
«Despertar»
—¿No hay más cabañas? —preguntó JiMin mirando alrededor con los brazos estirados a los lados de su cabeza sobre los tabloncillos de madera. A su lado, JungKook se dejaba dorar por las luces del sol con un par de espejuelos oscuros en su rostro.
—Es un área privada —respondió con tranquilidad. JungKook estiró los músculos apretados, flexionando los muslos en sus pantaloncillos cortos. JiMin sintió calentar sus venas—. Si las hay, están demasiado lejos para verlas.
JiMin ladeó el cuerpo, apoyando la cabeza sobre su mano y la pierna entre las de JungKook.
—¿Y sí pasara algo? ¿Qué haríamos? —JungKook miró en su dirección y bajó un poco las gafas.
—¿Correr? —mordió con una sonrisa. JiMin observó a su novio quedarse ligeramente perdido y en silencio por un par de segundos. Algo que solía suceder desde siempre y cada vez más seguido. JungKook pestañeó, suspiró y retomó su posición—. De todas formas nadie va a escuchar si gritamos, JiMin.
Una sonrisa engreída se plantó en el rostro de JungKook.
—Además, estás conmigo, ¿Qué podría salir mal?
JiMin se rio anonadado.
—Oh, mi caballero de brillante armadura —golpeó la frente de JungKook con el dedo índice y una sonrisa cariñosa—. Si serás tonto.
—Me amas —aseguró JungKook y JiMin sabía que no tenía caso negarlo. JungKook se había arrastrado bajo su piel y tomado posesión de sus venas. Era la sangre que bombeaba desde su corazón y eso tenía a JiMin muy asustado y totalmente borracho en partes iguales.
—Sí. Lo hago —dijo finalmente. JungKook acarició su rostro con dedos suaves.
—Yo igual, bebé.
JiMin suspiró, se levantó y caminó sobre el puente de madera del lago.
—Voy a nadar un rato.
—Ten cuidado.
—Un hombre puede pecar de imprudente, JungKook.
—No decías eso cuando te conocí.
JiMin se rio y lanzó al lago, nadando un poco y mirando el cielo. Los tonos naranjas comenzaban a apoderarse del horizonte y la tarde caía hermosamente creando sombras alrededor. JiMin suspiró, flotando con la mirada en el cielo disfrutando el momento. El sonrió y miró hacia un muy cómodo JungKook en la orilla, tomando los últimos rastros de sol.
Sus extremidades se movían continuamente al compás de sus párpados pesados y somnolencia. La humedad en su piel era más que bien recibida y empujaba a JiMin suavemente. Era un vaivén que adormilaba su cuerpo, relajando sus músculos.
—JiMin —el sonido era lejano y conocido, parecido a la voz de JungKook—. JiMin. ¡JiMin!
JiMin abrió los ojos y miró a la orilla, su rostro ladeado con la mejilla en el agua. Allí estaba JungKook, parecía algo desesperado, moviendo los brazos y gritando. JiMin frunció el ceño y miró alrededor, detectando algo diferente. Se había alejado, de alguna forma había llegado al centro del lago.
—¡JiMin!
JiMin dejó de flotar, listo para volver junto a JungKook, moviendo sus brazos y piernas. Él estaba nadando, moviéndose como siempre. Entonces, ¿por qué seguía en el mismo lugar?
—¡JiMin!
Él miró a la orilla una vez más, pero entonces su novio ya no estaba allí. El corazón de JiMin comenzó a latir con fuerza, su piel se erizó y un latigazo nervioso recorrió su cuerpo.
—JungKook...
El impacto llegó desde cualquier lugar, como fuera, JiMin no tuvo tiempo de registrarlo. Su cuerpo ya no se mantenía en la superficie, era como si de la nada pesará una barbaridad titánica, como si sus bolsillos estuviera llenos de cientos de piedras mientras él intentaba inútilmente no ser absorbido por las aguas.
JiMin movió las manos, las piernas y la cabeza estrepitosamente, totalmente desesperado; aguantando la respiración y siendo arropado por la masa húmeda y oscura. Su boca se abrió para gritar, pero en lugar de un sonido, el agua fría llenó sus pulmones y su cuerpo comenzó a temblar y a debilitarse.
El aire comenzó a escasear, con el pecho apretado, incómodo e imposibilitado, como si sus bolsas de aire hubieran sido tomadas de su cuerpo, ardiendo tal cual estuvieran siendo cocinadas a fuego lento. JiMin sentía que todo se volvía difuso y lejano. El miedo y la sensación de asfixia era todo lo que su cerebro era capaz de registrar. Mientras se hundía, su mente se llenó de terror y cada segundo parecía durar una eternidad. Su cuerpo se volvió cada vez más pesado y la presión del agua en sus oídos lo hizo sentir como si estuviera en una jaula. Cada sensación, cada pensamiento, cada emoción estaba magnificada por el terror que sentía al perder el aire y hundirse en el lago.
Lento, horrible y difícil. Así era, perdiendo poco a poco el sentido y el último soplo de aire que quedaba en sus pulmones, con el oxígeno bajando a cada segundo y su cerebro entrando en hipoxia.
