
Capítulo 6
La noche pasó deprisa, cuando miré mi reloj vi que eran más de las once de la noche. Mañana, por suerte, las clases empezaban más tarde por ser el primer día. Había un montón de gente y cada vez más animados. La bebida que había traído Bruno fue todo un éxito. Yo me había bebido como tres o cuatro vasos hasta arriba. Estoy junto a mis amigas sentada en los sillones junto al ventanal, por el que entra un aire agradable. Hay un par de vigilantes en la fiesta, pero parecen estar casi dormidos y aburridos por nuestras chorradas.
Matt y sus amigos estuvieron un rato, pero se fueron hace media hora. Tenían entrenamiento mañana muy temprano. Me alegra saber que mi novio y yo volvíamos a ser los de siempre. Me animo a salir por los ventanales al lateral del edificio, el alcohol me ha dado un calor increíble. Tropiezo sin querer con mis tacones y me sujeto a una columna. Me escucho reírme de mi misma en voz alta. ¿Qué lleva esa maldita bebida?
—Pero que ven mis ojos, si es Alessandra Marzolini borracha —bromeó Bruno e intenté fulminarlo con los ojos. En vez de eso, empecé a reírme como tonta al ver su cara. Se le formaban dos pequeños hoyuelos junto a su boca cada vez que sonreía.
—Cállate. —Me apoyé en la columna. Se sentía fría en contacto con la piel desnuda de mi espalda. Bruno dio dos pasos y se puso enfrente de mí. Observé sus ojos escondidos entre los mechones de su pelo rubio. Cuando era pequeño mi madre solía decir que su pelo estaba hecho del mismo color del sol—. Tienes el pelo mucho más oscuro —intenté hablar, pero me trabé con la lengua.
—Y tú las tetas más grandes —me dijo observando mis pechos fijamente. Me cubrí de inmediato.
—Bruto —le espeté avergonzada.
—Dolo dico la verità — "solo digo la verdad". Se encogió de hombros. Tenía los labios cerrados en una solo línea.
— ¿Por qué estás aquí? —le pregunté en italiano sin apartar la vista de las estrellas. Él me imitó y se apoyó en la columna de enfrente. Bajé la mirada y vi que se estaba pensando que decir.
—Me guardaré esa información para mí —me contestó en nuestra lengua materna. Seguimos así un par de minutos más, mirando el cielo sin decir nada—. ¿Nunca me has echado de menos?
Lo miré boquiabierta, pero él seguía mirando al cielo. ¿Me lo había imaginado o de verdad Bruno me acababa de preguntar si lo había echado de menos? Descarté el pensamiento. Intenté moverme, pero volví a tropezar sobre mis pies. Me mareé ligeramente y tuve que apoyarme sobre mis manos. Cuando quise ver tenía a Bruno sujetándome del brazo, con los ojos preocupados.
—Oh vamos Less, ¿es que nunca te has puesto borracha? —me dijo entre risas y puso sus brazos para que no volviese a caer. Pretendí mantener la calma y centré mis ojos en los suyos para no volver a marearme. Negué con la cabeza. Haía bebido muchas veces, pero no recordaba haber vivido esa sensación—. Estoy pervirtiendo a la pequeña Less —bromeó con la voz ronca, pero yo le aparté de mi lado y me abrí paso para entrar nuevamente.
Vi a mis amigas e hice un esfuerzo para llegar a su lado sin caerme. ¿Pequeña Less? Sentía un pinchazo enorme en el pecho y comencé a ventilar. ¿Cómo se atrevía a llamarme así? ¿Tanto había llegado a odiarme como para olvidar lo que éramos? Dentro había mucha menos gente que antes, con suerte quedábamos quince.
— ¿Y si jugamos al juego de la botella? —preguntó el cerdo de Dek con una botella en lo alto.
Su pelo rubio oscuro se le colaba por la frente y apenas se le veía los ojos. Todos los del equipo se habían marchado hacía rato menos él y Chris, que parecían demasiado concentrado en el vacío. ¿Qué diablos le pasaba a ese chico? Muchos se animaban y se sentaron en un pequeño círculo. Paula, a mi lado, se levantó y se unió a ellos. Cuando Bruno pasó por mi lado, me clavó la mirada.
—¿No te atreves a jugar, principessa? —Sam y Paula me miraronn incrédulas sin entender lo que había dicho. Me puse de píe y me uní al círculo formado como respuesta. Luego, él hizo lo mismo, y se colocó justo enfrente de mí. Sonrió y me sacó la lengua. ¡Que idiota era!
Chris giró la botella... y se detuvo justo enfrente de Paula. Todos empezaron a abuchear y a bromear sobre la cara de Paula, que estaba roja como un tomate. Chris pareció dudar, pero todo el mundo lo animó a seguir. Tras varios minutos se encaminó a besarla. Paula dudó durante unos minutos y cuando creí que se iba a retirar, plantó sus labios en los de Chris. Se dieron un pico corto y los demás empezaron a quejarse.
—¡Con lengua! —gritó Derek borracho.
Chris puso las manos en las caderas de Paula y acercó su cara a sus labios. Esta vez se besaron durante unos cuantos segundos. Todo el mundo comenzó a dar palmas y a reírse a carcajadas. Incluso yo, al ver con la cara que se había quedado Paula tras el beso. Tenía los labios hinchados y se pasaba la mano por ellos.
