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38: Rugido

              

                   

Rubius corría hacia Karmaland, estaba enfadado, muy enfadado. Todos se portaban igual con él, lo trataban de imbécil, como un niño pequeño, poniéndole niñeras y dejándolo en la retaguardia, y luego, a la mínima oportunidad que tenía, Willy decidía ir de héroe solitario por el mundo. No se lo podía creer, su oso no gruñía, era él quien lo hacía, y tenía razones para estar así de enfadado. Si encontraba a Willy, le haría tragarse sus propias palabras, y esta vez su sonrisa de chino astuto no le iba a funcionar con él. Fargan había dicho de reunirse todos en el centro de Karmaland, solo esperaba, poder llegar, y que Willy estuviera allí.

POR FAVOR WILLY... SIGUE CONMIGO.

Un olor horrible lo hizo detenerse en seco. De no ser por su parte oso, jamás hubiera encontrado esa diminuta brizna que le llevó el aire. Era sutil, porque llegaba de demasiado lejos, pero no tanto como para que un oso no pudiera olerlo. Su corazón dio un vuelco al encontrar el aroma otra vez en el aire.

-Alexby...

El olor del omega estaba lleno de estrés y miedo. No habían pasado ni quince minutos desde que lo dejaron en la casa árbol y el olor llegaba de muy al norte, algo había sucedido. Miró inquieto las luces de Karmaland, tan cerca... miró atrás, había corrido tanto con su instinto animal a flor de piel, que había dejado atrás al resto. No le encontrarían en mitad del bosque en plena noche ni poniéndose a gritar como un loco... aunque gritar en las noches de Karmaland tampoco es que fuera muy inteligente. Miró a la ciudad otra vez, imaginándose a Willy esperando. Bueno, pues tendría que seguir esperándolo, los demás chavales se reunirían con Willy y luego lo buscarían a él. Alexby lo necesitaba ahora.

Alexby tiró a Nieves dentro de la casa de Fargan, después de fracasar tres veces al intentar poner la contraseña, era un manojo de nervios que apunto estuvo de intentar tirar la puerta reforzada a bajo. Cerró de un portazo casi consiguiendo tirarla esta vez y le gritó a Nieves, sin una gota de paciencia, que fuera a esconderse, mientras él retenía la puerta apoyando la espalda en ella. Recuperó el aire intentando normalizar su corazón. Quizá con Nieves a salvo sería capaz de razonar con Willy. Respiró con fuerza. Pero desde luego que... no lo haría desarmado.

En la otra puerta estaban los cofres de Fargan, corrió hacia ellos con tanta velocidad, que al no poder frenarse, casi cae encima de ellos. Se apoyó en uno, mirando el panel de números y maldijo a gritos al búho. Tecleó una combinación, luego otra.

-¡¡¡FAAAAAARGAAAAAAN!!! ¡¡PUTO!!

Una última intentona más y se dio por vencido, no era culpa del búho, era culpa suya, debía haberle hecho más caso. ¿O si que era culpa del búho? Si la rata no hubiera estado ocupado con el numerito de "El Minas"... un momento... Corrió a la habitación. Luzu y Willy los interrumpieron y Fargan se sacó el traje de la Hermandad a toda prisa, tirándolo en el suelo descuidadamente, fue él, el que preocupado de que pudieran descubrirlo, dobló el traje oscuro y lo escondió... levantó el colchón y su cara se iluminó, debajo de la cama. Un traje chetado que se ajustaría a su cuerpo automáticamente y lo protegería. Eso igualaba las tornas.

Tan pronto estuvo sobre la isla, Fargan cerró las alas, dejando que la gravedad lo posara heroicamente sobre el suelo. Pero hacer una entrada triunfal no fue su intención, en realidad sus alas se cerraron solo de ver que la casa de Rubius estaba absolutamente a oscuras.

Entró a carrera en la cabaña agarrándose a donde le fuera posible para no perder el equilibrio que el miedo parecía haberse llevado.

-¡¡ALEXBY!!

Nada. Silencio. Caminó sobre los cristales de las lámparas rotas por las flechas en el suelo, buscando lo que fuera, sangre, nieve... Las armas y el traje de policía estaban donde Alexby los había dejado. Su oído captó pronto el sonido quejumbroso de algo con vida y corrió hacia la parte trasera de la casa desesperado, pero solo se trataba de Coringa, atado a una valla, lamiendo el rostro herido de un inmenso lobo, acostado junto a él.

