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Las luces de neón iluminaban el burdel en tonos rojos y violetas, una atmósfera cargada de deseo flotaba en el aire espeso de perfume y alcohol. Felix estaba sentado en una mesa apartada, rodeado de sombras, pero sus ojos seguían fijos en el centro de la pista, donde los cuerpos se movían al ritmo de la música. Un susurro de excitación recorría su cuerpo, pero no era por la multitud ni por los movimientos sensuales que se desplegaban ante él. No. Era por él.

Hyunjin. El hombre que parecía haber salido de la fantasía de cualquier persona que osara soñar con lo prohibido. Mayor, más experimentado, pero con una presencia tan imponente que era imposible ignorarlo. Felix lo observaba desde su rincón, incapaz de apartar la mirada de sus ojos oscuros, profundos y calculadores. Cada vez que esos ojos se cruzaban con los de Felix, una corriente de electricidad recorría su piel, erizándola, despertando deseos que ni él sabía que poseía.

Felix sabía que su deseo por hombres mayores no era algo común para alguien de su edad. A los 18 años, aún era considerado "un niño" en este mundo, pero algo en su interior, algo más profundo que la mera curiosidad, lo impulsaba a acercarse a lo que normalmente era tabú. Y aquí, en este burdel, lo que era un deseo oculto, se sentía más real que nunca.

Su corazón latía con fuerza cuando, finalmente, Hyunjin dejó de lado a su última compañía y caminó con paso firme hacia la mesa donde Felix estaba sentado. Cada movimiento de su cuerpo era un desafío, como si estuviera consciente de la manera en que los ojos de Felix lo seguían, como si supiera lo que él deseaba, lo que no podía vocalizar.

-¿Te molesta si me siento? -preguntó Hyunjin, su voz baja, suave, pero con un tono tan autoritario que hizo que Felix se sintiera atrapado, como si no pudiera hacer más que asentir.

Felix tragó saliva, incapaz de responder de inmediato. Por un segundo, pensó que tal vez se estaba acercando demasiado, que tal vez él solo estaba jugando, pero esa idea se desvaneció tan rápido como llegó, cuando Hyunjin se sentó a su lado, acercándose más de lo que Felix pensó posible.

-¿Qué te trae por aquí, pequeño? -dijo Hyunjin, sus ojos escaneando el rostro de Felix con una mezcla de curiosidad y algo más, algo peligroso. Felix sintió como si fuera una presa.

La palabra "pequeño" le provocó un escalofrío. Hyunjin sabía lo que quería, lo que buscaba en este lugar. Y eso lo encendió aún más.

Felix se recargó en el respaldo de la silla, sintiendo el peso de la mirada de Hyunjin sobre él. Había algo en el aire entre ellos, algo que parecía estar a punto de estallar.

-No soy tan pequeño -respondió Felix, sus palabras llenas de desafío, pero su voz temblorosa delataba el deseo que intentaba ocultar.

Hyunjin soltó una pequeña risa. Era un sonido suave, pero cargado de un poder que hacía que Felix se sintiera aún más vulnerable.

-¿De verdad? -Hyunjin inclinó su cabeza ligeramente hacia un lado, dejando que su mirada descendiera por el cuello de Felix, el pecho, hasta sus manos. Los dedos de Felix se apretaron sobre la mesa, buscando algo en qué sostenerse mientras esa presencia lo envolvía como una niebla espesa.

-Eres joven, sí, pero en esos ojos veo algo más. ¿Sabes lo que quiero? -su susurro llegó directo a los oídos de Felix, como un hechizo que no podía romperse.

Felix respiró hondo, sin poder apartar la mirada de los labios de Hyunjin. La distancia entre ellos era mínima ahora. Tan cercana, que podía sentir el calor de su cuerpo, el aroma a hombre, a poder.

-¿Qué quieres? -preguntó finalmente, su voz ronca, casi inaudible.

Hyunjin se inclinó hacia él, sus labios rozando la oreja de Felix con una suavidad que hizo que todo su cuerpo se tensara.

-Quiero que dejes de hacerte preguntas, y simplemente me sigas. -El aliento de Hyunjin sobre su piel era un toque helado, un contraste con el calor que se acumulaba dentro de Felix. Y lo peor, o lo mejor, era que Felix quería seguirlo. Quería perderse en ese hombre mayor, en esa tentación.

Hyunjin se apartó apenas un centímetro, pero la intensidad de su mirada no disminuyó. No. Felix podía sentir el poder de ese hombre, cómo lo dominaba sin mover un dedo, solo con su presencia.

-Vamos a dar un paseo. -La voz de Hyunjin era clara y firme, como si ya lo supiera: Felix no podía negarse.

Felix no dijo nada. Simplemente asintió y se levantó, siguiendo a Hyunjin hasta la parte más privada del burdel. Cada paso que daba era como un latido más de su corazón, cada uno más fuerte, más impaciente. El deseo lo consumía, y sabía que no iba a poder detenerse.

Cuando llegaron a una habitación privada, el aire cambió. Había una especie de silencio pesado, una quietud llena de promesas no dichas. Felix lo miró, y vio la expectación en los ojos de Hyunjin. Esa mirada no era de simple curiosidad. Era una invitación, pero también un reto.

Un reto que Felix no pensaba rechazar.

-Desnúdate -dijo Hyunjin con voz grave.

Felix no titubeó. Sabía lo que quería, y no iba a retroceder. En ese momento, la diferencia de edad, el secreto, todo se desvaneció. Lo único que quedaba era él y ese hombre que sabía exactamente lo que quería hacer con él. Y Felix, por primera vez en su vida, estaba dispuesto a entregarse.