¡JungKook!, gritó en su mente desesperada y perdida. ¡JungKook no quiero morir! ¡JungKook!
__________
Despertar fue la parte fácil, alejar el miedo y la sensación escalofriante de la muerte fue totalmente diferente.
JiMin se tocó el pecho, sintiendo los latidos acelerados y potentes de su corazón retumbando en la palma de su mano. Él incluso necesitó un segundo muy largo para recuperar el aliento antes de siquiera preocuparse por sus manos temblorosas.
—JiMin —la voz de JungKook lo golpeó desde la esquina. Él levantó la vista y encontró al hombre castaño mirándolo totalmente extrañado. No había puente, ni lago. Era solo él en la habitación, desnudo entre las sábanas—. Cariño. ¿Por qué lloras?
¿Llorar? JiMin tocó sus mejillas con la punta de los dedos, solo entonces notando la humedad en ellas.
JungKook se acercó y JiMin no lo pensó dos veces para aferrarse a su espalda ancha y enterrar el rostro en su pecho.
Dios, eso había sido horrible.
Morir ahogado era uno de los mayores miedo de JiMin. Ni siquiera sabía de dónde provenía, pero él siempre había estado seguro que era una horrible forma de morir y ahora lo había comprobado. Todo se había sentido tan malditamente real.
El frío, la humedad, la sensación de asfixia. Era como si una fogata se incendiara en su aparato respiratorio y fuera todo lo que quedara en el lugar.
—Está bien —susurró JungKook, golpeando suavemente en su espalda y abrazado su cuerpo. JiMin temblaba como un niño y no lograba calmarse en absoluto—. Estoy aquí.
—JungKook.
—Aquí estoy.
Pero la angustia de JiMin no disminuyó hasta pasada una hora. Era como si su mente y cuerpo estuvieran paralizados por el miedo, uno profundo y retorcido en sus entrañas. Casi como si siempre hubiera vivido allí y recién estuviera despertando.
Una vez JiMin pudo respirar correctamente y dejar de temblar, él se levantó de la cama y caminó hacia el baño.
—JiMin, ¿Qué...? —La voz de JungKook parecía alarmada, mirando todo el cuerpo desnudo de JiMin como si algo muy malo estuviera pasado—. ¿Qué demonios?
JiMin lo miró sin entender, siendo empujado hacia un espejo empotrado en la pared. Su cuerpo era una masa blanca decorada con moretones repartidos estratégicamente, casi como si fuera un oleo salpicado de pintura.
—¿Qué...? —se miró, giró y pestañeó como si así todo pudiera desaparecer. Pero no, ahí estaban y dolían al tacto—. Yo...yo no sé.
—Eso no estaba ahí cuando llegamos —dijo JungKook, su mirada destilaba conmoción, incluso si su postura parecía rebosante de tranquilidad—. Tengo un botiquín en el auto. Lo traeré para ti. Debe haber algún analgésico que puedas tomar. Dejé un par de sandwiches en la cocina. Come algo en lo que regreso.
JiMin asintió, demasiado perdido en la imagen de sí mismo en el espejo para decir algo mínimamente coherente. Sintiendo los pasos apresurados de JungKook hacia la salida.
JiMin se pasó las manos por el rostro y el cabello. Alejándose del espejo. Envolvió su cuerpo en un pantalón de chandal y salió de la habitación. En la mesa había un plato con dos sandwiches y un vaso de jugo. JungKook no demoraría mucho y él no debía tomar los medicamentos con el estómago vacío. Así que lo hizo.
Él tomó un par de bocados, nervioso y algo incómodo, como si las sensaciones anteriores no lograrán desprenderse de su piel y las contusiones solo lograrán empeorar. Quizás se golpeó mientras pensaba ahogarse, creyendo que estaba luchando por su vida en ese horrible sueño.
No, una total pesadilla.
Como fuera, tal cosa no era recurrente y JiMin podría asegurar que tampoco normal. Él intentó dejarlo ir, beber su jugo y esperar por JungKook, pero entonces los minutos pasaron y su novio no regresaba.
La tarde cayó y JiMin salió al sendero, encontrando solo un interminable caminar y rastro alguno de JungKook. Él regresó a la cabaña, fue a la habitación y se masajeo la sienes. Quizás JungKook había ido a comprar algo, pero es que la tienda más cercana estaba a... ni siquiera lo recordaba.
JiMin decidió tomar un baño, él se desvistió y pasó delante del espejo una vez más, de corrido y necesitando retroceder con urgencia para comprobar lo que creía haber visto. Dió un paso hacia adelante, retrocedió y repitió el proceso. Las contusiones ya no estaban. Su piel era tan pálida y lisa como siempre, como si esos feos moretones nunca hubieran existido.
—Necesito dormir —susurró corriendo al cuarto de baño para tomar una ducha—. Y vino. Sí, todo eso junto suena muy bien.
JiMin se tomó toda una botella de vino totalmente devorado por los nervios y una creciente ansiedad con nombre y apellido, cayendo totalmente rendido ante el sueño, pero su hombre hermoso de cabellos castaños y ojos onix nunca regresó.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro