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ojos efervescentes ;; 130216

Lo que Jungkook esperaba al mudarse de Mandeok-Dong a Geumjeong —aún en Busan— era que él y toda su enorme familia serían recibidos con los brazos abiertos por sus vecinos. Que tocarían su puerta con un enorme pay de manzana casero en las manos y una invitación a una barbacoa en uno de sus patios, como le hacían en las películas americanas que sus hermanos siempre veían.

Pero no. Al menos así no los recibieron en ese sector. El vecino de enfrente tenía la música a todo volumen y los de las casas de los lados ni parecían existir.

Con el frío helándoles los huesos, los gemelos y hermanos mayores de Jungkook, Jungheon y Junghyo no hacían más que pelear con varias cajas que estaban del camión de mudanzas. Su madre los alentaba con gritos desde el interior de la casa y su padre les indicaba qué camino seguir para meter las cosas sin golpear o raspar las paredes. Jungkook, de solo quince años, blanqueó los ojos y subió el volumen de una canción de Linkin Park en su ipod, con los audífonos con el sonido a tope.

—¡Ven a ayudar mocoso! —gritó Junghee, su hermana mayor, que acababa de llegar con su reciente esposo. Prácticamente arrancó uno de los audífonos de su oreja y lo regaño con los ojos.

—¡Pero Noona! —replicó con ojos de cachorro, la debilidad de su única hermana.

Junghee miró de reojo como su esposo se adentraba a la casa de sus padres, seguido de los gemelos. Cuando los vio desaparecer por el recibidor, se giró y le dedicó una sonrisa a su hermano consentido, sabiendo que nadie la miraba.

—¿Cuál escuchas? —susurró, abriendo demasiado los ojos.

Giving up —Jungkook respondió con la misma mirada, la de complicidad.

La mayor, tan rápido como pudo, se colocó el audífono que le arrebato segundos antes y sonrieron al mismo tiempo cuando se escuchó la parte más esperada de la canción.

Antes de siquiera mover la cabeza como si estuviesen en el concierto, ambos recibieron un golpe en la nuca que se escuchó sordo por la velocidad de éste. Miedosos y enojados se giraron y se encogieron al ver a Jungseok, su hermano mayor con los ojos tan negros como el carbón y el cabello peinado de lado.

Tras él, SooYoung caminaba haciendo malabares, cargando a la bebé de un año en su brazo y con la pañalera que parecía que traía ladrillos en lugar de cosas para bebés.

Jungseok tomó a su niña y después de darle un beso sonoro en la mejilla, se dirigió a sus hermanos, luciendo igual de indiferente que siempre.

—Tú —señaló a Junghee, quien lo miraba con cara de pocos amigos —Deja de solaparlo. Y tú —ahora señaló al pelinegro, que blanqueaba los ojos y enredaba los audífonos en el ipod —Deja de hacerte menso y ayuda.

Intentó hacerle los ojitos de ciervo, pero como ya se lo esperaba, no eran una debilidad para su hermano mayor. Junghee bufó y después de darle un beso a la mejilla a su cuñada, hacerle cosquillas a la bebé y regresarle el golpe a su hermano, tomó dos cajas de la camioneta y se metió a la casa.

Jungkook volvió la mirada al frente y sonrió, de forma forzada para su hermano y una de verdad para su adorada cuñada.

—Hola hyung, hola Sooyoung noona —saludó, guardando el ipod en su bolsillo. Se acercó a su cuñada y le quitó la pañalera del hombro, ganándose una sonrisa y un jalón de mejilla —Pásame esa caja, hyung.

Jungseok lo golpeó suavemente en la cabeza con una de las cajas y se la tendió, antes de él tomar una y caminar hacia la entrada de la nueva casa.

—¡Tita! —la primera en hablar fue la más pequeña de la familia, Junghye, que extendió sus bracitos en dirección a su abuela. La castaña soltó un gritillo de la emoción y prácticamente le arrebató a su hijo mayor a su única nieta para llenarla de besos.

Jungkook adoraba a su familia, pero estaba tan cansado que lo único que necesitaba es terminar de bajar las cosas del bendito camión y largarse a su nueva habitación, que le prometieron solo tenerla para él.

Los gemelos y él salieron de nuevo de la casa para seguir bajando cajas, pero antes de poder dar dos pasos, divisaron a un castaño caminando directamente hacia ellos. Llevaba una gorra hacia atrás y una sudadera negra casi a su medida. Tenía la mitad del labio inflamado y con cada paso que daba hacía ellos, Jungkook notó que tenía varias y pequeñas cicatrices en su cara. También notó aretes en sus orejas. Les sonrió con los ojos cerrados y les hizo una corta reverencia, que hizo que los Jeon la imitaran sin saber realmente el porqué.

