-¡Luzu! -la preciosa voz de Lolito no interrumpió su canción- ¡Ahí estabas cabrón! Eso no está bien Luzu. Dijiste que no ibas a esconderte más. Me habías asustado, pensé que te había pasado algo malo -rió, inmediatamente, lo miró serio, furioso- ¿Qué tal se siente ser una víctima de verdad, Luza?

Luzu gruñó, su propio olor picante quemó su garganta rompiendo el embrujo de la sirena, aprovechando para partirle la cara con un puñetazo. Lolito respondió apretando los dientes e intentando dispararle con su propio arco pero Luzu se arrojó encima suyo, apretando su cuello con sus uñas de alfa arañándole la piel. Con la otra mano robó la flecha que sujetaba Lolito en el arco y se la clavó bajo las costillas.

Cayeron al suelo, rodaron, Lolito le cruzó la cara dejándole la nariz sangrante. Luzu le partió el labio para quitárselo de encima. El pelirrojo le mordió el antebrazo incrustando en sus músculos cada uno de sus dientes y le pateó haciendo fuerza para quitarse a Luzu de encima y echó a correr.

Oyó el gruñido del alfa detrás de él cuando se le escapó, saltó colina abajo, resbalando y golpeándose en todo el descenso, echó un vistazo hacia arriba, y aunque estaban lejos, supo que sus miradas se habían cruzado y que después de sonreír a Luzu, Luzu le había sonreído a él.

-¡Luzuuuuu! ¡Inútil!

-¡Ven aquí Lolito voy a matarte!

Lolito rió alto para que él lo oyera, y volvió a la carrera con un furioso Luzu pisándole los talones. Una flecha le hizo blanco en el centro de sus hombros y se apresuró a cubrirse tras un tronco, arrancándose la flecha.

-¡Ese arco es una porquería Luza! ¡¿Te dejo el mío?! -se rió.

Silencio. Luzu estaba totalmente desaparecido. Colocó los cuchillos en sus manos listo para todo. Miró a todo su alrededor, intentó oler ese aroma irrespirable del alfa y por ello supo que lo tenía cerca. Pero no supo cuanto. De pronto Luzu lo aplastó de cara contra el árbol robándole un cuchillo.

-Lolaito...

-Vamos Luza.

Ambos respiraban agotados de la carrera, Lolito esperando el golpe de su propio puñal, que fue dado con gran decisión.

Lolito está sangrando.

Lolito ha sido asesinado por Luzu.

Luzu respiró hondo el aire de la noche y toda la tensión desapareció al hacerlo. Esperó allí a que Lolito se levantase, pero no sucedía nada, la impaciencia comenzó a ser preocupación cuando un cuchillo se le presentó en su propio cuello.

-¿Pero que...?

Escuchó una risa fantasmal.

-Soulbound.

El cuchillo le rajó el cuello.

Luzu está sangrando.

Luzu ha sido asesinado por Lolito.

Respiró, respiró varias veces, largo y profundo.

-¡LOLITO!

Corrió de vuelta a casa con la idea fija en toda la dinamita que le había sobrado de la vez que explotó el ayuntamiento. Iba a volarle la casa a Lolito y después lo convertiría a él en mierda, pero los Dioses le devolvieron el cuerpo en el peor de los momentos, justo entrando en su casa.

Lolito se le arrojó encima terminando los dos en el suelo de su cuarto donde Lolito le dio un puñetazo haciéndole sangrar otra vez y dejándolo mareado. El pelirrojo levantó el cuchillo sobre él dispuesto a clavárselo en el pecho y Luzu logró detenerlo a un centímetro de su piel utilizando el otro cuchillo de Lolo, el que él le había robado. Se miraron el uno al otro a los ojos mientras forcejeaban, se sonrieron.

-Pues si que es útil el soulbound Lolito.

-¿Te diviertes Luzu?

La sonrisa de Lolito estaba llena de locura y emoción, fue cuando Luzu se dio cuenta de que Lolito había tomado el cuerpo de la tumba y seguía herido, con la puñalada con la que lo había matado presente en la mitad de su cuello, con la respiración excitada en la locura de la adrenalina, aquellos brillantes ojos fijos en él y su delicado cuerpo cubierto de sangre encima suyo.

-¿Y si lo dejamos ya?

-¿Estás de coña?

Lolito sonrió como un carnicero sádico dispuesto a contestarle una buena razón para seguir, pero cuando movió sus caderas sobre Luzu para acomodarse sobre él, notó algo que no debía estar. Se miraron sorprendidos el uno al otro, la fuerza sobre las armas se debilitó, el color rojo nació en las mejillas del castaño.

-... ¿Luzu?...

El alfa le sonrió soltando una pequeña y tímida risa.

-¿Lo dejamos? -preguntó muerto de vergüenza.

-¿Ahora? -Lolito sonrió con una más enorme y sarcástica.

