24. El tendón de Aquila
Creo que voy a llorar. Soy incapaz de entender cómo todo ha podido salir tan mal de repente. Murphy se está riendo de mí en estos momentos, en estos momentos en los que lo único que tengo ganas de hacer es golpearme la mano con el martillo una y otra vez.
Yo, que era un chico más bien parado y simple, que sacó agallas de no se sabe dónde para meterse de cabeza a un torneo donde solo se inscriben asesinos y pirados de la cabeza, para llegar a la cima y poder corresponder al amor de una chica... a la que ahora mismo tengo que matar si quiero volver a ver la luz del sol. Quizás ella sea otra pirada de la cabeza... o aún peor, una asesina.
Cómo puedo tener tan mala suerte. Nada tiene sentido ahora. Ni mis aspiraciones, ni mis esperanzas de futuro, ni mi vida, ni aquella casita en el campo que quería comprar para ella. Ella. Tan dulce como era, tan inocente y sencilla como parecía. Ni siquiera sé si en algún momento estuve con Misha, ni siquiera sé si la conozco de verdad. Fueron tan hermosas todas aquellas tardes, todos los besos que compartimos, aquella vez en la que hicimos el amor por primera vez. Todo lo que yo podía sentir en ese momento era desesperación y miedo, y su presencia fue como un vaso de agua fría en medio de una calurosa tarde de verano.
Todo lo que sé es que las reglas me impiden abandonar. Me metí en esta insufrible situación para estar con ella, y ahora voy a tener que destruirla para poder, al menos, estar.
Estar. Ganar. Y si gano, ¿qué? ¿Qué será lo siguiente? ¿Toda una vida de plenitud y peligro mientras voy cada domingo a llevarle flores al cementerio como las viejas de los pueblos? Toda una vida, pero sin ella.
¿Es por eso por lo que debo luchar? Y dejando a un lado si merece la pena o no... ¿Es que acaso he pasado de luchar por alguien, a luchar por algo tan delicado como mi vida?
Trago saliva, pero solo sirve para confirmar el nudo que tengo en la garganta.
A veces tengo tanto miedo a la muerte que a veces me dan ganas de morirme».
—Eh. Eh, chico. —El atractivo pelinegro agitó la mano frente a mi cara para atraer mi atención—. Mira, encima de que vengo aquí para ayudaros y tú estás empanado. ¿Queréis matar a Némesis o no?
Shawn asintió rápidamente, sentado en una silla a mi lado.
«Tengo que matar a Misha...»
—Bueno, pues dile a tu amigo que me escuche. No estamos como para cometer errores. —Sony entrecerró los ojos verdes y prosiguió—. Como iba diciendo, ayer invité a cenar a Gauna y averigüé algunas cosas sobre Némesis.
—¿Cómo? ¿La separaste de Boreas? —intervino Daiki sorprendido, el otro invitado de nuestra mesa. El pelinegro guardó silencio, pero fue fácil para Shawn leerle los pensamientos.
—A Sony le resultó sencillo seducir a la Líder de Vanadium y acordar una cita a solas en un restaurante. Lo saben los pájaros.
«Es imposible. Jamás sería capaz de hacerla daño, así que mucho menos provocar su muerte». Todavía me dolían los cortes que me hicieron las espinas en la pelea contra Denya. Los cortes que Misha me curó. Pudo haberme matado en ese instante.
Daiki se echó a reír, mirando al de los ojos verdes.
—Desde luego, te estás ganando los apodos a pulso.
—¿Qué apodos? —Sony alzó las cejas.
—Continúa, por favor —interrumpí con voz seria, intentando borrar los pensamientos que bullían en mi cabeza.
—Bueno. Tras muchos otros temas que solo sirvieron para reconducir la conversación hacia donde a mí me interesaba, averigüé que Némesis es ciega completamente, pero que puede ver a través del pájaro que le acompaña.
—¿La cacatúa blanca?
—Aquila, creo que se llama. Funciona parecido a la visión conjunta de Silvio, de manera que ella puede ver todo lo que Aquila puede ver. Es como si los ojos del pájaro fueran los suyos —explicó.
