42: No
Toda la casa seguía a oscuras, así que Nieves prendió unas velas para poder preparar un par de mochilas, en lo que Rubius terminaba de ducharse, algo que le estaba llevando más tiempo de lo normal. Miró hacia el baño, se oía el agua correr pero nada más. Podía ver en su mente con absoluta perfección a Rubius roto en pedazos bajo el agua, y quería ir con él, decirle que todo saldría bien, consolarlo, calmarlo, pero respiró fuerte para tomar fuerzas y no ir, tenía que seguir organizando su huida.
Por fin lo había conseguido. Todo lo que ataba a Rubius a Karmaland estaba destruido, su leyenda, sus héroes, incluso la propia Karmaland sería reducida a cenizas en un par de años bajo el yugo de los rapiitori. Nada haría volver a Rubius allí, estarían juntos, sin trabas, sin dioses, ni confusos romances surgidos del roce y la adrenalina de las misiones, no, todos esos espejismos se habían acabado, ahora, lo único que debía hacer, era asegurarse de alejar a Rubius del alcance de Mawu y de los rapiitori. Ella ahora lo salvaría a él. Ellos serían los únicos supervivientes de Karmaland.
-Todavía huelo a sangre.
La voz débil y melancólica de Rubius sonó suave y triste a su espalda. Ella lo miró, sus orejas, jamás habían estado tan marchitas, era la primera vez que lo veía vestir con aquella sudadera y pantalones negros, se había cubierto las palmas de las manos con guantes que dejaban solo sus dedos al descubierto. Se olía a sí mismo con aire ausente, intentando encontrar ese olor a sangre que no salía de su nariz, así que Nieves le tomó las manos y le sonrió.
-Todo estará bien osito -él la miró de vuelta con una expresión cansada, desolada- Ahora yo cuidaré de ti -Rubius apretó los labios, parecía querer darla las gracias con los ojos, pero al mismo tiempo, estaba a punto de llorar- Tenemos que irnos, te he... preparado una mochila -Rubius miró hacia allí y sus hombros cayeron casi tanto como sus orejas- ¿Quieres... quieres llevar algo más? -Rubius asintió sin mirarla a ella, pero sin soltar sus manos- Está bien... pero date prisa, vendrán a buscarnos -le soltó las manos, llevaban demasiado tiempo en casa de Rubius, tarde o temprano, alguien terminaría allí- Voy... a ver que nadie viene.
Nieves le puso la mano en una de las mejillas, y él la miró, se le veía tan aterrado, tan roto, que su deseo de destruir todo Karmaland, todo lo que le había confundido y herido, aumentó hasta hacer tintinear su magia. Todo Karmaland pagaría por hacerle eso a su osito, y ella lo salvaría.
Rubius se quedó allí parado, viendo como Nieves se alejaba de él, dejándolo solo en la casa que él mismo había levantado con sus manos y que ahora, se le mostraba desconocida y fría. Tomó la mochila y prácticamente arrastrándola por el suelo, bajó hasta sus cofres, topándose en el camino con la mesa donde Alexby había estado trabajando en los dispositivos, apenas una hora antes. Casi podía verle ahí sentado, mal humorado, golpeando los cristales, cuando se acercó a los dispositivos, y la ilusión de su amigo allí sentado se esfumó ante sus ojos. Tomó su cristal de entre todos los que seguían abandonados y miró la negrura que batallaba en su interior.
-¡Rubius, Mangel! ¡Cuánto tiempo compa y ñerooos! -la risa de Alexby siempre hacía florecer una sonrisa en tu propio rostro- ¡Así que al final me hicisteis caso y os habéis venido! -les dijo el pequeño, verdaderamente alegre, al notar el equipaje que traían con ellos.
-Jejejeje buenas Alexby. Oye tío. Ha pasado algo muy raro en cuanto nos acercamos a Karmaland.
-¿El qué? -Alexby los miró no demasiado extrañado pero sí interesado.
Tanto él como Mangel extendieron las manos mostrándole cada uno un extraño cristal.
-¡Tío! ¡Está mierda se nos apareció en las manos y no podemos soltarlos!
-¡Alexby! ¡Que lo he tirado quince veces hasta en la lava y vuelve a la mano! ¿Qué coño es esto?
Alexby los miró, con una gigantesca sonrisa en el rostro, una que Rubius jamás pudo olvidar.
-Bienvenidos a Karmaland -canturreó Alexby.
Rubius dejó escapar una pequeña risa de sus pulmones, casi un hipido, ya de vuelta en el presente y siguió arrastrando su mochila hasta abajo.
