Especial 7777: Celos
DEDICADO PARA TODOS Y CADA UNO DE VOSOTROS,
CON ESPECIAL MENCIÓN DE -TheWillyrex- Y SickPersona CUYAS PETICIONES ME DIERON LAS ALAS PARA HACER ESTE ESPECIAL.
+18
-Hoooombre, Vegetta, cuanto tiempo.
La sonrisa de Vegetta era capaz de iluminar por sí sola el firmamento, picarona y enormemente sincera, se delataba a sí mismo, sin necesidad de mirar a los hechizos morados que nadaban en sus ojos.
-¿Qué hay Willy?
Willy apoyó el hombro en la puerta de su casa, devolviéndole la sonrisa de brazos cruzados.
-Ya vienes a pedirme algo. No tengo más bloques de tierra Vegetta, y estoy ocupado.
-¿Quien es Willy?
El albino se volvió hacia la voz que se acercaba a ellos desde el interior de la casa árbol. La mirada de Vegetta se ensombreció al igual que su sonrisa, la cual pareció caer a un abismo y perderse en sus sombras.
-"Fargan." -pensó con más molestia de la que esperaba.
-¡¡Vegetta!!
-¡¡Fargan macho!! ¿Cómo tú por aquí?
-Ya ves, pasando el rato con Willy, ¿Y cómo es esto? ¿Tú tomándote un descanso? ¿Tienes fiebre? ¿o ya gastaste toda la tierra que te dí?
-Creo que se me ha ido la cabeza con la idea de la isla, necesito un descanso macho, ¿No me vas a invitar a entrar chiqui? -le dedicó a Willy una de sus mejores sonrisas.
-Claro que si Vegetta, adelante. Además tú aún no has visto mi casa.
Vegetta aceptó la oferta de Willy adentrándose en el tronco del árbol y mirando con demasiada atención todo su alrededor.
-Vaya, esto tiene pinta de que va a ser gigante.
Willy y Fargan cruzaron miradas cómplices, el búho asintió para tranquilidad de Willy, y es que Vegetta había llegado en el peor momento. Acababan de crear la Hermandad Oscura y andaban enfrascados en decidir cuál sería su primer acto como eje del mal de Karmaland.
-¿Y esta chiquilla? -Vegetta se echó a reír.
-Vegetta... se me metió en el bolsillo ¿Qué querías que hiciera?
-¿Ponerla en un frasco, macho?
-Vegetita dile algo, es ilegalísimo, ¡Ilegalísimo Vegetta!
-Mmmh.
Fargan se rió, si el hada fuera de él, ahora estaría corriendo por su vida, pero Willy era la excepción del líder de los héroes, todos habían notado esa preferencia de Vegetta.
-Hablando de ilegalidades ¿Qué haces tú aquí Fargan?
Si había algo peor que el que un alfa pasase tiempo a solas con Willy, es que fuera el recién llegado de Fargan. Lo conocía muy bien, pues ellos dos habían sido casi inseparables cuando el búho llegó a Karmaland. Era un enérgico tornado de desastres y risas, y Vegetta le tenía cariño, hasta que el alfa le robó toda la atención de Willy.
-Pues pasar el rato con mi amigo Willy, porque tú ya te has olvidado de mi, ya no me quieres como antes -Fargan le pinchó, con una sonrisa que nadaba entre lascivia y broma, consciente de su aspecto exótico de híbrido.
Vegetta se rió de la broma de Fargan, quizá si era su culpa que estuviera siempre con Willy, ¿Pero por qué mierda Willy y no otro?
-De verdad, eres tontito macho, puedes ir a ayudarme con mi isla siempre que quieras.
-No soy tu esclavo Vegetta.
-¡Pero si te pago!
-¡Estafador!
Fargan era recién llegado, si, pero el deporte local más famoso era su favorito, y se había vuelto realmente bueno en ello: molestar a Vegetta. Ya casi le explotaba la vena de la frente al de ojos morados.
-Vamos Vegetta, ¿Te enseño el piso de arriba?
-Si chiqui.
-Oye Willy, ¿Me dejas robarte unas chuletas? Me muero de hambre.
-Claro Fargan. Haz para nosotros también.
El búho salió corriendo hacia la granja de Willy, la única que existía en todo Karmaland hasta el momento. Vegetta le observó salir, aliviado.
-No le sigas el juego a Fargan, o lo tomará por costumbre.
-Lo sé chiqui lo sé. ¡Pero es que es tontito! Me pone de los nervios.
