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Repentino.

Mientras tanto Saúl llegaba a la parada del camión donde subiría para poder llevar acabo el plan, al momento recibía un mensaje de Mario el cual confirmaba su posición y que Marcella ya había salido, en breve pasaría el autobús y empezaría la travesía de este. Saúl se coloca su cubrebocas, se quita sus lentes y tan solo espera, suena el mensaje de que abordó el autobús y ahora solo queda esperar a que llegue a aquella estación, es un día caluroso, lleno de gente alrededor, hasta que llega el momento esperado, al mismo tiempo el sol se oculta tras una nube como el preludio a la tragedia que se cometería hoy, pero al igual que esta hay pequeños rayos de luz que atraviesan la espesa nube que también dice que detrás de todo esto hay algo bueno.
Abordar el camión, pagar el pasaje, dirigirse al último lugar, justo detrás de Marcella y ver como ella está perdida en la ventana, recargando su cabeza contra el cristal, con su puño en la mejilla, tal vez pensando en cosas de la casa, trabajo, amigos, escuela o simplemente apreciando la vista urbana que tanto destaca con colores agradables hechos por el marketing lo cual a pesar de la nefasta sociedad capitalista, sirve de adorno. La gente de poco a poco sube y baja respectivamente a sus destinos, cada vez más vacia, a tan solo 5 minutos de aquella avenida quedan dos pasajeros a parte de Marcella y Saúl, pero es imposible perderse en su reflejo, hasta que voltea por algo que le llama la atención y al mismo tiempo se percata de que aquel tipo detrás de él le parece familiar, Saúl solo bajo la mirada y disimulando saco su teléfono, Marcella volteo, es ahora o nunca, poner el pañuelo con cloroformo en su boca seria la parte sencilla, pero sentir como colapsa el cuerpo sin posibilidad de defenderse te llega a partir la única integridad que te quedaba antes de tomar esta decisión. Era momento de cambiarse de lugar puesto que las dos personas que estaban ahí se dirigían a la salida, a Saúl se le ocurrió que sentarse junto a ella y recostarla en su hombro una gran forma de disimular, estas personas pasan de largo, no sospechan, pasa un minuto Mario voltea para confirmar la situación, todo está listo, se puede ver a David a lo lejos, Mario saca su navaja, la pone en el cuello del chófer y le dice:
—Mira, esto es lo que vas a hacer, te vas a detener justo después de ese carro, no vas a voltear ni siquiera al espejo, vas a abrir la puerta trasera y cuando yo te diga, continúas ¿entendiste?
—Sí.
—Vas a negar todo lo que paso en este momento, el autobús se quedó vacío hace 10 minutos y tu solo seguiste la ruta y por cualquier cosa, cualquier noticia que llegue a salir, tú no sabes nada ¿ok?
—Sí
—No creo que quieras que le pase algo a tu hija, quedas advertido.
El chófer acató las órdenes de Mario, se detuvo en frente del carro de David el cual le ayudó a cargar a Marcella y llevarla al auto, el autobús se va y David le pregunta Saúl:
—¿Estas bien?
—Sí, solo estoy nervioso.
—Tranquilo, lo más difícil ya pasó.
—Sí.
—Regresate con Mario, te ayudará a calmarte un poco.
—Ok
David sale de aquella autopista, el autobús se para unos metros adelante, Saúl espera a Mario y se dirige a el:
—No sabía que tenía hija.
—Ni yo.
—¡¿Qué?! No puedes arriesgar la misión de ese modo. ¿Qué carajos te pasa?
—Todo se está echando a perder.
Mario saca su teléfono y tras mostrárselo a Saúl este también pone una cara de miedo, peligro y decepción.
—Tenemos que decirle a David.— Afirma Saúl
—Sí.

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