«Pero si me quedo de brazos cruzados, ella me matará a mí. ¿De verdad sería capaz de hacerlo? La vi tan terriblemente decidida en ese momento...» Froté mis ojos para evitar llorar. Ojalá pudiera centrarme en la conversación.
—¿Cómo es eso posible? Ese pájaro no tiene nada que ver con su Talento de los Sentidos. ¿Es posible que sea una persona con dos Talentos a la vez...? —inquirió Shawn con interés.
—Tengo entendido que es casi imposible tener dos Talentos a la vez, así que no. Se me ocurre una explicación más sencilla. —Todos prestamos atención a Sony—. Probablemente Némesis sea una cambiaformas, no una licántropa.
—Entonces eso es...
—Ilegal. Lo sé. —Sony bebió un trago de cerveza antes de continuar, presa de nuestra expectación—. Los cambiaformas mantienen una estrecha relación con los animales que nosotros no llegamos a comprender. Compartir visión con su mascota... ¿por qué no? Podría dar el pego siempre y cuando sea capaz de convertirse en un animal cualquiera... digamos el lobo, y ellos también son capaces de dominar un Talento aparte. Y vòila. Ya es uno de nosotros.
Shawn se rascó la barbilla, maravillado.
—Lógicamente, el Div' Vulk es un torneo creado por licántropos y hecho para licántropos, así que la participación de Némesis sería un completo fraude que la descalificaría al momento.
—¿Y el plan es descalificarla para librarnos de ella? —intervine de repente, creyendo comprender.
—No, genio. Boreas y Gauna han puesto mucho dinero en juego por ella; probablemente hayan eliminado toda prueba de su procedencia antes de traerla. Además de que si ha vivido toda su vida como licántropa, los que menos posibilidades tenemos de demostrar su identidad somos los que la acabamos de conocer.
—Ah... —Bajé la cabeza—. ¿Entonces cuál es el plan?
—Némesis depende de la visión de Aquila para sobrevivir. De hecho, tras observar la pelea de Brunn y Daiki contra ella, comprendí que su Talento funciona mediante la vista, igual que el de Jaden... Por tanto, se me ha ocurrido una sencilla manera de acabar con ella sin sufrir demasiados percances.
Sony se levantó de la silla, cogiendo una cuchara de la mesa de al lado que al camarero se le había olvidado recoger.
—Todos habéis visto alguna vez las películas sobre hombres lobo del mundo humano, ¿verdad? Por ejemplo, ¿qué le ocurre a la ropa de los licántropos cuando toman su forma animal en sagas como Crepúsculo y mierdas de esas?
—Que se... ¿rompe? —murmuré, sin entender a donde quería llegar.
—Exacto. La ropa se rompe y no puede volverse a usar, pero por suerte en nuestro caso no ocurre lo mismo. En los licántropos reales, las transformaciones a lobo ocurren fusionando las células de nuestro cuerpo con las de aquello que nos está tocando en ese momento, por ejemplo la camisa, los pantalones, las zapatillas... Así, nuestra piel sufre mutaciones temporales con las de los tejidos que tienen al lado para tener espacio y formar el pelaje, por lo que no debería haber ningún problema para...
Sony pegó la cuchara a su torso desnudo, únicamente visible por la abertura que dejaba su chaleco, y tomó su imponente forma lobuna al tiempo que veíamos a la cuchara fundirse entre su lustroso pelaje negro. El animal sonrió finalmente, con aquel hocico cargado de dientes blancos y afilados como estacas.
—Queridos amigos... Según me confirmó Gauna, a causa de la intervención de Boreas al moderador del Div' Vulk, se ha declarado a Aquila propiedad indiscutible de los Líderes, y por tanto ha decretado que el pájaro no puede sufrir ningún daño durante la estancia de Némesis. Supongo que los hijos de puta lo habrán hecho para que no podamos matarlo y perjudicar a su competidora... pero lo que ellos no han pensado es que nosotros vamos un paso por delante.
—Nos pegaremos a la cacatúa a la piel y nos transformaremos en lobo para hacer que desaparezca. Así no sufrirá ningún daño, pero quedará fuera de la batalla para que Némesis resulte vulnerable —comprendió Shawn satisfecho. Sony igualó su sonrisa con aquellos ojos verdes tan encantadores como afilados.
