
Capítulo 24
Maratón[2/2]
Me deslizo por la cama con las sábanas celestes enredadas a los pies. Abro despacio los ojos, cegándome con la luz del sol que entra por la ventana. Gruño molesta y me cubro el rostro con la almohada. El olor de Bruno me invade enseguida y sonrió con los ojos llorosos. ¡No me puedo creer que haya pasado! Acaricio mi boca con la yema de los dedos y el recuerdo de sus mil maneras de besarme anoche me erizan la piel. Busco a Bruno en la cama y el corazón me da un vuelco a encontrármelo dormido a mi lado. Su rostro está inclinado hacia mí. Tiene un expresión relajada y de absoluta felicidad. Me deleito unos minutos apreciando la cara del hombre al que amo y acaricio lentamente su barbilla, con la barba creciendo sutilmente. Sonrío para mí misma y me quedo así el tiempo suficiente para volver a quedarme dormida absorta en los recuerdos de la noche de ayer. La mejor noche de mi vida.
Tiempo más tarde, me levanto de nuevo y observo mi cuerpo sobre el abdomen de Bruno. Su respiración calmada me dice que sigue dormido y yo me incorporo despacio evitado despertarlo. Observo su rostro una vez más y beso su mejilla con ternura. Ni caso, es lo que tiene dormir como un tronco. Alzo la vista al techo y salgo de la cama. Me pongo la camisa de Bruno y cierro las cortinas para que pueda seguir durmiendo. El reloj marca las diez de la mañana. Normalmente me suelo despertar sobre las ocho y media pero hoy no he podido contenerme al seguir en la cama junto a él. Antes de salir por la puerta, observo su cuerpo desnudo sobre la cama y suspiro acalorada. ¿Es normal volver a tener tantas ganas?
Me cuelo en la cocina y cocina algo para desayunar. El servicio seguramente esté de vacaciones. Busco mi móvil en el bolso y miro las miles de llamadas de mis padres. Ojeo el WhatsApp y deseo feliz año a algunas amigas. Paula me ha escrito y la llamo para desearle feliz año. Me mantengo callada y no le cuento nada de lo que está sucediendo con Bruno. Ambos hemos decidido que lo mejor será darle la sorpresa cuando lleguemos a clase. Resoplo resignada al darme cuenta que me quedan tres días de vacaciones.
Termino de preparar el desayuno y subo de nuevo a la habitación. Hago ruido concienzudamente para despertar a Bruno, que me mira desde la cama sin entender nada. Cuando el sueño le permite ser consciente de su alrededor sonríe de par en par y da golpes en la cama invitándome a su lado. Me besa todo el cuerpo con desesperación y yo me río enamorada. Desayunamos a risas sobre la cama. Me sostiene entre sus piernas y besa mi cabeza y mi cuello entre bocas y bocado. Saborea su café y me da mil veces las gracias por prepararle algo así. Soy tan feliz que ni yo misma me lo creo. Nuestras risas invaden la habitación que tantos buenos recuerdos me han otorgado de niña. Como cambian las cosas. Antes solía corretear en el cuarto cubierta de musgo y ahora estoy tendida en su cama con una camisa blanca como única prenda.
—Voy a plantearme el empezar a darte mis camisas. Estas muy sexy —dice mirándome. Doy el último trago al zumo de naranja exprimido por mí misma y sonrío coqueta.
—Yo te prefiero tal y como estas ahora —le digo señalando su abdomen al descubierto. Me muerdo los labios conteniéndome las ganas de lanzarme sobre él. Arquea una ceja divertido.
Aparta la bandeja y la deja sobre el suelo. Me agarra de las caderas y me acerca a su lado. Uno mis labios a los suyos y saboreo el sabor de sus besos. Estoy segura de que me he vuelto adicta a ellos.
Gime al separarse de mis labios.
—No me canso nunca de ti —dice y vuelve a darme un beso, esta vez más apasionado—, siempre quiero más.