La habitación privada estaba impregnada con un aire pesado, el sonido lejano de la música en el burdel ya no llegaba, solo quedaba el suave murmullo de sus respiraciones. La puerta cerrada, las luces apagadas, y la tenue luz roja que se filtraba a través de las rendijas de la cortina. El calor era palpable. Pero, lo más caliente de todo, era la presencia de Hyunjin, que estaba frente a él, observándolo con esos ojos intensos que lo desnudaban más allá de lo físico.

Felix se deshizo lentamente de su camisa, su cuerpo temblando ligeramente, pero no de frío. El ardor que sentía lo envolvía desde adentro, como si la misma habitación fuera un horno y él estuviera a punto de derretirse bajo la mirada de Hyunjin. Cuando la tela cayó al suelo, una sensación de vulnerabilidad lo invadió. Pero no miedo. Solo deseo.

Hyunjin no se movió, solo lo observó con un leve brillo en los ojos. Cada músculo de Felix, cada movimiento, era estudiado por él con una fascinación insana. En esa mirada había algo salvaje, algo que no se podía explicar, pero Felix no intentaba comprenderlo. Estaba dispuesto a entregarse sin más.

-Ven aquí. -La voz demandante de Hyunjin era tan baja, tan grave, que Felix sintió un escalofrío recorrerle la columna. La orden resonaba en su mente, y en sus pies, como un imán que lo atraía hacia el mayor.

Sin pensarlo dos veces, Felix se acercó, dando un paso tras otro hasta quedar frente a él. La diferencia de altura entre ambos lo hacía sentirse pequeño, pero era una sensación deliciosa, como si él fuera el que tenía todo el control, aunque no lo dijera en voz alta.

-¿Sabes lo que haces conmigo? -preguntó Hyunjin, sus labios tan cerca del oído de Felix que pudo sentir su aliento caliente acariciando su piel. Felix cerró los ojos, sintiendo el poder de esas palabras.

-Sí... -murmuró Felix, su voz ronca, a penas un susurro. Lo sabía. Había algo en él, en su juventud, en su audacia, que no podía ignorarse. Algo que lo impulsaba a querer más, algo que lo hacía sentir vivo de una forma que nunca antes había experimentado.

-Tú no sabes lo que quiero. -La sonrisa de Hyunjin era peligrosa. Sus manos, firmes y decididas, tomaron el rostro de Felix, llevándolo hacia su boca. Y cuando sus labios se encontraron, la electricidad que recorrió el cuerpo de Felix fue pura lujuria, algo crudo y animal que lo dejó sin aliento. No había dulzura en ese beso. No era suave ni tierno. Era posesivo, demandante, como si Hyunjin reclamara lo que le pertenecía.

Felix respondió con la misma intensidad. Lo quería. Lo deseaba. La diferencia de edad ya no importaba, lo que importaba era lo que ambos sabían que podía suceder en esa habitación. Los movimientos de Felix eran impulsivos, pero eran respuestas de un cuerpo que ya no podía contenerse.

-Eres tan joven... -Hyunjin se apartó un poco, sus ojos escudriñando el rostro de Felix, buscando algo en él.

-Pero quiero más. ¿Te atreves?

Felix asintió, su respiración pesada, su cuerpo tenso de anticipación. No había vuelta atrás. No quería que la hubiera. El deseo lo consumía, y lo único que podía hacer era seguirlo, entregarse por completo.

Hyunjin lo empujó suavemente, pero con suficiente fuerza como para que Felix tropezara ligeramente y cayera sobre la cama. La cama, el lugar donde todo lo prohibido tomaría forma. El lugar donde se desdibujarían las líneas entre lo que estaba bien y lo que no.

Felix no tenía tiempo de pensar. No quería pensar. Sus ojos se abrieron solo un segundo antes de que Hyunjin se subiera encima de él, dominando su cuerpo, sujetando sus muñecas por encima de su cabeza con una mano, mientras la otra recorría su torso desnudo. Felix podía sentir la fuerza de su agarre, la seguridad con la que lo sujetaba, como si fuera suyo. Y, de alguna manera, lo era. En ese momento, Felix era completamente suyo.

-Dime, ¿quieres esto? -Hyunjin susurró, sus labios cerca del cuello de Felix, enviando un calor abrasante por todo su cuerpo.

-S-sí ngh... quiero m-más mhh... -Felix apenas pudo decir, pero esas palabras fueron suficientes. El deseo en su voz, la manera en que se entregaba, fue todo lo que Hyunjin necesitaba para continuar.

En un solo movimiento, Hyunjin bajó a besarle el pecho, luego su abdomen, cada caricia, cada toque, hacía que Felix se estremeciera, y sus gemidos salieran involuntarios, apenas controlados. Estaba tan excitado, tan lleno de deseo por ese hombre, que no podía contenerse. Las manos de Hyunjin eran firmes, decididas, un contraste con la fragilidad de Felix, que aún no había probado todo lo que este mundo tenía para ofrecer.

Y cuando, finalmente, los dedos de Hyunjin rozaron la piel de Felix en el lugar más sensible de su cuerpo, Felix soltó un grito ahogado, su cuerpo saltó, y la electricidad lo recorrió de pies a cabeza.

-Esto es solo el principio, pequeño. -La voz de Hyunjin, baja y peligrosa, hizo que el estómago de Felix se revolviera de anticipación.

Era demasiado tarde para arrepentirse. Felix estaba perdido en ese hombre, en ese deseo que lo consumía. Y aunque sus mentes sabían que esto era lo prohibido, lo único que podía pensar era que quería más, mucho más.

