
Capítulo 10 | Burbuja.
GIANNA
—¡A ver si caminan un poco más rápido! —grita Aisha. Mi carcajada suena por encima de las voces de todas las personas que se encuentran aquí.
Estamos en medio de la zona comercial de la ciudad. A nuestro alrededor se encuentran muchas tiendas de compras, donde se puede conseguir casi todo lo que busques.
El grito de mi amiga fue porque un grupo de adolescentes —de nuestra edad o tal vez un año mayor— no se mueven, detendiendo el paso por la obstrucción de ellos y sus grandes bicicletas.
Aisha, cansada de que los chicos no se muevan, decide ir a enfrentarlos y yo sólo voy detrás suyo, riéndome de toda la situación.
—¿Qué parte de «muévanse más rápido» no les quedó claro? —increpa. Los receptores del mensaje, que son más o menos seis, se dan vuelta y la miran fijamente.
—Disculpa, ¿tú eres...? —logra decir uno. Las caras de todo el grupo sólo demuestran lo confundidos que están.
—La persona que puede llegar a romperte la nariz si no te corres. —Apostaría a que si esto fuera un dibujo animado, Aisha largaría humo por sus fosas nasales—. Hablo en serio, ¿no se dan cuenta que están obstruyendo el camino?
—Sólo queremos pasar —digo, ayudándola un poco—. Corranse y déjennos ir, no saben de lo que es capaz —pongo mi mano contra mi boca, como generando una pared, y digo, susurrando—: tranquilamente podria usar sus caras como bolsas de boxeo.
La cara de los seis individuos se ensombrecen, se miran entre ellos y nos dejan pasar, sin dudarlo un segundo. Una vez que logramos salir de ahí, mi amiga y yo nos reímos de la patética pero divertida situación.
Caminamos un poco más, mirando tiendas e intentando dar con alguna que tenga lo que Ash necesita. Pero como no lo conseguimos, decidimos entrar al Shopping Center, rogando hallar algo.
[...]
Llevamos recorriendo el lugar media hora, y literalmente no encontramos nada.
—Estoy cansada —pronuncia mi amiga, agotada.
—Yo también —concuerdo—. ¿Y si vamos por algo de comer? —propongo.
—¡Sí! Quiero un batido —dice, y a partir de ahora nos dedicamos a buscar tiendas de comida. Hasta que, por fin, logramos dar con una.
—Después de estos batidos seguimos recorriendo, ¿de acuerdo? —Aisha habla con el sorbete en su boca, por lo que me cuesta entenderla, pero no es tarea imposible.
—De acuerdo, mi capitana —hago el típico gesto militar y mi amiga y yo nos reímos.
Muy fuerte a decir verdad.
La gente voltea a vernos. Volvemos a reírnos, pero esta vez en voz muy bajita.
PIERO
Mi respiración está muy acelerada, pero no me detengo. Correr en la cinta caminadora por más de diez minutos está dando sus resultados, aunque no sean del todo buenos.
Me tomo unos minutos para descansar, tomo un poco de agua e intento recuperar mi respiración. En eso, entra una llamada en mi teléfono. Miro el nombre y es la persona que menos esperaba que me llamase.
—¡Hermanito! Tanto tiempo, ¿cómo has estado? —la voz de Katerina, mi hermana, suena del otro lado del teléfono.
En serio me alegro muchísimo de escucharla, desde que se mudó a Europa no supe nada de ella.
—¡Kat! —digo emocionado—. Estoy muy bien, ¿y tú? ¿Cómo está Ben?
Ben es el esposo de mi hermana. Ni bien se casaron, ambos se mudaron al otro continente, porque Ben es fotógrafo profesional y fue contratado para ser el que saque las fotografías de un hotel de cinco estrellas en Francia.
—Estamos todo bien, pequeño. —No importa si tengo treinta y cinco años, Kat siempre me llamará «pequeño». —Bueno, te llamaba para contarte una buena noticia —dice, tras una corta pausa.
—¿En serio? ¿Qué es? ¡No me dejes con la intriga! —la curiosidad rápidamente se instala en mí, asi que lo único que quiero es saber lo que tenía para contarme.
