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36: Inicia la última noche

                       

                         

El cielo nocturno era cubierto por unas espesas nubes negras, que reflejaban las luces de la ciudad de Karmaland, todo en aparente paz, demasiada, tanto, que aquella serenidad parecía estar llamando a la desgracia. Igual que un conjuro de fatalidad, el aire sobre Karmaland arrastró un sonido amenazador, que reverberaba en cada hueso del cuerpo y desacompasaba el corazón, avivando el terror que provocaba con cada segundo en el que la terrible nota se elevaba en tensión. El cielo brilló, dibujando las siluetas de las nubes con la furia de un poder divino acumunlándose cada vez más por encima de ellas, para tomar suelo con el estruendo que rompió mucho más que cristales, en kilómetros a la redonda. Aquel haz de luz que tocó la tierra, se mantuvo durante un largo minuto, volviendo un día resplandeciente a la encerrada noche, hasta el punto de llegar a cegar a todo ser vivo.

Desde la isla flotante, los chicos observaron estáticos, conscientes de lo que suponía que un dios demostrase su poder en medio de la situación que vivían. Cada una de sus figuras se bañó en la cegadora luz y las sombras de sus propios pensamientos oscurecieron sus rostros, salvo Rubius, que protegió entre sus brazos a uno de sus mayores tesoros, queriendo guardar a la pequeña Nieves de todo lo que se avecinaba.

-Chavales... -cuando la luz desapareció y dejó un mundo más oscuro y silencioso tras de sí, Alexby se volvió hacia ellos- ¿Quién está protegiendo Karmaland?

Todos se miraron, nadie estaba en sus puestos de vigía de Karmaland, porque, obviamente, todos estaban ahí mismo.

-Tenemos que poner a salvo a los aldeanos -la voz de Auron sonó con firmeza, los demás asintieron.

Alexby se levantó de su asiento, pero Luzu lo detuvo inmediatamente, mientras sus compañeros ocuparon armas y armaduras, ayudándose unos a otros a vestirse con objetos tan preciados.

-Tú no Alexby. Necesitamos que sigas trabajando en los dispositivos.

-Pero... ¡Luzu! Si hay un ataque me necesitáis allí. Vegetta no está... ni la rata de Willy, no puedes ir tú solo con ellos ¡Y menos sin respawn!

Luzu rió con esa confianza de mami Luzu que todos adoraban.

-Ya no son tan novatos Alexbitas, nos las apañaremos. Tú date prisa en averiguar cómo recuperar la bendición de los dioses, o estamos jodidos.

Alexby bajó la cabeza, volviendo a trabajar a regañadientes, solo para no mirarlo ni seguir quejándose.

-Nieves, tú quédate con Lely. Aquí estaréis a salvo y si algo ocurre, haz caso de lo que te diga Alexby -Nieves se agarró a Rubius sin dejarlo marchar, pero él deshizo el agarre de sus pequeñas manos con sus grandes garras de híbrido- No te preocupes mi niña, que volvemos en nada.

-Osito...

-¡Vamos Rabis!

-Voy voy, pesado.

Rubius corrió hasta alcanzar a Lolito y caminar tras las espaldas de Luzu y Auron, mientras Nieves, juntaba sus manos frente a su pecho, observando marchar a los héroes de Karmaland. Miró a aquel joven tan ocupado en reparar de mala gana los dispositivos, mientras todos se alejaban y la dejaban con él

A SOLAS.

-Pero... ¿Tú también lo has visto?

-Si, perfectamente Fargan.

-¿Qué era eso? ¿Tienes alguna idea Willy?

-Es el poder de un Dios tocando tierra, Vegetta y yo lo hemos visto antes, estoy seguro.

-Pues ha sido muy cerca...

-Ve con los demás, también lo habrán visto.

-¿¡¡Yo solo ratón!!?

-¡Tienes alas Fargan!, llegarás más rápido.

-¡¿Y?! ¿Qué quieres que haga? ¿Qué les cuente un chiste?

