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Miedo.

Saúl estaba terminando de desayunar, lava los platos que estaban sucios ya que no eran muchos, toma su mp3, se coloca sus audífonos y se va a la casa donde planearon retenerlas, era una casa grande, de dos pisos, dos habitaciones arriba y una abajo, aunque solo había un baño arriba se notaba más grande ya que no había muebles, era prácticamente una casa abandonada, la cual se limpió lo suficientemente bien, se dejaron tres colchonetas, una en cada cuarto con algunas cobijas y una silla de madera lo suficientemente cómoda para que pudiesen sentarlas para comer, son 25 minutos de viaje caminando. Al llegar a la casa Saúl se encuentra con Mario el cual está pegando las persianas a la pared, son de las horizontales lo suficientemente fuertes como para no romperse ni abrirse si no es por su mecanismo, de hecho esta es una de las cosas por las que Mario iba a traer justo cuando lo conocimos, como si esto apenas se estuviera preparando.


—¿Aún no se despierta?
—¿Qué?
—Jella ¿Sigue dormida?
—Sí, apenas son las 8:20.
—¿Quieres que te ayude?
—No gracias, puedo solo, mejor ve a cuidarla.
—Esta bien.


Saúl se dirigió a la habitación donde estaba Jella amordazada; ojos, boca, manos y pies; con pañuelos de Lana blanco, acostada del lado izquierdo en aquel colchón suficientemente confortable para que nadie se sienta incómodo a pesar de la posición en la que esté, como su vestido no era lo suficientemente largo para taparle las piernas estas eran cubiertas por una pequeña cobija aparentemente de bebé igual Blanca, sus tacones negros estaban en el rincón del cuarto y Saúl simplemente se sentó enfrente de ella para esperar cuando Jella se levantará. Ha pasado algo de tiempo y Saúl no ha cambiado su posición, sigue tomando sus manos, sentado, pareciese que mira a Jella pero en realidad esta hundido en sus pensamientos, imagina tener que llegar a este punto, de cualquier manera no les harán daño ¿Cierto?
Jella empieza a moverse, acostarse sobre su espalda y es evidente que intento levantar sus brazos, para sacudirse la cara o estirarse, pero se da cuenta que tiene sus manos atadas e inmediatamente empieza la desesperación y justo en el momento en el que Jella empieza a gritar para pedir ayuda Saúl solo le dice.


—Te pido por favor que no grites, de cualquier manera no es bueno que grites si es que alguien te secuestrase, así que necesito que te calles.—Los gritos de Jella disminuían y solo se convertían en sollozos y respiraciones pesadas.— Mira necesito que me pongas atención ¿Me entiendes?—Pregunta Saúl sentándola en el colchón para así poder tener más claridad para las preguntas que él le haría y ella pudiera asentar respuestas de mejor manera.—¿Me entiendes?—Preguntó, mientras recorría una lágrima del rostro de Jella y haciendo mostrar una indecisión total a todo esto que le estaba sucediendo.—No llores, tranquila, no te ha pasado nada y no te haremos daño, por favor solo será por un tiempo, tienes que cooperar ¿esta bien?— Los sollozos de Jella disminuían y de manera forzada solo podía asentar lo que le decían con un "si, no o no lo se"— Ok ¿Reconoces mi voz?—Jella negó aquella pregunta con un movimiento de cabeza lento— Ok, de cualquier manera creo que no nos conocíamos hasta hoy, mira tu tranquila, descansa, recuéstate y dentro de un rato vendré con tu desayuno ¿Bien?—Jella asintió con la cabeza.—Por favor, tu tranquila, no te pasará nada, te lo aseguro. Saúl se levantó, se dirigió a la cocina de esa casa en la cual estaba Mario sentado con un vaso de agua sobre la mesa, se miraba pensativo por lo que Saúl se dirigió a él:

—¿En que piensas?
—En nada bueno realmente.
—¿Por qué?— Pregunta Saúl mientras se sienta a un lado de Mario.
—Lo que pasó ayer me dejó pensando en que quizá David pueda salirse del plan principal.
—¿Realmente crees que lo haga?
—Eso parece, si eso pasa no tendremos de otra.
—¿Sabes dónde encontrarlo?
—Sí... ¿Cómo está Jella?
—Acaba de despertar.
—¿Le darás de comer?
—Supuestanente, según David hay que darle después de 6 horas después de que despertará.
—Si, entonces ¿A qué viniste?
—A darle agua, eso si podemos darle.
—Ok.


Saúl toma un vaso lo llena de agua y se dirige de nuevo al cuarto dónde está Jella. Abre la puerta la cual ahora parece rechinar, cada paso puede escucharse con claridad a pesar de usar tenis, cerrar la puerta, hasta la manera gira el pomo para evitar que la puerta hiciese ruido podía sentirse si se le prestaba bastante atención.


—Ok, te he traído un vaso con agua, necesito que prestes atención ¿entiendes?— Jella dudosa asiente con la cabeza.— Te voy a quitar la mordaza, te voy a dar agua y voy a volverte a ponerte la mordaza, no vas a gritar, no vas a hablar, no vas a preguntar nada, solo tomarás agua ¿entendiste?— Jella asiente nuevamente de manera dudosa— ¿Entendiste?— Volvió a preguntar Saúl, acercándose al rostro de Jella y entonando una voz un poco más seca, Jella asiente de manera desesperada; Saúl al darse cuenta de esta reacción baja la mirada algo disgustado pero piensa que solo esta siguiendo ordenes y tiene que ser así, ya han llegado bastante lejos como para arrepentirse.— Ok.

Saúl estando frente a Jella quitó su mordaza, le dio agua de aquel vaso de manera delicada, con una exactitud casi quirúrgica pues la manera de darle agua estaba tan sincronizada como si siempre le hubiese dado agua de esa manera, tras medio vaso, Jella apartó los labios, Saúl quitó el vaso de su boca y colocándose detrás de ella le ató de nuevo su mordaza, esta vez un poco más fuerte según lo previsto, solo un poco.


—Ok, vas a tener que descansar, te vas a acostar, te vas a calmar, si no puedes hacerlo solo respira profundo, no estaré por un momento pero no estarás sola, así que por favor solo quédate aquí, trata de dormir y te traeré algo de comer. Se que el tiempo te parecerá eterno pero créeme que esto acabará más temprano que tarde, duerme, anda.—Saúl se levantó, recogió el vaso medio lleno, se dirigió a la puerta y desde ahí dijo— Vuelvo en dos horas.

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