— ¿Quieres más? —le pregunto juguetona.
Enseguida me vuelve atrapar con fuerza entre sus manos y me cuela debajo de él. Me rió a carcajadas tontamente y nos entrelazamos de nuevo. Sus manos enseguida aprietan mi culo con fuerza, dejándome notar su erección. No soy la única que se ha levantado con ganas de más. Dejo escapar un gemido cuando me levanta la camisa y comienza a tocarme con pasión el cuerpo desnudo. Me quita de golpe la camita, arrancando con fuerza los botones; es la segunda que rompemos.
—Te vas a quedar sin ropa —intento bromear cuando me muerde la oreja.
—Si eso me permite verte así de sexy, me da igual.
Busco su boca desesperada, ansiosa de más. Nos besamos apasionadamente sin dejar de buscarnos con las manos. Araño su espalda obligandolo a aproximarse más a mí. Cuando nuestras respiraciones se vuelven más intensas, desliza su mano por mi zona íntima y presiona justo en el lugar indicado para hacerme gritar. Cuando separa la mano de mí, casi lloro rogándole que vuelva a tocarme.
—Estás muy mojada. —Se queda unos segundos observándome desde lo alto, antes de volver a tocarme.
Crea círculos en mi clítoris mientras muerde con pasión mis pezones. No puedo controlar el deseo; me inunda por completo. Deseosa de más, le ruego con la mirada que continué, pero él no está dispuesto a darme lo que quiero. Decido tomar cartas en el asunto y devolverle con la misma moneda. Sin que se lo espere, me incorporo. Ambos estamos se rodillas frente a frente.
—¿A qué juegas?
—A tu juego —respondo mientras mis dedos se deslizan sobre su tonificado abdomen.
Me muerdo los labios, y el los atrapa con entre su mano. Acaricio su vello corporal y me deslizo por su bajo mientras hasta llegar a su calzoncillo. Puedo apreciar lo dura que la tiene. Trato de moverme los labios, pero su mano de lo impide. Lo observo desde lo bajo antes de agarrar con la mano su erecto miembro. «Joder, es enorme» pienso tras comenzar a mover mi mano a lo largo. Acelero el ritmo y lo escucho gemir mi nombre en un hilo de voz. Me detengo lo justo para apreciar su rostro; sus ojos me devoran. Acerco su polla a mi boca y comienzo a darle placer oral.
Es la primera vez que lo hago, y me siento incomoda por no saber hacerlo bien. Sin dejar espacio a las dudas, me dejo llevar por el ardiente deseo. Succiono con ganas a la par que mis manos ejercen presión en su base. Su respiración agitada me hacen sentirme con más confianza. Lo miró, y juro por dios que el deseo en su mirada me hace llegar al éxtasis. Sin permitirme seguir, me empuja contra la cama y se abalanza sobre mí. Su boca comienza a devorar la mía; como si llevase días sin probar bocado.
—Joder, Less —susurra en mi oreja provocando una corriente eléctrica en todo mi cuerpo. No puedo más, necesito sentirlo—. Prométeme que serás siempre mía. Solo mía.
—Siempre —alcanzo a decir antes de que sus dedos se deslicen por mi zona íntima. Comienza a deslizar sus dedos por mi interior, y un nuevo calor comienza a crecer.
—Esta vez vas a disfrutarlo. No voy a parar hasta hacerte disfrutar.
Sus dedos se mueven con más ímpetu y mi cuerpo se contrae al notar que estoy a punto de explotar. Comienzo a gemir, y a rogarle que siga.
—Bruno, por favor... —mis gemidos cada vez son más altos.
—Pídemelo, Less. Pídemelo y te daré lo que quieras.
—No aguanto más... —sus dedos en mi interior hacen presión en el punto exacto y su mano se desliza en círculos sobre mi clítoris. Estoy fuera de mí, descontrolada, gritando su nombre sin parar.
