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III

Nadie toca a mi familia.

Akire.

Llevo toda la noche fuera, no me permito un descanso o un pestañeo. En este lugar NUNCA se está seguro. Tengo contactos que pueden ayudarme a moverme por esta zona patrullada. Esos "Ojos Grises" tienen la ciudad vigilada desde el 1 de Abril.

El maldito Mors y sus hijos deben estar buscándome.

Y..., como es el mes del aniversario de su regreso de las tinieblas (el infierno), saben que muchos de nosotros, salen de su escondite para conseguir algo de información sobre ellos y el nuevo orden establecido por su mandato. Lo que sea es bueno, con tal de que nos sirva para destruir a ese hijo de puta y sus malditos hijos.

Observo con atención a los fieles seguidores de Mors, arrastrar un cuerpo semidesnudo por las calles de la ciudad. Su cuerpo está manchado de su propia sangre, su piel está llena de agujeros y abierta en algunos lugares –por culpa de los latigazos que recibió toda la noche–. Su cara está hinchada y morada (casi azul), así que no puedo distinguir el rostro de la víctima. Pero estoy casi segura que era uno de mis informantes. Espero que no sea Richard o Francis, tengo entendido que ellos tienen hijos que alimentar. Jamás les pedí que arriesgaran su vida por mí o mis ideales, ellos decidieron hacer ese sacrificio por la causa. Ellos quieren –tanto como yo–, que esta guerra sin sentido se acabe.

Hay toque de queda por una razón. La clase alta (la élite), no es confundida por los patrulleros gracias a esas restricciones y ciertas preferencias por el Dictador tirano de Mors hacia los "Ojos Azules", "Ojos Verdes", "Ojos Amarillos", y... "Ojos Grises" (la policía comprada del lugar). Por alguna razón, para él, los que poseen "Ojos Rosas", "Ojos Naranjas", "Ojos Violetas" y... "Ojos Rojos", digamos que no son muy bien recibidos.

Nos consideran escoria y asesinos despiadados por naturaleza. Y todo por culpa de esa estúpida leyenda del primer mundo que habla sobre la maldición eterna entre Adam y Eva.

Cuentan... que hace 200 años existió un amor imposible entre un asesino psicópata, y una hermana de la divina providencia católica. Ambos se amaban con locura y desesperación. Huyeron juntos. Se casaron ante los ojos de Dios. Y tuvieron tres hijos a los que amaron con locura.

Sí, muy bonito y todo, ¿no?

Pero..., el hijo menor de la familia, sacó los tintes psicóticos de su padre. Asesinó a todos y a cada uno. Enterró sus cuerpos en las profundidades del bosque y, al final, él suicidó y dejó caer en una fosa olvidada por los viajeros de aquella época.

Nunca encontraron los cuerpos.

Sí... ¿Y adivinen de qué color eran los ojos del hijo menor?, ¿el del cruel y sanguinario asesino...? Así es: rojos, como la sangre misma.

Por eso nos odian. Creen que uno es igual a todos. Nos llaman bestias e hijos del Diablo. Piensan que somos incapaces de amar, de socializar, de ayudar al prójimo. Nos llamas inferiores y nos consideran lo peor de lo peor.

A mis veinte años he visto cosas que a la mayoría les haría mojar sus pantalones. He visto a la muerte tocar a mi puerta. La he conocido por unos segundos. He visto a mis amigos ser asesinados a sangre fría, sólo estar en el momento y el lugar equivocado.

Nos acusan a nosotros de sanguinarios por el color de nuestros ojos, pero ¿por qué a ellos no se les dice nada cuando cobran alguna vida inocente?

He presenciado los peores castigos a una madre o a un padre, por apoyar la causa. Han arrastrado por toda la ciudad ha hijos y abuelos. Familias inocentes que piensan lo que yo. He matado a traidores y dado una lección a los míos (los que apoyan la libertad). Y me han castigado arrebatándome lo que más amo: a mis padres y a mis amigos. Mis hermanos, son lo único que NO han podido quitarme. Y ni siquiera les dejaré intentarlo. Antes les volaría los sesos.

Haré lo que sea por mi familia, por mis hermanos. Ellos se merecen vivir en un mundo que apoye y ame cada idea que tengan. Ellos se merecen paz y amor. Mi familia se merece ser feliz. Y... mataré a cualquiera que interfiera con mis planes.

Nadie toca a mi familia.

Soy una líder, su líder. Cada falla es mi falla. Yo los entreno. Yo veo por ellos, por su seguridad. Yo mantengo a esta familia unida. Si yo desaparezco, el sistema se desintegra.

Quizás, por eso Mors quiere eliminarme tan desesperadamente. Sabe que yo soy la clave. Sabe que sin mí, mis hermanos se dejarían llevar por la venganza y la Diosa de la destrucción.