—Hola —saludó con una melódica voz —Creo que soy su nuevo vecino.

—¡Hola! —como siempre, Jungheon, el más sociable de los cinco hermanos Jeon, dio unos pasos al frente y le extendió una mano al chico, una que no tardó en ser tomada en un fuerte y amable apretón —Sí, eso creo. Me llamo Jeon Jungheon, él es mi gemelo Junghyo y mi hermano menor Jungkook.

—Un gusto, yo soy Park Jimin, vivo justo en frente. Ya le pedí a mi hermano que quite la música. Lo siento.

Jungkook, en cierto punto de la conversación, dejó de escuchar y de ver a cualquier cosa que no fuera Park Jimin. Había tardado mucho tiempo en definirse como bisexual, y había tenido todo tipo de dudas en el pasado, principalmente sobre si había tomado la decisión correcta, o si solo estaba confundido. Era difícil confirmarlo, pues a pesar de que se veía a sí mismo teniendo una relación formal con un hombre, nunca le había gustado uno al grado de quedarse atontado, hasta que, por supuesto, vio a Jimin. Masculino, con pinta de chico malo y problemático, vistiendo ropa negra y esbozando una sonrisa con los labios llenos.

—...Creo que nos veíamos muy groseros si aceptamos tu ayuda.

El menor parpadeó y vio que el castaño ya estaba a pocos pasos de él. Ni siquiera lo había mirado, y no le sorprendía a decir verdad, Jungheon siempre acaparaba la atención de todos cuando empezaba a hablar y los demás quedaban en segundo plano. Incluso Junghyo, que tenía la misma cara, pero una personalidad opuesta.

—¡Para nada! —la voz encantadora de Jimin resonó con gracia, Jungkook no supo que fue lo que se perdió —No tengo mucho que hacer, prefiero echarles una mano.

Junghyo iba a negar la ayuda del nuevo vecino para ser amable —y claro, por desconfianza a causa de su imagen—, pero Jungheon lo interrumpió antes de siquiera poder abrir la boca.

—Entonces te lo agradeceríamos mucho.

Cuando Jungkook vio a su madre salir y dirigirse a su vecino, aprovechó para meterse a casa y perder tiempo con su sobrina antes de que lo obligaran a ayudar.

Jimin era su tipo, sí, pero eso no significaba que quería tenerlo cerca. Tenía la mala maña de ser indiferente y hasta grosero con las chicas que llamaban su atención. Junghee se vivía burlándose de él por eso y terminó bautizándolo como tsundere. No encontró otra solución más que alejarse de Jimin —aunque quisiera seguir mirándolo— para evitarse, o mejor dicho, evitarle, malos ratos.
El chico se veía problemático, y no quería que por culpa de sus miradas penetrantes y gestos serios, se comenzara un problema, mucho menos cuando apenas llegaban a Geumjeong.

Entonces se concentró en peinar a su sobrina. Hizo su mejor esfuerzo, pero las dos coletas de la bebé —que apenas y se veían por su escaso pelito— lucían demasiado disparejas. Decidió dejarlas así por lo adorable que Junghye lucía y jugó con ella hasta que su hermana lo pateó por lo bajo y lo obligó a ayudar a sus hermanos mayores y a su vecino, que llevaban más media hora moviendo cajas de aquí a allá. Esa vez los ojos de ciervo no le sirvieron, pues estaba tan metida en la "hermosura" de su esposo, que cualquier cosa a su exterior pasó a ser banal; Jungkook entre esas.

Como esperaba, Jimin fue invitado a comer. Los once, sentados en la sala recién armada, comían pizza con muchos ingredientes diferentes, a recomendación del castaño. Jungkook no hacía más que mirarlo. Cuando se daba cuenta regresaba sus ojos a la rebanada con peperoni, tocino y salchicha italiana que tenía en las manos, pero antes de que se pudiera dar cuenta su vista ya estaba enfocada de nuevo en el vecino.

—...Nosotros llevamos viviendo aquí toda la vida.

No supo que es lo que le habían preguntado porque su atención estaba en sus labios gruesos y en sus ojos alargados, sin el deseado doble párpado.

—¿Tu mamá estuvo de acuerdo en que vinieras a cenar?

