú te sientes bien haciéndolo, pero si se convierte en una obligación entonces creo que deberías negarte —aconsejó Langa sintiendo el coraje ir subiendo por su garganta como un tipo de acido amargo.
Reki se mordió el labio sin saber que más decir. Langa por su parte sujeto el asa de su mochila y como ya había terminado de mudarse los zapatos comenzaron a caminar juntos rumbo a la salida de la escuela en un silencio un tanto tenso.
—Antes siempre te veía con tu patineta, ahora ya no la traes ¿Por qué? —comentó Reki buscando cambiar de tema.
Langa se encogió de hombros.
—Porque no es divertido patinar solo.
La brisa veraniega subió desde la costa, el aroma a sal siempre estaba presente en la isla, un dato que Langa de a poco fue comenzando ignorar porque era cotidiano, pero hoy lo notaba, porque hacía a los cabellos rojos de Reki bailar y porque por alguna extraña razón recordó que ese era precisamente el sabor de la pasta de dientes que usaba.
—¿Vas a ir a la fiesta? —preguntó Reki con la cabeza gacha y las mejillas rojas.
A Langa le tomó un poco más de un par de segundos entender la pregunta. Oh, sí. La fiesta, esa a la que aún no había sido invitado, y a la que de todos modos no pensaba asistir porque no sabría qué hacer y muy seguramente terminaría con él solitario en una mesa comiendo hasta reventar. Pero en lugar de decir todo eso se conformó con un simple y directo.
—No me han invitado.
Reki lo miró sorprendido, como si no creyera que eso fuera posible.
—Pero si eres mega popular.
—Talvez al fin todas las chicas de la escuela ya se me declararon y ahora piensan ignorarme porque las rechace. Eso estaría bien para mí —dijo Langa sin una pisca de culpa encogiéndose de hombros para acentuar su punto.
—Hombre, eres muy frio. Pobre de la chica que vaya a convertirse en tu novia o esposa, seguro que hasta darle un beso te costara.
Langa ladeo la cabeza para mirar mejor a Reki, en su rostro no había burla sino la sonrisa triste que vio muchas veces cuando hablaban de conseguir novias porque Reki no creía que nadie fuera a fijarse en él.
—¿Tú piensas ir? —devolvió la pregunta.
—No lo sé, no tengo idea de cómo debo comportarme, decir o hasta usar. Se que soy un estudiante de último grado, pero he olvidado todo y... simplemente es como volver a ser un novato.
—Te comprendo —concedió Langa mirando al frente. Las farolas ya estaban encendidas y la oscuridad de a poco iba ganando terreno. Una vez más el atardecer había pasado y él no estuvo ahí para compartir la vista con Reki. Era como un tipo de ritual, solo por un par de minutos dejaban sus tablas y miraban fijamente al sol ocultarse en el horizonte. Como una especie de catarsis al final del día que les hacía sonreír porque era bueno.
—¿En serio?
—Sí. Cuando llegue a Okinawa fue así para todo. Hasta comprar comida en la tienda fue nuevo. Las etiquetas, los ingredientes. Y aunque mi japonés era aceptable, la verdad es que muchas palabras no las comprendía. Estaba completamente perdido. Así que puedes imaginarte el miedo que significo para mi presentarme en la escuela.
—Pero te has adaptado muy bien.
—Si, lo he hecho.
—Y por lo que sé, tienes buenas notas. Así que...
—Todo eso fue gracias a...
—Reki-kun —gritaron a su espalda y Reki no dudo en girar para buscar a la dueña de aquella voz pues la reconocía muy bien.
—Makio-chan —respondió Reki dejando de caminar para que la chica le diera alcance.
—Yo, lamento detenerte, pero tenía que hacer esto hoy antes de que alguien más se me adelante —dijo ella con las mejillas rojas como granadas mientras pensaba en Sayaka. —Reki-kun. Te gustaría ser mi pareja en el baile de cierre del festival —soltó de un jalón mientras hacia una reverencia.
