「01」┊ Capítulo uno
– Siempre espectadora, nunca protagonista –
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Narrador omnisciente
Era una noche tormentosa.
El frío calaba sus huesos y su pequeño cuerpo temblaba congelado. Chirai tenía los pies entumecidos, pedían calor a gritos y esa falda corta que llevaba puesta —claramente- no fue la mejor opción para asistir a una pequeña noche de juegos.
Por dentro estaba aborreciendo a su amiga peli-azul, quien como de costumbre organizaba todo cuando casualmente había mal clima.
No sabía si era mala suerte, el destino, una señal fúnebre, o si simplemente el universo conspiraba en contra del espíritu fiestero de Bulma.
Siempre.
Siempre que ella quería salir con su grupo de amigos predilecto, había mal clima —y no— no hacía falta mucho motivo para celebrar. La joven científica, continuamente encontraba la ocasión y el medio para poder empinar el codo y mover el esqueleto durante horas.
Nadie se atrevería a contradecirla o a posponer sus planes. Caso contrario, se armaría una nueva guerra mundial.
La de cabello blanco sacudió sus pies encima de aquella alfombra aterciopelada. Verificaba en su celular si la dirección coincidía y para su sorpresa, google maps esta vez no la llevó a Narnia. La ubicación en tiempo real era la correcta, la misma que figuraba en el Grupo.
Efectivamente:
Calle dieciséis.
Puesto doce.
El bar de la fortuna.
Uno típicamente chino y muy costoso.
—Genial, adiós a mi miserable salario —se lamentó, esta vez sacudía sus pies con furia quitándose el lodo acumulado debajo de sus suelas— carajo Bulma. No todos somos millonarios.
Una noche que sin dudas su billetera recordaría.
En tanto Chirai imploraba a kamisama que el aumento de precios no incluyera ese restaurante, algo que atrajo poderosamente su atención.
Había una melosa pareja de jóvenes, que caminaban de la mano por las calles destilando amor, corazones y flores.
Ambos se tomaban de la mano y por poco no armaban una performance estilo Disney en ese momento.
Juraban que estarían juntos por siempre y nada ni nadie podría separarlos.
Como odiaba a las parejas.
Últimamente un genuino fastidio la abrumaba, cuando veía personas de ese tipo caminando en las calles.
No tenía nada en contra del amor.
Al contrario.
Le fascinaban las películas románticas y derramaba lágrimas siempre que veía Titanic. Pero, últimamente las muestras de amor y todo lo relacionado con él, la hacían sentir terriblemente sola y miserable.
¿Cuando sería su turno?.
Era tan injusto.
Todas sus amigas tenían ese alguien especial por quien suspirar al final del día y ella también, solo que jamás encontraría el valor para confesarlo.
—Mi bebe, mi amorcito, mi todo, mi vida —confesaba por medio de gritos un joven rubio— nunca te apartes de mi lado, juro que me muero si tu no estás. Para mí, eres tan vital como el oxígeno.
La albina rodó los ojos, le fue inevitable no espetar un "hiug" con lo que acababa de decir.
Quería golpear fuertemente al sujeto y hacerle ver claramente que con o sin ella, su vida seguiría el ciclo natural.
Ahora la chica le confesaba su amor.
—José Ricardo, juro que... —fue interrumpida, antes de que lo que había almorzando ese día abandonara su cuerpo a modo de vómito.
Un grito la frenó en seco.
A metros de distancia, la de ojos rosa decidió interferir en el asunto. Le dolía la cabeza por ese cursi y meloso momento que estaba presenciando.
Literal, esos dos eran excesivamente cariñosos y ya habían conseguido sacarla de quicio.
Por eso, cuando ya no lo toleró mas la estupidez de ambos decidió cortar de raiz el asunto.
Como un grinch del amor.
—¡José Ricardo! —lo llamó entre gritos, elevando la voz lo suficiente como para que puedan oírla. El sujeto volteó en su dirección (su novia igual) ambos la observaban con molestia, había interrumpido un beso pasional entre los dos— ¡Escríbeme de nuevo en la noche! ¡Ese pack me prendió como nunca! ¡¿Quieres calentar las sábanas de tu cama nuevamente hoy?!.
Todo era una vil mentira, claramente.
Kamisama tendría que perdonarla por sus malvadas acciones.
La muchacha que estaba junto al chico se separó de él con velocidad, mil y un reclamos salieron de su boca; acusándolo de infiel, metiroso, hijo de fruta, entre otros adjetivos poco amistosos.
La situación dió un giro inesperado, ahora lo golpeaba en el pecho y no lo dejaba articular palabra alguna.
El pobre chico, juraba no haber visto nunca en su vida a Chirai.
Era cierto.
Aun así, no hubo caso.
La peli-roja se marchaba furiosa, con el muchacho persiguiéndola entre medio de suplicas.
Por otra parte, la antipática peli-blanca, observaba toda la situación festejando con risas repentinas.
Su estómago dolía de tanto reír.
—Dios, adoro los finales felices —murmuró con diversión, mientras se secaba una pequeña lagrimita.
El remordimiento le llegó al cabo de un par de segundos, quizá había sido muy dura.
Que más da.
Si esos dos se amaban tanto como decían, arreglarían sus asuntos en un parpadeo.
