40: Adios a Karmaland
Los copos de una intensa nevada caían sobre él y a su alrededor.
Sin saber muy bien lo que estaba haciendo, dejó que su cuerpo continuase con el impulso que lo movía, un pie tras otro en monótona repetición. Recuperarse de la niebla que embargaba su mente fue lo que necesitó para lograr detenerse, porque lo hizo caer al suelo hincando una rodilla, hiriendo su mano contra la corteza de un árbol al mal agarrarse a él.
Todo aún daba vueltas, confuso, aturdido, de su boca salía vaho provocado por el repentino frío de la furiosa nevada, miró con espanto la mano cubierta de sangre. Solo había sido un roce, ¿como estaba tan lleno de sangre? Intentó tocarse la palma herida y al hacerlo se dio cuenta de que su derecha estaba tan bañada en rojo como la izquierda. Se comprobó a sí mismo, notando no solo que estaba temblando de pies a cabeza y totalmente desnudo, también estaba cubierto de sangre. Su otra rodilla tocó el suelo, si antes temblaba, ahora era mucho peor. Su boca, sabía a sangre fresca.
-¿Qué?
No podía hacer otra cosa más que mirar toda aquella sangre cubriéndolo, quería buscar la herida, pero en cierta forma, ya sabía que no la encontraría en su cuerpo. No recordaba nada, todo le daba vueltas y un horrible dolor de cabeza le hacía entrecerrar los ojos. Se llevó las manos a la cabeza, allí donde había una herida que le dio más dolor, pero no el suficiente. Empezó a mirar por todos lados. La nevada había cubierto su rastro, ya ni podía decir de donde huía, ni que estaba haciendo.
-¡Alexby!
Su corazón se aceleró tanto que el mareo apenas significó algo para él. Estaba siguiendo el rastro de Alexby cuando algo... algo...
-¡¡Osito!!
Volvió la vista.
-¡Nieves!
Nieves jadeaba parada a una gran distancia a su izquierda, rota por la carrera, pero aún así tomó fuerzas para correr junto a él, aplastando la cabeza de Rubius en su pecho con un fuerte abrazo. Rubius casi pudo decir, que aquellas eran todas las fuerzas de la chica, y que no iba a soltarlo por nada del mundo.
-Nieves... -ella solo hizo un pequeño ruidito sin soltarlo de su amoroso abrazo- ¿Qué... que es todo esto?
No se atrevía a devolverla el abrazo, a mancharla, pero ella sin embargo no tenía ningún problema, le dio un poco de espacio y limpió con sus propias manitas el rostro sucio de Rubius.
-Vámonos osito -una enorme y dulce sonrisa, tanto como su voz.
-¿A dónde...? Nieves, ¿Qué coño ha pasado?
Ella le sonrió tranquila, acariciando su rostro como una feliz enamorada. De pronto el olfato de Rubius le hizo mirar a una dirección en el cielo que Nieves siguió, viendo la enorme silueta de Fargan aún lejos, recortado contra las nubes iluminadas por Karmaland. Nieves agarró a su osito y tiró de él, escondiéndolo tras el tronco del árbol, de la vista del búho.
-¿Qué?
Nieves le tapó la boca y le hizo un gesto para callar. Había pasado mucho tiempo estudiando a todos los héroes, sabía que Fargan, en la noche, podría verlos a kilómetros y oírlos desde gran distancia, por suerte, el único que tenía el olfato desarrollado como para encontrarlos a esa distancia, era el híbrido de oso. Nieves le hizo esperar un tiempo prudencial a Rubius después de que Fargan desapareciera de su vista, cuando le soltó, él no pudo evitar la voz de susurro.
-¿Qué haces? ¿Ese era Fargan?
-Confía en mi osito. Vámonos.
-Espera Nieves ¡No! ¿Qué ha pasado? ¿¡Nieves?! ¿Por qué tengo que esconderme de mis amigos?
-Osito...
-Nieves, ¿Vas a decirme lo que pasa o tengo que averiguarlo por mi mismo? No me preocupes más.
No iba a pretender que tenía miedo de decírselo, solo quería parecer dolida, y asustada de hacerlo.
-Tú, perdiste el control... un oso...
-¿¡Me transformé en oso!? -eso explicaba la laguna de memoria- no no no no -solo había sucedido un par de veces antes, su instinto animal, su alfa... no hacía distinciones- no no no no, dime que no he hecho lo que creo Nieves... -miró toda la sangre que lo bañaba- Dime que no...
-Mataste a un héroe.
Si le hubieran apuñalado en el corazón en ese momento no lo hubiera sentido, porque aquella frase acababa de golpearlo como la misma muerte.
-De quién... de quién es toda esta sangre... a quién...
-Willy.
Toda la sangre de su cuerpo se congeló, hasta la nieve que la joven había creado para esconderlos estaba más cálida que él. Ella tomó el pañuelo de sus hombros y envolvió la cintura de Rubius, que empezó a reír, con una expresión de plena locura, mientras ella cubría delicadamente sus vergüenzas.
-No puede ser... Nieves -reía y temblaba al mismo tiempo, con su rostro desfigurado por el shock- no puedo haber...
Ella le sostuvo de la mano y lo arrastró delicadamente tras sus pasos.
-Vámonos osito -le sonrió encantadora- lejos de Karmaland, juntos.