El aire en la habitación era espeso, cargado de una necesidad salvaje que no daba tregua. Felix estaba completamente atrapado por las manos de Hyunjin, quien lo observaba con una mirada que era a la vez de posesión y de deseo. La cama, su refugio y su perdición, se había convertido en el escenario de su encuentro más prohibido y excitante. Felix, aún respirando entrecortadamente, levantó la vista y vio a Hyunjin inclinado sobre él, con una sonrisa que desbordaba poder y control.

-Eres tan... fácil de romper. -La voz de Hyunjin era baja, como un susurro que recorría el cuerpo de Felix, haciéndolo estremecer. Hyunjin lo tocó de nuevo, con la suavidad de una pluma, pero con la fuerza de un hombre que sabía lo que quería.

Felix, aunque consciente de su juventud y de lo que implicaba esta experiencia, no podía evitar dejarse llevar. Su cuerpo reaccionaba de manera instintiva, un deseo primordial que solo parecía intensificarse bajo la mirada y el toque de Hyunjin. Y lo peor, o lo mejor, era que él lo quería. Todo lo que el hombre mayor le ofrecía, lo deseaba con una pasión avasallante.

-¿Te atreves a ir más allá? -preguntó Hyunjin, su tono desafiante, como si quisiera probar los límites de Felix, como si deseara ver hasta dónde podía llevarlo.

Felix lo miró, desafiando su propia necesidad. No estaba dispuesto a retroceder, no con Hyunjin tan cerca. A pesar de lo que el mundo pudiera pensar, en ese momento, todo lo que importaba era el calor que lo envolvía, la presión de su cuerpo sobre el suyo, la necesidad que sentía por lo prohibido.

-Sí. -La palabra salió de sus labios sin pensarlo. Sí, porque ya no podía resistir más. Porque no quería resistir. Quería perderse en la sensación de ser completamente suyo, de ser devorado por el hombre que lo desnudaba no solo físicamente, sino también emocionalmente.

Hyunjin sonrió con una mezcla de satisfacción y diversión, como si supiera lo que Félix necesitaba antes de que él mismo lo comprendiera.

-Estás jugando con fuego, pequeño. -Hyunjin se inclinó sobre él, besándolo de nuevo, pero esta vez más profundo, más exigente. La lengua de Hyunjin encontró la de Felix en un baile desesperado de lujuria, mientras sus manos recorrían su cuerpo con una confianza inquebrantable.

Felix se arqueó bajo él, su cuerpo buscando el contacto, la sensación que ya no podía controlar. Cada toque de Hyunjin lo enviaba más allá de los límites de lo que pensaba que podía soportar. Pero no se detuvo. Al contrario, quiso más.

La ropa de ambos cayó al suelo sin ceremonias, y Felix se sintió vulnerable, completamente expuesto, pero a la vez, nunca se había sentido tan vivo. Tan necesitado. La diferencia de edad ya no importaba. Lo único que importaba era el momento, la conexión que se estaba formando entre ambos, tan física como emocional.

-Deja de pensar, Felix, y solo siente. -La orden de Hyunjin fue clara y decisiva, y fue lo último que Felix necesitaba para dejar de dudar, para dejarse llevar completamente.

Sus manos, que hasta entonces temblaban de anticipación, se movieron con decisión sobre el cuerpo de Hyunjin. Su piel caliente, su abdomen marcado, sus músculos tensos al contacto de sus dedos. Cada centímetro de él despertaba algo primal en Felix, algo que no podía ignorar, y menos con Hyunjin tan cerca, tan imponente.

Hyunjin lo miró fijamente, observando cada movimiento de Felix, saboreando su entrega. Sabía que el joven frente a él estaba a punto de caer. Pero eso no era suficiente. No cuando él mismo tenía el control.

-Mírame. -La orden fue cortante, como una orden de posesividad. Felix levantó la mirada, sus ojos encontrándose con los de Hyunjin, que brillaban con una intensidad peligrosa.

-Vas a ser mío, Felix. -La promesa que salió de sus labios era tanto una amenaza como una invitación. Una invitación a un mundo donde la pasión no tenía reglas, donde todo se desmoronaba ante el deseo.

Felix lo deseaba más que nunca. Cada palabra de Hyunjin le quemaba la piel, y cada toque lo empujaba más y más hacia el abismo de la lujuria. Cuando los dedos de Hyunjin finalmente lo tocó en el lugar exacto, Felix soltó un gemido ahogado, su cuerpo reaccionando sin control. Era como si todo se estuviera incendiando por dentro, una ola de calor que no podía detener.

-Voy a hacerte mío, como nunca lo has sido. -Hyunjin lo dijo con tal firmeza que Felix no pudo hacer otra cosa que cerrar los ojos, sumirse en la sensación de ser completamente devorado, ser consumido por él.

El cuerpo de Felix se arqueó hacia adelante, sus manos buscando a Hyunjin, aferrándose a él como si fuera la única forma de no perderse por completo en ese mar de deseo. Pero no quería salvarse. No quería que lo detuvieran.

La relación entre ellos, tan desigual en apariencia, era más que una simple diferencia de edad. Era una lucha de poder, una batalla donde el deseo se convertía en el único vencedor. Felix se entregó a esa batalla con todo lo que tenía, porque sabía que no había vuelta atrás. La tentación había ganado, y él había cruzado la línea.