—¿Cómo te ves siendo tío? —pregunta del otro lado.
El corazón se me paraliza. ¿Voy a ser tío? ¡Voy a ser tío!
—¿Esto es en serio, Kat? Por favor dime que no es una broma de mal gusto —mis latidos son muy fuertes y rápidos. Espero no tener una taquicardia. La risa de mi hermana se oye a través de mi celular.
—Es en serio, tonto —me responde—. Ya estoy cerca de los tres meses, perdón por no contártelo antes.
—¡No importa si estás a punto de parir o lo que sea, voy a ser tío! —La emoción que siento en estos momentos es indescriptible, y mi hermana sólo se ríe, seguramente porque le parezco tierno en este estado—. Espera, ¿ya le contaste a mamá? —pregunto.
—¡Claro que sí! Dijo que ella y papá vendrían un mes antes del parto para estar aquí. —Algo que siempre agradecí, es la familia unida que me tocó. De verdad me cuesta pensar que hay gente que no tiene esta oportunidad, y me duele.
—Buenísimo —respondo—. Yo no podré ir por el colegio —me apena no poder estar con mi hermana en ese momento, aunque tal vez podría hablar con el director.
—No te preocupes, cuando el bebé ya pueda viajar, iremos a casa para que puedas conocerlo.
Me vuelvo a emocionar, imaginándome con mi futuro sobrinito, o sobrinita, en mis brazos.
—¿Ya saben el sexo? —curioseo.
—Aún no. El médico me informó que a partir de los cinco meses podré saberlo —explica.
—Tendemos que esperar entonces. Me alegro mucho, hermana —sonrío, aunque sé que Kat no puede verme.
—Yo igual —pronuncia—. Te extraño, pequeño.
—También te extraño, loca —después de decir eso, ambos soltamos una carcajada.
—Bueno, tengo que irme, ya sabes, trabajo —larga una risita—. Hablamos luego.
—De acuerdo. ¡Adiós! Y saludos a Ben de mi parte.
Del otro lado supongo que mi hermana asiente, y luego se despide, cortando la llamada.
Wow. Esta noticia en verdad fue muy sorpresiva. No puedo creer que mi hermana esté embarazada. Todavía siento que fue ayer cuando jugábamos a tirarnos bombuchas con agua, o cuando hacíamos competencia de salto en soga. Quién diría que ahora es toda una mujer.
Aprovechando que tengo la tarde libre, decido salir a comprarle algunas cosas al sorpresivo bebé. Si piensan que es muy pronto —teniendo en cuenta que mi hermana está sólo de casi tres meses— es cierto, pero la realidad es que no siempre tengo dinero, asi que puedo aprovechar ahora que sí lo tengo.
Le aviso a mamá que voy a salir, me alisto y me encamino al centro comercial.
[...]
Después de unos cuarenta minutos recorriendo, conseguí comprarle algunas cosas de bebé que encontré, como por ejemplo un bolso para colocar sus productos y algunos de éstos para hacer el regalo más completo. Vale aclarar que no tengo idea sobre cosas para bebés y me guié por la ayuda de las vendedoras.
Decido seguir mirando las tiendas del shopping, para ver si puedo encontrar algunos juguetes o accesorios. Tendría que ver algo unisex ya que no sé el género, todavía.
Dios, voy a ser un tío súper baboso.
Camino por el lado izquierdo del lugar, mirando los locales abiertos, intentando dar con alguno que tenga cosas para mini criaturas. Voy tan concentrado en mi propósito, que no escucho las carcajadas que sobresalen del resto de los sonidos, hasta unos segundos después que vuelven a reproducirse y las reconozco al instante.
Apunto mi cabeza hacia mi diagonal y rápidamente logro enfocar en esas dos personas. Lo sabía.
Sigo caminando y ellas también lo hacen, sin notarme, pero cuando pasamos frente a frente es imposible no conectar con la mirada de Gia.
El momento transcurre como en cámara lenta, y me permito estudiar bien a la chica que tengo no tan lejos.
Su amiga no me da mucha importancia, pero sé que Gianna está igual que yo, sumergida en una burbuja de tiempo interminable.
La conozco tan bien, que hasta podría saber lo que pasa por su mente.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro