Sesión #3
Pero no todo siempre fue tan malo, así como lo ven, mis padres también soñaron y creyeron en un felices para siempre para ambos, ver a su familia, sus hijos crecer y envejecer juntos tal como juraron al hacer sus votos, hasta que la muerte los separe.
¿Quién nunca creyó en el amor a primera vista? ¿El amor predestinado? ¿Las maldiciones del amor?
Al ver la historia de mis padres, esta cumplía con los requisitos para creer en lo antes citado. Conocerse en un paseo que nunca debió haberse hecho, mi madre no debía ir, pero suplió la presencia de una compañera de trabajo que ser reportó enferma.
Mi padre no debió estar allí, su turno de forense era al día siguiente pero la esposa de un compañero se había puesto de parto y tuvo que reemplazarlo.
El coche en el que iba mi madre acompañada de su jefe y otro compañero más sufrió un despiste provocado por las lluvias que azotaban la carretera.
Un pinchazo en una rueda, un susto por el ruido, el movimiento involuntario del coche sobre el pavimento mojado junto con los gritos de desesperación fueron los condimentos de la fatídica escena.
La imprudencia guio al jefe de mi madre a una muerte segura. El siguiente en caer en brazos de la muerte fue su compañero.
Mi madre siempre fue muy metódica y cuidadosa por lo que a pesar de haber salido con varias heridas logró salvar su vida, salió del coche.
Una sombra que recaía en un árbol a la vera del camino llamó la atención de uno de los forenses que se habían apersonado en la escena. Sin dudarlo se acercó a ella, con prisa, preocupado al verla tan quieta.
La mirada de la joven permanecía perdida, intentaba asimilar lo que sucedía a su alrededor, al ver aquella silueta detenerse frente a ella, levantó la vista hacia la misma quedando completamente en shock. Vaya que, si ese hombre imponía, su aroma varonil, manos grandes, rasgos norteños bien marcados y aquel peinado clásico con gomina y hacia atrás la dejaron sin aliento.
Luego de unas cuantas preguntas y revisar su cuerpo a conciencia en el interior de la ambulancia que había llegado, fue llevada hasta el Hospital Central de la ciudad.
Las heridas que había sufrido no eran tan graves, solo era cuestión de tiempo para que mi madre se recuperara de las fracturas en brazos y piernas y aquel corte en el abdomen.
De aquel forense que la había atendido no supo más, luego de examinarla y solicitar su atención, se alejó a continuar con su tarea, pero su vista iba hacia aquella mujer que estaba en la ambulancia hasta que la vio alejarse del lugar.
Tras conseguir el alta en el hospital, el tiempo pasó y todo volvió a la casi misma rutina de siempre, salvo el hecho de que mi madre debió buscar un nuevo empleo ya que, al haber muerto su jefe, la inmobiliaria para la que trabajaba se declaró en bancarrota para evitar compensar a los empleados, quedando así todos ellos a la deriva con sus responsabilidades.
Todas sus características como empleada más el apoyo de uno de los pocos contactos que le quedó de la inmobiliaria hicieron que aplicara en la policía como civil ayudante. Sin siquiera dudarlo decidió llevar su currículo a la oficina de su contacto y esperar que la aceptaran.
Fue así que sumergida en su diatriba mental, no vio el lugar por el que iba, casi cayó por las escaleras que llevaban al primer piso, de no ser por unas enormes manos quela sostuvieron en el momento exacto. El mismo aroma de aquella noche llegó hasta sus fosas nasales y el calor que sintió en su espalda la hizo sonrojarse sin remedio.
Tras llamarle la atención por ir con tanta distracción y ella explicarle el motivo por el cual iba así se sumergieron en una charla amena. El humor cansino que traía mi madre iba desapareciendo y aunque se negaba a aceptar que fuera por la compañía de aquel hombre terminó dándole la razón a sus sentimientos.
A pesar del miedo que sentía ella de aquellas sensaciones nacientes, no sabía que la misma lucha interior se hallaba en aquel hombre la acompañaba. En más de una ocasión se sorprendieron uno al otro viéndose fijamente, con las mejillas sonrojadas y tartamudeando al intentar hablar.
Recuerdo los ojos cristalinos de mi abuela cada vez que narraba la historia, no entendía que fue lo que pasó con ellos, cómo pudieron terminar de una manera tan atroz.
