11
Langa entro al departamento que compartía con su madre azotando la puerta una hora después de aquella desastrosa conversación en la tienda de ramen. En sus ojos se leía la molestia, la ira que sentía por dentro. Y es que a pesar de ser un chico muy sereno no encontraba la forma de apaciguar los celos asesinos que sentía en ese momento.
Reki se la había pasado hablando del maravilloso maestro que era Cherry y su habilidad para el pince, como le había ofrecido una recomendación si es que comenzaba a considerar seriamente convertirse en calígrafo. De Joe y sus deliciosos platillos, a lo que agrego la promesa de invitarlo a probar en otra oportunidad. Pero por sobre todo de su amigo. En realidad, no uso nombres, pero Langa reconocía por las descripciones de quienes hablaba, excepto al gamer. Según Reki formaba parte del mismo clan o grupo de jugadores que su hermana Koyomi. Se reunían a jugar los viernes y sábados por las tardes, pero este experto y casi legendario jugador se había tomado la molestia de saltarse algunos fines de semana para instruir a Reki.
Casi los podía ver.
Reki entusiasmado con el juego tendría toda su atención en la pantalla mientras ese sujeto aprovechaba para acercase a él. Y para rematar Reki suele ser muy físico con los que quiere, con sus hermanas es de abrazos apretados, acaricias en la cabeza, las mejillas o besos en el hombro. Con su madre y abuela las abrazaba constantemente mientras restregaba su mejilla con las de ellas, y él... bueno él también recibió su buena dotación de abrazos y pellizcos en las mejillas. Y se preguntaba si con este nuevo amigo era así.
Si saltaría a su regazo cada que subiera de nivel o lograra derrotar a un enemigo fuerte.
Todo lo anterior solo le hizo reafirmar lo que ya había decidido. De ahora en adelante Reki no daría un solo paso sin que él estuviera a su lado, justo como fue desde que se conocieron, como debía ser ahora y siempre porque se prometieron el infinito y con o sin memoria iba a obligar a Reki a cumplirlo.
Langa llegó el lunes muy de mañana, iba a esperar a Reki para entrar juntos a clase. Por supuesto considero quedarse en la esquina de siempre, y cuando viera venir a Reki solo lo saludaría como si encontrarse fuera de verdad una casualidad, pero lo descarto porque puede que tomara otro camino, después de todo, tomaban esa ruta por qué las calles eran ideales para sus skates, pero ahora... Langa dejo ir un suspiro, su madre había comenzado a notar su malestar y eso era alarmante porque ella iba a preocuparse.
—Kyan-sempai —llamó la voz de una niña y Langa de inmediato se giró buscando y encotrando a Reki al instante.
—Hana-chan ¿Cómo has estado? —preguntó Reki sonriéndole agradablemente.
—Muy bien, y todo gracias a tus palabras —dijo ella permitiéndose ruborizarse levemente.
—Me da gusto escucharlo —y ambos comenzaron a caminar rumbo a los salones. —¿Tu grupo ya ha decidido que hará para el festival? Es su primer año y deben ser creativos.
Hana asintió sonriendo encantadoramente.
—Vamos a poner un stand de bebidas —expresó ella con orgullo. —Skimos, granizados y otros más, pero para hacerlo interesante cada media hora vamos a organizar concursos.
—Suena divertido.
—Lo será —aseguró ella con fuego en la mirada. Y ambos rieron muy cómodos con la presencia del otro. —¿Y los de su grupo?
—Bueno... —y se rasco la mejilla con el dedo índice. —Un salón de té. Pero no pienses que será aburrido. Una compañera propuso que usáramos yukatas tradiciones para atender, y además nos ofreciéramos como host. Ya sabes, anfitriones, acompañantes...
Los ojos de Hana en este punto se iluminaron al pensar que, si pagaba por ello, tendría la oportunidad de pasar el festival acompañada por Reki.
—¿Van a cerrar antes o después del baile de clausura del festival? —preguntó Hana con la cabeza gacha deseando que el sonrojo en sus mejillas no fuera tan obvio.
—Pues no lo había considerado, pero creo que tendría que ser antes, seguramente algunos compañeros tendrán una persona especial con la que desearan bailar ya que es nuestro último festival —respondió Reki sin darle mayor importancia.
Hana asintió con la cabeza, no había hecho la pregunta que deseaba, pero al dejar a Reki en el cubo de las escaleras para que siguiera su camino hacia su propia aula, estaba de verdad feliz de haber podido hablar con su caballero. Ahora su meta era ahorrar lo suficiente para acaparar a Kyan Reki el mayor tiempo posible durante el festival.