—Vale, vale... Pero ahora viene lo más peliagudo. ¿Quién lo hará? —pregunté. Todos nos miramos, pero Sony volvía a tener la respuesta una vez más.
—La Tercera Alianza se encargará de Némesis.
Estuve a punto de soltar un grito, aunque Shawn parecía tranquilo. Sony continuó:
—Y... Daiki será quien enfrente a Et'Reum.
El competidor de Taurania se atragantó con la bebida.
—¡¿Cómo?! ¿A ese psicópata? ¿El segundo favorito?
—Yo he sido aliado de ese psicópata, y puedo asegurar que tiene más lengua que colmillos —farfulló Sony—. Tú eres el más indicado para hacerlo, puesto que Et'Reum controla el Materialismo y es completamente inmune a los ataques físicos. Por si nunca le habéis visto luchar, se dedica a hacer desaparecer los átomos de su cuerpo cuando va a ser golpeado, por lo que supongo que alguien con un Talento a distancia podría cargárselo con los ojos cerrados. El Talento del Sonido tendrá más éxito esta vez, cariño, te lo prometo... —se burló el pelinegro, soportando la mirada asesina de Daiki.
Fue una ocasión más para admirar a Sony. Su increíble destreza a la hora de planear, su cuidado al atar cabos y vigilar cada detalle, su mente y las estrategias que esta era capaz de crear... No podía entenderlo. Era solo un muchacho, prácticamente de mi misma edad, pero tenía una frialdad a la hora de jugar con la vida de las personas que yo no había conocido nunca. Me asustaba.
«Y lo que es peor... A medida que vamos eliminando gente nos vamos quedando él, Misha y yo hasta el final. Voy a necesitar un milagro para salir vivo de esta...»
—¿Y tú qué, listo? ¿Piensas quedarte de brazos cruzados mientras nosotros nos dejamos la piel ahí fuera? —espetó el brasileño.
—No. —Sony respiró hondo y alzó la vista al techo—. Yo también tengo que encargarme de alguien.
◊ ◊
—Némesis.
La chica alzó la cabeza con una sonrisa divertida, deteniéndose en medio de la acera que bordeaba un patio vallado.
—Hemos venido a retarte —continué, sintiéndome por fin orgulloso de llevar el anillo a la vista.
—Adelante. Lo cierto es que la tarde de hoy me estaba resultando horriblemente soporífera.
Shawn permaneció callado e inmóvil, sin importarle que las mangas de la camisa le llegaran hasta el suelo y se mancharan. Además, seguía yendo en calcetines.
Incluso pareció que el duelo fuese a quedarse solamente en aquel choque de fieras miradas, pues ninguno parecía dispuesto a dar el primer paso o asestar el primer golpe. Mientras tanto, Némesis hacía crujir sus dedos para destacar la presencia de los tres anillos plateados que ahora poseía: el suyo, el de Búho y el de Brunn. En nuestro caso y tras una larga discusión, habíamos acordado que los anillos de Denya y sus víctimas los llevara Shawn.
—Solo tenemos una oportunidad... —me susurró Shawn—. En cuanto ella comprenda nuestras intenciones buscará una solución...
Tragué saliva; me temblaban los dedos. Sentí los ojos azules del niño clavados en mí con un matiz que no había visto nunca en él: el del compañerismo. Shawn se negaba a trabajar con el resto de personas siempre que podía; lo había podido comprobar perfectamente aquellas veces que fuimos de caza juntos. Aunque de manera educada y cortés, él no soportaba la presencia de individuos ruidosos y habladores a su alrededor, y era por eso que congeniábamos tan bien. Estábamos juntos en un torneo en el que él iba a tener que matarme en algún momento, y aún así me seguía mirando como un amigo en vez de como a un rival.
—No pasa nada Silv. Ganaremos este asalto, ¿sí? —Esbozó una media sonrisa—. Vamos, a nuestros puestos.
Némesis observaba expectante la situación, mientras el aire se llenaba de murmullos y vitoreos por parte de un grupo de niños que se había congregado al otro lado de la verja. Parecía ser un colegio.
—¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea! —corearon todos, después de que uno de ellos empezara.