«Ellos no debieron haberse conocido, mi hija» sentenciaba una y otra vez tras culminar con su relato. Era algo que sucedía en cada aniversario de la muerte de mi madre, la única fecha que podía verla. Mis tíos la habían internado en un asilo porque "nadie tenía tiempo para cuidarla" esperaba realmente cumplir la mayoría de edad y sacarla de ese maldito lugar donde no me dejaban verla, llevarle cosas y la mantenían dormida.
Pero el tiempo no estuvo de mi lado y cuatro años después de llevarse a mi madre, la muerte se llevó la última familia que tenía.
Desde aquel diciembre del noventa y cinco la soledad fue mi única compañera. Mis tíos no quisieron cargar conmigo, tampoco intentaron ayudarme, pasé de hogar en hogar hasta que uno de mis padres sustitutos dijo que sería imposible vivir con los demonios que cargaba conmigo.
Al cumplirla mayoría de edad logré abandonar el orfanato y tras varios meses de preparación apliqué como editora junior en una editorial de prestigio y pese a lo pesimista de mis pronósticos fui aceptada, a decir verdad, mi sueño era ser escritora, pero al caso y esto me acercaba a cumplirlo.
Otra de mis metas era poder compartir tiempo con alguien, claro que cualquier persona diría que para que necesito de alguien a mi alrededor, que lo mejor sería enfocarme en mis sueños y cumplirlos, pero, quería vivir eso con alguien.
Mas parecía imposible lograrlo, por más que lo intentaba una y otra vez, nadie podía compartir tiempo conmigo por más de tres meses, ni que decir de convivir, nada más poner un pie...
—¿Ana? —escuché su voz lejana.
¡Claro! Larespuesta estuvo frente a mí todo el tiempo.
—¿Ana? —negué siguiendo mi camino.
Ahora lo sabía, solo tenía que llegar hasta él.
—¿Ana? Despierta —ordenó.
Pelea Ana, siempre estuvo ahí, por eso... por eso...
—Obedece Ana, regresa —insistió con la voz cargada de desesperación.
Lo siento Ricardo, pero no iba a desperdiciar la oportunidad de verlo.
Llegué al portal y dejando de lado el cansancio y la falta de aire en los pulmones fui directo a las escaleras, debía llegar antes de que vuelva a llamarme.
Cinco, cuatro, tres, dos escalones y...
—¿Estás dentro no es así? —murmuré colocando mi mano en el picaporte de la puerta.
Un gruñido dentro fue toda la respuesta que necesité, giré la llave con urgencia y al abrir nuevamente ese par de ojos rojos que me perseguía en mis sueños estaba allí.
—¡Ana! Despierta —su voz había mutado a un llanto ahogado.
—Ni lo harás, estás conmigo, soy más fuerte que él —habló por primera vez.
Su voz parecía salir de lo más profundo, pero lejos de temerle la atracción que sentía era más fuerte. Su sonrisa ladina y su aire desgarbado le daban un aire tranquilo.
—Lo soy, siempre lo fui —volvió a decir.
—Lees mi mente —afirmé.
—Así es—añadió acercándose lentamente.
—¡Ana! Regresa ahora, respira y regresa por favor —"respira" acaso estoy muriendo.
La voz de Ricardo sonaba cada vez más preocupada y alterada.
—¿Vas amatarme? —cuestioné con una tranquilidad asombrosa.
—No aún —contestó rozando mi mejilla con su fría mano.
—¡Ana! —eso es llanto, estaba llorando por mí.
Sentía mi cuerpo moverse y al ver sus ojos supe que nuestro encuentro estaba llegando a su fin.—Soy Ana Giménez ¿Y tú? —pregunté hipnotizada por aquellos orbes carmesíes.
—Encantado de conocerte Ana Giménez —susurró acercando su rostro al mío – Soy Asrael.
—¿Demonio?—susurré sintiendo el despertar cercano.
—¿Ángel o Demonio? —agregó sonriendo sin soltar mi rostro —¿Tú que crees?
—¡Ana! —el grito de Ricardo terminó de traerme de vuelta al presente.
—¡Joder con esto! —grité soltándome del agarre de Ricardo.
—¡Con un demonio Ana! ¿Por qué no volvías? —cuestionó enojado.
—Exactamente por eso, por un demonio —dije dejándolo aún más confundido que la sesión anterior.
¡Hola! ¿Y bien, valió la pena la espera?
Espero que sí, escucho teorías conspirativas jajaja.
Como buena argentina la playlist está basada en SodaStereo y Gustavo Cerati luego la dejaré en un apartado especial.
Nos leemos en la próxima sesión, el próximo capítulo #4
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