
Dependencia.
Las hamburguesas estuvieron bien y mientras hablaban:
—¿Te estas preparando Saúl? El tuyo es el más difícil.— Pregunto David.
—Sí, lo se, mañana repasamos el plan.
—Ok mañana, repasamos el plan y después a prepararse para aquellos días.
—Vaya que sí.
El silencio que hay entre estos tres compañeros es por razones distintas a las de Mario y David. Recuerdo cuando conocieron a Saúl, en el bachillerato el chico que se sentaba hasta el fondo para que nadie lo molestará, imperceptible fácilmente, cuando Mario y David alinearon sus bancas no se habían percatado de su presencia hasta un trabajo en equipo, ya saben el equipo de la hilera, eran ellos tres y otros dos, al conocer la inteligencia de Saúl se quedaron impresionados, al grado que después de aquel trabajo que no importa que era ya no lo recuerdo, decidieron acercarse a él, lo tenían como su "hacedor" de tareas y trabajos a cambio de amistad y compañerismo que con nadie más le había dado, cada día se hacían mejores amigos los tres e incluso Saúl llegó a ser mediador de algunos conflictos que tenían, como si fuese un punto medio de los dos, hecho para poder enfocarse en la escuela, por eso mismo no hablan mucho los tres pero gozan de su compañía, dos peleados y uno callado, ¿Qué otra cosa podías esperar?. Tras su comida David va a dejar a Saúl a su casa, Mario se queda solo y se dirige a su cuarto, abre su puerta y ve aquel desastre de ropa limpia esparcida por el lugar esperando ser acomodada en algún rincón, la cama individual destendida, sobre de ella una cobija gris, algunas bolsas de frituras debajo de la cama, dos pares de tenis desgastados y un par nuevo aunque disperso, ignorando todo ese desastre decide tumbarse boca abajo en su cama, no es que sea una persona desorganizada, simplemente no ha tenido ganas de acomodar su habitación, es el clásico indicio de tristeza según la psicología, dada la apariencia así es como se siente a veces tan falso y otras tan cierto. Tumbado en su cama piensa 《No quería llegar a esto, pero ni siquiera puedo acercarme a ti, dijiste que éramos amigos, no contestas mis mensajes, lo que daría por invitarte un helado, hablar sobre el como estuvo tu día, y así, se que tienes pareja pero yo no tengo ninguna otra intención a que estés cómoda conmigo, solo quiero despedirme bien en ese caso》. Voltea la mirada hacia su mesa, abre su cajón y saca aquella bolsa que le encargo a David, Mario se sienta y se detiene a admirar aquella sustancia, una sustancia que le dio el valor de llegar hasta donde está y si bien la mayoría de actos que ha hecho son cuestionables gracias a él están donde quieren estar, con algo de dinero, con un automóvil, trabajando en un lugar que representa uno de sus más grandes principios, la justicia 《No soy un ser dependiente de esta cosa, en toda mi vida solo tuve una droga y eras tú, tu belleza no era psicodélica, no representabas un vicio, más bien una comodidad, pero claro, todo es dependencia y en verdad solo quiero depender de ti》 de repente su teléfono empieza a sonar, una llamada de su trabajo, Mario se alistó y por un minuto volvió a clavar la mirada en aquella sustancia, la toma y en un pequeño debate consigo mismo, toma la decisión de por primera vez en todo ese tiempo no drogarse, deja la bolsa sobre la mesita y dice:
—No más, ya no más.
Suspira y sale de casa, supongo que hasta aquí acaba lo de hoy pues no le gusta que lo sigan, así que posiblemente mañana sepamos que hizo en esta noche.
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