Sus cofres estaban allí, y ya se veían abandonados. Tuvo que arrodillarse ante cada uno porque ya nada funcionaba. Todos estaban bastante llenos, la mayoría, de cosas que ahora eran basura, cosas que nunca había utilizado y ya no tendría ocasión de hacerlo. Cerró un cofre, abrió el siguiente. De repente la basura se fue transformando en recuerdos, la terracota de Auron en uno, con los gritos y el drama de aquella tarde junto a uno de sus más grandes y antiguos amigos, al que él mismo había empujado hasta Karmaland, y ahora... cerró rápido ese cofre buscando en el siguiente. Varias botellas de vinito barato de Luzu, le arrojaron al alma las risas y abrazos de una tarde de chill al lado de la persona más noble que conocía, y las locuras y risas traviesas de otra tarde, junto al borrachin más adorable con el que compartir el exceso de vino. No era la primera vez que se despedía de Luzu y Alexby, pero siempre había sido un hasta la vista.
-Pero en qué mierda estoy pensando -murmuró con ira, cerrando el cofre, respiró, con la mirada perdiéndose intimidada por el siguiente cofre, el cual abrió esperando que algo le atacase directamente al cuello, pero nada más lejos, solo había un millar de cosas arrojadas allí dentro.
Suaves y delicados pasos, acompañados del tintineo de unas duras uñas contra el suelo, se acercaron por su espalda. Coringa metió el hocico bajo su brazo, exigiendo atención de él, preocupado a través de ese instinto animal que le decía que el oso no estaba bien. Rubius agradeció ese contacto, acariciando a su lobo como si no hubiera nada más en el mundo, y entonces lo vio, enorme e imponente, Lobo Plateado lo miraba esperando, solo unos pasos tras Coringa, sus ojos salvajes, de un lobo que no había sido domesticado del todo, porque su amo, no era alguien cualquiera.
-Yo... ¡Soy Lobo Noctugno Gubius!
Casi pudo oír la voz de Vegetta allí mismo, y su acento estúpido le hizo reír, aunque en aquel entonces la cercanía del de ojos amatistas, cubierto por aquella sexy armadura, no le provocara ninguna risa, porque aquel fue el momento en el que tuvo la absoluta certeza, de que estaba perdido por aquel hombre inalcanzable.
-Bobo, ¿qué haces ahí? -extendió la mano hacia él para invitarlo a acercarse, viendo bajo su ojo una herida bastante fea- Hay que curar eso, o Vegetta me estará gritando un mes. ¡Espera! -fue directo al cofre donde recordaba haber guardado las pociones que le había robado al pelinegro, tomó la única de regeneración que se había llevado, más por molestar al de mirada amatista que porque pensara en usarla. Se acercó a Lobo Plateado, pero el animal retrocedió agachando las orejas y encogiéndose- Vale, parece que ya sabes lo que es esto. ¡Venga ven aquí bobo no te va a doler! -Lobo Plateado huyó de él corriendo en círculos por todo el sótano- ¡¡Tas bobo o qué!! ¡¡Qué vengas aquí te digo!!
Se arrojó saltando sobre el animal, abrazándose a él, con piernas incluidas, con tal de detener al enorme animal que no dejaba de intentar huir. Rubius se subía encima y era arrastrado hasta volver a enredarse en el enorme cuerpo del lobo, todo, mientras Coringa observaba sentado, con la cabeza ladeada, el ridículo espectáculo que estaban montando.
-¡Osito!
Rubius tuvo que mirar a Nieves desde una graciosa postura boca abajo, colgado como un koala del lobo, por fin habiendo conseguido mojar su herida con la poción.
-¿Eh?
Nieves jadeaba, nerviosa, asustada.
-Vienen, los rapiitori, son muchos...
Rubius se puso en pie, decidido, tomó la mochila tirándola al hombro y dando a Coringa la orden de levantarse para seguirlo, esperando que Lobo Plateado hiciese lo mismo. Nieves salió disparada para tomar su propia mochila, en lo que Rubius ojeó las pociones en el cofre. Guardó la poción de regeneración casi entera en la mochila, y metió un par más de visión nocturna y fuerza.
Se reunieron en mitad del salón, y sin decir una sola palabra, Rubius agarró con fuerza la muñeca de Nieves, sacándola de aquel lugar para llevarla a un sitio donde estuviera a salvo. Tenía que protegerla, de todo, de Karmaland.
Iniciaron la marcha alejándose del territorio del karma como alma que lleva el diablo, con los dos lobos abriendo y asegurando el camino. Rubius tomó una poción de visión nocturna, antes de abrazar los hombros de Nieves, para llevarla lo más a su lado posible. Miraba a todas partes, esperando encontrar los ojos de algún enemigo, pero no había ninguno ante ellos, y el aroma de los rapiitori quedaba cada vez más atrás. Un claro de árboles le dejó ver el oscuro cielo encapotado, donde, en la distancia, se erguía ostentoso un árbol colosal, cuya verde copa se unía a las negras nubes, y sus pies se clavaron en el suelo, recordando el cómo había llegado a esa situación.
