Y si no sabes dónde inicia tu historia, ¿cómo puedes asegurar dónde terminará?

Fly.

– Despierta... –susurra suavemente en mi oído–. Despierta, mi vida.

Sus labios, planos y delgados (como los de una mujer independiente), besan los músculos marcados de mi espalda, hasta subir pecaminosamente a mis hombros y perderse en mi nuca. Me hace cosquillas su pequeña y respingada nariz. Pero no permito que la risa abandone mi cuerpo. Quiero seguir fingiendo con esta belleza platinada que, por alguna razón, me ama.

– Mi amor –me llama mi chica–. Ya despierta, tu hermana nos va a matar si faltamos al desayuno.

Me volteo, y la abrazo por la cintura, hundiendo mi nariz en su pelo y aspirando el aroma dulce que éste deja por las mañanas en mi almohada. Huele a mango. Ella sabe que esa es mi fruta tropical favorita.

"Ésta mujer tiene tanto poder sobre mí", pienso mientras beso con ternura su frente, y acaricio su espalda. Trae puesta mi camiseta, y unas pantis que van a juego.

La piel de mi chaparrita es blanca como la leche, así que el color negro la vuelve un hermoso fantasma del que no sabes si huir o abrazar. Yo hago ambas. Con ella nunca se sabe, si está de buen humor (como ahora), podemos pasar horas y horas así: acostados y abrazados. Pero... cuando está de malhumor (como ayer por la noche), puede gritar endemoniada hasta que las venas de su cuello amenacen con romperse.

– Amor mío –me dice suavemente, cuando trato de quitarle la escasa ropa que lleva puesta.

– Tranquila –le digo–. Tenemos diez minutos, chiquilla.

Se ríe por lo bajo, cuando el apodo escapa de mis labios. Ése fue el primer apelativo cariñoso con el que la llamé, cuando empezamos a salir (a escondidas, claro). Porque un "Ojos Rojos", como yo, no puede amar a una chica de "Ojos Azules", como ella. Nuestra relación es imposible. Bueno... imposible ante los ojos de la sociedad en la que ambos vivimos. Porque para nosotros, nuestro amor, es lo más normal que existe.

Personas como nosotros (marginados y malditos), nos entendemos y apoyamos. Somos familia. Nunca nos traicionamos. Nunca actuamos solos. Nunca llamamos la atención. Nunca nos criticamos entre nosotros.

Vivimos juntos, morimos juntos.

Podemos insultarnos, gritarnos, mentarnos madre, amenazarnos, decirnos de qué nos vamos a morir, golpearnos hasta que nuestros nudillos sangren, pelearnos e incluso no hablarnos por semanas o meses. No importa. Tenemos la certeza de que volveremos a casa al final del día. Contamos los unos con los otros. No somos todos hermanos y hermanas de sangre, pero eso no nos interesa. La biología NO importa. Compartimos algo mucho más duradero e irrompible que un lazo sanguíneo o una línea familiar, compartimos ideales y un futuro en el que todos puedan ser libres.

Hemos vivido así desde que yo vine al mundo. Hemos visto cosas... que le erizarían los vellos a cualquier clasista que amenace con destruirnos. Hemos sentido el roce de un cuchillo en nuestra garganta. Nos han disparado. Hemos estado cerca de la muerte. He visto a mis hermanas ser golpeadas y casi violadas por seguidores del mismísimo Mors.

Mors.

Ése hijo de puta es un Dictador/manipulador/despiadado/sanguinario, que considera a mi linaje su enemigo, un delito atroz cometido por la naturaleza. Nos tiene miedo. Cree que el mundo sería un lugar más seguro si extingue a todos y a cada uno de nosotros. Y... con todos nosotros, no sólo me refiero a los que tienen "Ojos Rojos", sino a toda mi familia.

Quiere matarnos a todos. Quiere vernos colgando de la punta de un edificio. Quiere hacernos sufrir antes de darnos una muerte lenta y dolorosa. Y sus hijos NO se quedan atrás. Esos psicópatas bastardos quieren matar mi linaje de sangre desde hace años, a mí y a mis hermanas.

Pero... en especial a mi hermana mayor. Nuestra líder. La revolucionaria de este movimiento. Quieren verla muerta, humillada, derrotada, sin nada. Quieren quitarle todo lo que ella ama: nosotros.

