28: Sonríe
El odio no desaparece con la derrota, si no que lo acrecienta, cuanta más humillación se sufra más abono se vierte al huerto de la venganza. A su debido tiempo, las mentes malvadas florecen, y las perversas dan frutos. Ser expulsados de Karmaland, ser prácticamente aniquilados, no funcionó con ellos, las malas hierbas hay que arrancarlas de raíz, pues tienen la habilidad de resurgir, y cuando eso pasa, lo hacen de forma más virulenta, asfixiando todo a su alrededor. Si, porque el que lo pierde todo una vez, conoce el poder de las segundas oportunidades, y evitará dárselas a sus enemigos.
Relegados a una inmunda cueva, los Rapitorii saboreaban las gotas de la miel del triunfo que les iban cayendo en sus secos labios, todo iba bien. Ellos sabían que el mal tiene muchas caras y se mueve por muchos caminos, los esfuerzos de buscar aliados en todos los rostros y en todos los lugares, dio sus frutos el día que aquella bruja les habló de un ser con más hambre que ellos. Mawu.
Mawu era un dios caído en el olvido, porque fue un dios en otro tiempo generoso y bueno, nunca castigó a nadie y siempre ofreció lo que se le pidió sin necesidad de rogar, eso fue su final, pues terminó entregándose a sí mismo. Las mentes débiles sólo recuerdan los castigos y las avaras olvidan fácilmente quien les regala lo que creen merecer por derecho. Mawu así cayó en el olvido, y otros Dioses, más caóticos, más egoístas, tomaron su lugar, y donde Mawu fue olvidado, los dioses de Karmaland se alzaron en gloria.
Y entonces, la misma historia de siempre, la que nos enseña que hasta los corazones más puros y bondadosos, pueden corromperse, apretando los botones correctos.
El Cap Rapitorii observaba a tras luz de las antorchas un cristal invadido por la oscuridad.
-¿Así que esto es un dispositivo de los Dioses de Karmaland?
La figura de Nieves se hizo visible a través del cristal. Ella estaba frente a él, acababa de entregarle el cristal corrupto de Vegetta, y tras aquel cráneo con cuernos que cubría su rostro lleno de cicatrices, el Cap sonreía de oreja a oreja, porque tras la corrupción del primer dispositivo, el del líder de los héroes, caerían los restantes. El principio del fin estaba en sus manos, expuesto con la fragilidad de un simple cristal.
-Y con esto, ahora, los héroes pronto serán como todos los demás. Mortales. ¿Qué harán cuando se den cuenta? ¿Se esconderán como pollitos entre las plumas de mamá gallina? Espero que no -apretó con rabia en cristal en su palma- porque lo que más deseo es poder ver el terror en sus caras. ¿Que están haciendo nuestros apreciados héroes, querida sacerdotisa de Mawu?
Nieves miró al suelo, cohibida.
-Creo que... -su voz era dulce y débil, tímida- están juntos. Se preparan para un ataque y evitan quedarse solos.
El Cap la miró molesto.
-¿Eso es un problema para la segunda parte del plan? Mawu seguro está impaciente por recibir su pago por romper la conexión de los Dioses con sus héroes, y no debemos hacer esperar a Mawu.
-Puede... -se encogió con su timidez habitual- puede ser un problema. Si están juntos yo... yo no puedo.
-Si si ya, no puedes usar tus hechizos. No es tanto problema, ¿Solo hay que dividirlos? ¿No? Tu pequeño plan para culpar al líder de la Hermandad Oscura fracasó, me imagino, de lo contrario ya se habrían matado -Nieves agachó la cabeza- Bueno, tenemos algo mucho más dañino que una duda. Tú -señaló a un rapitorii que hacía guardia- Tráeme una cámara de fotos. Les daremos motivos para perder la cabeza.