Willy tomó aire, y seguro de que la bestia en la que Rubius se había convertido no lo seguía, en ese momento, el alivio le hizo derrumbarse en el suelo. Chistó furioso entre dientes y dio una patada a lo que fuera que estaba frente a él, arrojando una piedra colina abajo. Se libró de la máscara y la capucha, peinándose el pelo entre sus dedos, respirando, conteniendo la rabia, la frustración, y la preocupación.
¿Y si le había golpeado demasiado fuerte?
No, estaba demasiado herido como para lograr hacerle un daño real a un monstruo chetado. Se paró a pensar un segundo y terminó riendo en voz alta.
¿Acabo de llamar a Rubius monstruo chetado?
Siguió riendo, por que apenas podía creerse lo que acababa de ver, a lo que acababa de sobrevivir. Si no llega a ser por Alexby...
-Hooooooombre... ¡Mira a quién me he encontrado! hahahahahaha.
Willy no pudo más que suspirar en alto.
-Pero bueno Alexby, tú por aquí.
La forma en la que se saludaron, riendo, como otro día cualquiera, los hizo reír y los relajó a ambos. Alexby cayó pesadamente sentándose a su lado.
-Parece que ese oso imbécil nos ha dado una buena. ¿Eh Willy? ¿No eras tú un dios de Karmaland?
Willy se rió.
-Alexby... -y eso hizo reír al pelinegro- ¿Rub...?
-Aaaaaah está bien -cantó Alexby con su peculiar voz risueña- Se levantó como si nada y salió disparado como un puto loco. Fargan está tras él.
-¿Fargan? Confiarle algo a esa rata no es buena idea...
-Tú también eres un imbécil Will, solo tenías que decirme lo de Nieves. Fargan ya me lo ha dicho.
Willy esperó un momento.
-¿Y tú me hubieras creído a MI?
-Si~ bueno~. ¡Pues claro que te hubiera creído que mierda estás contando!
Willy rió avergonzado, casi dándole la razón. Alexby lo insultó por lo bajo, acomodándose un poco más debido a lo que le dolían todas las costillas. El albino al verlo tomó una pequeña bolsa de su cinto, sacando una poción verde brillante.
-Con que robando a Vegetta eh... -la voz musical de Alexby le hizo reír.
-No la robé, él me la dio "la noche pasada -siguió para sí mismo- después de aquella maravillosa noche los tres juntos, él se dio cuenta de que Rubius había clavado sus garras por toda mi espalda, él me entregó la botella para que me curara. No me molestaban tanto, así que decidí curarlas al método tradicional y guardarme la poción" Ya sabes Alexby, "para mi Willy, lo mejor" -rió imitando a Vegetta.
-Yaaaaa se como me dices...
-¡Pero bueno! ¿No decías que ibas a creer lo que yo te dijera?
-Creo que cambie de opinión...
Willy rió, Alexby siempre era el más amable, pero también, el más traviesamente divertido.
-¿Sabes Alexby? No te queda mal el traje oscuro. Hay una vacante, encajarías bien.
-¿Olvidas que soy el puto comisario Willy? Te vas a la cárcel de cabeza en cuanto esto termine.
-Seguro que hay algo que puede hacerle cambiar de opinión, señor comisario -le ofreció la botella agitándola un poco.
-¡¡Chantajeando a un agente de la ley!! ¡¡Que vergüenza madre mía!!
-Alexby...
-Bebe tú primero rata.
-¿No confías en mi?
Esa sonrisilla de chino travieso que solía volver a todos estúpidos de repente.
-Tú estás peor que yo. Bebe.
Willy suspiró resignado, descorchó la botella y pegó dos tragos. Eso no curaría del todo las heridas, pero le daría más opción de moverse y dejaría de sangrar. Dejó lo suficiente para ofrecerle a Alexby, que esta vez si tomó el frasco y bebió poniendo cara amarga. Willy lo miraba tragar sonriéndole gracioso.
-Sabes que eso cuenta como un beso ¿no, Alexby?
Alexby tuvo que hacer un esfuerzo titánico para no escupir la poción de regeneración que llenaba su boca.
-¡¡Willy joder espera a que termine de tragar que casi me ahogo puto!!... ¿Qué es eso? -se interrumpió con voz queda.
-¿Mmh? -una multitud de puntos de luz, generados por cien o más antorchas, irrumpieron en el valle de Karmaland desde el norte-. Se dirigen a Karmaland.
-Los demás ya están allí, los aldeanos deben de estar a salvo a esta hora -informó Alexby.
-Bien.
-Willy... ¿crees que debemos acercarnos?
-Como mínimo tenemos que avisar a los demás... Alexby... -Willy empezó a temblar con los ojos bien abiertos- mira.
Alexby buscó por todos lados lo que podía estar mirando y no le resultó difícil, acababan de entrar en su campo de visión una comitiva mucho más organizada, claramente eran una escolta, y aunque estaban lejos... el color de ciertos pantalones era como una señal luminosa.
-¡¡VEGETTA!! ¡¡MANGEL!! ¡Los encontramos!
-Vamos.
Willy estaba en pie, su alrededor parecía estar a punto de prender en llamas.
-Espera Willy... son... demasiados...
Apretó los dientes. Era cierto, son demasiados. Pero ellos...
Willy se ajustó la máscara de ogro.
-Alexby, ¿Qué somos? ¿Parguelitas?
Alexby le miró de hito, luego se sonrió al oler su decisión en el ambiente. Se ajustó la horrible máscara de Fargan al rostro, y miró al frente, hacia el enemigo.
-Héroes.
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