Capítulo 10.
No está en el presente, ni en el futuro, tampoco en el pasado.
Cierra los ojos y lo verás: Está en los tres.
Tapa tus oídos y escucharás: Está al mismo tiempo en ninguno.
—Adivinanza para niños de las Tierras del Norte
El filo de las tijeras fue limpio, silencioso y rápido. Indoloro.
Una vez estuvo hecho no hubo vuelta atrás. Oleadas de anhelo, vacío e indiferencia lo paralizaron... tuvo la sensación de que algo le fue quitado, se aferró a eso solo un aleteo de mariposa. Un par de ojos azules lo miraron con insondable dolor, cristalizados en por un sentimiento que creyó era amor... Parpadeó y entonces ya no recordó nada.
Transcurridos unos segundos no importó.
Había pasado: un mundo blanco sumido en oscuridad.
Se encontró a si mismo perdido en medio de un bosque. Frunció el ceño, ¿cómo había llegado él allí?
Bufó, qué más daba, recordó haber vivido demasiado tiempo ya como Tony Stark, era tiempo de asumir una nueva identidad.
Edward, era su segundo nombre pero casi nadie lo conocía por él... Edward Grif. Era un buen nombre. Grif era fuerte, Stark significaba fuerte, y él lo era, de una u otra manera lo sería. Aunque no entendiera el por qué. Pronto enterró el nombre.
Desde entonces caminó por el mundo en completa soledad. Expectante.
Recordó la vieja cabaña que había comprado hacía siglos en un pueblito poco conspicuo, quiso volver. Después de todo era febrero, se acercaba la Danza de las almas.
Estúpidos y núbiles jóvenes, pensó.
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