—Oh, no tengo mamá —Jimin soltó como si nada, dándole una mordida a la rebanada de pizza en su plato. Jungkook dejó de ver su rostro para mirarlo a él, ya prestándole atención. El castaño, sin notar las caras de todos, continuó apenas dejó de masticar —Y estoy seguro que mi papá piensa que estoy en mi habitación.

Junggi, la cabecera de la familia, habló —¿No quieres ir a avisar?

Jimin negó, limpiándose la boca con una servilleta —No es necesario señor Jeon.

—¿Y si cierran y te dejan afuera? —Yuko preguntó preocupada.

—¡En serio! —insistió sonriente, con un eye-smile encantador —No es necesario, todo está bien. ¡Oh! Aquí cerca hay una plaza comercial...

Cuando Jungkook vio que la conversación regresaba a lo aburrido, tomó su ipod inteligente y ojeó sus redes sociales. A falta de notificaciones volvió a mirar al castaño sentado junto a Jungheon, con quien parecía que llevaban siendo amigos toda la vida por los empujones y los codazos que se estaban dando. No sabía de qué hablaban y la verdad ni le interesaba.

Cuando se terminaron la comida, los cuatro más jóvenes salieron a la cochera para hablar.

Ahí supo que Jimin tenía la misma edad que sus hermanos, diecisiete, aunque menor por solo unos meses por nacer en octubre. Él no dijo su edad o su año nacimiento, sus hermanos lo dijeron por él. Jimin susurró un "Jungkookie" que lo hizo sentir raro y feliz al mismo tiempo. Pero no lo miró. Ni siquiera le dirigió la palabra. Se concentró en mirar hacía las casas de los alrededores, sonriendo cada uno de sus hermanos o el mismo Jimin soltaban una risa.

Jimin no notó la mirada persistente del menor en él durante todo el día. Estaba feliz por su nuevo amigo y por lo bonito que lo habían tratado sus amables vecinos de enfrente. Rió durante toda la comida y pareció caerle bien a la única nieta porque la bebé no hacía más que querer sentarse en su regazo.

Le contó a Jungheon y a sus hermanos que de lunes a sábado trabajaba las mañanas como cajero en el supermercado cerca y por las noches como mesero en un restaurante de parrilla, y por ende, tenía que irse a trabajar.

Era sábado, y pasadas las cinco de la tarde. Necesitaba ducharse e irse porque su hora de entrada era a las seis y media.

—¿Mañana hacemos algo? —Preguntó Jungheon.

—Es domingo, tengo todo el día libre.

Se pusieron de acuerdo para verse y después de despedirse de ellos y de la familia entera, Jimin entró a su casa. Su padre lo barrió con los ojos furiosos y el castaño lo ignoró. Subió a su habitación y tomó una ducha, ignorando los gemidos escandalosos y altos que salían de la computadora de Jisuk, su hermano menor.

Como siempre, se duchó con agua fría. Un poco más tibia que la del día anterior, pero por ser febrero se sintió tan helada como siempre. Cuando terminó, se puso ropa cómoda y bajó las escaleras, sabiendo que todo lo que necesitaba estaba en el casillero en el restaurante.

Pasó a la sala para tomar su mochila con las cosas indispensables, como su cargador y billetera, pero antes de poder dar tres pasos, Jimin fue empujado con fuerza contra la pared. Chocó y por inercia cayó de sentón, mirando indiferente a su padre frente a él. Llevaba una camisa de botones y un pantalón con aires semiformales con las cejas rectas y los ojos claros que tanto le irritaban.

—Lárgate —dijo entre dientes, tomándolo por los hombros y empujándolo cerca de la puerta — Y no regreses sin dinero.

Jimin, tranquilo y acostumbrado al trato, se puso de pie. Ignoró que tenía que tomar su mochila y antes de salir por la puerta, pateó un manojo de carpetas cerca del recibidor, haciéndolas caer junto con todas las hojas que contenían en su interior. Antes de darle tiempo a su padre para reaccionar, corrió por el umbral de la puerta antes de ser alcanzado y trotó hasta la parada de autobús.

Se dijo a sí mismo que faltaba poco para que todo terminara, y cerró los ojos, deseando que el tiempo transcurriera más rápido.

Holaaaa, ahora sí arrancamos con este fanfic y nada mejor que con jimin y jungkook fetos.
Ya vimos que son un chingo de Jeons y que Jimin tiene problemas familiares
Nos leemos en unos días con el segundo capítulo, y como siempre, muchísimas gracias por leer♥

recordatorio: 130216 = 16/Febrero/2013

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