El aire en la habitación se había vuelto espeso, cargado de una electricidad palpable que envolvía todo. Felix estaba completamente absorto en la presencia de Hyunjin, su cuerpo marcado por el deseo, y su mente perdida en la oscuridad de lo prohibido. Cada toque de Hyunjin, cada palabra susurrada al oído, lo hacía sentirse más atrapado, más ansioso por más.

¿Era esto lo que quería? En su interior, sabía que no había vuelta atrás. Pero la necesidad de este hombre, de su control absoluto, era demasiado fuerte. Era algo que no podía ni quería resistir.

Hyunjin lo miraba fijamente, sus ojos llenos de una mezcla de poder y deseo. La distancia entre ellos era mínima, pero era como si el mundo entero estuviera en pausa, solo existiendo el uno para el otro. Felix podía sentir su respiración acelerada, sus pulsos desbocados. Y lo peor, o lo mejor, era que cada vez que sus cuerpos se rozaban, su deseo solo aumentaba.

-No vas a poder vivir sin esto. -La voz de Hyunjin resonó en sus oídos como un hechizo, una promesa oscura que lo atravesó como una corriente eléctrica.

Felix no sabía si lo decía en serio o si era solo una provocación más. Lo que sí sabía era que quería más. Cada segundo con Hyunjin lo acercaba a algo más grande, algo que no podía controlar, pero que deseaba con una urgencia inquietante.

Con un movimiento rápido, Hyunjin lo empujó hacia la cama nuevamente. Su fuerza era tan intensa, tan dominadora, que Felix ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar antes de quedar bajo su cuerpo, atrapado, completamente a su merced. Pero en ese instante, no hubo miedo, solo un deseo tan profundo que lo hizo olvidarse de todo lo demás.

Hyunjin, observando la expresión de Felix, sonrió, sabiendo que el joven estaba completamente bajo su control. Le gustaba ver esa lucha interna en él, esa mezcla de placer y confusión. Felix era su juguete ahora, y él disfrutaba cada segundo.

-Quiero que me digas lo que deseas. -La voz de Hyunjin era firme, pero también un susurro suave. Felix, respirando pesadamente, apenas podía formar palabras.

-Tú... t-te d-deseo a t-ti... H-hyunjin mmh-Solo dijo eso, su voz quebrada, su cuerpo temblando de anticipación.

Era todo lo que necesitaba decir. Hyunjin sonrió de nuevo, satisfecho con la respuesta. Pero sabía que la verdadera prueba estaba por venir. Esto no era solo sexo. Esto era poder.

Hyunjin comenzó a moverse lentamente, dejando que Felix se acostumbrara a la presión de su cuerpo sobre el suyo. Cada roce, cada contacto, era una llama encendida en sus venas. Felix podía sentir cómo el deseo crecía en su interior, cómo se llenaba de una necesidad profunda de ser consumido por él, de entregarse por completo.

La mirada de Hyunjin nunca se apartó de la de Felix. Cada pequeño gemido que salía de sus labios, cada movimiento que hacía para acercarse más, le decía que estaba ganando. Que lo tenía. Felix cerró los ojos, dejando que sus sentidos se inundaran de esa intensidad, de ese deseo sin límite. No importaba cuán joven fuera. No importaba la diferencia de edad. Lo único que importaba era lo que estaba ocurriendo entre ellos.

Felix comenzó a moverse al ritmo de Hyunjin, siguiendo sus movimientos, buscando más de lo que ya le daba. No le bastaba con el toque, con la mirada. Quería más, necesitaba más. La fricción de sus cuerpos se convirtió en un vaivén hipnótico, tan sensual como peligroso. Ambos estaban completamente perdidos en la lujuria, y cada segundo más intenso que pasaba les robaba el aliento en jadeos y gemidos.

-Estás completamente a mi merced, Felix. -Hyunjin susurró, su voz cargada de deseo y control. -No tienes idea de lo que voy a hacer contigo.- jadeo roncamente.

Felix, temblando bajo él, no pudo evitar sonreír, porque sabía que las palabras de Hyunjin no eran solo amenazas. Era una promesa. Algo que lo haría perder el control de manera absoluta.

La habitación se llenó de un eco de gemidos y susurros, una melodía de deseo que no podía ser ignorada. El cuerpo de Felix se arqueaba, buscando más de la cálida presión de Hyunjin. El hombre mayor, con su fuerza y experiencia, dominaba el momento. Y Felix lo deseaba. Deseaba que ese control nunca terminara.

-Dime, Felix. ¿Te arrepientes de esto? -preguntó Hyunjin, su rostro tan cerca que casi podían olerse el uno al otro.

Felix respiró profundamente, su mente tan perdida que no podía pensar con claridad. La pregunta no necesitaba respuesta, porque lo sabía con certeza. No. No se arrepentía.

-N-no, n-nunca... ngh...-Fue lo único que pudo decir, y fue suficiente.

Hyunjin, satisfecho, lo miró con un destello en los ojos. Sabía que Felix ya no era el mismo. Sabía que había cruzado un límite irreversible, uno del que no podía regresar.

En ese momento, los dos se encontraron en un clímax de deseo tan fuerte que los envolvió por completo, dejando que el mundo exterior desapareciera. Sólo quedaban ellos, sus cuerpos entrelazados, sus respiraciones entrecortadas, sus mentes desbordadas por la lujuria. Y aunque Felix sabía que no había vuelta atrás, algo en su interior lo impulsaba a seguir.