Como si la chica leyera nuestras mentes, Aquila se puso fuera de nuestro alcance sobrevolando la parte superior del patio. Shawn y yo nos miramos de manera cómplice y tomamos nuestra forma animal, emprendiendo un desenfrenado galope hacia la verja y pasando a ambos lados de Némesis. Dos de los barrotes se separaron gracias a la telequinesis del Shawn y nos dejaron pasar de un salto. La chica gritó un par de maldiciones para requerir nuestra atención, pero únicamente teníamos ojos para el pájaro que estaba volando en el cielo.
Repentinamente me separé de la ruta y troté entre los niños, siguiendo sus indicaciones hasta encontrar un enorme cesto lleno de pelotas que rodaron y botaron por todo el patio cuando conseguí volcarlo con las patas delanteras. Una vez Shawn estuvo abastecido de proyectiles, me dispuse a realizar el que era mi papel en ese momento: detener a cierta loba grisácea con una venda en los ojos. Apenas me encaré frente a ella sentí que mis patas temblaban como flanes, pero supe mantener la calma cuando la loba avanzó hacia mí robándome el sentido de la vista.
En medio de aquella terrible oscuridad, me agazapé en el suelo y agudicé el oído confiando en que Shawn hiciera su parte del plan antes de que sintiera algo punzante en mi carne. Por suerte, el color del mundo volvió antes de lo esperado, cuando una de las pelotas lanzadas por mi aliado pasó muy cerca de la cacatúa y desestabilizó su vuelo. Y vi a Némesis parada, con actitud vacilante.
Contábamos con una ventaja muy importante en esta pelea: para que ella pudiera atacarnos necesitaba usar la vista de su mascota, pero si su mascota estaba distraída en evitar su propia muerte, entonces Némesis se quedaba sola. Ciega y sola.
—No creas que podrás escapar de esta situación, niño... —canturreó la loba una vez que su pájaro pudo posar su vista sobre mí de nuevo.
Pero Shawn parecía haber recobrado toda su puntería y frialdad. Decenas de pelotas estaban suspendidas en el aire alrededor de Aquila, decenas de proyectiles preparados para acosar a un ave que ni siquiera podía estar pendiente de mirar por dónde iba. En estas circunstancias, la cacatúa mantuvo un vuelo desesperante y huidizo, hasta que fue cuestión de tiempo que una pelota de rugby se estrellara bruscamente contra su cuerpo.
Pero Shawn no era el único que estaba pendiente de que el ave fuera derribada: Némesis abandonó su propia pelea para ir al lugar donde se iba a precipitar Aquila, y por tanto, arrastrándome a mí tras ella. Sin embargo, antes de que la loba medio ciega llegara al punto exacto, mordí su cola para detenerla y tiré de ella con todas mis fuerzas, mientras Shawn escalaba a lo alto de la canasta de baloncesto gracias a sus garras y atrapaba al pájaro en el aire.
—¡Aquila! —rugió la loba desde el suelo, liberándose de mi agarre con una patada y pegando un salto hasta quedar colgada de la canasta. La cacatúa graznó de dolor cuando se encontró con un ala atrapada entre las mandíbulas de Shawn y la otra entre las de Némesis. Esforzándose por llevarse tan jugoso premio, el menor consiguió arrebatarla el ave y colarlo por las redes de la canasta igual que si fuera una pelota de baloncesto. Confundida y herida, el pájaro cayó como una piedra hasta dar en mis brazos, colocado estratégicamente debajo de Shawn y en mi forma humana, como si hubiera recibido su pase.
Bastó el alejarme un poco de ambos y pegarme a Aquila a mi cuerpo para que, efectivamente, desapareciera cuando emergió el pelaje lobuno.
«Ya está... Ya...» No podía evitar sonreír, respirando de alivio y orgullo. Mi parte ya estaba hecha; me sentía por primera vez útil, respetable, satisfecho dentro de este torneo. No me alegraba en absoluto de tener que matar a nadie, pero si lo pensabas como un paso más para reconstruir mi futuro hasta la cima, sonaba mucho más reconfortante.
Y dejé de pensar. Dejé de ser consciente. Así lo prefería. Quise mirar sin ver, con los ojos vidriosos, el momento en el que un insensible Shawn tiraba al suelo a su oponente y le arrastraba del pellejo del cuello hasta una de las paredes del patio.