Antes de poder añadir nada más mi cuerpo explota bajo sus movimientos y noto como mis piernas se contraen. Me dejo caer sobre la almohada y grito desenfrenada mientras noto mi interior vibrar de placer. «Joder, así que esto es un orgasmo» pienso tras varios segundos recuperando el aliento. Bruno me sigue observando, mientras acaricia con fuerza mi trasero. Se nota la lujuria en su mirada.
—Podría seguir así toda mi vida —anuncia antes de deslizar su lengua sobre mi clítoris. La corriente amenaza con volver.
—Quiero sentirte —le ruego empujándolo a mi interior. Su miembro se roza conmigo y el deseo de notar su polla en mí aumenta.
—Ya te lo he dicho. Solo tienes que pedirlo. —Comienza a jugar frotándose contra mi coño.
JODER.
—Por favor, Bruno. Por favor. Métemela —le ruego casi sin aliento.
No me da tiempo a prepararme antes de sentirla en mí. Grito, aun sin acostumbrarme a su tamaño y el comienza a penetrarme con fuerza. Me agarro a su espalda y lo araño mientras nuestros gemidos comienzan a invadirlo todo. Cada vez más; más fuerte, más intenso, más profundo. Grita mi nombre, como si fuese la manera de hacerme suya oficial.
Comienzo a notar un cosquilleo en mi interior, y me agarro con más fuerza a él cuando noto que el orgasmo está cerca. Bruno lo nota, y acelera el ritmo para estallar los dos juntos.
—Joder —susurra tras dejarse caer sobre mí. Nuestras respiraciones se amoldan y su cuerpo abraza desesperado el mío—. Te amo.
—Y yo —susurro extasiada de placer.
—Toda la vida así, pequeña. Toda la vida. —Busco su lengua para sellar el pacto.
Nos perdemos en nuestra felicidad, en el deseo y las ganas contenidas, una y otra vez. Hasta que el sol empieza a desaparecer a lo lejos.
Mis padres se han despedido de mí secamente. No me esperaba ningún otro tipo de contacto. Las vacaciones de Navidad han acabado y es hora de regresar a clase. Menos mal que Bruno estará allí. No soportaría separarme de él después de las maravillosas dos semanas que hemos pasado juntos. Dos semanas en las que nos hemos sincerado y abierto el uno al otro. No he podido evitar temer por el regreso al internado. Tengo miedo que sus sentimientos vayan a cambiar conmigo o que allí todo sea diferente. Él ha insistido en que todo seguirá exactamente igual o mejor. Pero algo me hace temer a la vuelta la realidad. Elimino ese pensamiento negativo y absurdo.
Desde que lo hicimos el sábado, hemos estado más unidos que nunca. Me he entregado fielmente a él y estoy segura de que no me he equivocado al elegir a la persona para hacerlo. Bruno es a quien más quiero en este mundo. Me conoce mejor que nadie, incluso mejor que yo misma. Ha sabido encontrarme incluso cuando ni yo misma sabía que estaba pérdida. Ahora vuelvo a clase renovada, siendo más yo que nunca. Es increíble cómo puede cambiar tanto la vida de alguien de un momento para otro.
Arrastro las maletas dentro del aeropuerto y me despido con cariño del chófer de mi familia. Agitó la mano esperando ansiosa a que desaparezca y me cuelo dentro. He quedado con Bruno para viajar juntos. Eso mis padres no lo saben, claro está. Bruno ha reservado en el mismo vuelo que yo. Corro feliz hacia el cuándo lo localizo sentado con sus maletas. Me abraza y me sostiene en el aire antes de besar mis labios.
—¡Cómo te echaba de menos! —reconozco abrazándolo con fuerza. No nos vemos hace medio día. Anoche mis padres insistieron en que asistiera a una fiesta privada que habían organizado en casa por mi despedida. Acepte, después de todo, no podemos estar siempre de guerra. Por suerte, el lunes estuvimos en casa de Nonna. Pude despedirme de ella, y Bruno volvió a verla. Mi abuela actuó como siempre, y abrazo a Bruno y lo lleno de besos y dulces. La echaré de menos un montón.