Pero..., si soy sincero, ya quiero ver al primer desafío que atraviese las puertas de nuestra mansión/refugio, sería divertido ver cómo Akire le vuela los sesos.

https://youtu.be/jR3SThqlpNg

Desconocido II.

Asesinar nunca es fácil. Arrebatarle la vida a alguien, ver cómo su alma abandona sus ojos, bañarse con su sangre, maldecirlo porque él te obligó a hacer esto, conjurar y empuñar el cuchillo que le quitará la vida a otro ser humano..., eso nunca es sencillo. Es más fácil verlo que hacerlo. Es muy distinto cuando son tus manos las que están en su cuello. Dicen que es como matar a un puerco a patadas o a pedradas, o ver morir a un perro rabioso en una pelea contra otro animal mucho más grande y peligroso que él. Dicen que NO es tan malo como parece, y también, que tu segunda vez es mejor y menos peligrosa que la primera.

Sí..., eso dicen los que le han arrebatado la vida a alguien. Eso dice mi padre y mis hermanos. Eso pueden decir de nosotros.

Porque..., por desgracia, yo soy uno de ellos. Soy un asesino.

Un monstruo.

He matado a gente inocente. He apuñalado a mis amigos. He traicionado a mis hermanos. He matado a mis padres. Yo soy la causa que originó todo este desastre. Por mí es que esta sociedad se ha hundido y mezclado con el infierno.

Yo me desperté de una tumba sin nombre y, al hacerlo, mi familia me siguió. Aún tratamos de averiguar cómo es que esto pasó. ¿Por qué nuestro descanso fue interrumpido cuando yo desperté?, o, ¿por qué yo fui sepultado en otro lugar y no con mi familia?

O... (¿por qué no puedo recordar nada sobre mi muerte?).

A veces tengo pesadillas sobre esa noche, pero ninguna es concreta. Ninguno de mis sueños me explica cómo llegué a la mitad del bosque, cómo fui enterrado vivo y, casi aplastado por metros de nieve. Tampoco recuerdo cómo salí de ese agujero (creo que cavando), menos cómo caminé por días hasta encontrar la carretera y regresar de nuevo a mi casa.

El mundo se había convertido en una mierda cuando regrese del infierno. O... al menos creo que estaba en el infierno, porque NO había ninguna luz o caminos floreados cuando morí.

NO existe un cielo.

Cuando llegué a casa (mi casa), mi padre me golpeó tan fuerte que perforó uno de mis tímpanos, y mis hermanos se paralizaron al verme de pie frente a la puerta. Lucían como si hubieran visto a un fantasma. Mi padre era el único que aparentaba cierta tranquilidad por mi regreso. Decía que me esperaba desde hace dos semanas.

Yo no entendía qué carajo pasaba, o, por qué mis hermanos NO se alegraron al verme. En verdad lucían muy preocupados, como si temieran que nuestro padre los matara o les rompiera la cabeza.

Cuando me recuperé, mi padre me puso al corriente de todo lo que había pasado. Me contó cómo es el nuevo orden establecido, y de que debíamos adaptarnos a vivir de ese nuevo modo. Me costó vivir así, considerando mi historial y ahora el color de mis ojos... Los habitantes de aquí querrían verme en la hoguera o fusilado como al resto de los hijos del Diablo. Así que permanezco oculto, en las sombras, siempre con un perfil bajo.

Nadie sabe de mí.

Pero..., cuando tengo necesidades que atender (como ahora), escapo de casa y me posiciono en un alto edificio con mi fiel fusil francotirador, a dispararle al primer hijo o persona que se atraviese en mi camino.

¿Qué?, ¿pensaron que era una necesidad sexual? No, yo de eso me encargo solo.

Yo hablo de una necesidad real.

Tenemos que hacer algo ligeramente malo, para NO realizar algo mucho peor.

Días como hoy, me apetece salir a dispararle a alguien. No mato a nadie, pero tampoco dejo que se libren de mí. No les permito olvidar que existen personas como yo en su mundo.

Puedes juzgarme si así lo deseas, pero mi método funciona.

Es efectivo porque mi mente es un mar de oscuros deseos, no una laguna infestada de cocodrilos. Mis hermanos NO comparten la misma necesidad que yo. Ellos creen que estoy maldito, cosa que es relativamente cierta.

Sí..., soy un asesino.

Y..., ¿les cuento un secreto?, no tengo absoluto arrepentimiento de lo que hago.