Yo solo veía manchas moviéndose, manchas sin significado... y aún así sabía lo que venía. Todos lo sabían. Los niños que gritaban y aplaudían a su alrededor, monstruosos, morbosos, sedientos de sangre y muerte mientras se hacían a la idea mucho antes que yo de que una persona más iba a ser eliminada en este torneo.
Inocencia hecha a la muerte. Muerte hecha para la inocencia.
Temblaba.
No. Tenía que ser como ellos: fuerte. O bestia, según se mire. Tenía que ganarme mi papel aquí y llegar hasta el final, fuera el final que fuera, pero llegar al fin y al cabo. Parpadeé lentamente hasta enfocar la imagen, acercándome a Shawn para respaldar su apoyo y contemplando fríamente cómo el chico volcaba una gran pancarta con la frase «Viva el Día de la Paz» encima de la loba, cubriéndola por completo. La telequinesis de Shawn removió las fuerzas del aire y comenzó a tirar de los objetos que había cerca, descorchando las primeras hileras de tejas que poblaban la cornisa. Y se fueron estrellando contra el bulto, una y otra vez, seguidas, sin descanso, como una ametralladora mortal que resquebrajaba un poquito más la vida de Némesis con sus fuertes impactos. La loba aulló de dolor, tiñendo la tela de rojo progresivamente y buscando la manera de encontrar la salida sin lograrlo, ciega, acorralada, sepultada por aquella gran paloma blanca con una ramita en el pico.
El tejado tuvo que perder las cinco primeras hileras de tejas para que el bulto se dejara de mover, inerte y silencioso. Y yo ya no temblaba.
◊ ◊
—¡Sony!
Corrí eufóricamente hacia el chico de pelo negro que se relajaba en la terraza de un restaurante turco, repantingado entre los cojines tribales y sin ninguna compañía. Hacía un par de horas ya que Némesis había muerto, tomando nuestra forma humana para liberar al pájaro de nuevo y dejándome un momento de tranquilidad para curarme el mordisco que me había dado la loba cuando la estaba sujetando. Y por si fuera poco, un enorme moratón amarillento surcaba mi mejilla derecha allí donde me había dado una patada.
—Ganamos. Finalmente la matamos.
—Lo sé, el megáfono lo ha anunciado hace un rato —murmuró con indiferencia.
Sin ningún reparo me senté frente a él, en el banco de cojines que había al otro lado de la pequeña mesa cuadrada. Al chico no pareció importarle, apurando de un trago el té de hierbabuena que tenía en la mano.
—¿Y Daiki? ¿Cumplió su parte con Et'Reum?
—No, que yo sepa. —El chico miró el reloj de la pared y alzó la mano para llamar a un camarero, posando sus ojos en mí después—. ¿Quieres comer conmigo?
Me quedé callado un momento, terminando por asentir con timidez. Dudaba que el muchacho solo quisiera compañía, probablemente me lo hubiera propuesto por algo en específico.
«¿En qué estás pensando?»
—Ezo gelin para mí y lakerda para él. Y una botella de raki para beber, por favor —pidió Sony al camarero, nombrando aquellos platos turcos que yo desconocía. Cuando finalmente se fue, el chico apoyó sus codos en la mesa y pasó a mirarme con esos ojos gélidos y firmes. No supe que decir, pero tampoco hizo falta.
—Tengo que contarte algo, Silver. —Sony respiró hondo—. No va a ser necesario que te enfrentes a tu novia; yo seré quien la mate de aquí a una semana.
Enmudecí violentamente, sintiendo como si me arrancaran la garganta de golpe.
—Mi plan consistía en que vosotros eliminarais a Némesis y a Et'Reum mientras yo me encargaba de Misha. En un principio preferí ocultároslo para que no interfirieras en mis planes, pero creo que saber quién es Misha en realidad puede marcar la diferencia entre sobrevivir o convertirte en otra de sus víctimas.
—¿Otra de sus víctimas? —acerté a decir.