Sí, somos un equipo, y si uno de nosotros falta todo se viene abajo. Pero..., si yo falto, toda la causa se extingue.

Me oculto hasta que... el un disparo se escucha a lo lejos de mi posición.

https://youtu.be/H5x6lZHK_hs

Desconocido II.

El gatillo del arma es sensible. Demasiado al tacto. Nunca pongas el dedo en el gatillo a menos que tengas por seguro el blanco, y... a la persona que decidas matar.

Nadie me enseñó a disparar.

Tengo en la mira a una pareja de ancianos clasistas de "Ojos Azules". Bien podrían catalogarse como hermanos de sangre por el parecido en la postura y el perfil. Pero son pareja, me imagino de cuantos años por las canas y las argollas apretando los dedos pecosos de sus manos.

Los observo durante un periodo de tiempo hasta que...

Disparo.

Dos pájaros de un tiro.

¿Recuerdan cuando dije que no había matado hasta ahora con mi fusil francotirador? Bueno, supongo que hoy será la excepción.

He aquí por qué.

Esa dulce pareja de ancianos se lo merecían. La tierna viejecita es (era), una sádica y manipuladora. Mató –por lo menos– a una docena de niños que nacieron con la maldición de los "Ojos Rojos". Y no les dio una muerte rápida y sin dolor, por cierto. Dejó que se ahogaran en el río y que los cocodrilos se los comieran. Y el ancestro no se queda atrás. Ese viejo raboverde les hacía creer a niñitas de quince años que llegaban a este país, que podrían conseguir la gloria eterna si las dejaba grabarlas haciendo... Cosas que prefiero no mencionar por respeto a sus almas.

Soy un asesino, pero al menos tengo principios y ciertas normas que acatar. Me controlo. No soy una bestia despiadada y sin corazón que disfruta lo que hace. Soy un monstruo que no conoce otro método para dirigir esa ira hacia sí mismo, en algo menos enfermizo que esto.

Al menos saco la basura.

La gente se dispersa y grita desesperada. Son como hormigas huyendo del diluvio inevitable de Dios. Corren y se dispersan. Se esconden en sus casas, y olvidan al prójimo. Creo que todos lo olvidamos cuando nos apuntan o disparan, y tenemos que correr por nuestras vidas.

Me voy.

Me instalo en otro edificio (a lo más alto de éste), y a otra zona patrullada por esos policías de "Ojos Grises". 'Los locos' policías lamebotas comprados de Mors. Harían cualquier cosa por ensuciarse las manos, si así consiguen deshacerse de algunos de nosotros 'los marginados'. Son como robots programados para destruir a todo aquel que se mueva o desobedezca las órdenes del Dictador. No tienen opinión. Los entrenan para ser aprueba de sentimientos.

Apunto a uno de ellos. No importa cuál si al final todos son iguales. Apunto hasta que... por el rabillo del ojo, distingo un cabello rojizo de medio metro de largo, volando dentro de mi campo de visión. Eso me distrae de uno de mis objetivos.

Y... me pone a pensar.

¿Alguien está oculto por aquí?

¿Quién será?, y ¿por qué no querrá ver a la policía?

Por el aroma a vainilla que desprende el hilo de su pelo, yo diría que es una chica. El cabello rojizo es mi único punto de apoyo para encontrarla. Como soy un buen rastreador, no me es difícil conocer su ubicación.

La encuentro.

Cree que está escondida porque los "Ojos Grises" no la han visto desde ese ángulo. Pero se nota que la ratoncita tiene mucho que aprender. No lo hace mal, pero podría hacerlo excelente.

Su pelo es rojo (como el color de la sangre), sujeto en dos elegantes coletas de caballo. Su ropa es de cacería. Trae puestas unas calcetas negras que cubren sus rodillas, y unos zapatos cómodos de tacón. ¿Minifalda negra?, ¿no teme que el viento esté en su contra? Al parecer no.

Cuando los oficiales abandonan la escena... me deja ver su bonito rostro.

Un viento levanta su flequillo de cortina, y... atisbo una pronunciada cicatriz en su frente.

Joder.

Tiene la piel bronceada, una nariz fina y perfilada, y los pómulos de una modelo inyectada en botox. Y sus ojos... Sus ojos van a juego con el color de su cabello.

Wow. Creía que ya no existían chicas de pelo rojizo y, ojos del mismo color pero ya veo que me he equivocado. ¿Ella es la única o habrá más?

<<Mierda, es realmente hermosa.>>

Cuando ve que no hay moros en la costa, sale disparada hacia la salida más cercana de mi campo de visión. Cruza una valla con púas, pero se nota que está acostumbrada a pasarla porque no pone mueca alguna de dolor cuando se trepa y empieza a escalarla.

Desaparece de mi vista.

Pero... que ni crea de mi vida.

Estoy demasiado intrigado como importarme los planes de mi padre.

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