Caminaba tras Willy cuando este se giró brevemente para sonreírle. La espalda del beta se veía tan bien formada bajo esa chaqueta verde y ese andar firme que no pudo apartar la vista de él. Solo un único pensamiento emergía en su mente.
-Y si supieras por qué, Willy...
Vegetta sabía que estaba perdiendo a Willy poco a poco, siempre había sabido que él no era suficiente para el problemático albino, Vegetta no era suficiente para saciar sus impulsos. Intentó por todos los medios ser más. Más fuerte, más ejemplar, trató de controlarlo todo para poder demostrar a Willy lo capaz que era, pero Fargan, tenía que reconocerlo, era lo que Willy quería y necesitaba. Caos, descontrol, risas sin sentido, locuras sin miedo, un alfa.
Vegetta se mordió los labios al pensar en ello. Un alfa. Posesivos, violentos, agresivos y... celosos ¿Willy buscaba un alfa? Sonrió de lado ampliamente. Lo tendría.
-Willy, dile a Fargan que se largue.
Otra vez Willy se dio la vuelta para sonreírle, estaba vez con picardía, al sentir el impulso irrefrenable de satisfacer al omega.
-¿Acabas de usar tu falsa voz de alfa conmigo? -rió.
Vegetta lo alcanzó, dejando una mano en la cintura de Willy, clavó sus ojos morados en los verdes indómitos de Willy, empujándolo hacia la planta superior.
-Ya me has oído Willy.
El beta siguió sonriendo, acarició el cuello de Vegetta, hundiendo sus dedos en el negro pelo, dejando que lo acorralara contra la pared. Willy tentó a Vegetta con la posibilidad de besarle, provocándolo más.
-¿Celoso Vegetta? Si quieres algo solo pídelo.
-Hoy no chiqui -aquellos ojos resplandecieron furiosos en respuesta a la provocación de Willy, agarrándolo fuerte de la mano lo colocó de cara contra la pared, retorciéndole el brazo tras la espalda para inmovilizarlo, la otra mano de Vegetta se deslizó con una sugerente caricia desde su trasero hasta el hueso de la cadera, sujetándolo con fuerza y atrayendo el culo de Willy hacia él- Hoy vas a ser tú el que lo pida.
Los ojos de Willy nunca se habían abierto tanto. Probablemente él era el único en toda Karmaland que sabía que Vegetta era un omega, y eso era porque nadie era capaz siquiera, de plantearse que aquel hombre, alto, más que la mayoría, fuerte, musculoso y controlador, fuese otra cosa distinta de un alfa. Y en ese momento, hasta Willy comenzó a dudarlo. La fuerza con la que Vegetta lo aplastaba contra la pared y le alzaba el trasero para exponerlo a él, la forma en la que olía su cuello, jadeando su ardiente aliento en su espalda, eso, era un alfa, no, era un alfa en celo.
-Vegetta... -intentó quejarse, pero el de ojos morados lo interrumpió.
-Si no echas a Fargan de aquí, voy a clavar mis dientes para que cuando él lo vea, tenga que salir corriendo. Eres mio Willy.
-Vale -carraspeó la garganta, su corazón latía a cien después de oír la voz de Vegetta tan cerca de su oído, tan sugerente- Dame un minuto.
Vegetta dejó un beso detrás de su oreja, empujando el trasero de Willy hacia su cadera, apretándose para mostrarle lo duro que estaba.
-Que sea solo un minuto chiqui.
La cabeza del albino sufrió una avalancha de imágenes que lo dejaron sin habla. Cuando lentamente, lo dejó libre, apenas tuvo valor para mirar al pelinegro de reojo.
Vegetta sonrió al ver que había conseguido lo que buscaba, los aires de graciosete de Willy se habían esfumado, dejando unos carrillos más rosas de lo normal. Lo siguió en silencio, desde no muy cerca, procurando que Willy no tuviera tiempo de tranquilizarse ni de pensar en algo que no fuera él. Al verlo salir, espió, a través de las hojas, como los amigos se despedían, teniendo que morderse el labio para contener el enfado. No le gustaba como esos dos se llevaban.
Lo miró con toda la seriedad de la que fue capaz cuando entró.
-Dije un minuto.
Fue divertido, la cara que puso Willy de no saber dónde meterse ni con quién estaba hablando fue realmente divertida, no sabía que Willy era capaz de hacer esa expresión. Tuvo que aguantarse la risa, tanto que no pudo evitar la sonrisa de medio lado.