La luz de la mañana comenzó a filtrarse por las cortinas, tiñendo la habitación con un suave tono dorado. Felix despertó, desorientado, aún sintiendo el latido de su corazón acelerado en su pecho. El peso de la noche anterior seguía presente, pero ahora era diferente. No se trataba solo del deseo físico, sino de algo más profundo que comenzaba a formarse dentro de él. Algo que no podía entender, pero que tampoco quería rechazar.

Hyunjin, sin embargo, estaba despierto desde mucho antes. Observaba a Felix con una mirada que no se podía leer con facilidad. Había algo en su forma de mirar, como si estuviera evaluando a Felix, midiendo cada uno de sus movimientos, cada cambio en su expresión.

-Buenos días, pequeño. -La voz de Hyunjin era suave, casi una caricia, pero al mismo tiempo cargada de una tensión palpable. Felix, todavía acostado, lo miró sin decir nada al principio. Había tantas preguntas en su mente, tantas emociones contradictorias, pero en lugar de hablar, se quedó en silencio, observando a Hyunjin.

-¿Aún te preguntas si esto tiene algún sentido? -preguntó Hyunjin, rompiendo el silencio con una pregunta que lo hizo estremecer. Felix lo miró directamente a los ojos, buscando alguna pista, alguna respuesta en su rostro, pero todo lo que vio fue una calma inquietante.

-No lo sé. -La respuesta salió de sus labios sin pensarlo. Realmente no lo sabía. El deseo era claro, pero la confusión también lo era. ¿Qué había pasado entre ellos? ¿Era solo lujuria o había algo más? Felix no estaba seguro, pero algo le decía que no podía escapar de lo que había comenzado. Y, sin embargo, una parte de él quería.

Hyunjin sonrió levemente, como si ya supiera la respuesta. Su presencia era absorbente, casi hipnótica, y Felix no podía evitar sentirse como si estuviera siendo arrastrado por una corriente que no podía controlar.

-Es normal no entenderlo al principio, Felix. -Hyunjin se inclinó hacia él, con una suavidad que contrastaba con la intensidad de la noche anterior. -Pero todo esto tiene un propósito. Todo lo que haces ahora, todas tus decisiones, te llevarán a algo más grande.

Felix frunció el ceño, sintiendo un nudo en el estómago. No le gustaba esa sensación de estar siendo manipulado, pero, a la vez, había algo en las palabras de Hyunjin que lo atraía. ¿A algo más grande? ¿A qué se refería exactamente?

-No soy solo un juego para ti, ¿verdad? -preguntó Felix, buscando una respuesta sincera. Sabía que esto podía cambiar la dinámica entre ellos, pero necesitaba saber la verdad.

Hyunjin lo miró durante un largo momento, como si estuviera evaluando sus palabras antes de responder. Finalmente, suspiró.

-No. No eres un juego, Felix. Eres mucho más que eso. -La sinceridad en su voz sorprendió a Felix, pero también lo confundió aún más. ¿Qué quería decir con eso? ¿Por qué lo estaba diciendo ahora, después de todo lo que había ocurrido entre ellos?

-Entonces, ¿qué es esto? ¿Qué somos? -Felix apenas podía encontrar las palabras adecuadas. Su mente estaba llena de dudas y deseos no resueltos, y, sin embargo, estaba atrapado en un torbellino de emociones que no podía comprender completamente.

Hyunjin se reclinó en la cama, como si estuviera disfrutando de cada momento de esta conversación, como si estuviera esperando esta pregunta.

-Somos lo que tú decidas que seamos, Felix. -dijo con una calma inquietante. -Eres libre de elegir, pero hay algo que debes entender: cada elección trae sus consecuencias.

Felix se quedó en silencio, procesando esas palabras. ¿Consecuencias? ¿A qué se refería exactamente? ¿Qué tipo de decisiones tenía que tomar ahora? El miedo al desconocido y la emoción de lo que podría estar por venir se mezclaban en su interior.

El tiempo pasó lentamente entre ellos, y aunque ambos sabían que algo había cambiado, no había respuestas claras. Felix se levantó de la cama, sintiendo el peso de la situación más que nunca. Sabía que lo que había comenzado en esa habitación no era algo que pudiera fácilmente dejar atrás, pero ¿era algo que quería seguir?

Hyunjin se incorporó, acercándose lentamente a él. No dijo nada, pero su presencia era abrumadora, casi como si pudiera leer los pensamientos más profundos de Felix.

-No te apresures a tomar decisiones. -dijo Hyunjin finalmente, como si leyera la confusión de Felix. -Déjate llevar un poco más. Solo sigue el camino, Felix. Te llevaré a donde necesitas estar.

Felix sintió que sus palabras le quemaban en la piel. Era como si hubiera una fuerza que lo atraía hacia Hyunjin, una fuerza que no podía negar. Pero a la vez, no podía dejar de preguntarse si estaba perdiendo algo importante de sí mismo en el proceso.

-Lo pensaré. -dijo finalmente, su voz un susurro de duda, pero también de aceptación. En ese momento, Felix no sabía qué quería, pero sí sabía algo: esto no se iba a acabar pronto.

El sol comenzaba a esconderse, dando paso a una noche fresca y silenciosa. Felix estaba sentado en el borde de la cama, mirando por la ventana, perdido en sus pensamientos. La confusión que sentía no era algo nuevo, pero en los últimos días había aumentado, tomándole por completo. No podía dejar de pensar en las palabras de Hyunjin, en la forma en que sus encuentros se habían convertido en algo que no podía definir, algo que no podía controlar.

¿Qué era lo que realmente quería?

Desde que Hyunjin había entrado en su vida, todo había cambiado. Sus pensamientos, sus deseos, incluso su percepción de sí mismo. Cada momento a su lado lo hacía sentir más intensamente, como si estuviera caminando por una cuerda floja, entre el deseo y el miedo a perderse a sí mismo.