El pelirrojo se inclinó sobre él, empujando la punta del cuchillo contra la piel de Luzu al hacerlo, sus rostros casi en contacto, mirándose fijamente mientras uno sonreía malévolo y el otro reía nervioso. Lolito le quitó de las manos el otro cuchillo clavando la punta del suyo, rasgando su ropa a la vez que su piel en un largo y bastante profundo arañazo. El jadeo de sorpresa de Luzu no disimuló lo que comenzaron a apretar sus pantalones cuando Lolito se movió sugerente sobre él después de apuñalarlo, empeorando su respiración cuando el pelirrojo usó el acero para abrirle la ropa, mordiéndose los labios al apartarla hacia los lados rompiéndola y ver el trabajado cuerpo de Luzu. Volvió a levantar el cuchillo, esta vez sobre su cabeza, descendiendo rápidamente en una puñalada. Luzu apartó la mirada viéndose de vuelta en el spawn, pero sólo notó el filo creando una herida en su cuello, justo debajo de la mandíbula.

Las manos de Lolito encontraron su cintura mientras lentamente se inclinaba sobre él hacia su cuello. Lamió la nueva herida saboreando la sangre mientras Luzu gemía por el punzante ardor que creaba su lengua en la laceración. Las manos de Lolito presionaron su abdomen dificultándole respirar lo suficiente como para por fin despertar a su alfa y su instinto de matar, de arrancarle la garganta al otro alfa.

-Lolito... -le gustaba lo que sentía, el calor de las manos, el roce en su piel, el escozor punzante de las heridas abiertas- para...

Los jadeos del castaño le decían lo contrario a Lolito, que se sonrió al ver como el alfa bajo él se resistía con toda su fuerza a sus instintos. Los dientes de Luzu asomaron, sus ojos brillaron como la redstone, un gruñido gutural retumbó en la casa cuando el pelirrojo volvió a lamer su corte en el cuello, agarró la dulce cintura de Lolito y sus garras se hundieron en sus carnes, lo que hizo a Lolito gemir justo en su oído.

Ese sonido fue demasiado, la voz del pelirrojo haciendo ese dulce sonido. Se revolvió en el suelo buscando desesperado la forma de resistirse al instinto homicida que nublaba su mente por culpa de su espíritu, loco de ira, pudiendo calmarse levemente porque Lolito se puso en pie sobre él.

Sin apartar la vista de Luzu, se deshizo de su camisa verde, dejando su pálida piel expuesta, con todas las cicatrices. Los gruñidos del alfa se hicieron más bajos, los ojos de Luzu fueron a parar asustados a aquella salvaje cantidad de marcas a medio borrar que inundaban la piel de su amigo. Sus manos aflojaron el agarre, arrancando las uñas de la cintura, de repente demasiado culpable. Lolito se quejó ante las heridas, pero le sonrió tranquilo, aunque algo forzado. Luzu tragó saliva ante la visión de un cuerpo tan hermoso, maltratado y abusado de aquella forma cuando el pelirrojo volvió a inclinarse, esta vez para besar su cuello, con caricias inocentes de sus labios.

Luzu se retorció, apretando la mandíbula para no morder costase lo que le costase, detendría a su parte alfa de hacer más daño a su compañero, pero entonces en su oído, comenzó a sonar con mucha suavidad una pequeña tonada, que entró dulcemente por cada fibra de su cuerpo, parpadeó, saboreando el sonido, y el calor de los besos sobre su piel, respiró, relajándose junto a su lobo, que comenzó a gemir embobado en la melodía, babeando como un cachorro.

-Lolito...

El pelirrojo se reincorporó, acarició con las dos manos el rostro de Luzu y volvió a acercarse a él, esta vez hacia sus labios.

-Yo no me voy. Y tú no te me escapas más, Luzu.

Algo en aquellas palabras hizo detonar una molestia en su interior, quebrándola en pedazos. Miró atentamente a su amigo, su pelo naranja lacio contrastaba con sus ojos, verdes brillantes que parecían dos hermosas piedras de esmeralda contra el sol, cada una de sus pecas era graciosa y linda, sus labios, rosas, jugosos, brillantes por la saliva que los humedecía mientras Lolito se los mordía mirándolo a él y solo a él, con esa sonrisa traviesa y dulce. Rompió la distancia y comió de aquellos labios, enredándose sus lenguas en un peligroso juego de mordiscos que sacaron sangre de los labios de ambos, bebiéndose el rojo y el deseo mientras la ropa desaparecía de los torsos, desnudándose.

Esa canción, metiéndose en su cabeza, en su cuerpo. Tomó la cintura de Lolito, esta vez para levantarlo y acomodarlo sobre él. La mano del pelirrojo rompió el cierre de sus pantalones dándole cierto alivio, que duró poco, solo hasta que esa mano traviesa encontró lo que buscaba debajo de la tela. Interrumpió el beso para mirarlo a los ojos, recuperando el aire a bocanadas, disfrutando de la confusión y el placer que que oscurecía la mirada del alfa bajo él, respirando cada vez más pesado.