—Exacto. Por muy anónima que fuera, no pensarás que un participante como ella se ha quedado de brazos cruzados durante todo este mes, ¿verdad? Fue Misha quien asesinó a Naira, la chica que os encontrasteis muerta en el bosque aquella tarde. Como Shawn predijo gracias a la dirección de la sangre, el cuerpo fue manipulado después de su muerte por alguien con el Talento de los Venenos para intentar añadir otra víctima al marcador, y ese alguien fue Búho. Lógicamente en la Primera Alianza no estuvimos al tanto de eso, pero llegamos a la misma conclusión el día en que decidimos avanzar un paso hacia Búho y este nos reveló que estaba aliado con alguien. Entonces nos vimos obligados a retroceder ese paso para meditar, justo antes de que Némesis se nos adelantara el día del banquete. Además, días después apareció el cadáver de Jairo, el hermano de Naira, flotando en las aguas del canal mientras Arakim y Brunn peleaban en la plaza. Supimos que había sido obra de Misha cuando comprobamos que ninguno de nosotros pudo haberlo hecho.
—Ella...
—Escucha, Silver. Lo que voy a contarte ahora es ilegal, por lo que confío en que sepas mantener la boca cerrada. Si Misha se entera de que te lo he dicho me buscará, y cuando me encuentre dudo mucho que se conforme solo con encarcelarme.
Fuimos interrumpidos en el momento menos indicado, cuando todavía me temblaba el labio al decir gracias al camarero, que puso un plato de sopa delante de Sony y un pescado coloreado delante de mí. Aunque quise prestar atención, la impoluta presentación de los platos y el olor divino que emergía de ellos me obligaron a preguntar.
—¿Qué es?
—Sopa turca tradicional lo mío. Lo tuyo es lakerda, emperador aderezado con caviar.
—¡¿Ca-caviar?! —Ni siquiera me sentí merecedor de contemplar aquellas brillantes bolitas que emergían de las agallas—. No puedo permitir que me invites a algo tan caro. Sería...
—Soy asquerosamente más rico de lo que tú nunca podrías imaginar —interrumpió con un deje de arrogancia—. Tengo la fortuna de todo un clan roto a mis pies, y nadie a quien dejárselo cuando yo muera. Mucho más dinero del que podría gastar en diez vidas, así que tengo que encontrar la manera de malgastarlo todo en esta.
—¿Cómo puedes pensar en malgastarlo a propósito habiendo tanta gente en el mundo que lo necesita? —me exasperé, como si estuviera viendo una hermosa abominación encima de mi plato.
—A mí el resto de personas me dan igual. Si quieren probar mi herencia deben compartir mi apellido. Y por supuesto, también mi pasado y mi tragedia. Ese es el precio a pagar. —Se llevó la cuchara a los labios, con aquellos modales brillantes que le habían inculcado desde pequeño—. Supongo que en eso consiste mi vida: dedicarme a malgastar el tiempo antes de que empiece a ser al revés.
—Esa es una actitud bastante egoísta teniendo en cuenta que...
—Silver, Misha es el ganador del Div'Vulk anterior.
Mi indignación se vio interrumpida por las repentinas palabras del joven, que había decidido cambiar el rumbo de la conversación de la manera más eficaz. Tardé unos segundos en comprender de qué me hablaba, por lo que mi pregunta posterior sonó todavía más estúpida fuera de mi cabeza.
—¿Qué Div' Vulk anterior?
—La edición de hace tres años. Aquella con otros veinticinco competidores muertos y Misha resaltando por encima de todos ellos con veintiséis anillos en su mano.
—Pero hace tres años... —Las palabras se me atragantaron en la boca.
—Hace tres años el torneo fue celebrado en Chikara. Competidores y Líderes de todos los países se reunieron en sus plazas igual que ha ocurrido en La Ciudad Que Nunca Duerme, apostando igual que han hecho en La Ciudad Que Nunca Duerme, exhibiendo a sus asesinos como si fueran monos de feria igual que en La Ciudad Que Nunca Duerme. Esa vez los territorios rusos de Annelisse no trajeron a una joven e inocente Anouk: trajeron a una chica de cabellos rubios y ojos azules capaz de manejar la gravedad como si fuera un simple juguete; un simple y devastador juguete. Aquella chica sin ningún tipo de prestigio se encargó de planear y aniquilar a veinticinco licántropos que habían sido entrenados para matar durante toda su vida, con tal rapidez e insensibilidad que tan pronto nos vimos aclamando a decenas, como nos vimos aclamando solo a una. Aquella chica era capaz de arrastrar a todos los competidores fuera de sus casas y asesinarlos sin miramientos, mientras el anonimato se mantenía tenso pero intacto. Hasta que no quedó enfrentada cara a cara con el último, no supimos su nombre: Misha.