La puerta se abrió con un suave crujido, y Felix levantó la mirada, viendo a Hyunjin entrar en la habitación con su característico aire de calma. No había nada que indicara que algo fuera diferente, pero Felix podía sentirlo: la tensión entre ellos había crecido.

Hyunjin cerró la puerta con cuidado, y luego se acercó a Felix con esa misma presencia dominante que siempre lo envolvía. No era solo su físico lo que imponía, sino la forma en que cada movimiento suyo parecía tener un propósito, como si todo lo que hacía estuviera calculado, medido. Felix sintió un estremecimiento recorrer su columna, una mezcla de atracción y una pequeña dosis de temor.

-¿Estás pensando en lo que hablamos? -La voz de Hyunjin, baja y suave, hizo que Felix se tensara un poco más.

Felix asintió, sin poder encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que sentía. No era solo la relación entre ellos lo que le confundía, sino también su propio corazón. ¿Estaba preparado para lo que venía? ¿Estaba preparado para entregarse por completo?

-Sí. -respondió, su voz apenas un susurro. -Pero no sé si entiendo completamente lo que está pasando.

Hyunjin se detuvo frente a él, observando su rostro con esa mirada penetrante. Durante unos segundos, la habitación se llenó de un silencio profundo, solo interrumpido por el leve sonido de la respiración de ambos. Felix sentía cómo la presión aumentaba, pero también sabía que era inevitable. Este momento, esta conversación, tenía que suceder.

-Lo que está pasando, Felix, es que estás aprendiendo lo que significa dejar ir. -dijo Hyunjin, sus ojos brillando con un toque de intensidad que Felix nunca había visto antes. -Dejar ir el control, dejar ir tus dudas, tus miedos. Dejarte llevar.

Felix tragó saliva, sintiendo cómo la tensión se acumulaba dentro de él. ¿Dejarse llevar? Esa era la parte que más le costaba. Había pasado su vida tratando de tener el control sobre su entorno, sobre lo que ocurría a su alrededor. Pero ahora, con Hyunjin, todo parecía fuera de su alcance.

-Es difícil. -confesó, sin apartar la mirada. -No sé si puedo.

Hyunjin sonrió de una manera que era tan enigmática como tentadora. Se inclinó ligeramente hacia adelante, y Felix sintió la cercanía de su cuerpo, esa presión sutil que lo hacía sentirse más vulnerable, pero también más ansioso.

-Es completamente natural. -Hyunjin le dio un suave toque en el hombro, un gesto casual, pero con una carga de significado. -Nadie puede dejar ir todo de inmediato. Pero lo que te ofrezco es espacio para hacerlo. Un espacio en el que no necesitas tener miedo.

Felix miró sus ojos, buscando algo que lo anclara a la realidad. Sabía que Hyunjin estaba jugando con él, pero también entendía que no todo era un juego para el mayor. Había algo más, algo profundo que estaba comenzando a entender, pero todavía no sabía cómo aceptarlo por completo.

-¿Y qué pasa si no quiero dejar ir todo? -preguntó Felix, más por la necesidad de poner a prueba a Hyunjin que por genuino deseo de entender.

Hyunjin mantuvo su mirada fija en él, sin apartar los ojos ni un solo segundo.

-Entonces no tienes que hacerlo. -respondió con una serenidad que desconcertó a Felix. -Solo tienes que dejar ir lo que te pesa. Lo que te impide avanzar.

Las palabras de Hyunjin resonaron en su mente como un eco. ¿Lo que le pesaba? Felix cerró los ojos por un momento, sintiendo cómo los recuerdos y las dudas regresaban a su mente. Había cosas de su pasado que aún no podía dejar atrás, secretos, miedos... pero ¿realmente quería seguir arrastrándolos?

Cuando abrió los ojos, vio a Hyunjin aún mirándolo, y por alguna razón, supo que este hombre, de alguna manera, tenía la respuesta a todo. O al menos, las preguntas que no podía siquiera formular.

Felix respiró hondo, sintiendo cómo el peso de la conversación se desvanecía ligeramente.

-Entonces... ¿qué pasa ahora? -preguntó, sintiendo una extraña calma envolverlo.

Hyunjin dio un paso hacia él, acercándose aún más. La habitación, una vez más, se llenó de esa tensión que no podía ignorarse. Pero ahora, Felix no sentía tanto miedo. Había algo en su interior que comenzaba a aceptar, a comprender. Quizás no todo se trataba de control. Quizás la verdadera fuerza estaba en la vulnerabilidad.

-Ahora... -Hyunjin se agachó hasta quedar a la altura de su rostro, sus ojos destilando una intensidad que lo hacía sentir completamente atrapado. -Ahora, sigues el camino. Y yo estaré aquí para mostrarte cómo recorrerlo. -termino de decir seductoramente.

Felix se quedó en silencio, observando a Hyunjin. Sus palabras habían calado hondo, y aunque su mente seguía llena de incertidumbre, algo en su interior le decía que este viaje, este camino, no estaba solo.

Ambos se unieron en beso hambriento lleno de deseo y lujuria, seguido de gemidos y jadeos que resonaban por toda la habitación. Así disfrutando de una noche entera de pasión.

La noche había caído en la ciudad, y Felix se encontraba solo, sentado en el sofá del salón. El suave murmullo de la música de fondo llenaba el aire, pero él no podía concentrarse en nada. Todo en su mente giraba en torno a las palabras de Hyunjin, esas palabras que parecían calar tan profundo. "Déjate llevar."