-Tu cama, ¿Dónde está? A no ser que prefieras el suelo.
-¿Esto va en serio Vegetta? -aún no se lo creía.
- El suelo se ha dicho.
-¡¡Vegetta no!! -el aludido tuvo que aguantar otro ataque de risa, y Willy hizo lo mismo-. Aún no he colocado una cama, tendrás que esperar que haga una -se atrevió a retarlo sonriéndose.
-Oh no Willy, por ahí no.
-Es broma Vegetta es broma, está arriba.
-Te sigo.
Willy caminó con él a su espalda, sentía su mirada y recordar la erección del pelinegro clavándose contra él, hizo que un escalofrío le recorriera la espalda, que fue a peor cuando, al estar frente a la cama, Vegetta le quitó la boina. Lo empujó sobre el colchón boca arriba para que pudiera mirarlo, apoyándose en los codos como pudo para ver como Vegetta le abría las piernas, regalándole una mirada de pies a cabeza, que le cortó el aire.
-Desnudate para mi, chiqui.
Willy, estuvo a punto de obedecer, aun no entendía cómo es que no le temblaban las manos. Nunca había visto así a Vegetta, pero quería más, quería un poco del Vegetta de verdad, así que poco a poco, con solo dos dedos deslizándose por la piel descubierta de su vientre, se levantó muy poco la ropa.
-¿No eres tú el que acaba de decirme que no ibas a pedirme nada hoy? -rió provocándolo.
-Fu, Wiiiiiiilly~, como te la estás jugando.
Willy se desabrochó el pantalón, dirigiendo una sonrisa sarcástica al pelinegro, que volvió a resoplar, enojado. Vegetta se inclinó sobre él, besando con suavidad los abdominales en su bajo vientre, apartando la camisa de Willy hacia arriba, mientras la otra mano agarraba toda la ropa en su cintura con fuerza, tirando hacia abajo.
Willy se recostó con un suspiro, encantado. Las caricias y besos de Vegetta por su abdomen, ascendiendo con una pausa desesperante, subieron rápido su temperatura.
-Vamos Willy -le susurró- quítate la ropa.
Esta vez ya no tuvo voluntad para negarse, los dos se desnudaron sin prisas, Vegetta porque quería desesperarlo, Willy, porque no sabía lo que hacía. La mano de Vegetta se posó en una de sus mejillas y en la otra, el pelinegro dejó un beso, acercándolo a él, atrayéndolo de vuelta a la cama.
Los fuertes brazos de Vegetta lo rodeaban, su espalda se apoyaba en un pecho tan firme como una pared, pero infinitamente más cálido. Los besos bajaron por su cuello, volviéndose húmedos a ratos, inclinó la cabeza hacía la mano que acariciaba su rostro para ofrecerle todo el cuello a Vegetta, cerró los ojos y se entregó a esos brazos, a esas hábiles manos, a ese fuerte cuerpo, dejando que su espalda cayese sobre los pectorales del omega, entre sus brazos.
Una mano traviesa le fue haciendo cosquillas, trazando un sinuoso camino desde su clavícula, pasando, tiempo más tarde, por su ombligo, hasta su erección, que palpitó con fuerza al contacto con la otra piel, provocándole un respingo y un gemido que hizo sonreír a Vegetta, lo supo, porque esa sonrisa la sintió en la piel de su hombro y derritió su cuerpo y su alma.
La respiración excitada pronto se convirtió en gemidos que escapaban de su boca sin darse cuenta, uno detrás de otro, al compás de la mano de Vegetta trabajando en su erección, arriba y abajo, con caricias largas, toques ocasionales que se perdían en su punta largo rato, jugueteando con el presemen, para luego volver a enloquecerlo con más caricias arriba y abajo, que desaparecían de repente para reaparecer en el interior de sus muslos, entre sus piernas, rodeando su entrada, agarrando sus testículos y buscando la siguiente travesura en las venas de su erección.
-Mírate Willy, nunca has estado tan duro.
La voz susurrada en su oído fue hechizante, tanto que tuvo que obedecer, deleitándose con la visión de la traviesa y fuerte mano que lo torturaba, y que se volvió una de las cosas más excitantes que había visto nunca, sin dejar de moverse sobre él, creando todo tipo de sensaciones en su cuerpo.
Los dedos de la otra mano en su mejilla estaban acariciando sus labios, intentando entrar en su boca, así que Willy abrió para dejarlos paso sobre su lengua, recibiéndolos con deseo y hambre.