Tenía la boca seca, probablemente a causa de la dificultad para pasar saliva por aquel nudo en la garganta. Sony continuó.
—Y como era de esperar, el último también cayó bajo sus garras. A partir de entonces todo se movilizó entre los Líderes. Aún con aquel fenómeno causando furor en todas las noticias, Peskov se negó a recibir un premio en metálico y exigió un cargo alto dentro de la dirección de La Ciudad Que Nunca Duerme, y allí es donde Misha fue colocada, justo a los pies de Esquivel, pero justo por encima de todas las cabezas.
—No, no... No puede ser. Misha me dijo que era su hija biológica, que simplemente había pasado parte de su infancia en Annelisse para entrenarse y aprender ruso.
Sony soltó una carcajada, que me hizo darme cuenta del bajo tono de voz que había empleado hasta ahora. Y retornó a los susurros, ojeando antes sus alrededores.
—Ajá. Claro. ¿Y qué va a decirte? ¿Cómo darte una explicación lógica para ese color de ojos y pelo en comparación con toda la ascendencia morena de Esquivel? ¿Cómo crear algo que pudiera justificar su acento y que tú pudieras creértelo? Lleva tanto tiempo en el cargo que ha logrado inventar una excusa que suene indudable con su tono de voz y con el de cualquiera, de manera tan severa que casi hasta ella puede creérselo.
—No... No, es imposible. Misha me dijo que el ganador anterior había sido un tipo extranjero, y se supone que Shawn lo sabía, y entonces tú lo sabías, y Gala también... Y... ¡Joder! ¿Cómo va a ser cierto? ¡¿Cómo habríais podido ocultarme algo así?! —exclamé con los ojos humedeciéndose por la ira. Sony me ordenó bajar el tono de voz atropelladamente.
—No podíamos decírtelo; ni a ti ni a nadie que no lo supiera ya. Era ilegal, y lo sigue siendo, así que no hables tan alto. —El muchacho clavó sus ojos verdes en los míos, transmitiéndome aquella calma que desprendía con esa voz suave—. Con la autorización que le daba su nuevo puesto, Misha creó la Ley de Origen nada más establecerse, aquella por la cual prohibía hablar a cualquier persona sobre sus orígenes y les obligaba a referirse al ganador del torneo en masculino.
—¿Por qué?
—Supongo que para integrarse en el sistema. Para fingir que había nacido allí de cara a todas aquellas nuevas generaciones que llegaran, para evitar que el resto de altos cargos la dejara fuera de los planes oficiales por ser extranjera. En resumidas cuentas, para ser una más de La Ciudad Que Nunca Duerme. Todo habría quedado precioso de no ser por las severas medidas que tomó contra los primeros que abrieron la boca, y que sirvieron de ejemplo para que al resto se nos quitaran las ganas de contárselo a alguien más. Ella nos tenía coaccionados, amenazados, vigilados en todo momento y dispuesta a hacer que nos lamentáramos del error inmediatamente. Y créeme que tiene infinidad de maneras de enterarse de si hemos hablado.
—Entonces... Tú estás rompiendo ahora la Ley de Origen. ¡Si te pillan entonces podrían...!
—¡Por eso te digo que cierres la puta boca, joder! —espetó con un tono de voz tan agresivo que me dejó sin aliento—. El motivo por el que ZigZag, Gala, Shawn o cualquiera de ellos no se haya atrevido a contártelo es obvio, pero yo he decidido arriesgarme porque... voy a matarla o morir en el intento. En cualquiera de los casos, la ley me importará una mierda.
Me quedé callado, apesadumbrado, mirando el plato de lak-lo que sea que no había probado todavía.