-Fargan... -el híbrido se sonrió al desesperar al albino- no seas bobo, reúnelos en Karmaland, y por favor, no hagáis ninguna tontería.

Fargan extendió sus enormes alas luciendo el característico dibujo rayado de los búhos.

-No sé por quiénes nos tomas... -se rió con sorna antes de saltar y emprender el vuelo.

Willy lo vió tomar altura, esperando que se alejara, antes de desprenderse de la mochila de su espalda y tomar de ella la única armadura que había quedado fuera del inventario del dispositivo. Entre sus manos, acarició la tela negra del traje de la Hermandad Oscura. Así, mientras los héroes se reunirían en Karmaland, el mal...

TENÍA VÍA LIBRE.

Un puñetazo le giró la cara hacia el suelo. Era la venganza del líder de los rapiitori por el cabezazo que le había costado diente y medio de su asquerosa sonrisa, y la verdad, Vegetta agradeció el golpe y poder así distraerse con el dolor de la brecha en su boca, pudiendo escupirle algo de sangre a las botas del rapiitori.

Su cuerpo temblaba violentamente, por más que intentara ocultarlo. No era solo su corazón y sus pensamientos, cada célula física de su cuerpo combatía e intentaba resistir el enlace que se formaba de la marca en su cuello, que sometía a su omega poco a poco a la voluntad del alfa, pero su espíritu de lucha tenía todas las de perder en esta ocasión.

-Uis... me ha picado un mosquito -rió Vegetta a pesar de su estado, enviándole una mirada punzante con extra de burla, aun perdiendo, no era de los que se dejaban ganar.

El líder de los rapiitori le dió otro golpe que quedó marcado en su pómulo izquierdo. Aún así, Vegetta consiguió reír, por eso el rapiitori lo levantó de un tirón agarrándolo del pelo, para mirarlo al rostro, frente a frente.

-¿Te ríes? Está bien que lo hagas, porque de no necesitar que camines y hables... tu estado ahora mismo sería muy distinto, ¿O no ves como te miran todos mis hombres? Omega -soltó con desprecio, sonriendo él esta vez.

-Soltadme.

Los ojos del líder de los rapiitori se oscurecieron, su rostro se volvió el de una persona hechizada ante la preciosa voz de omega de Vegetta que obediente lo ayudó a sostenerse libre en el suelo, dirigiendo las manos hacia los grilletes del de ojos morados. Los hombres a su alrededor también se mostraron repentinamente nerviosos por acceder al lugar donde era retenido, necesitando liberar al omega sin otra cosa en mente, pero el corazón de Vegetta dio un vuelco, incluso antes de que la mano de Mangel se posara sobre su hombro, casi amable, aparecido de repente tras él. Un aura escalofriante golpeó a todos los presentes en el lugar como lo hace la honda expansiva de una explosión, limpiando el embrujo de la voz de omega.

Borró la llamada del omega de la cabeza de todos los hombres, dejándolos a todos confundidos mirando a su alrededor. El líder de los rapiitori no tardó en volver a posar sus ojos sobre Vegetta, quien ante el contacto del alfa poseído por el dios Mawu, se encogía ahora adolorido, en su pequeña posición en el suelo. Las ganas de castigaron no le faltaron, pero con el dios Mawu al lado de Vegetta, aún su mano sobre el pelinegro, se contuvo.

-Disculpe nuestra debilidad Dios Mawu.

El líder de los rapiitori se reverenció ante el dios encarnado, pidiendo inmediatamente a uno de sus hombres que se acercara. El secuaz tendió a su líder un pañuelo, que al desenroscar, dejó ver el dispositivo de Vegetta con la corrupción batallando en su interior. El capitán rapiitori le ofreció a Mawu la pieza, con un gesto que más que ser elegante, algo torpe, cercano a patético.

-Aquí tiene lo que une a todos los héroes mi Señor.