-Ahora Willy, lo vas a hacer, y no voy a tener que pedírtelo, ¿Verdad?
Los dedos en su boca lo penetraron un par de veces, como demostración y el albino asintió, Vegetta lo soltó. Casi cae al perder el abrazo que lo ataba al mundo real y a la vez lo sacaba de él. Miró hacia atrás, pidiendo con deseo que le dejara besarlo, pero Vegetta retrocedió sonriendo, sentándose cómodamente en la cama, con las piernas abiertas, donde Willy se instaló. El beta sostuvo el rostro del de ojos morados para, por fin besar sus labios, probar su lengua. Sabía que Vegetta sonreía, sabía que él era el único que había cerrado los ojos, que esas galaxias moradas lo estaban observando, pero él quería besar esa boca para apagar, aunque fuera solo un poco, el fuego que se había prendido en él y lo estaba sofocando. Pero en la realidad, el roce de sus lenguas, la forma en la que Vegetta lo besaba, devorandolo, pidiéndole más, la forma en la que sabía que lo miraba perdiendose en el beso, dejándole naufragar en el deseo, no lo calmó en absoluto, fue aún mejor, pensando que podría terminar ahí mismo con ese beso.
Satisfecho, la intensidad y velocidad del beso disminuyó hasta terminar en un cruce de miradas, que no se cortó cuando Willy se arrodilló entre las piernas de Vegetta y este enredó sus dedos en el cabello platino de Willy. Aún más satisfactorio fue que al sostener la erección de Vegetta este dejó escapar un suave gemido, todavía más cuando, al besar su glande y jugar con la lengua en él, otro gemido más fuerte y descontrolado, acompañó a un temblor en el cuerpo de Vegetta. Pero lo mejor fue el grito que Vegetta tuvo que ahogar en sus dientes apretados, mirando al techo, cuando Willy introdujo todo su pene en la boca, de un solo golpe.
Vegetta gemía, la lengua de Willy se sentía maravillosa, lamiendo y chupando, llevándoselo hasta la garganta, donde sentía vibrar los gemidos de Willy, utilizando sus suaves y pálidas manos cuando su boca descansaba, con los labios besándolo por todo su glande, sorbiendo suavemente sus venas, para luego tragarlo con ritmos cada vez más rápidos. Acarició sus muslos, su cadera, sus glúteos, y saboreó la dura erección.
Vegetta se apartó el pelo azabache de la frente.
-Para chiqui, ya...
Pero no lo hizo. Por el contrario sostuvo con más fuerza el miembro, recorriendo una vez más con su lengua toda la longitud, para terminar saboreando la punta como si de un dulce salado se tratase, sorbiendo y lamiendo como nunca se había atrevido. Vegetta tembló, apuñó el pelo plata en su mano, obligándole a detenerse, ambos necesitaban recuperar el aliento, pero Vegetta no tenía pensado eso.
-Ponte a cuatro -la cara de Willy fue todo un poema- Que no tenga que repetírtelo, ya me has oído.
Fue él quien tuvo que arrojar a Willy de vuelta al colchón, apenas dejando tiempo al sorprendido para colocarse antes de agarrarle las caderas con firmeza, apenas un masaje en sus glúteos antes de abrirlos con sus dos manos.
-¡¿Estarás de broma Vegetta?!
Pero Vegetta posó su mano en la parte de atrás del cuello, empujándolo contra el colchón, callándolo con su propio silencio. Sus dedos dibujaron con delicadeza la línea del centro de su espalda, se entretuvieron al final, en la meta que era el anillo de músculos, relajándolo con caricias que creaban cosquillas culposas por todo su cuerpo, de improviso un beso, y la punta de una ardiente lengua queriendo hacer de intrusa dentro de él. Gritó, porque un gemido ya no era suficiente para eso, aún menos cuando el primer dedo entró rompiéndolo, y luego el segundo, robándole toda la fuerza de su cuerpo, sustituyéndola por puro ardor. Sus dedos se movían en él tan lentos, tan expertos encontrando una y otra vez ese punto que le hacía temblar. Vegetta llevó su mano hasta la erección de Willy, y otra vez allí, jugó con el pulgar sobre su hinchada y rosada punta, entreteniéndose en el presemen que manchaba sus dedos.
Sonreía, Vegetta sonreía satisfecho porque Willy, movía sus caderas intentando enterrar más los dedos en él, porque se movía contra la mano en su miembro, lo veía tan destrozado, jadeante y confuso por todo lo que él causaba en su cuerpo, que sonreía, más satisfecho que nunca.