Gota tras gota, la poción de debilidad caía sobre su espalda en un repiqueteo que empezaba a trastornarlo. Llevaba tanto tiempo con los brazos extendidos en cruz que el dolor de sus hombros tapaba el que sentía en su costilla rota, en las rodillas contra el suelo, y el que mataba su estómago de hambre. Se esforzaba en respirar bocanada tras bocanada de aire, evitando quedar inconsciente en un lugar así. Cualquier cosa que pudiera ver, oír o sentir, podría trabajar a su favor a la hora de huir, pero estaba siendo lo más insufrible de su vida y eso hacía que no pudiera pensar, ni en qué hacer si Nieves volvía a presentarse en la celda.
No había podido entender nada, Nieves era Nieves, y alguien que no fuera Rubius no la sacaría más de un monosílabo de los labios. Solo se había quedado ahí frente a él, haciendo algo que creia imposible, robarle el dispositivo divino, en cuanto la mujer de hielo sostuvo el cristal entre sus manos, este se tornó oscuro, la misma oscuridad que creyó ver en el rabillo de su ojo entrando en él y perforándole el cerebro con un dolor insufrible. Pero era Vegetta, apretó los dientes y no gritó, o eso fue lo que intentó al principio.
El sonido de la puerta abriéndose rompió al fin su monotonía, ya no sabía cuánto llevaba allí dentro, pero sí había contado bien, estaba al borde de comenzar su segundo día y aún no había comido. Pensó que rechazaría lo que fueran a ofrecerle, pero no hizo falta, porque nadie tenía intención de darle de comer, y eso solo hizo que su estómago se encogiera más. Un hombre con cresta y un blanco cráneo cornudo entró seguido de otro enmascarado que se quedó en la puerta.
-¿Qué tenemos aquí? El gran líder de los héroes de Karmaland, arrodillado y apaleado como un perro viejo y desechado.
Los ojos violetas se clavaron en él siguiéndolo con la mirada y una expresión furibunda, el de la cresta tuvo que agacharse para pasar las cadenas que le retenían los brazos y llegar a su espalda, le agarró del pelo y tiró bruscamente hacia atrás y a un lado, acercó su nariz al cuello de Vegetta y absorbió el aire a lo largo de la línea de su hombro y cuello. Vegetta no pudo evitar cerrar los ojos con fuerza conteniendo el asco. El líder de los rapiitori estalló a carcajadas que resonaron en toda la celda.
-Omega. Patético -arrastró la palabra- Pero interesante.
Al mismo tiempo que el Cap decía estas palabras se arrodilló tras el de ojos morados, pasando un brazo por su pecho en un abrazo con el que lo pegó a su cuerpo, acariciando uno de sus pezones jugando con el pelinegro.
-Estás muerto, cuando me suelte de aquí, tú y todos tus hombres estáis muertos, no va a quedar de vosotros ni el recuerdo.
-Oh qué valiente, ¿Tienes la cámara? -su hombre asintió enfocando a ambos con el objetivo- Asegúrate de sacarnos guapos.
El Cap acarició la nuca de Vegetta sin ningún cariño, deslizando toda la mano por su cuello hasta agarrarlo de la mandíbula con rudeza y tirar de su rostro a un lado, exponiendo su cuello, lo abrazó con más violencia, dejando clavados sus dedos en la carne del pelinegro, pellizcando dolorosamente su pezón.
El aliento sobre su cuello fue suficiente para hacerlo estremecer de terror, hubiera gritado, rogado que no lo hiciera, de no tener pánico puro ahogándolo, congelando su cuerpo de pies a cabeza.
-Sonríe.
Abrió la boca mostrando los colmillos sobre el cuello expuesto.
Uis...
30k de lecturas!! esto es amor y lo demás tonterías!! En la siguiente actualización ya hay cosicas incluidas sobre "el lore nuevo de última hora".
Hice una historia sad super corta para probar como era publicar en tt, y también la he subido aquí, es de mil palabras se lee en un suspiro por si queréis echar un ojo.
La encontrais en mi perfil ;)
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