Mawu tomó en silencio el dispositivo, examinandolo con gesto demasiado serio, casi asqueado. El líder rapiitori lo miró orgulloso de su propio trabajo, y feliz por lo que se avecinaba.

-Todo está listo señor Mawu, mis hombres son sus tropas.

-Bien, adelante. Líder de los héroes de Karmaland, muéstranos el camino al portal.

La voz que salía de la boca de Mangel era una insoportable cadencia de terror, no solo porque fuera la voz de Mangel nublada por las sombras, esa era la voz de su alfa, pronunciando una orden que no podía ignorar, aunque lo deseaba con cada fibra de su existencia. Su voluntad ya no le pertenecía, ni siquiera, para guardar

EL SECRETO QUE SE ESCONDÍA EN EL END.

Espada en mano, los héroes cruzaban lentamente el pequeño bosque que los separaba de Karmaland. Miraban a un lado y a otro, buscaban los típicos zombies, los esqueletos o las arañas que tenían que poblar esa zona a esas horas de la noche, pero todo estaba demasiado tranquilo, demasiado silencioso. Todo eso les ponía los pelos de punta, era como una aviso de que todo el mal había huido, de algo mucho peor.

Las copas de los árboles sobre ellos se rompieron con la entrada de una enorme figura justo delante de ellos. Todos se hicieron a un lado, dejando un pasillo de visión libre a Lolito, que siendo él último en la fila fue el primero en tensar el arco, Luzu hizo lo mismo tras posicionarse fuera del alcance de las flechas del pelirrojo. Rubius y Auron, espadas en mano, se prepararon para cargar en los costados. Todos a una y en completo silencio, auténticos héroes hermanados.

-¡¡Eh ratones!! ¿Vais a dispararme?

-¡Fargancius!

-¡Fargan cerdo que susto, tu madre!

-¡¡¿Tas bobo o qué?!! ¿¡Podías haber gritado que estabas aquí!?

-Puerco, nos has dado un susto de cojones.

-Estais muy tensos -su sonrisa de depredador destelló perfectamente en su rostro- Os he visto de milagro ratas. ¿Vosotros también habéis visto los fuegos artificiales no?

-Si, está claro que el Dios ha llegado a Karmaland. Tenemos que poner a la gente a salvo -Luzu aún no se relajaba, como el mayor de todos y más veterano, era el responsable del bienestar de todos ellos.

-De camino he visto a Merlon y a los guardias de Karmaland sacando a todo el mundo de Karmaland.

-Bueno, no es la primera vez, ya debe tener práctica -rió Lolito.

Rubius se movía nervioso, mirando por todos lados.

-Willy ¿No estaba contigo?

-Está en Karmaland. Quiere vernos a todos allí.

-¡¡¿Lo has dejado solo?!! ¡¡Fargan!! ¡¡¿En qué estabas pensando?!!

-¡¡Pero Luzu, si es Willy!!

-¡Eso da igual! -los ojos de Luzu se abrieron como platos al ver al oso salir corriendo disparado- ¡¡RABIS!!

-¡¿Por qué nadie le ha puesto una correa a ese gorrino?!

-¿No lo ha hecho ya Vegetta? -bromeó Lolito.

-Vamos, si algo le pasa a Rabis no quiero ni pensar en lo que nos hará Willy.

-¿Y Alexby? -la voz de Fargan sonó realmente preocupada.

Los chicos ya habían empezado a correr tras Rubius, pero Luzu se detuvo un momento.

-Tranquilo Fargancius. Está en casa de Rubius, sigue con los dispositivos y no está solo. Los lobos de Rabis están con él. Y Nieves. ¡Vamos!

Un escalofrío tensó su espina dorsal. Willy sospechaba de Nieves, y ahora Nieves estaba a solas con Alexby. Su alfa gruñó, sus puntiagudos dientes amenazaron con ojos iluminados de furia puestos en la isla flotante. Golpeó el aire con sus alas creando un sonido explosivo.

TENÍA QUE PROTEGER A SU OMEGA.

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