-¿Héroes? ¿De verdad somos héroes? ¡¿Inmortales?!
Alexby rió suavito a su lado.
-Que si pesado, ¿cuantas veces más os lo voy a tener que decir?
-¡¡¿Y tenemos superpoderes también?!!
-No te pases...
-¿Hay más héroes en Karmaland? -preguntó entonces Mangel, como si la cosa no fuera tan emocionante, y sin embargo, Rubius se recordaba como un bobo, dando brincos, caminando al lado de Alexby, acribillándole a preguntas tontas mientras les mostraba Karmaland.
-Contándonos a mi y ahora a vosotros dos, hay cuatro más.
-¡¿Dónde dónde?!
Alexby volvió a reír, casi mareado del nervio que desprendía Rubius.
-Pues a eso iba... ahí tienes a uno.
Rubius paró quieto para buscar la dirección donde su viejo amigo les señalaba. Un hombre alto, de espalda más propia de un modelo que de un guerrero, vestido de verde, con una boina del mismo color sobre un pelo plateado, una descripción inconfundible, incluso sin verle la cara. Rubius aguantó la respiración, una leyenda viviente estaba a solo diez metros de él.
-Willy Rex -aseguró Mangel al otro lado de Alexby, dejando escapar el humo de su cigarro entre sus labios, y Rubius resopló.
-¿Ya lo conocéis?
-Para nada. Pero se habla demasiado de él. Así que él es uno de los héroes de Karmaland...
Alexby se rió.
-Si bueno, él y...
Y allí mismo el tiempo se ralentizó para Rubius, con la mirada sobre Willy, cuando al héroe albino se le acercó un pelinegro, pantalones morados, cazadora de cuero blanco. Todo desapareció entre niebla difusa, solo quedaron ellos, mientras ambos hombres intercambiaban palabras lentas, detenidas, en aquel nuevo orden de tiempo que gobernaba los sentidos de Rubius. Entonces, al mismo tiempo, como si ambos fueran uno, Willy se giró, Vegetta movió sus mágicos iris hacia él. Los dos le miraron, fijamente, el verde y el morado se clavaron sobre él al mismo instante, borrando todo a su alrededor, dejando solo la luz cegadora de la magia remanente en aquel recuerdo.
Magia que detonó con la fuerza de mil bombas tras ellos, sobre Karmaland, su onda expansiva casi lo tira al suelo calentando su piel hasta notarla ardiendo. La destrucción los rodeó por completo, mientras Nieves se escondía tras él, y los lobos se anclaban al suelo con fuerza. Luego el silencio.
Rubius bajó las brazos con los que cubrió su rostro, su pulso acelerado, su respiración agitada, su mente aun embotada por el recuerdo tan vívido, el instante en el que el color de aquellos ojos le habían arrastrado a perderse, fue el momento exacto de aquella explosión, de aquel meteorito estrellándose contra Karmaland, su hogar, el hogar de su familia, todo su cuerpo temblaba.
-Nieves...
Apretó los puños, normalizó su respiración con una seguridad que solo fingía tener. Sus amigos seguían allí, Mangel, Vegetta, seguían en algún lado, esperando por ellos. No podía huir como un puto cobarde. Pagaría por lo que había hecho, por ser un asesino, aunque la peor condena estuviera en aquellos ojos morados, pero no podía irse sin más. Él no era así.
-Tengo que ir.
-Osito...
Rubius soltó la mano de ella, dándola la espalda, con aire de condenado, pero héroe al fin y al cabo, inició la ida hacia Karmaland.
-No... -Nieves murmuró, si Rubius iba, los rapiitori lo esperarían, él era uno de los objetivos más ansiados de la organización criminal, no perderían venganza, y Mawu, simplemente quería exterminar a todos los héroes- no... ¡NO!
Un muro de hielo frenó a Rubius, quien se volvió hacia ella, atónito.
Uis...
Bueno, el momento que he evitado por todos los medios que no llegara, ha llegado: no tengo nada más escrito. Jajajajajajaja. No no os asustéis bichos míos, no voy a dejar de escribir, pero si no salgo del atasco en estos próximos 4 días avisaré con un mensaje en el muro de mi perfil, aunque no creo que haya problema y todo esté listo para entonces.
Espero vuestros comentarios, me alegran mucho, y gracias por todo el apoyo que me estáis dando. Como noticias regulares, parece que wattpad ha solucionado el tema de los visionados, pero ya sabéis que cuando meten mano en algo estropean otra cosa... animoooo
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