-Chiqui... Si quieres algo solo pídelo -rió Vegetta.
Willy dio su mayor esfuerzo en girar la cabeza para poder mirarlo con odio. ¿Cómo podía estar usando sus propias palabras contra él? La mirada llena de victoria y deseo hambriento de Vegetta se lo dejaron claro. Un simple roce en aquel punto que Vegetta había encontrado hace rato le hizo babear sobre la cama hundiendo la cara para huir de esa mirada amatista, de ese olor a fresa que se había vuelto deliciosamente picante.
-Por... por favor... Vegetta... -otra vez repitió el roce- ¡Por favor! ¡Fóllame Vegetta!
-Claro que si chiqui.
El pelinegro apartó las manos para dejarse sitio, Willy tomó aire, sabiendo que el miembro de Vegetta no tenía nada que ver con el tamaño de sus fuertes dedos, esta sería su primera vez, y su pareja de toda la vida, iba a tomarlo con fuerza, o eso rogaba. Y así fue. El duro miembro entró en el partiéndolo, se ahogó en la cama y apretó las sábanas saboreando cada incómodo centímetro adentrándose en él, lento y firme, hasta el fondo. Ahí se detuvo, Vegetta acarició su espalda y dejó varios pequeños besos en su nuca, raspó con los colmillos de lobo su piel al mismo tiempo que empezaba a moverse dentro de él.
Sin contenerse, los dos perdidos de deseo, pidiendo más y más sin remedio, apretándose el uno al otro, descubriendo algo nuevo de ellos, de entre todo lo que sentían y sintieron juntos o separados. Sus cuerpos se tensaron con ese ligero cosquilleo que pone el mundo del revés, que sobrecarga tu cerebro, deshace tus músculos y te azota en el último golpe de la cadera de tu amante. Dos gritos, llenos de placer y alegría, en el momento en el que terminaron juntos, Willy manchando la mano de Vegetta, y Vegetta marcando a aquel hermoso hombre por primera vez.
Cuando los dos se acostaron, uno al lado del otro, respirando agitados, cubiertos de sudor, y del aroma del otro, entrelazaron sus manos en silencio, mirando al techo. ¿Por qué? Porque los dos pensaban lo mismo. Todo era perfecto, pero aún estaba ese algo, el algo que era demasiado, él algo que nunca sería suficiente.
Ambos sabían, que el uno siempre volvería al otro, porque su historia siempre había sido algo de dos, sus encuentros surgían porque eran almas gemelas y se llamaban. Pero ninguno había confesado lo que ya sabían.
Oh si, Willy sabía que eran almas gemelas, desde la primera vez que Vegetta sonrió para él, desde la primera vez que, aun siendo él un beta, pudo oler claramente las fresas del otro lobo. Pero por alguna razón, Vegetta siempre fue demasiado, y nunca suficiente.
Si, Vegetta sabía que Willy era su alma gemela, desde la primera vez que ese suave olor se convirtió en un tsunami en sus pulmones, desde la primera vez que la sonrisa traviesa entrecerró esos almendrados ojos verdes para él. Lo supo de la misma forma en la que, por alguna razón, Willy siempre fue demasiado, y nunca suficiente.
-Vegetta...
Ese sería el adiós más bonito que jamás tendrían.
Porque fue el último, y solo un hasta luego.
Me pache? si, me pache, 3200 palabras me marca esto.
Totalmente improvisado al segundo y fuera de la historia!!
GRACIAS POR LOS 7777!!!!
Me costó empezar, pero luego pillé carrerilla y creo que no ha quedado mal. Lamento no tener tiempo para corregirlo, quitar poner y tal, como suelo hacer, pero mientras escribo esto hay ya 7750 lecturas y no me va ha dar tiempo ni a corregir hortojrafya.
Gracias, los adoro con todo el corazón, al que deja estrellita y al que no, bueno, al que no un poco menos, pero tambien lo quiero un monton. Este capítulo va dedicado a todos vosotros, desde el primero hasta el último, para el que me sigue y para aquel que al que fallé y ya no me lee u.u, si, pa'ese también, porque todos sois parte de esto.
MILLONES DE GRACIAS POR ESTA EXPERIENCIA QUE ME HABÉIS REGALADO.
Decir a -TheWillyrex- y a JuSeJu que no se relajen, que aún habrá MUUUUUUCHOS MÁS CELOS. ;P
Ahora, con vuestro permiso, voy a morirme un rato por ahí... me explota la cabeza.
Besotes.
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