Langa apretó la mano contra su pecho, había algo ahí constriñendo su corazón, ver a esa chica que hace apenas unos días atrás iba a declarársele hablando tan amigablemente con Reki le provocaba dolor de estómago, y eso era mucho decir de quien se podía comer en una sentada diez hamburguesas con sus respectivas porciones de papas fritas y litros de soda.
Agitó la cabeza de izquierda a derecha para deshacerse de esa sensación que no valía la pena y apresuro el paso para alcanzar al pelirrojo que estaba a nada de entrar al salón. Langa elevó la mano mientras intentaba parecer lo más alegre que su estoico rostro le permitía en público, despegó los labios para llamar a su mejor amigo y...
—¡¡REKI!! —gritó Makio abriendo la puerta y abrazando al nombrado mientras gimoteaba algo sobre las decoraciones para las mesas. —Y ya no tenemos presupuesto —concluyó con dolor fingido en la mirada al tiempo en que intentaba realizar un adorable puchero.
Kotaro que caminaba detrás de la chicha la sujeto por el brazo para despegarla del pobre Reki que no sabía porque acudía a él precisamente.
—El maestro a cargo del taller de Artes te debe una —gimió Makio ahora con una actitud más seria. —Si le pides que haga diez figuras grandes de grullas en origami para el día del festival no podrá negarse —afirmó muy segura de su razonamiento y con la mirada brillante tras su idea.
Reki lo considero, en realidad no pensaba pedir nada a cambio de su ayuda, pero si de verdad estaban cortos de dinero la solución era buena porque las grullas de origami no requerían más material que la hoja blanca de tamaño cartel, lo difícil sería hacer diez porque el origami requería de paciencia.
Kotaro suspiró con hartazgo, golpeó el hombro de Makio como una suave reprimenda antes de centrar su mirada en Reki y agregar.
—Si no te sientes cómodo con eso, no importa, podemos pensar en algo más —ofreció al ver el silencio en que se había sumido el pelirrojo. Reki ya tenia mucho en las manos para sumarle un problema más.
—Si me exentan de las labores de preparación de té y acompañamiento las hare yo —respondió Reki, porque en realidad no creía que nadie lo solicitara y quería ahorrar se la vergüenza y el malestar y bueno, si ya se estaba escaqueando el acompañamiento porque no también hacerlo con los del Té.
Makio estaba encantada, aunque no por las razones que todos pensaron, cuando respondió —trato hecho.
Langa no podía creer la mala suerte que tenía, era como si el universo conspirara contra su deseo de acercarse a Reki. Una vez más intento acercarse y...
—Reki —llamó una niña de la que Langa no recordaba el nombre porque se sentaba en la primera banca de la fila del centro.
Y antes de que ella pudiera agregar algo más el profesor entrando al aula y pidiendo que ocuparan su lugar la hizo postergarlo, con un: —¿Podemos hablar durante el almuerzo? —pidió con timidez.
—Por supuesto Sayaka-chan.
Langa no lo había notado, así como no había notado nada de nada por estar concentrado en el skate y en Reki, pero el pelirrojo usaba honoríficos con todos menos con sus más allegados, léase los relacionados con S. ¿O era cosa de su pérdida de memoria?
Vio a Reki ocupar su asiento abrir el cuaderno para concentrarse en la clase. Obviamente Reki no recordaba nada de todo lo aprendido durante su periodo en secundaria, lo que debía estar costándole muchas horas de estudio ponerse al corriente, una tarea en verdad titánica si pensaba en el examen de admisión a la universidad. Ellos nunca hablaron de a qué universidad pensaban ir, a qué carrera postularían o incluso si seguirían estudiando. Si le preguntaban a Langa respondería que Reki se dedicaría a tiempo completo a la fabricación de patinetas y él postularía para el equipo nacional. Pero ahora...
Pero ahora...
Esa frase se estaba convirtiendo en un desolador final con puntos suspendidos que dejaban en claro que su futuro era completamente incierto, sin ningún puerto, meta o hasta guía, no tenía idea de lo que iba a pasar porque la persona a la que pensó aferrarse lo había soltado dejando que flotara a la deriva.
Langa tenía talento para los deportes, pero Reki, Reki era bueno con cualquier cosa, podría ser ingeniero, arquitecto, publicista, diseñador, pintor, político, o en caso de abandonar la escuela podría optar por un oficio, carpintero, electricista, jardinero.... Había miles de posibilidades para alguien con su habilidad, y aunque antes eso no molestaba a Langa, mientras más lo pensaba todo lo que le hizo enorgullecerse de Reki era lo que le alejaría. Porque con qué derecho Langa podía atarlo, pedirle que abandonara sus sueños para quedarse con él.