—Eso no explica por qué has preferido arriesgarte antes de tiempo. Es decir, nadie te obligaba a contarme todo esto, y dudo mucho que tú hagas algo por caridad y sin que te beneficie. Antes de que mi anonimato se desestabilizara yo no era nadie para ti, y aún así ahora deberías verme como un simple rival más antes que alguien con quien compartir confidencias. ¿Por qué?
—Tengo mis propios motivos... —murmuró desviando la vista y dando a entender que no iba a contarme nada—. No es que te obligue a confiar en mí, pero de hecho, no tienes otra alternativa. Te estás quedando solo.
—No me estoy quedando solo. Tengo a Gala, Ander, a Lewis, a ZigZag.
—Una zorra, un cerebro de nuez y dos niños. Y ninguno puede protegerte del Div'Vulk.
—Tengo a Shawn.
—Shawn es tu enemigo. Él también pretende llegar hasta el final, como es obvio, pero cuando solo queden dos hará todo lo posible por matarte. Como debe ser.
—Ya lo sé. Pero Misha... Aún no tengo claro que quiera matarme. Ella me quiere, estoy seguro. Si consigo hablar con ella...
—Parece que no la conoces bien, Silver —repuso seriamente—. O quizás seas el que mejor la conozcas de todos. El caso es... que dejando a un lado lo que sienta por ti, Misha no es la persona que parece ser. Es competitiva, demasiado. Tanto que puede llegar al juego sucio. No sabe perder, es orgullosa, y adora matar más de lo que puede adorar a su pareja. El prestigio la queda como un guante, y se aferra al poder igual que una sanguijuela se aferra a un trozo de carne fresca. Quizás te preguntes por qué ganando ya una edición y colocándose donde se ha colocado, necesita inscribirse en esta también... Bueno. Digamos que apenas tiene paciencia; no quiere esperar a que Esquivel muera o sea asesinado, todo un detalle que no haya decidido hacerlo ella misma. Al fin y al cabo, los licántropos viven mucho. Ella quiere gobernar, y lo quiere ahora.
—Me cuesta pensar en ella de esa manera...
—Lo sé, debe ser difícil. Supongo que ahora mismo ambos os encontráis en un punto de inflexión en el que el amor está luchando contra todo pensamiento de victoria o ambición, pero no guardes demasiadas esperanzas. Es como si Misha tuviera dos caras. Es como si fuera el Dr. Jekyll, y también Mr. Hyde. Y en alguien así no se puede confiar.
—¿Cómo lo sabes? —pregunté débilmente.
—Porque yo soy igual. Una persona egocéntrica, arrogante, interesada y manipuladora; no creas que no soy consciente. Pero me gusta, y solo somos así auténticamente los que lo hemos elegido. Para nosotros el amor no tiene importancia, únicamente sirve para tirarte al suelo.
—Manipular a los demás según tus intereses es algo muy egoísta. Si no hay afecto por ninguna de las dos partes, acabarás por fallar cuando más lo necesitas.
—Eso se soluciona cuando sí hay afecto por una de las partes, y creo que soy un gran artista consiguiendo que otros dependan de mí para ser felices. Así lo hacemos nosotros. ¿Pero qué es el amor o el afecto? Querer a alguien no es más que otra forma de ser egoísta, en la que intentas que otra persona se quede a tu lado para poder complacerte a ti mismo.
—Eso no es cierto. El amor también es querer complacer a la otra persona.
—Complacerla para que no se vaya a buscar otra persona que pueda hacerla más feliz. Complacerla para que no te abandone y tú puedas sentirte a gusto. ¿No lo ves? El amor es egoísta, y la afiliación por interés es más racional. Yo ya he elegido mi opción, y aunque no lo creas, es la más satisfactoria.
Me quedé callado, bajando la mirada con frustración y preocupación.
—¿Recuerdas cuando nos conocimos, en el perímetro de aquel andrajoso College? Tú le dijiste a Vika que no eras un asesino. ¿Qué te dije yo? Que no lo eras todavía.
Y el maldito sonrió.
—Hazlo fácil, Silver. Piensa con frialdad. Si tú no la matas a ella, ella te matará a ti.
Y el maldito soltó una carcajada.
—Eso sí que es una fuerte unión. Qué romántico...
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