Jihyo entró a su casa, encontrándose a su madre de frente.

—¿En dónde estabas?

—No actúes como si te importara lo que me pase.

—Eres mi hija, idiota.

—¿Ahora soy tu hija?, ayer, nueve de la noche, estabas con tu amiga y escuché perfectamente cómo le decías "no tengo hijas, ella es mi sobrina". Dime, ¿también negaste a mi hermano?, o solo a mí.

—No digas idioteces, Jisoo.

—¡Ni siquiera te sabes mi nombre!, ¡soy Jihyo, no Jisoo!

—Bueno, da igual.—Rodó los ojos.—¿Crees que sería capaz de negar a tu hermano?

—No... pero a mí sí. ¿Por qué me odias tanto?

—Eres la menor, cariño. Tú solo eres producto de una noche.

Jihyo se quedó callada.

—Por eso el padre de Taecyeon te dejó—Dijo.—Porque ibas y te revolcabas con el primer hombre que vieras.

—¿Quién te crees para hablarle así a tu propia madre?

—Yo solo...—Sus ojos empezaron a ponerse llorosos.

—¿Ahora te vas a poner a llorar?, por favor, no seas exagerada. Haces lo que sea para llamar la atención.—La tomó del brazo.—Mejor ve a tu habitación. No comerás el día de hoy.

Llevó a su hija y la encerró en su cuarto.

—No necesitas que te abra la puerta para nada, tienes baño ahí adentro.—Cerró la puerta con llave—Ponte a hacer tus tareas, ni para eso sirves.

La pelirroja finalmente terminó en llanto. Tomó su mochila y empezó a hacer sus tareas; sus lágrimas mojaban constantemente sus libros.

...

Pasaron las horas, llegó la noche. Jihyo escuchó a alguien abrir la puerta de su habitación.

Era su hermano mayor.

—Hola...—Dijo suavemente, volviendo a cerrar la puerta.

La chica estaba sentada en la orilla de la cama, él se sentó a su lado.

—¿Otra vez discutieron?—Preguntó. Jihyo asintió con la cabeza.—Te traje un poco de agua, no sé si comiste, así que también traje galletas.

—Gracias, pero no tengo hambre.

—Aquí las dejaré por si acaso.—Dejó las cosas en la mesita de noche.—¿Qué hicieron hoy en la escuela?

—Pues... nada, solo me pedí no participar en educación física.

—¿Por?

—...M-Me dolía mucho el estómago.—Dijo.

En realidad no era eso. Desde que escuchó por primera vez los comentarios que sus compañeros hacían sobre ella, empezó a odiar esa clase en específico.

—¿Ya tomaste algo?, no sé, ¿medicina?

—Estoy bien, ya se me pasó. No te preocupes.—Sonrió levemente.

El chico se acercó a ella y acarició su brazo. Notaba su mirada triste.

—Si te sientes mal, puedes hablarlo conmigo.

—No es nada, solo...—Sintió un nudo en su garganta nuevamente.

Finalmente, se dió la vuelta y abrazó a su hermano.

—Yo solo... y-yo solo quiero que mi mamá me quiera...—Habló entre llantos.—Quiero que me quiera tanto como te quiere a tí. Todo el maldito día me está preguntando una y otra vez el por qué no soy igual que tú.

Taecyeon tragó saliva. Sí, sabía muy bien que su madre se la vivía comparando a su hermanita con él, pero ella le había prometido que ya no lo haría.

—Sé que eso va a cambiar, algún día se va a dar cuenta de que hace mal y te pedirá perdón.

—No me importa si me pide perdón, solo quiero que me de un poco de afecto. O que al menos diga mi nombre bien por primera vez.

—Vas a ver que eso pasará. Te lo prometo.

—No prometas cosas que no puedes cumplir. La conozco, nunca va a cambiar... lleva diez años así, ¿tú crees que un día se arrepienta así de la nada?

Él se quedó callado y simplemente la abrazó con más fuerza.

—¿Cariño?, ¿dónde estás?—Dijo la madre.

—Voy a hablar con ella, ¿sí?

—Está bien...

El chico la soltó y cerró la puerta, dejándola completamente sola.

En cuanto se fue, la chica tomó el paquete de galletas y las abrió desesperadamente. Tenía un hambre inmensa.

Ojalá su madre estuviera de un mejor humor al día siguiente y la dejara salir.

Cuando terminó de comer, se cambió y se acostó. Se la pasó estudiando toda la tarde, claramente tenía sueño.

Apagó la luz y cerró los ojos. Al poco tiempo, cayó profundamente dormida.