Era difícil dejar ir, difícil admitir que había algo dentro de él que quería más. Algo que no se podía controlar, que no podía razonar. Y, sin embargo, cada vez que pensaba en Hyunjin, algo dentro de él se encendía.

El sonido de la puerta se abrió, y Felix levantó la mirada. Hyunjin apareció en el umbral de su casa, su figura dominante proyectada por la luz tenue de la lámpara cercana. Era como si el aire mismo cambiara cuando él entraba en una habitación, y Felix lo sentía con todo su ser. Hyunjin no era solo un hombre con el que compartía momentos intensos; era algo más. Algo que lo atraía, lo confundía, y lo desbordaba al mismo tiempo.

-Pensé que estarías durmiendo ya. -dijo Hyunjin, caminando hacia él con una calma que siempre hacía que Felix se sintiera expuesto.

Felix suspiró, tratando de controlar los nervios que comenzaban a aflorar en su pecho.

-No puedo dormir. -respondió sin rodeos, levantándose lentamente del sofá. -Mi cabeza está llena de cosas que no sé cómo manejar.

Hyunjin lo observó en silencio por un momento. No era necesario que Felix dijera más; su expresión lo decía todo. La confusión, el deseo, el miedo... todo estaba ahí, flotando entre ellos, pero ninguno de los dos se atrevía a mencionarlo.

-Sé lo que sientes. -Hyunjin dijo finalmente, acercándose. -Es difícil entender lo que estamos haciendo. La conexión que compartimos no es algo que puedas resolver con lógica. Es algo que debes vivir.

Felix frunció el ceño, mirando a Hyunjin con más intensidad. Había algo en esas palabras que lo inquietaba, algo que lo empujaba hacia algo más, algo desconocido.

-¿Y cómo lo vivo? -preguntó con voz baja, sin poder evitar la vulnerabilidad que se filtraba en su tono. -¿Cómo se vive algo así?

Hyunjin se acercó aún más, ahora solo unos centímetros de distancia. El aire parecía volverse más denso, cargado de una tensión palpable.

-Sigues el instinto. -respondió, su voz suave, casi como un susurro. -Dejas que el miedo se disuelva en el deseo. Lo que sentimos no es algo que debas entender todo de inmediato. Es algo que debes experimentar.

Felix podía sentir el calor de su cuerpo, la cercanía de él que lo envolvía por completo. Cada palabra, cada gesto de Hyunjin lo hacía sentir más atrapado, más consciente de lo que había comenzado entre ellos.

-Pero... -Felix dudó un momento, su mirada perdida en la de Hyunjin. -Y si me pierdo en esto... Si pierdo lo que soy en el proceso.

Hyunjin lo miró fijamente, y por un segundo, Felix pensó que podría ver a través de él, leer sus pensamientos más oscuros.

-No vas a perderte, Felix. -Hyunjin dijo con una serenidad que casi parecía desafiar la incertidumbre que Felix sentía. -Lo que estás buscando ya está dentro de ti. Yo solo te ayudo a encontrarlo.

La frase de Hyunjin lo golpeó con fuerza. "Lo que estás buscando ya está dentro de ti." Felix sintió un nudo en el estómago. No sabía si lo que buscaba era realmente lo que él pensaba, pero la idea de encontrarlo le hacía sentir una extraña mezcla de alivio y ansiedad.

El silencio volvió a llenar la habitación. Los dos se quedaron allí, mirándose. Felix no podía negar que algo dentro de él comenzaba a aceptar la idea de lo que significaba estar cerca de Hyunjin, lo que significaba no tener todo bajo control, lo que significaba entregarse a algo más grande que su propio entendimiento.

Finalmente, fue Hyunjin quien rompió el silencio, su voz grave pero tranquila.

-Ven conmigo. -dijo, extendiendo la mano hacia Felix.

Felix vaciló por un momento, pero cuando miró esa mano, algo dentro de él se rompió. ¿Qué pasaba si realmente dejaba ir el control? ¿Qué sucedería si se entregaba a la conexión que sentía tan fuertemente con él? Sin pensarlo más, extendió la mano y la tomó.

Hyunjin sonrió ligeramente, una sonrisa que era tanto tranquilizadora como cargada de una promesa no dicha.

-Te mostraré lo que significa ser libre de tus miedos. -Hyunjin susurró cerca de Felix.

Felix lo siguió, sin saber exactamente a dónde lo llevaría este nuevo paso, pero confiando en que lo que fuera que sucediera, ya no podía dar marcha atrás. Algo dentro de él lo estaba llamando hacia este camino, y aunque su mente seguía llena de dudas, su corazón ya había dado el primer paso.

El sol comenzaba a elevarse por encima de la ciudad, lanzando sus rayos dorados a través de las cortinas cerradas del apartamento de Felix. Aunque la habitación permanecía en sombras, algo había cambiado en el aire. Había una sensación de quietud, como si el tiempo hubiera decidido detenerse, suspendido en el espacio entre los dos.

Felix despertó lentamente, sus ojos abriéndose con pesadez, aún con la sensación de que algo importante había sucedido, algo que aún no comprendía por completo. El cuerpo de Hyunjin estaba ausente a su lado, pero el rastro de su presencia seguía allí, impregnado en la habitación, en el aire mismo que respiraba.

Aún podía sentir la intensidad de los momentos compartidos la noche anterior, las conversaciones, las miradas que parecían tener más significado que las palabras mismas. Hyunjin no había dicho mucho, pero había estado presente de una manera que lo envolvía completamente. Un silencio cómodo, lleno de significados no expresados, pero claro como el día.