Me crucé con la mirada con Sam y vi que observaba a Paula enfadada. ¿Cómo se había podido enfadar por algo así? Era solo un juego, todos los años jugábamos para divertirnos; en estas paredes había poco que hacer. Cuando me descubrió mirándola fingió reírse de la situación. Pero a mi no se me escapaba su expresión de hace unos segundos. Por un momento, me ha dado miedo.
—Te toca Paula —rompió el silencio Jess a su derecha y Paula hizo girar la estúpida botella.
Estallamos todos en risas cuando comprobamos que era Amanda, nuestra compañera de clase. Tras varios minutos animándolas a que se besasen, por fin lo hicieron. Pasaron unos cuantos turnos más, unos más babosos que otros, cuando la botella se detuvo justo enfrente de mí. Por un segundo pensé en Matt, era mi novio y no sabía si le hacía mucha gracia. Luego recordé como el año pasado jugó sin importarle mis sentimientos al besarse con medio circulo.
Miré a quien tenía que besar y me reí al ver que se trataba de Jess. Di un largo suspiro y planté mis labios junto a los suyos; fue un beso corto y sin lengua. Cuando aparté los labios vi por el rabillo del ojo a Bruno con la mirada fija en mí. Era mi turno de girar la botella; giró y giró y no parecía parar nunca. Entonces se detuvo justo enfrente de Bruno. Éste miró la botella y levantó la vista hacia mí. Cuando nuestras miradas se cruzaron nos quedamos unos segundos perdidos en ella.
—¡Es para hoooooy! —volvió a repetir Derek arrastrando las letras demasiado.
Estaba decidida a abandonar ese maldito juego cuando vi que Bruno se acercó a mi lado. Me quedé sin respirar al notar lo que iba a ocurrir. Intento apartarme o hacer algo para escabullirme, pero mi cuerpo seguía pegado al suelo. Cuando llegó a mi lado, me miró fijamente con la mirada oscurecida y me puso una mano tras el cuello. Sentí un pequeño escalofrío y le eché la culpa al maldito alcohol de lo que iba a pasar. Su mirada pasó de mis ojos a mis labios. No me dio tiempo a asimilar su proximidad cuando noté sus labios junto a los míos.
Al principio pegó sus labios sobre los míos sin más, en un beso frío y distante, pero enseguida me besó con más ganas. No podía evitarlo y le devolví el beso. Me eché hacia atrás sin poder evitarlo y él me sujetó con una mano la espalda para mantenerme cerca. Sentí su lengua introducirse en mi boca y ahogué un suspiro al sentir todo mi cuerpo ponerse en piel de gallina. ¡Madre mía como besaba! Jugó con mi lengua sin parar mientras me atrevía a ponerle una mano sobre su pecho para intentar controlar mi temblequeo. Me sentí adormecida. Enloquecida. Ida. Bajo mis manos su corazón bombeaba con rapidez. Era como si toda la furia de estos últimos días explotase en nuestras bocas, y no nos bastase.
—¡Ya os vale! —gritó alguien al fondo.
Recordé donde estaba y separé bruscamente mis labios de los suyos. Intenté recuperar el aliento y respiré agitada. El corazón me palpitaba con tanta fuerza que temí que se me saliese del pecho. Aún sigo con los ojos cerrados incapaz de abrirlos; sentía su cálido aliento y tuve que luchar contra todos mis impulsos para no volver a besarlo. Estaba claro, acababa de perder el norte; el norte, el sur, el oeste y el jodido mundo bajo mis pies. Me animé a abrir los ojos.
—Cazzo... —"joder" susurró con los ojos aún cerrados. Cuando los abrió me miró durante unos segundos, y durante ese tiempo logré recordar al pequeño Bruno. Y esa sensación consiguió paralizarme por completo. Pestañeó varias veces, como si no se creyese lo que acababa de pasar.
Cerré los ojos, incapaz de hacer frente a su mirada. ¿Qué acababa de pasar? ¿Cómo había permitido que esto ocurriese? Ahora no seré capaz de borra el sabor de sus besos de mi mente. Abrí los ojos y me encontré con el Bruno de siempre, que me mira enfurecido. Echó aire por la boca y se volvió a su sitio.
No volví a mirarme en toda la noche.
Mis amigas y yo regresamos a la habitación. Sam me confirmó que ya había llevado a cabo el plan y le sonreí fingiendo entusiasmo. Desde que Bruno separó sus labios de los míos, todo lo demás pasó indiferente ante mí y antes de darme cuenta ya estaba en pijama.
Para cuando me metí en la cama Sam y Paula estaban ya dormidas. Me colé bajo mis suaves sabanas y cerré los ojos. Una extraña sensación me invadió el cuerpo y sin poder evitarlo toqué mis labios. Había sido el mejor beso que me han dado en la vida. Recuerdo su mirada tras besarme y el pinchazo en el corazón vuelve.
¿Qué diablos ha pasado en la fiesta? No volveré a beber nunca más.
Uy, uy, uy...esto se pone interesante.
Espero que os guste el próximo capítulo.
Con amor♥
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