—¿No llegó nadie mas? —una voz familiar, hizo eco en sus oídos.
Instintivamente, se giró para darle una cálida bienvenida, a aquella persona que con solo respirar, le aceleraba el corazón.
Un hombre imponente, de mirada dulce y corazón noble.
—¡Broly! —lo saludó alegre, con una sonrisa tan gigantesca como él.
Era la causa para estar en ese lugar; de otro modo, ni sufriendo demencia senil caminaría toda esa extensa trayectoria, sorteando charcos de lodo como toda una acróbata.
—¿Kakaroto y los demás no están aquí?.
Kakaroto.
Ese nombre la enfureció.
¿Por qué demonios siempre tenía que estar en el medio?
Se esforzó preparando su oufit y siguió tutoriales de belleza para llegar ahí en su máximo esplendor.
Ella trabajó arduamente durante el verano, ejercitó sin descanso para que toda prenda le quedara sumamente bien, batalló con largas rutinas de ejercicio, buscando que todo cuerpo que tenga una pizca de testosterona sienta atracción por ella, se había prohibido comer papás fritas ¡Con lo que amaba las papas fritas! ¡Eran su segundo amor!.
Y ahí estaba el oji almibar, a quien puso sobre las papas fritas: preguntando por un tipo cabeza de palmera, que siempre llegaba tarde a sus encuentros y solo iba por la comida -también- porque Milk lo obligaba, por supuesto. No entendía porque tanto interés en él, si bien era el capitán de su equipo de fútbol, carecía de razones para extrañarlo tanto.
¡Se veían todos los días!.
¡Incluso iban de viaje juntos por largas temporadas!.
En sus adentros seguía quejándose del carismático y glotón novio de su amiga Milk.
Una calidez imprevista le llegó a los hombros, un tapado abrigado de un color verde menta le proporcionó confort.
Su amigo se había despojado de la chaqueta, para dársela a ella.
Broly la observaba de manera preocupada, analizando con detenimiento la forma en la que iba vestida.
Un ligero rubor se instaló en sus mejillas.
"Mordió el anzuelo". Fue el pensamiento que le llegó, a la de ojos rosa.
Cualquiera en su lugar, la llenaría de piropos y se lanzaría sobre ella por lo hermosa que se veía aquella noche; Broly, el se enojó por su falta de cuidado con ella misma.
—Estas muerta de frio —alegó en tono desaprobatorio— ¿Cómo sales a la calle con tan poca ropa Chirai?.
No hizo el esfuerzo por ocultar su desagrado.
Aquél halago que esperaba de la persona que le gustaba, nunca llegó. Suspiró pesadamente, formando un pequeño puchero.
El más alto le tomó las manos, aun manteniendo esa expresión preocupada, las entrelazó con las suyas y las acercó a su boca para exhalar aire caliente. Una pequeña niebla se formó alrededor, esa noche probablemente la nieve cubriría la ciudad y el moreno no dejaba de pensar que su amiga se enfermaría de regreso a casa.
Tenía que evitar que eso pase y probablemente se ofrecería a llevarla de regreso.
—Y-yo —comenzó a excusarse nerviosa, por la cercanía que tenía con el contrario— tengo que lucir increíble para el chico que me gusta.
No comprendió aquellas palabras.
—Vas a enfermarte —advirtió, acercándose esta vez mas. Quería ver que tanto frío tenía la contraría, por esto apegó su frente con la suya— es malo que tu cuerpo se sienta tan frío, inclúso tus mejillas se tornaron de un color extraño.
Chelai quiso permanecer así para siempre.
Si por fuera estaba fria, en sus interiores ardía como el mismísimo infierno. Broly ocasionaba en ella un torbellino de emociones, era increíble como incluso cuando se enojaba con él, descubría un nueva forma de gustarle mas.
Evitó mirarlo a la cara, tenía miedo de que descubriera cuanto lo amaba a través de sus ojos. Estaba escrito en sus pupilas, en su ser, en su piel; que ardía con cada pequeño tacto del oji-almibar.
—Da igual ¿A quien le importa si me enfermo? —objetó de manera despreocupada.
El mas alto apoyó su cabeza en el hombro de la mas pequeña, quería que ella prestara más atención y cuidara de si misma.
—A mí me importa —aseguró.
Y todo sería perfecto.
Tenía la excusa justa para abrazarlo en ese momento. Era una noche gélida, que requería de calidez y un poco de afecto.
Estaba a punto de rodearlo con sus brazos, cuando una voz enérgica se escuchó demaciado cerca.
—¡Hey chicos! ¡¿Listos para la noche de comida y apuestas?! —exclamaba eufórico, un alegre azabache desde el otro lado de la calle.
Parecía un pequeño niño.
Estaba en compañía del resto de sus amigos.
—Maldición Kakaroto, casi me dejas sordo.
Y ella se quedó con las manos extendidas adelante, en un vano intento de abrazar a su Crush.
¿Goku no podía tardarse un minuto más?
N/a: En un último cambio de minuto (porque soy bipolar 😅) decidí que esta historia va a ser un AU tipo, estilo de vida cotidiana (los personajes no tienen poderes, van a la universidad, etc).
Si veo que tiene apoyo actualizaré seguido.
Gracias x leer!!!.
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