Luzu lo miró directo a los ojos gruñendo al endurecerse con los dedos de Lolito excitando demasiado, sintiendo su presemen suavizar las caricias sobre su glande, amasando su longitud como respuesta de su gruñido, todo sin dejar de sonreírle, con esa mirada diabólica apuñalando cada pensamiento de detenerlo. Sin saber cómo, sus manos bajaron de aquella hermosa cintura hipnotizadas por la canción de la sirena, buscando más piel, y el calor debajo de su ropa, colándose bajo el pantalón de Lolito, clavando las uñas en su trasero que le hizo ganarse un suave gemido de entre los labios del delta.

La ropa voló en un suspiro, Lolito se vio arrojado al suelo bajo Luzu, que lo acarició entre las piernas logrando un agradable cosquilleo que le hizo arquearse esperando el roce en su polla enamorándose del sonrojo que aparecía en el rostro de Luzu, que le sonrió al verle mirarlo. Tomó su rostro y besó a Luzu, arrojando los gemidos en la boca del castaño. Él también bajó la mano, buscando el miembro de Luzu, jugando con la dureza y lo sensible, volviéndolo loco, para conducirlo hasta donde lo deseaba sentir. Un golpe de su cadera, le hizo saber a Luzu lo que quería. No se lo pensó demasiado, iba a doler, pero no más que las heridas que ya cubrían el cuerpo de ambos y ardían con rabia, incendiándose con un placer extraño.

Luzu levantó las piernas de Lolito hasta sus hombros, y apretó su duro miembro dentro del pelirrojo, que lo agarró clavando sus uñas en sus hombros, retorciéndose del dolor, pero en el fondo sabía, que su canción le pedía continuar, y lo hizo con fuerza. La voz de Lolito sonó más maravillosa que nunca al estar dentro, al salir y golpear de nuevo en su interior, sabiendo lo que causaba en el estilizado cuerpo bajo él, por que cada nota se metía en su mente haciéndole sentir parte de lo que causaba, cada gemido de entre sus labios, se sintió un beso perdido, y los añoró todos y cada uno, mientras las lágrimas de Lolito mojaban su rostro, él decidió besarlas, hundiéndose más, uniendo las pieles de sus cuerpos.

-Alfa...Luzu -no fue un ruego, fue otro gruñido, exigiendo, se movió con él, haciendo que Luzu resbalara sobre ese punto dulce, gimió en alta voz y Luzu robó ese gemido de sus labios, para golpearlo otra vez en ese lugar, para maravilla de Lolito.

Sus mentes perdidas en las extrañas sensaciones de sus cuerpos, sintiendo como la canción de sirena los enlazaba por ese momento como si portasen la marca del otro, ahogándose en la oleada de la fuerte marea, y en la dulzura del caramelo picante. Aumentó el ritmo, la fuerza, en busca de morir de aquella sensación de dulce locura que los invadía. Un golpe más fuerte, un grito del pelirrojo, un gruñido de Luzu y la tensión en el bajo vientre desapareció para ambos, estallando en la más escalofriante sensación que los recorrió de cabeza a pies.

La canción cesó en ese momento, mirándose el otro l otro tímidamente, esquivando mirarse del todo, calmando sus respiraciones entrecortadas, esperando a que la niebla de su mente se fuera, que sus cuerpos dejaron de convulsionar y temblar, que sus cabezas dejasen de explotar.

Luzu fue el primero en levantarse. Repentinamente culpable al ver a Lolito intentando sentarse, pero sin embargo él, le rió, y no tuvo más remedio que hacer lo mismo para el delta. Lo ayudó a levantarse, se ayudaron a limpiarme, y comieron algo para recuperar las heridas, sin atreverse a cruzar palabra alguna, a parte de las risas de vergüenza y los gestos, que llevaban más cariño que de costumbre.

Tragando el último bocado, Lolito se levantó, caminando hacia la puerta para irse, pero Luzu lo detuvo.

-Aún es de noche. No puedes irte así. Ven, ya qué más da.

Lo siguió sonriendo al encontrar que lo guió hasta la cama. Se despojó de la ropa llena de sangre para tomar lugar entre las colchas, temblando cuando Luzu pasó una mano por debajo de su cuello, acariciando la casi cerrada herida con la que el castaño lo había matado. Besó su cuello, casi en la nuca.

-¿Vas a conservar esta cicatriz?

-Me gusta. -tardó en contestar, de forma suave, casi en un susurro- ¿y tú la tuya?

Luzu alargó más el silencio que él.

-No me apetece morir más veces, ya han sido suficientes. Puede quedarse.

-Luza.

-¿Si Lolaits?

-Ellos pueden irse, pueden abandonarnos, pero yo haré lo que nadie ha hecho por ti nunca.

-¿El que Lolits?

-Estar aquí, siempre.

Un nudo se le enredó en la garganta a Luzu, y procuró desatarlo, abrazando con fuerza al fino cuerpo que le daba calor a su cama.

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