—Te dije que te escapase —me réplica. Anoche cuando lo llame harta de la fiesta, insistió en que me fuese con él a su casa.
—Ya te he dicho que lo intente. Mis padres han contrato seguridad. Supongo que no querrían que me escapasen —Sujeto las maletas y nos movemos para embarcar.
—Si hubiese estado allí nos habríamos escapado —se jacta.
—Eres un poco creído, ¿no?
—Solo digo la verdad. Estás hecha una blandengue.
— ¡Cállate! —le digo uniendo mis labios a los suyos bruscamente, logrando así que se calle. Sonríe debajo de mis labios.
—Si me mandas a callar así tendré que decir más tonterías.
—La próxima vez cambiare mi técnica —le amenazada dándole un golpe en el hombro.
—No me busques que me encuentras —dice y yo le hago la peineta. Me sostiene entre los brazos y empieza a agitarme en el aire, me sujeta dejando mi rostro en su espalda y mi culo entre sus hombros, Me rio a carcajadas, ignorando por completo las caras de los extraños que nos miran con desaprobación.
—Puedo estar todo el día así. Tengo unas vistas maravillosas —le digo acariciándole el trasero.
Me baja y me pone enfrente. Lo miro con la mejor cara seductora que puedo y el alza la vista al cielo.
—Tú ganas —dice y vuelve a coger el bolso con las manos—, pero como me sigas mirando así, te meteré en el primer baño que pille y haré que perdamos el maldito vuelo. —Sonrío aún más. Y el suspira resignado moviendo la cabeza—. ¿Qué voy hacer contigo? —pregunta más para sí mismo.
—Puedes empezar besándome —le reto y hace lo que le pido. Sella sus labios a los míos.
—Te amo, pequeña —me dice antes de seguir nuestro camino y meternos en el avión.
[...]
Llegamos al internado sobre las cinco de la tarde. El vuelo ha sido rápido y divertido. Hemos estado tonteando continuamente y ha tenido que rogarme que deje de provocarlo de esa manera. Tras amenazarme con llevarme al servicio me he relajado. No porque no tuviese ganas sino porque no hay nada que me odie más que los servicios de los aviones.
Una vez en el internado nos separamos y yo me veo obligada a saludar a los demás compañeros. Antes me hubiese esforzado mucho más en serio agradable e interesarme por los demás, pero ahora lo que más quiero es llegar a mi habitación y ver a Paula. Subo las escaleras y entro a la habitación. Al hacerlo siento un pequeño deja vú con el primer día de clases. Aquel día sentía emoción por empezar mi última año de clase junto a mis dos mejores amigas y mi novio, ahora, entrando por la misma puerta, me siento una Alessandra más real y sincera que aquella. Paula está guardando cosas de las maletas cuando me ve. Corre a mi lado y nos abrazamos entre gritos y saltos.
— ¡Paula, estas preciosa! —le digo señalando su corte de pelo en capas. Le da un toque más juvenil y divertido. Se sonroja, como siempre que algo le da vergüenza. Esta vestida con unos vaqueros ceñidos y una blusa negra.
—Tu sí que estas preciosa, ¿te has hecho algo? Te veo deslumbrante.
Sonrío ante su comentario. Bruno. Bruno en dosis intensas es lo que me he hecho. Pero no puedo decirle nada, le prometí a Bruno que se lo íbamos a decir juntos. Pasamos un buen rato guardando cosas y cotilleando sobre nuestros veranos. Enseguida se da cuenta que le oculto algo pero no se esfuerza en preguntarme sobre el tema. Paula siempre ha sido así, y es algo que me encanta de ella.
Decidimos bajar a la sala de ocio común; donde hay una pequeña cafetería y algunos billares. Una vez allí, localizó a Bruno jugando al billar junto a Chris y Dek. En cuento me ve, sonríe de par en par y me guiña un ojo sutil. Paula a mi lado, me da golpes en el brazo impactada por la expresión del rubio. Miro un poco más y veo a lo lejos a Sam y a Matt en una mesa juntos. Ella me encuentra mirándola y me lanza una expresión que no logro descifrar. Ignorando a esos dos, tacones en dirección a los chicos y me planto frente a Bruno. Esperábamos decírselo a ellos dos a solas, pero ni yo ni él estamos dispuestos a aguantarnos más. Planta sus labios sobre los míos y le devuelvo el beso con demasiadas ganas. Cuando nos separamos, todos, sin exagerar, nos miran con el rostro desencajado.
Miro a Paula, que tiene la boca abierta de par en par, y sonrío levantando los hombros.
—¡¿Me he perdido algo?! —dice mirándonos a los dos dubitamente. Ambos nos reímos.
—Es una larga historia, Pauli. Pero en resumen, estamos juntos —explica Bruno acercándose a ella. Paula empieza a saltar de la emoción y se abraza a él.
—¡¿Por qué no me has dicho nada, zorra?! —me pregunta con el dedo por delante. Todos nos reímos por su empleo de la palabra «zorra», no es muy habitual en ella. Chris se ríe divertido y lo fulmino con la mirada, está claro que es culpa suya. El alza las manos en el aire y agrega:
—¡A mi no me mires! Estoy igual de sorprendida que tú —espeta.
Paula se cruza de brazos.
—No me cambies el tema.
La miro divertida y la abrazo con fuerza. Le susurro en el oído:
—Esta noche te cuento todo con lujo de detalles.
Nos separamos y ella me mira con el ceño fruncido. Se ve guapísima así.
—Más te vale —me amenaza.
Miro a Bruno y se ríe de mi a lo lejos. Chris y Dek lo abrazan y empiezan a darle golpes en el hombro.
—Te has llevado al mejor del mercado —dice bromeando Dek.
—Eso ya lo sé —le digo acercándome a mi novio y dándole un beso.
— ¿Es que ahora soy el único soltero del grupo, o qué? —dice Dek mirándonos enfadados. Miro a Paula abrazada a Chris y de nuevo a Dek. Todos los reímos de él. Sostiene el palo de billar y lanza una bola. Se introduce en el agujero de la esquina derecha—, Mejor. Más tías para mí.
Nos guiña un ojo y le pasa el palo a Bruno. Se separa de mi lado y se dispone a meter la bota lisa. Lo veo flexionar el tronco e inclinarse sobre la mesa, poniendo el culo en pompa y suspiro para mí. Sin duda, el mejor es mío. Solo mío.
Esa misma noche le cuento absolutamente todo a Paula. Estamos las dos dentro de mi cama y ella me mira atentamente mientras narro los hechos.
— ¡Estas perdidamente enamorada! —dice cuando termino de contarle nuestro primera vez.
—Lo sé —reconozco y ambas suspiramos y gritamos emocionadas sobre la cama.
— ¿Y tú y Chris, qué? —le digo poniendo la pelota en su tejado. Se pone roja enseguida.
Me cuenta que ha pasado las mejores vacaciones de su vida a su lado. Sus padres lo han conocido y se ha llevado bien con todos. Dice que incluso le ha sorprendido lo poco que le ha afectado de dónde provenía su familia. Me siento un poco mal al oírla hablar de ello. Cuando la conocí, yo fui la primera en juzgarla. Ahora me doy cuenta de lo estúpida que fui. Paula es, de lejos, la mejor persona que hay en este edificio. Y yo tengo el placer de ser su amiga. Cuando llega a la parte interesante, la veo titubear con las palabras. Al fin, y con mucha insistencia de mi parte, me confiese que ya lo habían hecho. Pasamos el resto de la noche, cotilleando y riéndonos hasta que la barriga nos impide seguir.
***
¡Muchas gracias a todos por leer!
Os he subido dos capítulos seguidos
¡Os adoro!
♥
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