Langa abrió la boca, que era todo eso del baile. Normalmente cuando tenía alguna duda cultural acudía a Reki para que se lo aclara, pero ahora... maldita frase, remilgo en su mente.
—Lo siento, pero...
—Ya tienes a alguien más —completo la frase la chica con total desilusión. —Lo comprendo, yo solo, no quería quedarme pensando en él hubiera. Bien, entonces nos vemos mañana —se despidió y se fue.
Langa observó todo el intercambio, tenía que saber porque era tan importante ese baile, porque las declaraciones habituales también habían cambiado, de un te gustaría salir conmigo, a un serías mi pareja en el baile.
—Vamos —dijo Reki retomando su camino hasta llegar al desvió.
—Voy por la derecha —informó Langa.
—Oh, me toca seguir derecho —respondió Reki aunque no tendría por qué hacerlo.
—¿Siempre tomas este camino? —Langa preguntó con cierto miedo a la respuesta.
—Si, normalmente paso por aquí todas las mañanas. Al principio intente tomar el tren, es mucho más rápido, pero sentía como si mi día no estuviera completo. Así que dejé de pensar y le permití a mi memoria muscular conducirme.
—¿Quieres que mañana nos encontremos aquí para caminar juntos a la escuela? —más que preguntar era una solicitud desesperada por parte de Langa para recobrar un poco de lo que perdió.
—Yo suelo despertar temprano, así que camino muy lentamente y quizás para ti sea...
—Puedo hacerlo, quiero hacerlo. Dime a qué hora te veo.
Reki sonrió tiernamente a la completa convicción que mostraba. Era como un cachorro terco que se niega a quedarse en casa.
—Te veo a las siete.
—Aquí estaré.
Langa llegó a casa de mejor humor, para su sorpresa su madre se encontraba en la cocina preparando la cena.
—Langa, es raro que en estos días llegues tarde. Es decir, no lo hacías desde... —y no pudo concluir la frase, que sin duda era algo como: "desde que Reki perdió la memoria"
Langa se mordió el labio inferior con molestia por el recordatorio, pero tratándose de su mamá era mejor dejarlo pasar. En lugar de eso tenía una pregunta.
—Mamá, ¿qué significado tiene el baile de cierre del festival?
Nanako se llevó las manos a los labios antes de abrir los ojos y soltar una exclamación ahogada.
—¡Dios! ¿Te han invitado? —preguntó ella con las mejillas rojas.
—A mí no, a Reki —dijo con la molestia ganando terreno en su rostro casi siempre apático.
Nanako frunció el ceño disgustada con lo que eso significaba, porque de entre las pocas cosas que Langa llegó a contarle de Reki nada indicaba que fuera muy popular entre las chicas. Así que tragándose todas las preguntas que tenía se concentró en responder a su hijo.
—El baile de cierre del festival escolar de casi todas las escuelas es un ritual donde se declaran públicamente pareja. Es decir... una cosa son las confesiones ocasionales, pero sin duda tu notaras que el día de san Valentín es por predilección un momento romántico que muchas chicas esperan sea el principio de su historia de amor, el baile es casi lo mismo. En algunas escuelas tienen otras tradiciones como el de la chica que le pide el candado de su casillero al chico que le gusta, usar una prenda de su pareja, llevar ropa a juego o algún accesorio en común.
—Entonces cuando ella le pidió a Reki que...
—Se le estaba declarando —concluyó Nanako.
—Pero es que eso es... ella no le hablaba a Reki, al menos no era una persona cercana y....
—¿Cuántas de las chicas que se te han declarado son cercanas a ti?
Langa se mordió el labio al comprender que para declarársele solo hacía falta que te medio gustara el chico y tal vez tener por incentivo alguna ganancia.
—¿Qué respondió Reki? —preguntó Nanako un tanto temerosa de la respuesta, no solo de pensar que Reki hubiera cambiado tanto, sino por lo que significa para su hijo, Langa amaba a ese muchacho y ella lo sabía muy bien a pesar de nunca haberlo dicho en voz alta.
—No.
A Nanako le regreso el alma al cuerpo.
Continuará...
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