Reki era un artista, tenía unas manos prodigiosas que de apoco muchos estaban comenzando a reconocer.
Pero regresando a la actualidad, bien podría tomar como excusa ayudarlo con sus estudios para pasar más tiempo juntos, aun cuando sus notas no eran las mejores.
Langa respiró profundo y luego se giró hacia Reki.
—Reki, necesitas ayuda con las materias, yo podría...
—No, no tengo ningún problema Hasegawa-kun, para las regulares Kotaro-kun y Makio-chan están prestándome sus apuntes de principios de año y hacemos un circulo de estudio los domingos por si tengo alguna duda, y para las curriculares, Sakurayashiki-san me da clases particulares.
Langa frunció el ceño ante la respuesta casi tajante, obvio Cherry era mejor en matemáticas y literatura, aunque no estaba seguro de si en física, química y cálculo también, aunque claro Carla bien podría cubrir sin problemas dichas asignaturas.
—Es bueno que tengas ayuda, pero si necesitaras...
—Reki-kun —nombraron desde dos bancas al frente casi en un susurró robándole la atención del pelirrojo. —Atrápalo, ahí te va —y Makio lanzó una pequeña pelota de papel.
Langa sabía lo que era, una invitación para una fiesta, pero lo que le estaba molestando es que a ellos nunca los invitaban. Bueno, tal vez a Langa cuando por casualidad lograban atraparlo en uno de los escasos momento en que Reki tenía que ir al baño o simplemente a comparar algo para completar su almuerzo. Le huían y escondían cada reunión como si Reki fuera la peste, y ahora de buenas a primeras la invitación estaba en sus manos.
Langa entendía que el mayor impedimento para la popularidad de Reki había desparecido junto a su disque look de delincuente, pero sentía que todas estas personas deslumbradas por la genialidad de Kyan solo eran unos hipócritas, no aceptaron al verdadero Reki, pero ahora que se ajustaba a sus estándares le daban la bienvenida sin importarles en lo más mínimo si era lo correcto o no, era como decirle no muy disimuladamente que preferían esta versión de él.
Reki leyó la nota, garabateo la respuesta y la regreso sin darle mayor importancia.
Las clases iban transcurriendo y Langa se moría por saber la repuesta que había dado, ¿habría aceptado?
El Reki de antes del accidente siempre disimulo su tristeza cuando escuchaba a sus compañeros comentar los lunes por la mañana sobre las fiestas del fin de semana. En alguna parte de su ser Reki deseaba poder compartir ese tipo de experiencias, ser solo un adolescente más. Sin embargo, su amor por el skate era mayor y teniendo ahora amigos le daba una menor, aunque no nula importancia.
—Reki-kun, nos acompañas a almorzar —invitó Kotaro haciendo señas para que se apresurara porque Makio y Yuka ya habían salido del salón.
—Lo siento, tengo un asunto que atender, vayan ustedes —respondió Reki tomando su caja de almuerzo para salir del salón a paso presuroso.
Kotaro no insistió porque Reki en estos días parecía ser el apoyo de todos y no deseaba imponerse o exigir más. Lo único bueno es que el festival estaba a solo dos días. Y después... la graduación. Era su último año en secundaria y quizá también el última que compartirían aula o hasta escuela, porque sabía de buena fuente que muchos estaban postulando para universidades fuera de Okinawa. Y aunque Kotaro no quisiera pensar en ello Reki poseía un talento monstruoso que se desperdiciaría si se quedaba.
—Sólo, no te exijas demasiado hermano —dijo Kotaro con una sonrisa apenas velada por la preocupación en forma de despedida saliendo por la puerta.
Langa observó esa pequeña conversación, en especial porque el tono empleado por Reki fue uno que conocía muy bien, pues fue el que uso durante su pelea, esa modulación de voz que buscaba ocultar su incomodidad bajo una simulada tranquilidad, y por ello decidió seguirlo. Iba a cuidar de su mejor amigo aun sin su permiso.
Reki salió del edificio, camino un par de metros y luego se quedó parado justo frente al mural que él mismo pinto. Sus ojos barrían el dibujo como si fuera una ofensa, un dibujo mal hecho que merecía ser desechado, cubierto lo antes posible con algo mejor.
—De verdad a esto se le puede llamar talento —dijo en voz baja y una sonrisa triste el pelirrojo. —No le veo nada especial —concluyó continuando su camino hasta la parte trasera de las canchas.
Langa apretó el paso para no perderlo de vista porque las palabras de Reki lo aturdieron por un par de segundo así que para cuando reacciono él ya estaba dando vuelta rumbo a las gradas y luego... simplemente lo perdió de vista.
Continuará...
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