Se levantó de la cama con lentitud, la ropa desordenada a su alrededor, el calor de la habitación apretando su pecho. Se acercó a la ventana aún algo empañada, mirando el horizonte mientras el sol comenzaba a iluminarlo todo. ¿Qué era lo que había cambiado dentro de él?

Felix cerró los ojos y respiró profundamente. A pesar de la incertidumbre que aún lo invadía, algo dentro de él se sentía más ligero, como si una parte de sí mismo, hasta entonces desconocida, se hubiera liberado. Había algo en lo que vivieron juntos, en lo que compartieron sin necesidad de explicarlo, que lo había tocado profundamente.

Hyunjin había dejado su huella en él, de una manera tan sutil y poderosa que no podía ignorarla. Había aprendido a soltar, a dejar ir lo que creía que necesitaba para sentirse seguro, y en su lugar había encontrado algo más, algo que, a pesar de ser nuevo, se sentía extrañamente familiar.

Felix sonrió suavemente, sintiendo una mezcla de calma y emoción. ¿Qué pasaba cuando uno se dejaba llevar, cuando dejaba que las cosas fluyeran sin querer controlarlas todo el tiempo? Sabía que había algo hermoso en la incertidumbre, algo en el acto de entregarse sin reservas.

De repente, escuchó el sonido de la puerta, y su corazón dio un pequeño brinco. Hyunjin había regresado, como si supiera exactamente el momento en que Felix comenzaba a procesar lo que había sucedido entre ellos.

-Buenos días. -La voz de Hyunjin resonó en la entrada, profunda y tranquila, pero con ese matiz cálido que siempre parecía envolverlo.

Felix se dio vuelta, viéndolo aparecer en la puerta, con su típica seguridad y una ligera sonrisa en los labios. Sus ojos brillaban, y Felix no pudo evitar notar la manera en que la luz del día jugaba con las sombras en su rostro, acentuando su expresión de una manera casi hipnótica.

-¿Cómo dormiste? -preguntó Hyunjin mientras se acercaba lentamente, su presencia invadiendo el espacio como siempre lo hacía.

Felix asintió, sin necesidad de dar detalles. No era necesario explicar lo que ya sabía, lo que ya sentía. Había algo en la forma en que sus miradas se encontraban, en cómo sus cuerpos se entendían sin palabras.

-Bien. -respondió con una ligera sonrisa, como si las palabras fueran lo de menos. Lo importante era el cómo se sentía ahora, después de todo lo compartido, después de todo lo vivido.

Hyunjin se acercó más, y sin decir una palabra, tomó su rostro con una mano firme, pero suave. Felix pudo ver en sus ojos la misma intensidad que sentía dentro de sí. No necesitaban hablar. Sabían lo que había entre ellos, y eso era suficiente.

El roce de los dedos de Hyunjin sobre su piel lo hizo cerrar los ojos por un momento. Sabía que no era solo una atracción física, no era solo el deseo; había algo más. Un entendimiento, una conexión que no necesitaba ser verbalizada.

-Creo que hemos aprendido algo importante. -dijo Hyunjin finalmente, rompiendo el silencio entre ellos. -El poder de lo que no se dice, de lo que se comparte sin necesidad de explicaciones.

Felix lo miró, sintiendo cómo sus palabras calaban en su mente. Sabía que, a pesar de que aún quedaban dudas en su interior, había algo dentro de él que se había desbloqueado. No necesitaba comprender todo en su totalidad para saber que lo que vivieron estaba marcando el comienzo de algo nuevo.

Hyunjin sonrió, como si leyera sus pensamientos, y lo atrajo hacia él con suavidad. Felix no resistió. Se dejó guiar, sintiendo cómo la conexión entre ellos se fortalecía aún más. No necesitaban hacer promesas ni declarar nada en voz alta; lo que compartían era lo suficientemente fuerte como para no necesitar palabras.

-Lo que sea que esto sea, Felix, -dijo Hyunjin, su voz suave, casi un susurro en el aire -lo viviremos como lo sentimos, sin presiones, sin expectativas. Solo lo que sea que esté aquí, entre nosotros, sin más.

Felix asintió, dejando que sus pensamientos se disiparan.

-Necesito a alguien mayor, a alguien como tú, te necesito a tí... Eres el único que me hace sentir especial, los chicos de mi edad no lo entenderían. Eres el que siempre he estado buscando y ahora, no te dejaré ir.-dijo Felix posesivamente para después empezar una danza con sus lenguas, que terminaría siendo una danza de sus cuerpos juntos sintiendo el calor del otro.

Felix no tenía respuestas claras, pero en ese momento, no necesitaba ninguna. Solo sentía que algo hermoso estaba comenzando, algo que, sin importar cómo terminara, ya había cambiado todo para siempre.

Felix sabía que, aunque su juventud aún lo definía en muchos aspectos, había algo en su interior que lo empujaba a desear lo que los años de Hyunjin podían ofrecer: no solo la experiencia, sino el toque frío, preciso y protector que solo alguien mayor como Hyunjin podría darle. Y mientras las dudas y los miedos se desvanecían entre sus dedos y caricias, comprendió que, a veces, la edad no era más que un número, el deseo de encontrar lo que realmente necesitaba y alguien que lo entendiera sin pedirle explicaciones, era lo único que importaba. Porque Felix necesitaba a alguien mayor, lo necesitaba a él, Hwang Hyunjin.

♥️♠️Fin♣️♦️

Read you soon...
-Mimi 🦋

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