– Mi confesión –

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Narra Chirai

Abro mis ojos por cuarta vez consecutiva, me niego a perderme de semejante espectáculo.

No todos los días se presenta la oportunidad de dormir con el chico que te gusta aferrado a tu cintura —las envidiosas dirán que yo misma me abracé con su mano— pero, eso no cambia el hecho de tenerlo solo para mí.

Si fuese mío.

Goku, Vegeta y Broly son considerados los mas guapos en Estrella Naranja. Según las chicas, también hay una cantidad de chicos que mueren por ellos.

En honor a ellos, hay un club de fans.

Mas de una les diría que sí a todo, exepto al divorcio.

Mi oji-almibar es un objetivo popular a causa de su soltería, merodean cerca de él como una bandada de aves carroñeras. En este momento, me gustaría mirar a cada una de sus pretendientes y gritar con intensidad: ¡Bum! ¡En tu cara perra!.

Este pequeño momento de mi vida se llama felicidad.

—No despiertes nunca —suplico cerca de su oido, en un susurro poco pronunciado que me acelera el corazón. Soy conciente de que no puede escuchar nada, ha permanecido quieto mas de media hora— quédate así... conmigo.

Me acurruco aún más contra su pecho, el aroma de su colonia habitual impregna mis fosas nasales y disfruto la calidez que emana su cuerpo.

—¿Mmm?.

Lo veo removerse entre las sabanas, sumida en mi vergüenza cierro los ojos con miedo de que me descubra.

Dejo de respirar en ese instante.

La sangre se acumula en mis mejillas, mi torrente sanguíneo se desploma y mis piernas comienzan a temblar.

Entro en pánico.

Dos opciones se vienen a mi mente:

¿Quito su mano y me volteo?

O...

¿Me hago la tonta y finjo seguir durmiendo?

Pero, si despierta no sé si seré capaz de mirarlo a la cara.

¿Escuchó lo que dije antes?

¿Sintió como mis descarados ojos imaginaban cositas?

Que vergüenza Chirai.

No puedes andar así como si nada follando gente con la mirada. Psicológicamente, me embaracé, yo solita, a causa de mi pervertido vecino que fue el motor para incitar mis deliciosos pensamientos pecaminosos.

Tenerlo semidesnudo no ayuda.

Voy por la primera opción y me alejo tanto como puedo, creando una escasa brecha que nos divide a ambos. Alejándome de la fantasía.

Tengo que dormir.

De una condenada vez tengo que dormir.

Pero no puedo.

No con esta desbocada imaginación y mis hormonas formando una rabieta improvisada en mis ovarios, ya hasta pienso que hicieron un ritual cantando la macarena a modo de celebración.

—¿Tienes frío? —apenas emite, despacio y casi inaudible. Su voz se transforma en una mezcla exquisita; entre ronca y rasposa, se escucha adormilado.

No digo nada.

Mi cuerpo se tensa, olvido como se respira correctamente porque no puedo quitar la imagen visual de hace un momento.

Cada músculo de su cuerpo bien definido, ese bronceado contornea un Six Pack perfecto, la forma en que su cabello despeinado recae en la superficie de su espalda ancha. Pectorales, bíceps, triceps y esa personalidad de osito que lo vuelve mas tentador.

Es el combo completo.

Dos de sus dedos me tocan. Suben y se deslizan en un recorrido eterno; extendiéndose por la parte baja de mis muslos, hasta llegar a mi ombligo. Allí sus yemas forman pequeños círculos poco pronunciados, suben generando presión y un escalofrío profundo arremete todo mi ser.

Lo detengo.

Siento una corriente eléctrica chocar con mi cervical.

—¿Q-que haces? —freno su gigantesca mano de golpe. Logra su cometido en bastos segundos, estoy mas caliente que sol en verano y Broly parece notarlo. Los espacios que antes se encontraban un poco helados ahora arden por el contacto de sus dedos— deja de tocarme... Por favor.

Mi voz prácticamente podría  confundirse con una suplica.

Muero de vergüenza.

Que estemos compartiendo un pequeño espacio reducido —el cual es acaparado mayormente por él, no ayuda.

Sus dedos se posicionan a un milímetro debajo de mis pechos, tampoco ayuda.

Mal día para dormir con short corto y un top.

Kamisama.

Sé que nunca te tengo en cuenta para nada, pero líbrame de este calentón.

Después de todo, se trata de Broly... él jamás hace nada con doble intención y ni siquiera conoce la sexualidad a fondo.

—¿No puedo tocarte?.

—No... bueno, si tú quieres.

Es increíble como con ciertos patanes soy mas difícil de atravesar que la muralla china. Con él, me vuelvo mas fácil que la tabla del uno.

¿Qué demonios me sucede?

Otro silencio de medio minuto se forma entre los dos. No es nada bonito como mi cuerpo me juega una mala pasada en ese lapso de tiempo, mis oidos se aturden con el eco de mi propio corazón retumbando en mi pecho, la respiración se siente pesada e incapaz de regular.

Con una mano me atrae hasta pegar por completo mi espalda en su torso. De lleno, la palma de su mano se amolda en la curva de mi cintura y deposita un casto beso en mi espalda.

—Buenas noches.

Ese gesto me conmueve a un extremo en el que dudo de mi propia cordura. Estar en sus brazos brinda una sensación de seguridad que no puedo explicar con palabras, podría ser uno de mis lugares favoritos en el mundo.

Y así.

Todo parece mas fácil, mas correcto, mas puro. Es como si nada o nadie en el mundo pudiera lastimarme y a estas alturas el rechazo parece ser una dimensión desconocida, mi corazón se vuelve engañoso.

Por eso creo que estoy a punto de sufrir de un A.E.

No se en que momento, el valor que se acumula en mi pecho es demasiado y para cuando me doy cuenta de lo que hice; ya mi boca se aceleró y le ganó una peligrosa carrera al señor cerebro.

—Broly... tú me gustas. Mucho, demasiado.