-¿Qué ha pasado aquí?

-¡¡Nieves!! -la chica pelirroja gritó dando un salto de infarto- ¡soy yo soy yo! ¡Alexby! -se levantó la máscara para tranquilizarla, pero hasta él se daba miedo, sobre todo con esa voz distorsionada que desactivó de inmediato- Voy a intentar distraerlo, toma -le dio un papel- es la clave de las puertas. Saldré por la de atrás y lo distraeré, espera unos minutos escondida y corre hasta Karmaland. Todos deberían de estar allí. ¿Podrás hacerlo?

Nieves asintió seria y decidida viendo como Alexby la dejaba escondida en aquel rincón. Dos contra uno, no, aún mejor, si ellos se enfrentaban, ella fácilmente podría hacerse con el doble premio, con ellos dos. Pero aún así, si alguno de los demás los encontraba, estaría vendida. Sabía que en estos momentos Mawu ya se había encarnado, tal y como el Dios había planeado, y si nada había cambiado, todos los reclutas de los rapiitori tenían que estar camino de Karmaland. Y en cuanto Mawu consiguiera lo que quería, todos los héroes serían aplastados .

-¡Rubius!

No. Lo había olvidado, tan metida en los planes de ellos se había olvidado de los suyos propios. Necesitaba salir de allí, antes de que los rapiitori llegaran a Karmaland, o perdería a su osito para siempre.

-Hahahahaha esta no te la esperabas ¿Eh?

Alexby se reía delante de la peligrosa figura de Willy enmascarado.

-Alexby...

-Oye, ¿puedes desactivar el distorsionador de voz? Da un cringe que te cagas y total, ya se quien eres, Willy, deja el bobeito.

Willy se llevó la mano a la garganta para desactivar el aparato, pero ni aun así Alexby pudo respirar tranquilo. La postura de Willy lo hacía verse como lo que era, un guerrero de leyenda, y ese traje tan demoníaco que cortaba la respiración, no ayudaba en absoluto. ¿Realmente era él capaz de hacer frente a alguien que había derrotado a tres Withers frente a sus ojos cuando él apenas había podido con uno, y teniendo ayuda? El corazón de Alexby bombeaba tan fuerte que parecía que se le había subido a la cabeza. Igual... no había sido tan buena idea.

-¿Por qué Willy? ¿Rubius? ¿En serio? ¡¡¿Eso es lo que piensas de tus hermanos?!! ¡¡Por los dioses Willy!! ¿¿¡VEGETTA!??

-No sé de qué me estás hablando Alexby.

Su voz sonó tranquila, como si no hubiera sonreído al decirlo, pero había escuchado esa frase tantas veces...

-¡NO! Ya está bien de tus mierdas Willy sabes...

¡¡¡BOOM!!!

Una explosión a su espalda lo hizo volverse sin pensar.

-Nieves....

Para cuando quiso darse cuenta Willy ya había desaparecido de escena.

-¡¡¡NO JODAS!!! ¡¡¿YO ERA EL PUTO CEBO?!!

Si no corría más que Willy, si no llegaba a tiempo, mataría a Nieves.

Un montón de hielo en polvo caía sobre ella. Por suerte, había aprendido mucho de Rubius acerca de los explosivos trampa, siempre pensó que era una tontería y nunca estuvo interesada en aprender nada de todo aquello, pero estar con uno de los mejores en explosivos... acababa de salvarla la vida.

La explosión había logrado afectar las palmas de sus manos, el hielo que había creado no la había salvado de eso ni de pegarse un buen golpe contra el suelo. Se encontró con el problema de no poder levantarse ayudándose de las manos en ese estado y cuando miró a todos lados, buscando algo en lo que apoyarse mientras se le pasaba el zumbido de la explosión, lo vio.

El brillo del diamante sobre ella, dispuesto a trazar un arco que atravesaría su cuello, su respiración se congeló sobre aquella máscara de demonio que la miraba con el mayor de los odios. La espada trazó su letal movimiento.

Hay algunos truenos que estallan tan cerca de ti que sientes como las paredes tiemblan, como los cristales ceden al punto de romperse, tus oídos estallan, todo tu cuerpo lo siente.

Ese fue el sonido del rugido que se lanzó sobre Willy.

Y Dabry se va canturreando...

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